Hacer del Sol un símbolo y migrar tras él

De derecha a izquierda: Jepri o Khepri en forma humana con cara de escarabajo; Khepri en forma de escarabajo; Khnum; un ibis; un babuino adorador (Wikipedia) https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Egypt.KV6.04.jpg

 

 

Resumen

 

Así, a partir de los nuevos datos migratorios y de la atenta lectura e interpretación de textos antiguos, vemos que las primeras salidas humanas de África, bordearon los mares en pos del Sol y contra la sombra matinal, mientras que las ocasionales desviaciones hacia el Norte o Sur, se han debido principalmente, a las formas del relieve y al aprovechamiento de los valles gramíneos. Los humanos modernos eran sapiens con una fuerte tendencia a dejarse guiar por el Sol y su sombra (Homo sapiens y gnomónico) para ir tras él, en busca del Sol naciente. Del Sol que hicimos un símbolo y migramos. Esto es lo que refleja la primera migración conocida hasta la fecha y, aunque con ciertas desviaciones, parece repetirse en la segunda.

 

 

Palabras clave: Migración, humano, sapiens, gnomónico, Sol, sombra.

 

 

Abstract

 

From the new migratory data and the careful reading and interpretation of ancient texts, we see that the first human departures from Africa, skirted the seas in pursuit of the Sun and against the morning shadow, while the occasional deviations towards the North or the South, have been mainly due to the forms of the relief and the use of the grassy valleys. Modern humans were sapiens with a strong tendency to be guided by the Sun and its shadow (Homo sapiens and gnomonic) to go after it, in search of the rising Sun. Del Sol we made a symbol and migrated. This is reflected in the first migration known to date and, although with certain deviations, it seems to be repeated in the second.

 

 

Keywords: Migration, human, sapiens, gnomonic, Sun, shadow.

 

 

Introducción

 

Hacer del Sol un símbolo, significó salir tras él y en pos suyo, poder orientarnos en el tiempo y el espacio, a partir de la sombra y su ausencia en los días cenitales. Hacer del Sol un símbolo de luz, calor y vida, facilitó la agricultura, la producción mercantil, la acumulación de capital y el desarrollo de un cuerpo social e inorgánico, del que, como parte, paradojalmente hemos quedado atrapados en un mundo que dificulta gozar de su fulguroso esplendor.

 

Hacer del Sol un símbolo y salir tras él, significó convertir ese símbolo en mito para transformarlo luego en realidad materializada, con formas de menhires, dólmenes y templos solares mega-estructurados, en torno a los cuales, se formaron las primeras urbes.

 

El migrar de otras sub-especies humanas, sin embargo, no fue sinónimo de ir en pos del Sol; el migrar del humano moderno sí lo fue e hizo del Sol, un destacadísimo símbolo nutrido de mitos y templos que sirvieron para orientarnos y reforzar el pegamento mítico que, cual fuerza gravitatoria, operó en favor de la asociación humana.[1]

 

Plantar postes a modo de tótems gnomónicos, obeliscos, menhires o estelas solares y construir círculos con piedras para seguir los astros, nos permitió saber en qué lugar estábamos.

 

Hacer del Sol un símbolo y salir tras él, facilitó entender los tiempos de siembra como los de cosecha, a la vez que empujó hacia la invención del arado y el desarrollo material que, finalmente y sin proponérselo, condujo al intercambio y transformación de la mercancía en oro y el oro en mercancía, como tempranamente supo observar Heráclito.[2]

 

En consecuencia, ampliando retrospectivamente la mirada del filósofo Ernest Cassirer (1874/1945)[3] y en coincidencia con lo afirmado por Platón y Aristóteles, podemos decir que el pensamiento simbólico, se habría originado muy tempranamente, cuando el hombre cayó en cuenta de que toda su vida, básicamente dependía de la salida y puesta del Sol y que era el Sol, fuente de vida y calor. Es así que, en pos del Sol, bordeando los mares, siguiendo el curso de los ríos y aprovechando los valles gramíneos, poblamos el mundo y con aquello que de nosotros supo hacer la evolución biológica y filogenética, sartreanamente hicimos una sola y única especie que, anomalía evolutiva mediante[4], hoy es biológica y protéticamente humana.

 

 

Un atardecer en la playa Descripción generada automáticamente
Crepúsculo matutino Autor: Luis Castaño Sanchez

 

 

Desde la sutil metáfora

 

¿Mi sombra me llama? ¡Qué importa mi sombra! ¡Que corra detrás de mí!, yo escapo de ella y no miro hacia atrás,[5] porque como todos los criminales, ella fuerza a volver la mirada hacia atrás, para detenerme en ciertos grados del andar que son anteriores y fueron superados[6], mientras que mi destino es ir como Osiris Nu, en pos de Ra.[7]

 

Es que todos los seres llevan el Yin (la sombra) a sus espaldas y el Yan (la luz) en los brazos[8] y además, es en el Este, donde plantó Jehová Dios un jardín destinado al hombre que luego expulsó en la misma dirección y sentido, situándolo más allá, al Este propio del jardín donde también puso los querubines y la hoja llameante de una espada dando vueltas continuamente, para guardar de ese modo, que aquel que fuera expulsado de su morada, no retroceda y se vuelva sobre sus pasos hacia el camino que lleva al árbol de la vida,[9] que es donde mora el horrible zombi Balcebú, señor de las moscas (tse-tse).[10]

 

Por eso, para proteger tu cuerpo de Balcebú, con hojas de higuera, tejerás la cobertura de tus lomos[11] y para vivir, te ganarás el pan con el sudor de tu frente.[12]

 

¡Qué importa mi sombra! Honor a ti, oh tú que eres Ra cuando apareces y Tern cuando te pones bellamente[13], bien sabes que el estrecho de Bab-el-Mendeb, fue testigo fiel del camino acordado en primitiva lengua materna (proto-ge’ez quizàs) y decididamente emprendido por los descendientes de Sem que provenientes de África, sin dudarlo, se orientaron hacia ti por el sur de Arabia,[14] sembrando a su paso huellas genéticas y morfológicas que aún ¡vivas!, perduran en el ADN de los originarios de Australia y Melanesia.[15]

 

Honor a ti Ra, cuando al igual que Bucéfalo frente al Sol, cargó con la sombra del amanecer como yo mismo lo hago cual Jepri, el escarabajo pelotero,[16]para dirigirme rectamente hacia el oriente y a tu encuentro,[17] para renovarte (Ra) y seas nuevo cada día.[18]

 

Como Alejandro, te honro cuando cargo con la silenciosa sombra a mis espaldas buscando tus confines, y aunque en verdad reniegue de mi sombra, ¡ni ella misma me es ajena!, pues desde Terencio a Marx y de Marx a nuestros días, la sombra es humana, demasiado humana diría Nietzsche, como para no estar; por eso sé que mi sombra siempre está, incluso cuando en los días cenitales con el Sol sobre mi cabeza, mi sombra toma el tamaño del ancho del Sol[19] y se esconde bajo mis pies con el disimulado y firme designio de provocar en mí, la curiosidad; es que ¡la sombra siempre está! y como niños, de ella, en tanto que atraídos por su incondicional presencia u aparente ausencia, hemos huido y aprendido, desde el momento mismo en que dimos nuestros primeros pasos matinales allá lejos, por el Este africano.

 

¡Oh Sheut! (¡Oh! Sombra), se asombra (no-sombra) quien percibe tu ausencia y no tu muy estirada presencia en altas latitudes, y fue la curiosidad que despertó tu falta, lo que junto al Sol naciente en el horizonte tropical, nos sirvieron de guía y arcaico GPS al salir de África.[20]

 

Al dirigirnos hacia el oriente en busca del Sol naciente cual Jepri, mediodía tras mediodía, experimentamos el achicamiento de Sheut que en tanto figura humana opuesta y con aspecto de tinte negro tras nosotros, ha sido la señal inequívoca de ir en pos del Sol.

 

Con el paso del tiempo, aprendimos que estar en el camino correcto hacia Ra, significaba que en pleno mediodía, cuando el Sol se hallaba exactamente por encima de nuestras cabezas, Sheut quedaba escondido con el tamaño del Sol bajo los pies y que al buscarlo, movidos por la curiosidad, cada caminante podía hallar un árbol donde beber, descansar y echarse a dormir ganados por el sueño,[21] que es el estado donde el interés perseguido en la vigilia, se vuelve hacia cualquier parte dejando en nuevas sombras a las cosas alcanzadas, al igual que lo hace un foco de luz cuando ilumina alguna nueva zona dejando atrás y en plena oscuridad, a otra.

 

Es que, llegado el mediodía y luego de haber caminado tanto, le toca al alma humana estirarse como lo hacen las mismas sombras del atardecer, cuando ellas estiran nuestro cuerpo.[22]

 

¡Oh! Ra, será la sumatoria de tus sombras matinales proyectadas en uno y otro sentido, lo que deberá orientarnos en la dirección correcta hacia ti, para que las mitades septentrional y meridional del cielo, se inclinen en adoración.[23]

 

 

Un atardecer en el cielo Descripción generada automáticamente
En pos de Ra. Foto propia.

 

 

Desde la dureza del dato

 

Actualmente hay consenso, entre paleontólogos y genetistas, de que el Homo sapiens/sapiens, se originó en África, pero es objeto de controversias su posterior dispersión dentro de África y el resto del mundo.

 

En favor del consenso originario, cabe advertir que, el metabolismo del hombre moderno conserva múltiples evidencias de su procedencia tropical y en tal sentido, es comparable con otros mamíferos de su misma talla que viven en entornos tropicales. No ocurre lo mismo, con aquellos que viven en zonas frías. Además, habría diversos factores sanguíneos, que hacen referencia al enfrentamiento contra las enfermedades infecciosas tropicales y subtropicales.[24]

 

En cuanto a la posterior dispersión, un estudio de National Geographic y el consorcio científico del “Proyecto Genográfico” de IBM, mostró que los grupos de Eurasia eran más similares a las poblaciones del sur de la India que a las de África, lo cual habla de la alta probabilidad de una ruta a través del estrecho de Bab-el-Mandeb, antes que cualquier migración hacia el norte[25] y en línea con esta apreciación, la paleo-antropóloga Katerina Harvati del centro Senckenberg de Evolución Humana (Universidad de Tubinga), sostiene la idea de una dispersión inicial hacia el Este, por el Sur asiático, que pudo comenzar hace unos 130.000 años. A esta migración, le habría seguido otra también hacia el Este, pero por el norte de Eurasia, hace 50.000 años. Es decir, dos rutas claras que, básicamente, se dirigieron hacia el Este.[26] No obstante, la misma investigadora advierte que las evidencias hablan de que la dispersión del humano moderno, no se limitó a un éxodo importante fuera de África como se pensaba en el pasado, sino en múltiples dispersiones.[27] Además, en las dunas del desierto de Rub’ al Khali, actualmente uno de los desiertos más grandes e inhóspitos del mundo, ubicado al Este de África, en la provincia arábiga de Dhofar, se hallaron hachas de piedra que pudieron pertenecer a la primera migración del hombre moderno. También se encontraron objetos de otras especies con una antigüedad de 1,3 ma. Sin dudas, podemos afirmar que, Arabia fue una ruta natural para las migraciones de la familia homo que salieron desde África hacia Eurasia.[28]

 

Cabe señalar que, las condiciones climáticas de la península arábiga en aquellos tiempos, era favorable para el ser humano y hay quienes estiman como posible, que hacia ella se hayan desplazado al menos, cinco migraciones humanas: una hace 400.000 años, y las restantes 300.000, 200.000, 100.000 y 55.000 años aproximadamente. En todas ellas, diferentes integrantes de la familia Homo, dejaron evidencias materiales de su presencia.[29]

 

 

Así migramos (Ilustración propia)

 

 

Desde la imaginación e interpretación

 

Si a la manera de Albert Einstein, realizamos un ejercicio de imaginación representando a las sombras como si fueran vectores coplanares, podemos probar que, cuando se está en la dirección correcta, la sumatoria compleja de todas ellas, arroja un módulo real con dirección y sentido hacia el Sol que se ubica dentro de la franja intertropical. Tal franja está definida por los límites de los trópicos de Cáncer y Capricornio y la variación en el tiempo debida al ciclo oscilatorio de 25.776 años de duración, el cual se produce como consecuencia de la precesión axial de la Tierra y la variación de los equinoccios. De modo más amplio, podemos decir que, el camino emprendido por los primeros contingentes de migrantes humanos, fue en pos del Sol y se ha dado dentro de la ancha carretera hacia el Este, flanqueada por sendos trópicos.

 

En lo que respecta a la segunda de estas grandes migraciones, si bien toma un camino que también es básicamente hacia el Este, lo hace fuera de la franja intertropical; sin embargo, en esta segunda salida, se observa el intento reiterado de volverse hacia el ecuador, posiblemente movidos por la búsqueda de los días sin sombra como señal de estar en el camino correcto.

 

No obstante, en ambas migraciones del hombre moderno, se pueden observar dos componentes básicas de orientación: por un lado, el direccionamiento ortogonal al eje terrestre con sentido hacia el oriente, que es donde el Sol se levanta, y por el otro, la tendencia a bordear las costas marítimas y de ríos, en los que además, se buscaban los valles fluviales donde crecían plantas gramíneas que les proporcionara de las semillas con las que elaboraban el maná o pan primitivo.

 

Estas dos componentes básicas de orientación solar, se habrían conjugado en la primera migración, para dar como resultado una marcada alineación dentro de la zona intertropical que los condujo a Nueva Guinea, Melanesia y Australia, mientras que en la segunda, se percibe que las posibilidades del terreno marcaron el rumbo factible para ir tras el Sol naciente y que, cuando se pudo, con mayor experiencia gnomónica, supieron desviarse bruscamente en busca de los días sin sombra, por lo que en gran medida, si bien su ruta ha sido ligeramente por fuera de la franja intertropical, cuando les fue posible, se volvieron hacia dentro de ella. Es decir que, aunque también se conjugan las dos componentes básicas, lo habrían hecho junto a una tercera que, por lo menos, produjo dos intentos notorios y casi ortogonales, de dirigirse hacia el ecuador. Estos giros los condujo tanto al Sur de la India, como al norte de Filipinas.

 

Esta posibilidad de dos primeras rutas claramente definidas en pos del Sol naciente, pudo ser el resultado de múltiples experiencias anteriores que, con destino incierto, habrían motivado lo suficiente como para que algunos individuos, se interesaran por el Sol y lideraran al resto hacia el Este. Es decir que, la multiplicidad dispersiva en los orígenes de la especie y las posteriores dos primeras rutas migratorias claramente definidas, hablarían del progreso alcanzado en el conocimiento y experimentación gnomónica de los primeros Humanos modernos. Es que la evolución filogenética en zonas tropicales, hizo que el género Homo se parara verticalmente sobre sus plantas pédicas y que, tanto Homo Ergaster como Heldelbergensis, aunque ignorando su utilidad, se convirtieran anatómicamente y sin saberlo, en gnomon-antropos, suficientemente dotados para percibir y jugar con los cambios y efectos de la luz solar sobre su cuerpo.

 

Más tarde, fueron los humanos modernos quienes advirtieron que la experiencia acumulada como resultado del juego con las sombras del cuerpo bajo el Sol, podía usarse para la orientación en el espacio y el tiempo, de modo que, algunos de los más experimentados humanos modernos, nutridos de estos saberes y con cuerpos más espigados y gráciles que las especies anteriores, hicieron del Sol un símbolo y del juego con la propia sombra, un proceso de aprendizaje que los condujo al control eficaz de las proyecciones gnomónicas y su significación espaciotemporal. De esa forma, el sujeto humano, con el gnomon antropo que era en/sí, se hizo a/sí, un consumado Homo sabedor (sapiens) de estar en posesión de un cuerpo anatómicamente apto para oficiar de gnomon solar, vertical y ambulante que servía además, de instrumento natural para valerse del Sol, las sombras y sus medidas, al momento de orientarse.

 

Volviendo a la migración hacia el Este, recordemos que para Alejandro Magno y su tiempo, la India era el país de los hombres del Sol y que hay mapas antiguos, en los que el Este, por su relevancia para orientarse, se encuentra indicado arriba, lugar donde muy chiquita, aparecía dibujada la India como el fin del mundo.[30]Es decir que, en la antigüedad, se sabía que desde tiempos inmemoriales, ir tras el Sol significaba también dirigirse hacia la actual India, porque yendo hacia ahí, se volvían a experimentar los días sin sombra y la proximidad del Sol; esto parece reflejarse en la ruta descrita por la segunda migración, la cual muestra una brusca desviación hacia lo que actualmente es la India, en una clara búsqueda del ecuador terrestre.

 

Posiblemente, la segunda migración, con líderes más experimentados en los temas solares, además de ir en pos del Sol hacia el oriente, también lo habrían hecho tras los días cenitales porque pudieron aprender que, dentro de la franja intertropical, se producen dos días sin sombra por año y que, persiguiendo estos días al mismo tiempo que al Sol naciente, se logra navegar sobre los paralelos que mejor llevan a las cercanías con el Sol naciente, aunque ese camino, no siempre sea el de mayor temperatura. Pero es que, ¡no es ese el quid de la cuestión!, -no es la temperatura sino el Sol y sus rayos directos sobre el cuerpo los que garantizan no sufrir los escalofríos producidos por el frío húmedo-, según Josef H. Reichholf.[31]

 

De esta manera, la primera migración del humano moderno, pudo ser de cazadores oportunistas que, sabiendo de los beneficios del Sol directo frente a la adversidad del clima húmedo, valoraron su presencia y se orientaron decididamente hacia el Sol naciente; superando las adversidades del terreno y bordeando las redes fluviales, hasta que, de tanto en tanto, se presentara alguna posibilidad ocasional que les permitiera cruzar, tanto los ríos como los mares y enderezarse nuevamente hacia el Sol.

 

Una de estas posibilidades pudo ser aquella que les habría permitido atravesar el estrecho de Bab el Mandeb hacia Arabia, donde se estima que, por aquellos tiempos, el clima pudo ser favorable para la vida de nuestra especie.

 

Recordemos que entre las evidencias halladas en favor de este posible cruce y migración temprana del humano moderno hacia la península arábiga, se hallaron migas de pan de piedra o pan primitivo y otros objetos de más de 100.000 años.[32]

 

No descartamos que alguna especie de erectino, se haya encontrado con la oportunidad y posibilidad de cruzar el estrecho de Bab el Mandeb y de ese modo, salido de África. Más aún, de ser así, es casi seguro que, ocasionalmente y debido a los accidentes del terreno, pudieran haber transitado por los mismos caminos seguidos luego por el hombre moderno. De todos modos, es improbable que especies anteriores al Homo sapiens/sapiens, se hayan orientado en pos del Sol naciente y su propia sombra. Mucho menos aún, que hayan hecho del Sol, un símbolo de luz, calor y vida. En todo caso, pudieron desplazarse llevados por las presas y posibles condiciones favorables para la subsistencia, mas no por cuestiones simbólicas, como surge de los textos antiguos y hallazgos arqueológicos. Solo el humano moderno ha sembrado el mundo de una evidente simbología gnomónica. No obstante, recientes estudios genéticos sobre antiguas poblaciones sudamericanas, han indicado la presencia de genomas denisovanos y neandertales[33] que pudieron resultar de previos cruzamientos en Eurasia, antes del ingreso al continente americano. Ante este dato y teniendo en cuenta la importancia que tuvo el Sol y los cielos para las culturas de Centro y Sudamérica, podemos sospechar que estas otras subespecies humanas, si bien no han dejado evidencia propia de relacionarse con el Sol y tampoco se caracterizaron por asumir comportamientos gnomónicos; igualmente habrían sido potencialmente gnomónicas y pudieron contar con la misma capacidad para simbolizar al Sol, pero sin desarrollarla adecuadamente, debido a que no fue una necesidad para la vida en altas latitudes con escaso Sol y sombras muy largas. Además y como lo hemos dicho, pudo ser “el a/sombro” u ausencia de sombra y no su desmedida extensión, el fenómeno solar que pudo despertar la curiosidad por la gnomónica temprana y la búsqueda de los días sin sombra.

 

Podemos decir entonces que en general, las primeras migraciones de humanos modernos, fueron de Homo sapiens y gnomónicos sabedores de que el Sol salía por el Este y su sombra matinal se orientaba en general hacia el Oeste, por lo que de ese modo, hicieron del Sol un símbolo de orientación, y de la sombra, la negación del oriente y el camino al inframundo.

 

Luego, del símbolo solar surgieron mitos que, al pasar a las manos humanas, terminaron materializados en tótems, estelas y bellísimas obras de arte de la antigüedad.

 

Más tarde y de la mano de posteriores migraciones de consumados Homo sapiens y gnomónico, vendrían los círculos de piedras, dólmenes y ciudades.

 

 

Conclusiones

 

Salir en pos del Sol naciente, significó simbolizarlo y a su vez, que la persecución del Sol hiciera de nosotros una sola y única especie, la cual, anomalía evolutiva mediante, hoy no solo es biológica, sino biológica y protéticamente humana.

 

Al parecer, como consecuencia de la evolución filogenética en zonas tropicales, el género Homo se yergue sobre sus plantas pédicas y alcanza tanto en el Homo Ergaster como Heldelbergensis, una posición vertical que sin saberlo, los hace anatómicamente más sensibles para percibir a través de las sombras, los cambios y efectos de la luz solar sobre su cuerpo; los hace efectivos gnómones-antropos.

 

Más tarde, en el humano moderno, el espigamiento de la figura humana y la mayor gracilidad adquirida, permitió que el juego con la propia sombra se convierta en control gnomónico y que el cuerpo se haga instrumento de medida y gnomon solar, vertical y ambulante. De ese modo, el sujeto humano pudo servirse de su propia anatomía para valerse del Sol y las sombras, al momento de orientarse en el tiempo y el espacio.

 

El desarrollo de la capacidad gnomónica entonces, que ya vendría prefigurada en nuestros antecesores, pudo favorecernos para migrar y encontrar recursos de supervivencia frente a las adversidades del medio ambiente.

 

Suponemos en consecuencia que cualquiera de las otras subespecies humanas sometidas a las mismas condiciones tropicales, habría podido hacerse gnomónica y que el humano moderno se hizo sabedor en estos temas, debido a que la adaptación a un medio ambiente con dos ausencias de sombras anuales y de longitudes diarias controlables y medibles, le permitieron ejercitar la experimentación y su aprovechamiento a partir del juego.

 

Las primeras salidas humanas de África no mostraron capacidad gnomónica para orientarse, ya que fueron dispersas y posiblemente, por no saber hacia dónde ir, carecieron de liderazgos. Al parecer, todas ellas se orientaron hacia destinos inciertos, en cambio, las migraciones que se consolidaron como rutas, pudieron ser fuertemente lideradas por personas que eligieron ir en pos del Sol como primer intento.

 

Así, con experiencia y liderazgo, bordearon los mares en pos del Sol y contra la sombra matinal, desviándose ocasionalmente hacia el Norte o Sur, debido principalmente, a las formas del relieve y al aprovechamiento de los valles gramíneos.

 

En general, podemos decir que, el humano moderno era un Homo sapiens y gnomónico que salió de África en busca del Sol naciente y para ello lo supo simbolizar como luz, calor y vida.

 

Hacer del Sol un símbolo, significó saber representarlo en el suelo a partir de la presencia y ausencia de sombras. Significó invertir la mirada y ver el cielo dibujado a los pies; fue orientarse en el tiempo y el espacio.

 

Hacer del Sol un símbolo y salir tras él, significó convertir ese símbolo en el pegamento mítico que operó cual fuerza gravitatoria sobre las primeras asociaciones humanas.

 

Hacer del Sol un símbolo, facilitó el desarrollo de la agricultura, la producción mercantil, la acumulación del capital y el posterior desarrollo material que nos condujo a ser un Homo sapiens tecnológicamente híbrido.

 

Hacer del Sol un símbolo y salir tras él, significó plantar postes a modo de tótems gnomónicos, obeliscos, menhires o estelas solares y construir círculos con piedras para seguir los astros y saber en qué lugar estábamos.

 

Esto hizo del gnomon-antropo que éramos, un sapiens gnomónico, biológica y protéticamente humano.

 

 

Bibliografía

 

  1. Anónimo, El libro de los muertos, Terramar Ediciones, Buenos Aires, 2018.
  2. Biblia, Génesis (3-24), Fundación del Nuevo Mundo de las escrituras, 1967.
  3. Cassirer Ernest, Antropología filosófica, Fondo de Cultura Económica, México 2013.
  4. Harari Yuval Noah, De animales a dioses, Penguin Randon House Grupo Editorial, Argentina 2013.
  5. Heráclito, fragmento XC, según Plutarco, textos presocráticos, Ediciones Brontes, España 2016.
  6. Heràclito, Fragmento 3, Ediciones Folio, España 2007.
  7. Jung Carl Gustav, El hombre y sus símbolos, Caral Editor, Barcelona 1984.
  8. Lao Tse, Tao Te Ching, Terramar Ediciones, Buenos Aires, 2017.
  9. Nietzsche Friedrich, Así hablo Zaratusta, Gradifco, Buenos Aires, 2014.
  10. Nietzsche Friedrich, El viajero y su sombra, EDAF, España 2011.
  11. Reichholf Josef H., La aparición del hombre,Editorial Crìtica, Barcelona 2001.

 

 

Revistas, periódicos y libros electrónicos

 

  1. BBC, “Rastros neandertales y denisovanos en América”, https://www.bbc.com/mundo/noticias-63521449 consultado 15/07/2023.
  2. Calvino Rubén A. “Curiosidad y gnomónica”, Rev Reflexiones Marginales Nº 65 México 2021, https://reflexionesmarginales.com/blog/2021/09/27/curiosidad-y-gnomonica/, consultado 14/07/2023.
  3. Calvino Rubèn A, “De la anomalía evolutiva”, Rev Reflexiones Marginales Nº 55,  https://reflexionesmarginales.com/blog/2020/02/01/de-la-anomalia-evolutiva-y-la-interrogacion-por-el-ser/, consultado 16/07/2023.
  4. Caso de los Cobos Guillermo, “La otra salida del hombre desde África”, Terra antiqvae 23 Abr 2014, https://terraeantiqvae.com/m/blogpost?id=2043782%3ABlogPost%3A311618&fbclid=IwAR0rPSkIlYlIug-yXL5LrcAbOArEUYvQMEcjLt76PcB4S9y1kHb1kVldbqY, consultado 10/06/2023.
  5. DW, Ciencia, “Una Arabia lluviosa propició primeras migraciones humanas”. 2021, https://www.dw.com/es/una-arabia-con-vegetaci%C3%B3n-e-intensas-lluvias-propici%C3%B3-las-primeras-migraciones-humanas/a-59056303, consultado 12/072023.
  6. Demarco Stephanie, “Cráneo de 210 mil años de antigüedad en Grecia, el signo más temprano de humanos modernos en Europa o Asia”. 2019, https://www.sandiegouniontribune.com/en-espanol/vida-latina/articulo/2019-07-24/la-es-un-craneo-de-210-000-anos-de-antiguedad-en-grecia-es-el-signo-mas-temprano-de-los-humanos-modernos-e-20190714 consultado 19/07/2023.
  7. El Confidencial, “Un increíble hallazgo en Egipto: la primera momia de escarabajo”,  https://www.elconfidencial.com/cultura/2018-11-12/egipto-arqueologia-momia-escarabajo-saqqara_1643440/, consultado 20/07/2023.
  8. Historia y arqueología, “Los primeros humanos emigraron fuera de África por Arabia”, http://www.historiayarqueologia.com/2011/11/los-primeros-humanos-emigraron-fuera-de.html, consultado 11/07/2023.
  9. LBV, “Encuentran en Onàn, hachas de la primera migraciòn humana”, https://www.labrujulaverde.com/2023/04/arqueologos-checos-encuentran-en-oman-hachas-de-la-epoca-de-la-primera-migracion-humana-y-el-stonehenge-arabe, consultado 06/07/2023.
  10. National Geographic, “Los escarabajos y la dirección celestial”, 2018, https://www.ngenespanol.com/naturaleza/porque-los-escarabajos-peloteros-observan-el-cielo-mientras-hacen-rodar-sus-bolas-de-estiercol/, consultado 13/07/2023.
  11. Sanchez Montaña Carlos, “El tablero de piedra”, Orbis terrarum, 2006, https://eltablerodepiedra.blogspot.com/2006/08/orbis-terrarum-el-crculo-de-la-tierra.html?m=1&fbclid=IwAR3uCPVg1bG6jRg406DzMyiVcbFwylll3l0jcpx7mK-Ithil4dYZA3WgCZY, consultado 15/07/2023.
  12. Science Daily, “El rastro de ‘migas de pan de piedra’ revela identidad de primeros humanos en salir de África”, https://www.sciencedaily.com/releases/2011/11/111130171049.htm?fbclid=IwAR2NXDQR15knwur1-7wHaF9VIgUKGMGQNMsriX7OuiD1VGaGjcJaAjk6ERw, consultado 18/07/2023.
  13. Wikipedia “Bab el-Mandeb”, 2022, https://es.wikipedia.org/wiki/Bab_el-Mandeb, consultado 10/07/2023.

 

 

Notas

 

  1. Harari Yuval Noah, De animales a dioses, ed cit., p 52
  2. Heráclito, fragmento XC, según Plutarco”, “textos presocráticos”, ed cit p 32
  3. Cassirer Ernest, Antropología filosófica, “El mundo humano del espacio y el tiempo”, ed cit p. 77.
  4. Calvino Rubèn A, “De la anomalía evolutiva”, ed cit
  5. Friedrich Nietzsche, Así hablo Zaratusta, “La sombra”, ed cit, p237
  6. Friedrich Nietzsche, “El viajero y su sombra”, ed cit, p 224
  7. Anónimo, El libro de los muertos, “Sobre construir una casa en la tierra” ed cit, p156
  8. Lao Tse, “Tao Te Ching”, Terramar , ed cit, p93
  9. Biblia, “Génesis (3-24)”, ed cit, p12
  10. Reichholf Josef H., La aparición del hombre, “El segundo jardín del Edén” ed cit, p 226
  11. Biblia, “Génesis (3-19)”, ed cit, p11
  12. Biblia, “Génesis (3-19)”, ed cit, p12
  13. Anónimo, “El libro de los muertos”, ed cit, p 15
  14. Wikipedia, “Bab el-Mandeb”, ed cit 2022
  15. Caso de los Cobos Guillermo, “La otra salida del hombre desde África”, ed cit
  16. National Geographic, “Los escarabajos y la dirección celestial”, ed cit
  17. El Confidencial, “Un increíble hallazgo en Egipto: la primera momia de escarabajo”. Consultado, ed cit.
  18. Heràclito, Fragmentos (3), ed cit, p 26
  19. Heràclito, Fragmento (6), ed cit, p 27
  20. Calvino Rubén A. “Curiosidad y gnomónica”, ed cit
  21. Friedrich Nietzsche, Así hablo Zaratusta, “Mediodía”, ed cit, p239
  22. Jung Carl Gustav, El hombre y sus símbolos, “Pasado y futuro en el inconsciente”, ed cit, p 31
  23. Anónimo, El libro de los muertos, “Himno al Sol poniente”, ed cit, , p 20
  24. Reichholf Josef H., La aparición del hombre, “El segundo jardín del Edén”, ed cit, p 234
  25. Historia y arqueología, “Los primeros humanos emigraron fuera de África por Arabia”, ed cit.
  26. Caso de los Cobos Guillermo, “La otra salida del hombre desde África”, ed cit
  27. Demarco Stephanie, Cráneo de 210 mil años en Grecia, signo más temprano de humanoS modernos en Eurasia.
  28. LBV, “Encuentran en Onàn, hachas de la primera migraciòn humana”, ed cit
  29. DW, Ciencia, “Una Arabia lluviosa propició primeras migraciones humanas”, ed cit.
  30. Sanchez Montaña Carlos, “El tablero de piedra”, ed cit.
  31. Reichholf Josef H., La aparición del hombre, “La vida en la edad del hielo”ed cit, p 173
  32. Science Daily “El rastro migas de pan piedra revela identidad de primeros humanos en salir de África”, ed cit.
  33. BBC, “Rastros neandertales y denisovanos en América”, ed cit.