La invención del mono[1] / Universidad “Aurel Vlaicu” Arad-Rumania
Trad. Miguel Ángel Gómez Mendoza
1. La degradación de la imagen. El hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, mientras que el mono fue creado a imagen y semejanza del hombre. Tal vez solo las criaturas del crepúsculo serán creadas a imagen y semejanza del mono…
2. Si el hombre es una creación divina, el mono podría ser obra del demonio. Incapaz de competir con su rival divino, incapaz de vencerlo en el terreno de la invención, de la creación sin regla ni modelo, el diablo podría haber decidido responder a cada creación con una caricatura, dotando al mundo con una serie de seres que parodian la escala de las existencias creadas de la nada. En este caso, el universo contendría tanto todas las creaciones divinas como sus caricaturas demoníacas, sus necesarios dobles horribles, sórdidos o risibles. Mediante el esfuerzo del demonio, cada ser tendría su doble, su réplica monstruosa. Incapaz de crear ex nihilo, el diablo se conformaría con sus talentos de imitador, perfeccionándose como gran maestro de las distorsiones.
3. Las grotescas creaciones del demonio buscan tanto ridiculizar las obras divinas al acentuar el contraste deficiente, resaltar los rasgos imperfectos y destacar el accidente y el descrédito, así como también provocar confusión sobre el origen divino del mundo, ya que la existencia de seres caricaturescos induce una persistente duda sobre las intenciones beneficiosas del creador del universo, considerado responsable de cada detalle, de cada matiz, de cada huella visible. Al duplicar las existencias con sus propias producciones, el demonio ridiculiza la obra divina y, al mismo tiempo, proyecta sobre ella la sospecha de una supuesta voluntad maligna, buscando comprometerla, generando la insidiosa sospecha de la infiltración de una intención maléfica en el proyecto divino.
4. Existen tres posibles explicaciones para justificar la aparición de seres paródicos: o bien el demonio se esfuerza por reproducir fielmente las creaciones divinas, pero es impedido por la deficiencia de su naturaleza, por la fatal limitación de sus poderes de creador, incapaces de replicar con precisión un modelo ontológico consistente, el resultado es una visión grotesca, el dibujo necesariamente impuro de la caricatura; o bien el demonio posee la misma maestría que su adversario divino, plenamente capaz de reproducir con fidelidad incluso las composiciones más complicadas, auspiciando con virtuosismo la estirpe de los grandes mentirosos, los plagiadores o los falsificadores de genio, pero el producto de la imitación, infinitamente alejado del original, es el resultado de su visión maligna, porque su mirada sufre de una deformación originaria, está viciada por el mal absoluto de su esencia, estando así impedida para descifrar los signos de la perfección, percibiendo necesariamente solo lo horrible, lo monstruoso, lo espantoso y lo risible; o bien el demonio tiene una intención esencialmente paródica y sus capacidades creadoras, totalmente iguales a las de la divinidad, totalmente capaces de esbozar lo bello o lo feo en sí mismos, se utilizan con la máxima precisión para oponer a las obras de extracción divina una realidad irónica inventada especialmente para socavarlas, para interrogar su plenitud y seriedad, intentando crear una brecha para la infiltración obstinada del vacío.
Nota
- Original inédito en rumano: “Inventarea maimuţei”. Traducción al español por Miguel Ángel Gómez Mendoza (Universidad Tecnológica de Pereira-Colombia). Se traduce y publica con autorización del autor. ↑