The covid-19 pandemic and the intensification of Violence against health staff
Resumen
Durante el transcurso de la pandemia de COVID-19 se ha generado una proliferación de diversas formas de violencia en el lugar de trabajo. Este documento hace una exploración sobre la forma en que la pandemia intensificó ciertos tipos de violencia que sufrieron los trabajadores de la salud, un grupo esencial que resultó ser objeto de diferentes formas de violencia, desde aquellas vinculadas a la precariedad con la que prestan sus servicios, hasta la percepción de ser un riego, por su potencial como agentes de contagio. La discusión se enfoca en caracterizar las agresiones suscitadas en contra de este sector de trabajadores por personas ajenas a sus centros laborales, tanto en la calle como en el transporte público, derivadas de la identificación de su ocupación a través de la portación de su uniforme y por la exacerbación de las emociones, emanados de la pandemia y sus consecuencias. Al final, paradójicamente, este sector laboral fue reconocido por su valentía y compromiso durante su desempeño.
Palabras clave: violencia, personal de salud, COVID-19, violencia externa, estigma, emociones.
Abstract
During the COVID-19 pandemic, there has been a proliferation of various forms of violence in the workplace. This document explores the way in which the pandemic intensified certain types of violence suffered by health workers, an essential group that turned out to be subject to different forms of violence, from those linked to the precariousness with which they provide their services, even the perception of being a risk, due to their potential as agents of contagion. The discussion focuses on characterizing the attacks against this sector of workers by people outside their workplace, both on the street and on public transportation, derived from the identification of their occupation through the wearing of their uniform and due to the exacerbation of emotions, emanating from the pandemic and its consequences. In the end, paradoxically, this labor sector was recognized for its courage and commitment during its performance in this extremely complex scenario.
Keywords: violence, health personnel, COVID-19, external violence, stigma, emotions.
Introducción
La pandemia de COVID-19 ha visibilizado múltiples vulnerabilidades dentro de la esfera social, entre ellas, las condiciones en las que varios sectores laborales enfrentaron la crisis sanitaria. Aunque estas condiciones ya existían antes de la llegada de la pandemia, en muchas ocasiones se agravaron.
Esta pandemia ha tenido diversas implicaciones en el ámbito laboral, las cuales pueden diferenciarse en función de la ocupación incidiendo en varios sentidos, desde la exposición diferencial al virus, la forma de afrontamiento económico, hasta la vivencia de la pandemia. En este artículo se toma como referente al personal de salud, quienes no solo tuvieron que enfrentarse a la lucha contra un virus, en ese momento desconocido, sino también con distintas formas de violencia.
El hecho de que el personal de salud haya sido objeto de violencia no es algo nuevo, ni resultado exclusivo de la crisis sanitaria provocada por el virus SARS-CoV-2. Chappell y Di Martino [1] señalan que en el ejercicio de la ocupación laboral diversos grupos reciben distintas formas de violencia, y que los trabajadores con mayor riesgo de sufrirla se encuentran en el sector servicios, como por ejemplo aquellos que laboran en el sector salud, educación y transporte público. El estar en contacto directo con el derechohabiente, usuario o cliente constituye un factor relevante, ya que implica relaciones interpersonales que pueden dar lugar a situaciones de conflicto.
La violencia se ejerce en varios sentidos. En algunos momentos el personal de salud puede ser el agresor y en otros, la víctima. En las instituciones de salud se han identificado distintas causas detonadoras de la violencia que ejercen quienes reciben el servicio, las cuales tienen que ver con la carencia de recursos, la demora en el servicio, la falta de información, o malos tratos, por mencionar algunas. Lo anterior, bajo el entendido de que los agresores tienen presencia en la institución de salud como usuarios/derechohabientes o familiares de estos.
Así, ante dicha realidad preexistente, la pandemia vino a intensificar las formas de violencia recibidas por el personal de salud, algo paradójico al tratarse de trabajadores esenciales. Es conveniente aclarar que los trabajadores esenciales engloban a aquellos cuyas actividades son vitales para el mantenimiento de los servicios fundamentales y el funcionamiento continuo de la sociedad, tanto en tiempos de crisis como en circunstancias normales. Dentro de esta categoría se incluye a los trabajadores de la salud, del sistema alimentario, de la seguridad, del transporte, del comercio minorista, trabajadores manuales, de limpieza y saneamiento, así como a profesionales técnicos y administrativos [2].
En México, con fecha de 31 de marzo de 2020, se publicó un Acuerdo en el Diario Oficial de la Federación (DOF), en el cual se establecían medidas extraordinarias para hacer frente a la emergencia sanitaria desencadenada por el virus SARS-CoV-2. En dicho acuerdo, se determinó que una de las actividades esenciales para abordar la emergencia sanitaria correspondía a la rama médica, paramédica, administrativa y de apoyo del Sistema Nacional de Salud [3].
Es necesario señalar que, en el contexto de la pandemia, el personal de salud ha sido considerado como sujeto de estudio en diversas investigaciones. Los abordajes han enfocado las repercusiones emocionales y de la salud mental [4] [5] [6] las agresiones y actos de violencia ejercidos en su contra [7] [8] así como también la predisposición a contraer la enfermedad por el contagio intrahospitalario [9].
El documento que se presenta tiene como objetivo explorar la violencia ejercida hacia este grupo de profesionales, enfatizando en aquella que ocurrió en la calle o en el transporte público. De esta forma, la interrogante que motivó la reflexión fue: ¿Cómo caracterizar la violencia hacia el personal de salud acaecida en la calle o el transporte público?.
Violencia en el lugar de trabajo: el caso del personal de salud
De inicio, es importante señalar que existen distintos criterios para clasificar la violencia. De acuerdo con el ámbito en el que ocurre se divide en doméstica o intrafamiliar, escolar, comunitaria y laboral. Es en esta última en la que se centra el análisis, ya que el término para referirse a este tipo de violencia es violencia en el trabajo o violencia en el lugar de trabajo. Este último es el que se ocupa con más frecuencia en la academia. Cabe mencionar que la definición de este tipo de violencia se ha ido ampliando a lo largo del tiempo.
La Enciclopedia de Salud y Seguridad en el Trabajo recupera la definición de la MSF (Management, Science and Finance) establecida en 1993 en la que se define a la violencia en el lugar de trabajo como: “todo incidente en el que un trabajador sea insultado, amenazado o agredido por otra persona en circunstancias surgidas durante el desempeño de su trabajo. Los agresores pueden ser pacientes, clientes o compañeros de trabajo” [10]. En esta definición se observa que la violencia se manifiesta de distintas maneras: física, verbal o psicológica. Asimismo, presupone la existencia de una relación entre quien ejerce el acto de violencia y quien lo recibe, la cual se halla motivada por la ocupación o servicio que se presta.
Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) define la violencia en el lugar de trabajo como “toda acción, incidente o comportamiento que se aparte de lo razonable mediante el cual una persona es agredida, amenazada, humillada o lesionada por otra en el ejercicio de su actividad profesional como consecuencia directa de la misma.” [11]. Cabe destacar en esta definición el carácter de consecuencia directa, la cual refiere la existencia de un vínculo claro entre el agresor y víctima.
Para el caso del sector salud, en 2002, instituciones como la OIT, el Consejo internacional de enfermeras (CIE), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Internacional de Servicios Públicos (ISP) establecieron las Directrices marco para afrontar la violencia laboral en el sector salud. En dicho documento se destacan algunos términos con relación a la violencia en este sector ocupacional, entre ellos el de Lugar de trabajo.
“Se considerará lugar de trabajo toda instalación de atención de salud, cualesquiera que sean sus dimensiones, su ubicación (ciudadana o rural) y el tipo de los servicios que preste, incluidos los hospitales de grandes ciudades, los hospitales regionales o de distrito, los centros de atención de salud, clínicas, puestos de salud de la comunidad, centros de rehabilitación, instalaciones de cuidados de larga duración, consultas de médicos de familia, y otros profesionales de atención de salud independientes. En el caso de los servicios prestados fuera de las instalaciones de atención de salud, como los servicios ambulatorios o a domicilio, se considerará lugar de trabajo cualquier lugar en que se presten esos servicios.” [12]
Lo particular en esta definición es que la violencia en el lugar de trabajo considera solamente aquellos lugares en que se presta el servicio profesional, consideración que excluye actos de violencia que experimenta el personal de salud fuera del espacio de trabajo, pero que, sin embargo se dirigen a la persona por la ocupación que le da identidad, la cual se hace visible por el uniforme que se porta.
Ahora bien, sobre el concepto de violencia en el lugar de trabajo se han realizado algunas tipologías. Una de ellas distingue entre violencia interna y violencia externa. En la primera, el agresor es miembro de la organización o institución en la que se labora, pudiendo tratarse de un superior, un subordinado o un compañero en el mismo nivel de jerarquía. En la segunda, el agresor es un agente externo a la organización, pero presente en el lugar de trabajo. Al respecto:
“La [violencia] externa se refiere a aquellas formas de violencia u hostilidad que se ejercen contra actores del campo médico por agentes externos a dicho campo (secuestradores, integrantes del crimen organizado y también usuarios de servicios de salud); en contraste, la violencia interna se ejerce entre actores del propio campo médico, incluyendo personal de salud (estudiantes, médicos, personal de enfermería y de trabajo social, entre otros) y pacientes.” [13]
Diversos factores contribuyeron para que el personal de salud se convirtiera en uno de los grupos ocupacionales que enfrentaron múltiples formas de violencia durante la pandemia. Uno de estos factores fue una violencia estructural a través de la precariedad institucional que tuvieron que afrontar al prestar sus servicios. En países como México, el constante debilitamiento del sistema de salud público propició que el personal de salud se encontrara en la primera línea de batalla sin los recursos y suministros para realizar, de manera segura, su labor de brindar la atención a los usuarios de los servicios de salud. Esto se evidenció en la falta de equipos de protección, la escasez de camas y respiradores, así como una sobrecarga de trabajo. A raíz de la elevada exposición al virus, la tasa de mortalidad por COVID-19 entre los trabajadores esenciales del sector salud superó significativamente la de sus homólogos no esenciales. Obviamente, hubo disparidades derivadas de la disponibilidad de recursos de protección física y de la heterogeneidad en las condiciones de trabajo.
A la violencia estructural se adicionó la violencia externa mencionada anteriormente, cuyos agentes fueron los usuarios de los servicios de salud; en cuyo caso, el sentimiento de agravio personal o hacia algún familiar favoreció distintas formas de agresión. Asimismo, la infodemia y el miedo al contagio contribuyeron a diversas agresiones al personal de salud fuera del espacio de trabajo, teniendo lugar en la calle y en el transporte público. A ello contribuyó la representación negativa que se generó de los profesionales de salud como agentes de contagio derivado de su exposición al virus. Es importante señalar que los agresores no distinguían a los médicos que tenían un contacto más directo con el virus de aquellos que no lo tenían, siendo percibidos en general como un riesgo [14].
Las emociones: un factor de agravación de la violencia
La pandemia de COVID-19 no solo mostró la debilidad de los sistemas de salud, también hizo evidente la fragilidad individual y de la humanidad, lo que llevó a que, en ese momento de crisis, se intensificaran las emociones.
Un aspecto relevante en la exacerbación de la violencia en contra del personal de salud ha sido el miedo: un miedo al virus y a sus consecuencias en la salud, en lo social y lo económico. El miedo y la preocupación a ser contagiado y no resistir, al aislamiento físico, al sufrimiento y a la posibilidad de morir solo, lejos de la familia y del ritual colectivo ante la muerte.
Se debe destacar que el miedo ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad como una reacción ante lo incierto. Sin embargo, el desarrollo científico y tecnológico aplicado al ámbito de la salud ha permitido la prevención y control de enfermedades, así como también ha aminorado el sufrimiento ante ciertos padecimientos, generando relativas certidumbres en la vida cotidiana, en la idea de la vida y de la muerte. Dentro del campo de la salud los científicos y el personal médico gozarían de prestigio, pero sobre todo de la confianza de las demás personas por sus saberes.
El gran problema con la pandemia por COVID-19 fue que las certidumbres se diluyeron. A diferencia de otras pandemias que pudieron ser controladas con mayor rapidez, en los primeros meses de la pandemia, la ciencia mostraba sus limitaciones para combatir a un nuevo virus, generando incertidumbre y temor.
Pero no solo eso, debido a los rumores, aquello que significaba la solución (la ciencia y los expertos) representaba también un peligro. En algunos grupos hubo fuertes cuestionamientos sobre la nueva vacuna. La duda acerca de la seguridad de las vacunas y sus efectos secundarios, la muerte y la manipulación genética, se mezcló con los rumores, lo que intensificó el temor y la desconfianza hacía las instituciones de salud y su personal, y en algunos casos llevó a su repudio, al argüirse que servían a intereses ocultos.
Sin embargo, no se debe dejar de mencionar que estas emociones coexistían con otras, en las que se destacaba el reconocimiento de la actuación del personal de salud y la lucha incesante por aliviar el dolor y mantener con vida a las personas contagiadas por el virus; haciendo uso de los recursos y conocimientos médicos disponibles.
Caracterización de la violencia en la calle o el transporte público
Ahora bien, en este punto cabe cuestionarse ¿por qué en este análisis se puede considerar que durante la pandemia el personal de salud fue objeto de violencia en el lugar de trabajo cuando el acto se cometió fuera del espacio donde presta sus servicios?.
Porque pese a que los actos de violencia ocurrieron fuera del lugar en el que prestan sus servicios, se le puede considerar una violencia en el lugar de trabajo extendida, al ser una violencia que se dirige a la ocupación que representa el personal de salud, y que se visibiliza a través del uniforme que se porta, el cual comunica su papel en la sociedad. En ese sentido, se trata de un tipo de violencia extendida que ocurre como consecuencia directa de la actividad profesional. Cabe mencionar que la extensión de la violencia en el lugar de trabajo ya había sido considerada por la Unión General de Trabajadores [15] [16], al señalar que este tipo de violencia podía tener lugar dentro o fuera del lugar de trabajo, reflejándose en el desplazamiento entre el domicilio y el lugar de trabajo o viceversa.
Además, como ya se mencionó anteriormente, fue una violencia de tipo externo, al ser realizada por agentes externos al ámbito médico, pero que pueden estar o no relacionados con la ocupación. Bajo esta premisa, es necesario ilustrar los dos tipos en que se divide la violencia externa. El primer tipo se caracteriza porque la persona causante del acto de violencia no tiene una conexión con la víctima. Mientras que, en el segundo tipo, el causante de la agresión sí tiene una conexión profesional con la víctima.
Para el caso del personal de salud en el contexto de la pandemia, Castro y Córdoba proponen una clasificación de la violencia externa que permite una mayor comprensión del sentido de los actos cometidos:
Discriminación y exclusiones con fines “preventivos” | Agresiones con fines “preventivos” | Agresiones con fines “punitivos” |
Negar acceso al transporte público.Negar acceso a establecimientos comerciales.
Retirar el saludo. Conductas de evitamiento. “Invitación” a abandonar la vivienda o impedimento físico para que la ocupen. Impedir salir o entrar a una comunidad. Etiquetación. Negar el ejercicio de su profesión. |
Insultos y amenazas en lugares públicos.Rociar a enfermeras con cloro.
Ataque a ambulancias. Ataque a personal que fumigaba. Retención del personal de salud en sus centros de trabajo o en la comunidad. |
Amenaza de quemar o quema real de un hospital.Escupir al personal de salud, o arrojarles café caliente o huevos por atender pacientes con COVID-19.
Ataques al personal dentro de un hospital por no dejar pasar a ver a un familiar enfermo o no darlo de alta, o no atenderlo bien. Actos de incriminación contra personal médico o de enfermería, como resultado del diagnóstico o muerte por COVID-19 a un familiar. Amenazas a personal de salud por la muerte de un familiar por covid-19. Destrozos a instalaciones de salud como respuesta por pacientes de covid-19 fallecidos. |
Por lo tanto, la violencia recibida por los trabajadores del sector salud en la calle o el transporte público puede ser caracterizada como violencia en el lugar de trabajo extendida de tipo externa, ya que fue ejecutada por agentes externos al ámbito médico, que pueden o no estar relacionados con este sector. Y a su vez, se dirige a la ocupación específica que representa el personal de salud, aunque la violencia se realice fuera del espacio de trabajo, pero que ocurre durante el trayecto entre su domicilio y el lugar de trabajo.
Reflexiones finales
Aunque existen distintas investigaciones que han tomado como objeto de estudio a la violencia hacia el personal de salud en el contexto de la pandemia, en este documento se ha explorado la aplicación del concepto de violencia en el lugar de trabajo extendida de tipo externa, para explicar las distintas formas de agresión suscitadas en su contra por personas ajenas al centro de trabajo, ya sea en la calle o en el transporte público.
Es necesario señalar que en países como México prevalece una falta de reconocimiento jurídico de la violencia externa como violencia en el lugar de trabajo. Al respecto, cabe mencionar que los países europeos han sido pioneros en el establecimiento de acuerdos sobre el acoso y la violencia en el trabajo y en el reconocimiento de la violencia externa como un riesgo profesional. En México, el Estado se ha mantenido indiferente no solo ante la infraestructura deficiente del sistema de salud y las implicaciones que ello trae para quienes están en la primera línea de batalla, sino también, para dar seguimiento legal a las agresiones en el lugar de trabajo.
Es innegable que las condiciones materiales que prevalecen en las instituciones de salud han influido en la violencia hacía el personal de salud, tanto en la violencia estructural que conllevó una situación de riesgo en el lugar de trabajo, debido al contacto estrecho y frecuente con pacientes y cadáveres sin la protección adecuada, como por la violencia externa en sus dos tipos, la realizada por personas en relación con la ocupación, y quienes en ese momento no tenía relación. En tales condiciones, el temor y la desconfianza colectiva desencadenaron comportamientos sociales violentos hacia el personal de salud. Esto se convirtió en una gran paradoja porque, paralelamente, fueron reconocidos y vanagloriados por muchos sectores de la sociedad como los grandes héroes de la pandemia.
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Notas
[1] Duncan, Chappell et al, Violence at work, International Labour Organization, Third edition, Geneva, 2006.
[2] OIT (Organización Internacional del Trabajo), Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo 2023: El valor del trabajo esencial, marzo de 2023.
[3] Diario Oficial de la Federación (DOF), Acuerdo por el que se establecen acciones extraordinarias para atender la emergencia sanitaria generada por el virus SARS-CoV2, publicado el 31 de marzo de 2020.
[4] Alfonso, Arzúa et al., “Salud mental en trabajadores de la salud durante la pandemia por COVID-19 en Chile”, en Revista Médica de Chile, Vol. 148, Núm. 8, 2020, pp. 1121-1127.
[5] Francy, Cantor-Cruz et al., “Cuidado de la salud mental del personal de salud durante COVID-19: recomendaciones basadas en evidencia y consenso de expertos”, en Revista Colombiana de Psiquiatría, Vol. 50, Núm. 3, 2021, julio-septiembre, pp. 225.231.
[6] Juan Pablo, Sánchez-De la Cruz et al., “Estado emocional y psicológico del personal de enfermería agredido durante la pandemia de COVID-19 en Latinoamérica”, en Revista Colombiana de Psiquiatría, 2021, pp. 1-7.
[7] Teresa, Aspera-Campos et al., “Violencia contra el personal de salud antes y durante la contingencia sanitaria COVID-19”, en Revista Médica del Instituto Mexicano del Seguro Social, Núm. 58, Supl 2:S, 2020, pp. 134-143.
[8] Cristhian Mauricio, Bedoya Jojoa, “Covid-19: La pandemia del maltrato contra el personal de la salud en tiempos de pandemia”, en Interdisciplinary Journal of Epidemiology and Public Health, Vol. 3, Núm. 1, 2020, pp. E-6276.
[9] Pascual Rubén, Valdés et al., “Ataque al personal de la salud durante la pandemia de COVID-19 en Latinoamérica”, Acta Médica Colombiana, Vol. 45, Núm. 3, julio-septiembre 2020, pp. 1-15.
[10] Enciclopedia de Salud y Seguridad en el Trabajo. Organización Internacional del Trabajo. 2001, p. 51.2.
[11] OIT (Organización Internacional del Trabajo). Repertorio de recomendaciones prácticas sobre la violencia en el lugar de trabajo en el sector de los servicios y medidas para combatirla.2003, p. 4.
[12] OIT/CIE/OMS/ISP (Organización Internacional del Trabajo, Consejo Internacional de Enfermeras, Organización Mundial de la Salud, Internacional de Servicios Públicos), Directrices marco para afrontar la violencia laboral en el sector salud, Ginebra, 2002, p. 5.
[13] Roberto Castro y Marcía, Villanueva Lozano, 2018, p. 544 tal como se citó en: Roberto, Castro y Hugo Córdoba, Hugo, “Hacia una explicación de las agresiones al personal de salud durante la pandemia de covid-19 en México. Estigma y semiótica del miedo”, en Julia Isabel, Flores Dávila y Guadalupe, Valencia García, Los imaginarios de la pandemia, UNAM/Coordinación de Humanidades, 2023, p.189.
[14] Observatorio Nacional Ciudadano. Seguridad, Justicia y Legalidad, Responsabilidades y Corresponsabilidades en las agresiones a personal sanitario en México en el contexto de la COVID-19, México, (s.f.).
[15] Unión General de Trabajadores (UGT), Monográfico 1 Violencia y Acoso laboral, Secretaría Laboral y Medio Ambiente de UGT-CEC, s.f.
[16] Unión General de Trabajadores (UGT), Guía Violencia en el Trabajo y sus manifestaciones, Observatorio de Riesgos Psicosociales, Madrid.2008.
[17] Roberto, Castro y Hugo, Córdoba, “Hacia una explicación de las agresiones al personal de salud durante la pandemia de covid-19 en México. Estigma y semiótica del miedo”, en Julia Isabel, Flores Dávila y Guadalupe, Valencia García, Los imaginarios de la pandemia, UNAM/Coordinación de Humanidades, 2023, pp. 185-215.