Resumen
Existe distintas formas en que filosofía y psicoanálisis se relacionan. Desde el surgimiento del psicoanálisis, han existido múltiples tensiones. El presente trabajo señala esa apertura, así como una forma determinada, en que Freud y Lacan han abordado un camino de relación entre ambos: la exclusión. Entendemos como exclusión a la operación que deja fuera a la filosofía entendida como cosmovisión para dar espacio y lugar a la singularidad epistemológica, discursiva y ética del psicoanálisis. Este recurso ha marcado formas de lectura y comprensión vigentes hasta el día de hoy. Finalmente, nuestra propuesta estriba en entender y dimensionar las tensiones irresueltas en ambos campos para producir nuevas coordenadas de pensamiento entre uno y otro.
Palabras clave: Freud, Lacan, cosmovisión, peste, relación, filosofía, psicoanálisis.
Abstract:
There are different ways in which philosophy and psychoanalysis are related. Since the emergence of psychoanalysis, there have been multiple tensions. This paper points out this opening, as well as a certain way in which Freud and Lacan have approached a path of relationship between the two: exclusion. We understand exclusion as the operation that leaves out philosophy understood as a worldview to give space and place to the epistemological, discursive and ethical singularity of psychoanalysis. This resource has marked forms of reading and understanding that are still in force today. Finally, our proposal is to understand and dimension the unresolved tensions in both fields in order to produce new coordinates of thought between one and the other.
Keywords: Freud, Lacan, worldview, plague, relationship, philosophy, psychoanalysis.
Al inicio… fue la ambivalencia
Desde los inicios han existido relaciones irresueltas, apasionantes, ríspidas, amorosas y espinosas entre psicoanálisis y filosofía. No decimos “el” psicoanálisis, tampoco “la” filosofía, pues no existe una forma homogénea y determinada de entenderlos, tampoco de relacionarlos: mientras psicoanálisis encuentra multiplicidades[1] de voces en su constitución, filosofía habita la voz de la diferencia que le impide fijarse de una sola manera[2]. Señalar esta apertura no exime dimensionar las singularidades de cada uno, tampoco borrar la diferencia entre sus marcos epistemológicos correspondientes[3]. Lo que cabe precisar es que considerarlas bajo la lógica del Uno, tanto para la primera[4], como para el segundo, implicaría, como señala Isabelle Alfandary, un abuso del lenguaje[5]. Si están abiertos, entonces sus posibilidades de relación también. Esta apertura produce, inevitablemente, fronteras que unen y separan posibilidades de encuentros y desencuentros; estos bordes, a su vez, exigen una tensión que les permite, en sus múltiples retornos, situar cierto campo de especificidad discursiva, práctica e incluso epistemológica. Este campo emerge como operación lógica, no como hecho a priori.
Si bien esta relación tiene dos puertos y es bidireccional, nos proponemos a detenernos en una veta[6] proveniente del campo psicoanalítico, un delgado y áspero camino prohibitivo marcado por Freud y Lacan en su obra y enseñanza que, si bien ha provocado cierta ilusión de oclusión en esta relación, podemos preguntarnos si es deseable asumirlo acríticamente o atravesarlo hasta cuestionar nuestro horizonte y nuestro lugar frente a esas tensiones, sin renunciar, claro está, el diálogo crítico.[7]
Freud y Lacan: de la cosmovisión a la peste. La necesaria exclusión de la filosofía
En el trigésimo quinto escrito de diciembre de 1932 llamado “Entorno de una cosmovisión”, Freud sostiene con determinación una de las pautas más remarcadas a lo largo de su obra en el intento de formalización de su inédito. Este estatuto, que establecerá pautas de precisión en lo propio del campo psicoanalítico, desencadenará efectos de pre-comprensión, así como la transmisión de una disyuntiva fundamental: o las ciencias naturales[8] o la “cosmovisión”. Para Freud, las primeras salen del margen especulativo[9] al tener la investigación como campo de trabajo; si el psicoanálisis pertenece a un terreno definido, será producto de esta posibilidad concreta. Así, las ciencias naturales brindarán las pautas de formalización del psicoanálisis, y las investigaciones de aquel se adscribirían en este campo: “[La contribución del psicoanálisis] a la ciencia consiste, justamente, en haber extendido su investigación al ámbito anímico”[10]. De esta forma, el psicoanálisis no puede pertenecer al dominio de la adivinación o la revelación. De ahí que Freud sintiera: “[…] como grave injusticia que no se quisiese dispensar al psicoanálisis el mismo trato que a cualquier otra ciencia natural”[11]. Ahora bien, si la cosmovisión pertenece a otro lugar, en cierta medida ajeno al psicoanálisis, es debido a su forma de entender al mundo, pues tanto los problemas como las preguntas existenciales pueden ser resueltos a partir de una abarcante hipótesis suprema. Ahora bien, ¿cuál sería el problema con la filosofía?
Para Freud, la incompletud y la falta de saber están vedados en ella; su campo específico tendría una amplitud total que permitiría explicarlo todo de manera coherente, concisa y sin lagunas: “[La filosofía] se distancia [de la ciencia] en tanto se aferra a la ilusión de poder brindar una imagen del universo coherente y sin lagunas, imagen que, no obstante, por fuerza se resquebraja con cada nuevo progreso de nuestro saber”[12]. Esta pauta produce un segmento donde los senderos se bifurcan dejando expuesta una elección disyuntiva: o bien el psicoanálisis, perteneciente a un campo de formalización desde la ciencia natural, o bien la cosmovisión, que engloba y asume la totalidad del mundo. La pauta sería irreconciliable. El anhelo por colocar al psicoanálisis[13] dentro de las ciencias naturales entraña esa marca evitativa que lo mantendrá en un lugar distinto, tanto de la filosofía, como de la religión. Para Assoun: “La metapsicología no soporta el “claroscuro” de las “visiones del mundo [Weltanschauung]” y de las síntesis blandas: es empresa incansable de clarificación y con ello difícil prueba de este punto de oscurecimiento que estructura todos los cuadros”[14]. Por ello, desde muy pronto Freud propondrá la disolución, reformulación y trasposición de la metafísica hacia su inédito: «[Una psicología de lo inconsciente] podría osarse resolver de esta manera los mitos del paraíso y del pecado original, de Dios, del bien y del mal, de la inmortalidad, y otros semejantes: trasponer la metafísica a metapsicología»[15]; en otras palabras, si bien los problemas metafísicos son importantes, podrían asumirse y resolverse desde un referente que tiene a la ciencia natural como horizonte: el psicoanálisis. Así, aunque su forma de trabajo investigativo sostenga y asuma la indeterminación[16], finalmente no queda anclada a la intuición ampliada y totalizante de una cosmovisión.
Lacan
Por su lado, Lacan en El triunfo de la religión, establecerá una postura aún más radical ante la filosofía. Al negar interés alguno por parte de los lectores de su época acerca los aportes filosóficos, así como desligarse de todo kantismo (a pesar de hablar de lo real), el francés señala una postura totalmente divergente a la filosófica. El campo de batalla que le permite situar la división de caminos: el análisis; la figura y función que utiliza para situar su posición irreconciliable: el analista[17]. Para Lacan, este no puede resbalar en la tentación filosófica, puesto que la rigurosidad del primero implica una seriedad y eficacia que le permita sostener y asumir ese lugar. Que la filosofía signifique una tentación deriva de una descolocación del lugar de analista, desplazándolo hacia una posición distinta. Caer en la filosofía, implicaría ceder el lugar, uno específico y ético, a otra posición: la de aquel que habla y enuncia sobre la concepción de mundo[18]. A partir de ello, Lacan insiste en su posición que lo coloca fuera de esa tentación tanto teórica como clínica: “No hago ningún tipo de filosofía; desconfío de ella, por el contrario, como de la peste”[19]. ¿Por qué la filosofía sería una tentación? Tal vez porque podría brindar efectos de sentido que ocluyan, yuxtapongan o imposten al deseo. De ahí la desconfianza supuesta.
Tanto en Freud como en Lacan, la cosmovisión hace operar una comprensión de la filosofía que requiere una exclusión; a partir de ello, el lugar del psicoanálisis y sus consecuencias teóricas y clínicas quedan expuestas. Ahora bien, excluir no significa resolver, pues más que garantía, esta operación no suple ni crea tapones de sentido. Esta marca producida por Freud y Lacan al situar esta forma de relacionar ambos campos ha de leerse con detenimiento, pues no cierra la pregunta subyacente en esta operación, ¿qué es lo propio del psicoanálisis? Así como su correlato, ¿qué reformulaciones ha producido su aparición en el siglo XX en el campo filosófico?
¿Concluir? Hacia la necesidad de tensionar filosofía y psicoanálisis
Lo aquí señalado establece una secuencia lógica y temporal de dos momentos propuestos por Freud y Lacan sobre una forma de entender esta relación entre filosofía y psicoanálisis. Para ambos, la filosofía resulta esa sombra que hay que disipar para dejar expuesta la singularidad del psicoanálisis. La operación implica expulsar a condición de que lo propio de un saber y una práctica retornen. Así, para Freud la expulsión implica descolocar a su inédito de la especulación para centrarlo en su (imposible) formalización y adscripción en el campo de las Naturwissenschaften; por su lado, Lacan señala las implicaciones éticas y singulares de la posición discursiva del analista, por lo que la filosofía jugaría un cierto reverso, una “tentación” de la que hay que huir.
En ambos autores encontramos una construcción metodológica y estratégica que sitúa a la filosofía como negativo del psicoanálisis; si no propiamente un enemigo, sí a manera de doble que acecha y del cual el inédito freudiano no participaría ni en su marco epistemológico ni clínico. Esta relación, tan conocida y referenciada, finalmente revela una forma de tensionar ambos discursos hasta producir textualidades propias. Los esfuerzos de Freud y Lacan por descolocar al psicoanálisis de la filosofía pasa, finalmente, por una operación lógica antes que por el simple ninguneo; es decir, se le atraviesa, más que ignorarla. Esta operación revela cierta cercanía espectral que, en alguna medida, exige situar lo propio. Ahora bien, una cosa es mostrar la inmanencia del campo señalado por Freud y Lacan, otra muy distinta que “lo propio del psicoanálisis” permanezca impoluto, puro o sin aporías; pero situar estas consecuencias requiere otro nivel de tensión histórico y epistemológico, incluso, una forma de lectura sintomática como entiende Althusser.
Resulta fundamental señalar que la exclusión es una forma de tensionar y no una resolución de esta compleja relación; tensionar permite asumir la posibilidad de establecer nuevas coordenadas que refieran la especificidad de cada campo, no asumir un hecho consumado. Finalmente, como señala Alenka Zupančič, las tensiones existen, su irresolución también, sin embargo: “Pareciera que el psicoanálisis y la filosofía tienen sus encuentros más productivos, poderosos y cautivantes cuando esta disputa central permanece sin resolverse”[20].
Bibliografía:
- Alfandary, Isabelle, “Afinidades problemáticas entre psicoanálisis y deconstrucción” en Filosofía, psicoanálisis y cultura, no. 8: Psicoanálisis y Deconstrucción: escrituras fronterizas, Guadalajara, octubre 2018-marzo 2019.
- Assoun, Paul-Laurent, La metapsicología, Siglo XXI Editores, México, 2002.
- Assoun, Paul-Laurent, Introdución a la metapsicología freudiana, Siglo XXI Editores, México, 2002.
- Freud, Sigmund, Cartas a Wilhelm Fliess 1887-1904, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 2008.
- _______________, Sigmund Freud/Lou Andreas-Salomé, Siglo XXI Editores, México, 1981.
- _______________, “Más allá del principio de placer” en Obras completas XVIII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1992.
- _______________, “Presentación autobiográfica” en Obras completas, vol. XX, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1991.
- _______________, “35ª conferencia. En torno de una cosmovisión” en Obras Completas XXII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1991.
- _______________, «Pulsiones y destinos de pulsión» en Obras completas, vol. XIV, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1991.
- _______________, «Psicopatología de la vida cotidiana» en Obras completas, vol. VI, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1991.
- Lacan, Jacques, El Seminario de Jacques Lacan, Libro 17. El reverso del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 2008.
- ______________, Seminario 20. 1972-1973. Otra vez. Encore, Circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires.
- ______________, El triunfo de la religión, Paidós, Buenos Aires, 2006.
- Miller, Jacques-Alain, “Filosofía ◊ Psicoanálisis” en Revista digital de la Escuela de Orientación Lacaniana, septiembre-diciembre 2004, año III, Número 12, pp. 2-8.
- Roudinesco, Élisabeth, Esbozo de una vida, historia de un sistema de pensamiento, Fondo de Cultura Económica, Bogotá, 2000.
- Žižek, Slavoj, Las metástasis del goce. Seis ensayos sobre la mujer y la causalidad, Paidós, Buenos Aires, 2005.
- Zupančič, Alenka, ¿Por qué el psicoanálisis?, Paradiso Editores, México, 2013.
Notas
[1] Sigmund Freud, “Presentación autobiográfica” en Obras completas, ed. cit., “[…] la palabra misma «psicoanálisis» se ha vuelto multívoca. En su origen designó un determinado proceder terapéutico; ahora ha pasado a ser también el nombre de una ciencia, la de lo anímico inconciente”, p. 65.
[2] Jacques-Alain Miller señala una referencia a considerar: “Lacan, ¿habría podido enunciar que La filosofía no existe, y que no existen sino filósofos en plural? Podríamos, en efecto, defender la tesis de que la filosofía es una ilusión universitaria, la vestimenta para favorecer una comodidad de clasificación […] La filosofía sólo existiría entonces en razón de una aproximación, de un malentendido […]”. Jacques-Alain Miller, “Filosofía ◊ Psicoanálisis” en Virtualia. Revista digital de la Escuela de Orientación Lacaniana, ed. cit., pp. 2-8, p. 2.
[3] Incluso, como señala Žižek sobre Lacan, no es que éste fundamente filosóficamente al psicoanálisis, tampoco que descubra un fundamento psicoanalítico en la filosofía. Cf. Slavoj Žižek, Las metástasis del goce. Seis ensayos sobre la mujer y la causalidad, ed. cit., p. 273.
[4] Sigmund Freud, “35ª conferencia. En torno de una cosmovisión” en Obras Completas vol. XXII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1991: “[…] una cosmovisión es una construcción intelectual que soluciona de manera unitaria todos los problemas de nuestra existencia a partir de una hipótesis suprema; dentro de ella, por tanto, ninguna cuestión permanece abierta y todo lo que recaba nuestro interés halla su logra preciso”, p. 146.
[5] “«Psicoanálisis. ¿Qué podemos decir? Sin duda, el psicoanálisis se llama así solo por el abuso del lenguaje. No solamente porque abarca, contrasta las prácticas, las escuelas, los discursos, también no habla de una sola voz, no es asignable a alguna localidad. Por el abuso del lenguaje, designamos de forma confusa una pluralidad además históricamente conflictiva de discursos y de prácticas ritualizadas, institucionalizadas. Por psicoanálisis, nos conformaremos con escuchar el descubrimiento del inconsciente por Freud y los efectos consecutivos al acto, el cambio de paradigma, y la inversión de criterios de juicio que vienen con la posibilidad de un pensamiento inconsciente»”, Isabelle Alfandary, “Afinidades problemáticas entre psicoanálisis y deconstrucción” en Intempestivas. Filosofía, psicoanálisis y cultura, no. 8: Psicoanálisis y Deconstrucción: escrituras fronterizas, ed. cit., pp. 53-82, pp. 54-55.
[6] Tomemos el doble significado de esta palabra que, por un lado, implica un impedimento y una prohibición, por el otro, señalan las guías que dibujan sobre la madera de los árboles.
[7] La discusión queda irresuelta.
[8] Paul-Laurent Assoun, La metapsicología, ed. cit., “[…] el psicoanálisis es concebido como una “ciencia de la naturaleza” (Naturwissenschaften) sobre el modelo de la física que piensa a los cuerpos en términos de proyección espacial, de despliegue de fuerzas y de producción de cantidades. Las metáforas físico-químicas (véase el término mismo de “psico-análisis”) dan prueba de esta referencia”, p. 14.
[9] Resulta interesante señalar, por lo menos para un trabajo posterior, las aporías a las que llega el propio Freud en su texto “Más allá del principio de placer” de 1920 referentes a la especulación: “En todo esto, no tiene para nosotros interés alguno indagar si nuestra tesis del principio de placer nos aproxima o nos afilia a un determinado sistema filosófico formulado en la historia. Es que hemos llegado a tales supuestos especulativos a raíz de nuestro empeño por describir y justipreciar los hechos de observación cotidiana en nuestro campo […] Lo que sigue es especulación, a menudo de largo vuelo, que cada cual estimará o desdeñará de acuerdo con su posición subjetiva […] La especulación psicoanalítica arranca de la impresión, recibida a raíz de la indagación de procesos inconscientes, de que la conciencia no puede ser el carácter más universal de los procesos anímicos, sino una función de ellos”, Sigmund Freud, “Más allá del principio de placer” en Obras completas, ed. cit., pp. 7, 24. Asimismo, cuando la metapsicología sería un intento de formalización, finalmente termina por sucumbir al publicar únicamente 5 de los 12 textos que la conformarían. En una carta a Lou Andreas Salomé del 2 de abril de 1919, tras responder sobre el paradero de estos textos faltantes, Freud escribe: “¿Que dónde queda mi Metapsicología? Pues provisionalmente no está escrita. E trabajo sistemático de una materia me resulta imposible; el carácter fragmentario de mis experiencias y la naturaleza esporádica de mis ocurrencias no lo permiten”, Sigmund Freud, Correspondencia. Sigmund Freud/Lou Andreas-Salomé, ed. cit., p. 125.
[10] Sigmund Freud, “35ª conferencia. En torno de una cosmovisión”, ed. cit., p. 147.
[11] Sigmund Freud, “Presentación autobiográfica”, ed. cit., p. 54.
[12] Sigmund Freud, “35ª conferencia. En torno de una cosmovisión”, ed. cit., p. 148. Es curiosa la forma en que Freud engloba una imagen de la filosofía, pues abarca sin diferencias ni márgenes los aportes que van de Platón a Nietzsche, de Aristóteles a Marx. Este entendimiento en Freud, que requiere un tratamiento muy detallado para situar sus consecuencias, devendrá síntoma de cierta pre-comprensión de la filosofía que tiene efectos en los lectores.
[13] En una carta dirigida a Fliess en 1898, Freud le pregunta: “Por lo demás quiero preguntarte seriamente si me es lícito emplear el nombre de metapsicología para mi psicología que conduce tras la conciencia” Sigmund Freud, Cartas a Wilhelm Fliess 1887-1904, ed. cit., p. 329.
[14] Paul-Laurent Assoun, Introdución a la metapsicología freudiana, ed. cit., p.12.
[15] Sigmund Freud, «Psicopatología de la vida cotidiana» en Obras completas, ed. cit., p. 251.
[16] «Muchas veces hemos oído sostener el reclamo de que una ciencia debe construirse sobre conceptos básicos claros y definidos con precisión. En realidad, ninguna, ni aun la más exacta, empieza con tales definiciones. El comienzo correcto de la actividad científica consiste más bien en describir fenómenos que luego son agrupados, ordenados e insertados en conexiones […] Al principio deben comportar cierto grado de indeterminación; no puede pensarse en ceñir con claridad su contenido», Sigmund Freud, «Pulsiones y destinos de pulsión» en Obras completas, ed. cit., p. 113.
[17] Jacques Lacan, El Seminario de Jacques Lacan, Libro 17. El reverso del psicoanálisis, ed. cit.: “Oigo hablar mucho del discurso del psicoanálisis, como si eso quisiera decir algo. Si caracterizamos un discurso centrándonos en lo que constituye su dominante, hay discurso del analista […]”, p. 33.
[18] Jacques Lacan, Seminario 20. 1972-1973. Otra vez. Encore, Circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires: “Pero ya, nada más que al adelantarnos en algo que está ya en el hilo, en la corriente del discurso analítico, hemos dado ese salto, ese deslizamiento que se llama concepción del mundo, que sin embargo debe ser considerado por nosotros precisamente como lo más cómico que hay, a saber, que siempre debemos prestar mucha atención a que este término “concepción del mundo” supone él mismo un discurso muy diferente, que es, que forma parte del de la filosofía, que nada, después de todo, es menos seguro, si se sale del discurso filosófico, que la existencia como tal de un mundo”, p. 12.
[19] Jacques Lacan, El triunfo de la religión, ed. cit., p. 99. Destaquemos lo interesante que resulta la palabra “peste” en este apartado. Roudinesco establece una referencia particular en la biografía del francés acerca de esta misma palabra. Para la francesa, Lacan en su intento por publicar recuerdos inéditos sobre Freud, pedirá una carta de recomendación a Roland Cahen para visitar a Jung en su casa en Küsnacht. En 1955, en su conferencia sobre la “cosa” freudiana, pronunciada en alemán en Viena, menciona sobre este encuentro: frente a la estatua de la Libertad en Nueva York, cuando Jung y Freud, embarcados hacia la Clark University, menciona: “No saben que les hemos traído la peste”. Para Roudinesco: “En nuestro país, en efecto, nadie duda de la realidad subversiva del freudismo; sobre todo, nadie se atreve a imaginar que Freud, sin duda, nunca pronunció esa frase durante su viaje a Estados Unidos ,en 1909, en compañía de Jung y de Ferenczi […] Lacan inventó pues una ficción más verdadera que la realidad, destinada a imponer, contra el psicoanálisis llamado norteamericano, su propio relevo de la doctrina vienesa, marcada desde entonces con el sello de la subversión”, Élisabeth Roudinesco, Lacan. Esbozo de una vida, historia de un sistema de pensamiento, ed. cit., p. 390. En este sentido, podríamos preguntar: ¿acaso Lacan huyó de la filosofía como de la peste, pero apestado por ésta?
[20] Alenka Zupančič, ¿Por qué el psicoanálisis?, ed. cit., p. 19.