Resumen:
Este artículo explora cómo el vacío en el jardín japonés de Ryōan-ji actúa como una affordance activa que amplía la imaginación, desafiando las teorías enactivas que priorizan la presencia tangible. Combinando un análisis fenomenológico (Heidegger, Merleau-Ponty) y un enfoque enactivo (Rucińska, McClelland), se argumenta que el vacío, lejos de ser una carencia, fomenta la proyección mental y revela una dialéctica entre presencia y ausencia. Ryōan-ji, con su diseño minimalista, ilustra cómo la ausencia estructurada potencia la creatividad, sugiriendo que la imaginación trasciende lo observable para habitar lo posible.
Palabras clave: Imaginación, vacío, affordance, Ryōan-ji, fenomenología, enacción.
Abstract
This article examines how the void in the Japanese garden of Ryōan-ji functions as an active affordance that expands imagination, challenging enactive theories that prioritize tangible presence. By integrating phenomenological analysis (Heidegger, Merleau-Ponty) with an enactive approach (Rucińska, McClelland), it argues that the void, far from a mere absence, fosters mental projection and reveals a dialectic between presence and absence. Ryōan-ji, with its minimalist design, demonstrates how structured absence enhances creativity, suggesting that imagination transcends the observable to inhabit the possible.
Keywords: Imagination, void, affordance, Ryōan-ji, phenomenology, enaction.
El siglo XX marcó un giro significativo con el advenimiento de la fenomenología y más recientemente de las teorías enactivas de la cognición que han reubicado la imaginación en el cruce entre el cuerpo y el entorno, este cambio de paradigma reconoce que imaginar no es un acto aislado de la mente, sino una experiencia situada que emerge de la relación dinámica entre el sujeto y el mundo, desafiando las concepciones desencarnadas del pasado y abriendo nuevas posibilidades para su estudio. Dentro de este marco contemporáneo, autores como Zuzanna Rucińska (2016) y Tom McClelland y Dunin-Kozicka (2024) han desarrollado enfoques enactivos que enfatizan el papel del entorno en los procesos imaginativos.
El objetivo de este artículo es doble: primero, demostrar que el vacío puede constituir una affordance activa que amplía el horizonte imaginativo; segundo, explorar cómo esta dinámica revela una dialéctica entre presencia y ausencia que enriquece nuestra comprensión de la imaginación. El método combina un análisis fenomenológico, inspirado en Merleau-Ponty y Heidegger, con un enfoque enactivo basado en Rucińska y McClelland-Dunin-Kozicka, aplicado al caso del jardín japonés de Ryōan-ji. Este jardín, con su diseño minimalista de grava y rocas, sirve como un laboratorio filosófico para examinar cómo el entorno, en su presencia y ausencia, moldea la creatividad. El análisis se complementa con comparaciones históricas, estéticas y críticas, situando el argumento en un marco interdisciplinario que cruza filosofía, estética y cognición.
Teorías enactivas: La imaginación como interacción con el entorno
Desde el marco de las teorías enactivas de la cognición, autores como Zuzanna Rucińska (2016) y Tom McClelland y Dunin-Kozicka (2024) sostienen que el entorno desempeña un papel determinante en la activación de procesos imaginativos, al ofrecer affordances —posibilidades de acción o interpretación— que el sujeto corporeizado explora y completa en un proceso dinámico. Rucińska, adoptando una perspectiva enactiva radical, rechaza las concepciones tradicionales que reducen la imaginación a la formación de representaciones mentales, proponiendo en cambio que imaginar es un acto práctico y situado: “La imaginación es un hacer-con el mundo, no un representar del mundo” (2016, p. 369). Así, un niño que usa una rama como espada no proyecta una imagen abstracta, sino que responde a las oportunidades físicas del objeto —sostener, blandir— en un flujo de simulación guiado por el entorno. McClelland y Dunin-Kozicka (2024), por su parte, enriquecen esta idea con el concepto de affordances imaginativas, definidas como “disposiciones del entorno que invitan a la proyección mental de posibilidades más allá de lo inmediatamente presente” (p. 47). Por ejemplo, un regalo envuelto no sólo sugiere abrirse, sino que estimula la visualización de su contenido potencial, extendiendo la imaginación más allá de la acción física inmediata hacia un terreno especulativo.
Sin embargo, estas propuestas tienden a privilegiar la presencia de elementos tangibles como desencadenantes esenciales de la imaginación, dejando sin explorar el potencial de lo ausente como un estímulo igualmente activo. Mientras Rucińska y McClelland-Dunin-Kozicka centran su atención en objetos concretos que estructuran las simulaciones imaginativas, esta perspectiva subestima cómo la ausencia —el vacío— puede desempeñar un rol análogo o incluso más poderoso en la ampliación del horizonte creativo. Este artículo propone una reevaluación de esta dependencia del entorno tangible, argumentando que el vacío, lejos de ser una mera carencia, opera como una affordance activa que amplía el horizonte de la imaginación, con el diseño del jardín japonés, específicamente el de Ryōan-ji, como caso paradigmático.
El vacío como affordance activa en Ryōan-ji
El vacío en el jardín japonés trasciende la noción convencional de una simple ausencia para configurarse como un espacio deliberado, cargado de intención estética y filosófica, que fomenta la contemplación y la proyección mental. En el contexto del jardín seco de Ryōan-ji, construido en el siglo XV en Kioto, este vacío se manifiesta en las vastas áreas de grava rastrillada que dominan el diseño, interrumpidas solo por quince rocas dispuestas en grupos asimétricos. Lejos de ser un elemento pasivo o un accidente del diseño, el vacío actúa como un marco simbólico profundamente arraigado en la tradición zen, donde la vacuidad (śūnyatā) no implica carencia, sino la posibilidad de toda forma y significado. Este enfoque refleja el concepto japonés de ma —el intervalo o espacio entre cosas—, que no es un mero hueco, sino una presencia activa que da sentido a los elementos presentes. Así, el vacío en Ryōan-ji invita al observador a participar en un proceso imaginativo, transformando la experiencia de contemplación en un acto de co-creación entre el entorno y la mente.
Ryōan-ji, construido en 1450 por el monje Hosokawa Katsumoto, encarna esta evolución. Situado en el templo zen de Kioto, su diseño responde a la necesidad de un espacio contemplativo en medio de un período de turbulencia política (la Guerra Ōnin, 1467-1477). Su simplicidad —quince rocas dispuestas en cinco grupos sobre un campo de grava— contrasta con la complejidad de los jardines aristocráticos anteriores, reflejando una estética de reducción que amplifica la experiencia imaginativa. Wybe Kuitert (2002) argumenta que “el jardín seco es un texto visual que requiere ser leído activamente” (p. 87), una metáfora que subraya su carácter interactivo y su dependencia del observador para completar su significado.
Descripción y simbolismo del diseño de Ryōan-ji
El jardín de Ryōan-ji, con sus 248 metros cuadrados, es un rectángulo de grava blanca rastrillada delimitado por un muro de arcilla y rodeado por vegetación mínima. Las quince rocas, dispuestas en grupos de 5-2-3-2-3, emergen de la grava como puntos focales, pero nunca son visibles todas a la vez desde un solo ángulo, un detalle que intensifica su carácter enigmático. La grava, rastrillada en patrones ondulados, ocupa la mayor parte del espacio, funcionando como un océano abstracto que enmarca las rocas. Este diseño minimalista, atribuido tradicionalmente al maestro zen Sōami (aunque su autoría es debatida), no contiene agua, plantas ni caminos transitables, lo que lo distingue de otros jardines japoneses como Saihō-ji, que integran musgo y arroyos.
El vacío en Ryōan-ji no es accidental, sino un elemento simbólico deliberado. En la tradición zen, el vacío (ku) refleja la vacuidad budista, una noción que trasciende la dicotomía entre ser y no-ser. Como escribe D.T. Suzuki (1959), “el vacío no es la ausencia de algo, sino la presencia de todo en potencia” (p. 134). La grava rastrillada, al carecer de contenido explícito, no impone una narrativa fija; en cambio, actúa como un marco abierto que invita al observador a proyectar significados. Las rocas, según interpretaciones históricas, pueden simbolizar islas en un mar, picos montañosos entre nubes, o incluso figuras mitológicas como tigres cruzando un río, dependiendo del contexto cultural y la disposición del espectador.
Estética y temporalidad del vacío
Desde una perspectiva estética, el vacío de Ryōan-ji amplifica la tensión entre lo finito y lo infinito. Las rocas, objetos concretos y delimitados, contrastan con la extensión ilimitada de la grava, sugiriendo un paisaje que trasciende sus dimensiones físicas. Esta interacción resuena con el concepto japonés de ma, el intervalo que da sentido a lo presente. Como señala Isozaki Arata (1988), “ma es el espacio entre cosas, pero también el tiempo entre eventos; en el jardín, el vacío es lo que permite que las rocas respiren y hablen” (p. 45). El rastrillado de la grava, un acto ritual realizado por los monjes refuerza esta temporalidad: los patrones cambian sutilmente con cada mantenimiento, evocando la impermanencia (mujō) y la apertura a nuevas interpretaciones.
El simbolismo del vacío también se conecta con la práctica meditativa zen. Sentado en el hojo (la veranda del templo), el observador contempla el jardín desde una posición fija, lo que elimina la posibilidad de interacción física y centra la experiencia en la mente. Esta inmovilidad no reduce la actividad imaginativa, sino que la intensifica: el vacío se convierte en un espejo que refleja las proyecciones internas del sujeto, desde paisajes naturales hasta narrativas abstractas. En este sentido, Ryōan-ji no es un objeto estático, sino un proceso dinámico que depende de la participación del observador.
Comparaciones con otros jardines
Para apreciar la singularidad del vacío en Ryōan-ji, es útil compararlo con otros jardines japoneses y occidentales. Saihō-ji, el “jardín de musgo” en Kioto, diseñado por Musō Soseki en el siglo XIV, integra elementos naturales como musgo, árboles y un estanque, creando un paisaje que evoca un bosque vivo. Aunque también zen, Saihō-ji llena el espacio con texturas y colores, dejando menos margen para la proyección imaginativa: el entorno sugiere un significado más definido (un retiro natural). Daisen-in, otro jardín seco del siglo XVI, utiliza rocas y grava para representar ríos y montañas, pero incluye un “puente” de piedra que guía la interpretación hacia una narrativa específica. En ambos casos, la presencia de elementos tangibles domina la experiencia, contrastando con la apertura indeterminada de Ryōan-ji.
En contraste con los jardines occidentales, como los de Versalles, que llenan el espacio con ornamentos y estructuras para imponer una narrativa predefinida, Ryōan-ji utiliza la simplicidad de la grava y las rocas para abrir un campo de posibilidades. El entorno no se limita a ofrecer affordances concretas —como caminos para caminar o bancos para sentarse—, sino que, a través de sus vacíos, genera un espacio para la exploración de lo no dado, un lienzo en blanco que desafía las expectativas de plenitud. Esta reducción deliberada, influida por los principios de wabi-sabi —la belleza de lo imperfecto y transitorio—, convierte el vacío en un catalizador que intensifica la atención y la sensibilidad del espectador, permitiendo que la imaginación florezca en la ausencia de estímulos superfluos.
El vacío como lienzo ontológico
El vacío en Ryōan-ji no se percibe como un telón de fondo inerte, sino como un escenario dinámico que posibilita múltiples proyecciones imaginativas, dependiendo de las interpretaciones culturales y personales del observador. El karesansui, literalmente “montañas y aguas sin agua”, sustituye los elementos naturales por representaciones simbólicas: la grava rastrillada evoca ríos u océanos, mientras las rocas sugieren montañas o islas. Esta abstracción no busca imitar la naturaleza, sino destilarla en una forma que invite a la reflexión interior. Como señala Günter Nitschke (1991), “el jardín zen no es un lugar para habitar físicamente, sino un espacio para habitar con la mente” (p. 23).
Las piedras rodeadas de grava, por ejemplo, pueden transformarse en islas flotando en un océano infinito para un visitante occidental familiarizado con paisajes marinos, o en montañas emergiendo entre nubes para un monje zen inmerso en la iconografía budista del Monte Sumeru. Incluso narrativas más poéticas, como tigres cruzando un río, emergen en las tradiciones japonesas, reflejando cómo el vacío no impone un significado único, sino que actúa como un espejo de las experiencias y memorias del sujeto. Esta multiplicidad de imágenes no surge de las rocas mismas, sino del espacio vacío que las enmarca, un silencio visual que amplifica las resonancias internas y convierte la contemplación en un acto creativo.
Relectura de las affordances imaginativas
Esta capacidad del vacío para detonar procesos imaginativos encuentra un paralelo en la analogía del regalo envuelto propuesta por McClelland y Dunin-Kozicka (2024): “Al igual que un envoltorio oculta su contenido y así estimula la visualización de posibilidades, los vacíos del entorno abren un campo de proyección mental” (p. 48). Sin embargo, el jardín japonés revela una dimensión más radical: no es la presencia de un objeto lo que activa la imaginación, sino precisamente su ausencia deliberada. El vacío, como un lienzo en blanco, no entrega respuestas predefinidas, sino que incita al observador a completar lo que falta, proyectando significados y narrativas que trascienden lo inmediatamente perceptible. En este sentido, lo finito —la disposición reducida de rocas o senderos— sugiere lo infinito, invitando a imaginar todo lo que podría estar presente pero no lo está.
Perspectiva fenomenológica: Presencia y ausencia
Desde una perspectiva filosófica, este fenómeno plantea una tensión entre la presencia y la ausencia como condiciones de la imaginación. Rucińska (2016) podría argumentar que la interacción con elementos tangibles del entorno —rocas, agua, senderos— activa simulaciones sensorio-motoras que guían la imaginación: “El entorno ofrece affordances que el cuerpo explora enactivamente” (p. 370). Sin embargo, el vacío del jardín japonés sugiere que lo no observable puede ser igualmente poderoso. La grava rastrillada, desprovista de contenido explícito, no delimita ni constriñe; por el contrario, amplía el horizonte interpretativo al liberar al observador de las determinaciones de lo presente.
Esta interacción entre presencia y ausencia encuentra un eco profundo en la noción heideggeriana del “claro” (Lichtung), un concepto que describe un espacio de apertura que posibilita la emergencia del ser: “El claro es el ámbito en el que algo puede mostrarse, pero también donde lo no mostrado se hace presente como posibilidad” (Heidegger, 1962/1977, p. 171). Merleau-Ponty (1964) describe la imaginación como un proceso corporeizado que entrelaza lo visible y lo invisible: “Toda imagen es un entrelazamiento de presencia y ausencia” (p. 132). El vacío, en este sentido, no es una carencia, sino una apertura que amplifica las posibilidades imaginativas al liberar al sujeto de las determinaciones de lo dado.
Autonomía de la imaginación: Un desafío a la enacción
Sin embargo, este planteamiento invita a una reflexión crítica: si bien el entorno, como sostienen Rucińska (2016) y McClelland y Dunin-Kozicka (2024), facilita actos imaginativos, ¿es siempre una condición necesaria para su activación? La mente humana demuestra una capacidad intrínseca para imaginar en ausencia de estímulos externos, como al concebir “una ciudad simultáneamente azul y verde” o “una melodía nunca escuchada”, contextos abstractos donde no hay un disparador perceptual explícito. El debate se intensifica al considerar ejemplos de imaginación sin entorno físico, como los sueños o las fantasías abstractas, que sugieren una autonomía imaginativa que las teorías enactivas no abordan plenamente.
Conclusión: El vacío como posibilidad creadora
En conclusión, el vacío del jardín japonés, entendido como un lienzo en blanco, desafía la primacía de la presencia en las teorías enactivas de la imaginación. Más allá de las affordances tangibles destacadas por Rucińska (2016) y McClelland y Dunin-Kozicka (2024), la ausencia se erige como una condición activa que no sólo detona procesos imaginativos, sino que los expande hacia lo potencial e infinito. Gaston Bachelard (1958) refuerza esta idea: “El espacio vacío no es una nada; es un comienzo” (p. 34). Ryōan-ji equilibra estas tensiones: el entorno estructura la experiencia, pero el vacío la libera, sugiriendo que la imaginación es tanto dependiente como autónoma, un proceso que navega entre lo dado y lo posible.
Implicaciones éticas y estéticas
Estéticamente, el diseño de Ryōan-ji resiste la sobreabundancia de la modernidad, ofreciendo una pausa contemplativa en un mundo saturado. Como señala John Cage (1961) sobre el silencio, “no hay tal cosa como un espacio vacío o un tiempo vacío; siempre hay algo que ver, algo que escuchar” (p. 8). Éticamente, el vacío plantea una forma alternativa de habitar el mundo, inspirada en la atención plena y la impermanencia zen, que contrasta con la acumulación contemporánea. Hannah Arendt (1958) describe la vida contemplativa como un contrapeso a la vida activa, y el vacío de Ryōan-ji encarna esta contemplación: no exige acción, sino presencia.
Bibliografía
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- Bachelard, G. (2000). La poética del espacio. México D.F., México: Fondo de Cultura Económica.
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- Heidegger, M. (2008). Caminos de bosque. Madrid, España: Alianza Editorial.
- Isozaki, A. (1988). Ma: Space-Time in Japanese Architecture. Tokio, Japón: Shinkenchiku-sha.
- Kuitert, W. (2002). Themes in the History of Japanese Garden Art. Honolulu, HI, USA: University of Hawai’i Press.
- McClelland, T., & Dunin-Kozicka, M. (2024). “Affording Imagination”. Philosophical Psychology, 37(7), 1615–1638. https://doi.org/10.1080/09515089.2024.2354433
- Merleau-Ponty, M. (2000). Fenomenología de la percepción. Barcelona, España: Península.
- Nitschke, G. (1999). Japanese Gardens: Right Angle and Natural Form. Colonia, Alemania: Taschen.
- Rucińska, Z., & Gallagher, S. (2021). Making Imagination Even More Embodied. Preprint, abril de 2021. Disponible en: [repositorio o enlace si lo tienes; e.g., PhilPapers o ResearchGate].
- Suzuki, D. T. (1959). Zen and Japanese Culture. Nueva York, NY, USA: Pantheon Books.