Introducción El filósofo del siglo XVII, Benedicto de Spinoza, fue calificado a la vez como una figura “intoxicada por Dios”[1] y como el más monstruoso de los ateos.[2] Tal polaridad era característica de un hombre que, sin paralelo, igualaba los contrarios aparentes: mente-materia, teísmo-ateísmo, libertad-necesidad, pasado-futuro, bien-mal, Dios-naturaleza. Fue, pues, ante todo, un...