Crónicas snuff

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Crónicas snuff

Resumen

Este trabajo tiene como objetivo proponer una lectura aproximativa, desde la bio y necropolítica, a contenidos de violencia explícita, partiendo de tres casos: el filme Videodrome de David Cronenberg, el texto Yo, Pierre Rivière de Foucault y el caso de Daniela, una joven secuestrada y explotada sexualmente por cárteles del narco. Estas tres crónicas son leídas como crónicas snuff, tanto por la crudeza de su narración, como por la economía de sentido que se establece cuando se les concibe sin un mayor contexto, situándolas en el terreno de la indefinición entre lo real y lo ficticio, la condena y la banalización. Como conclusión, se plantea que la indiferencia ante contenidos snuff de circulación cotidiana (Internet, prensa impresa, TV) es una forma en la que los sujetos se pretenden seguros, tanto por la espectacularización de la violencia que es percibida como ficticia, como por no ser ellos los protagonistas de esos contenidos. Se sienten a salvo porque a ellos no les ha sucedido.

Palabras clave: snuff, biopolítica, necropolítica, violencia explícita, David Cronenberg, Michel Foucault, explotación sexual.

 

Abstract

The aim of this work is to propose an approximation from bio and necropolitics to contents of explicit violence, starting from three cases: the film Videodrome by David Cronenberg, the text Yo, Pierre Rivière by Foucault and the case of Daniela, a young girl kidnapped and sexually exploited by drug cartels. These chronicles are read as snuff chronicles, both for the harshness of their narrative, and for the economy of meaning that is established when they are conceived without a larger context, situating them in the indefinition between the real and the fictitious, the condemnation and trivialization. In conclusion, it is argued that the indifference to snuff contents of daily circulation (Internet, printed press, TV), are a way in which subjects think they are safe, both by the spectacularization of violence that is perceived as fictitious, as well as by not being the protagonists of those contents; subjects feel safe because it has not happened to them.

Keywords: snuff, biopolitics, necropolitics, explicit violence, David Cronenberg, Michel Foucault, sexual exploitaiton.

 

Cuando se dan cita el amor, la tortura, la muerte y el dinero, surgen historias como la que en estos días ha conmocionado a la opinión pública, se trata del caso conocido como “las chicas del snuff”.

Alejandro Amenábar

 

Vivimos en una época en la que imágenes atroces y sanguinolentas inundan nuestra realidad con impresionante naturalidad y variedad. Basta con caminar un poco por las calles de nuestra ciudad para encontrarse con las primeras planas de periódicos de circulación nacional en las que se presenta, de forma explícita y sin tapujos, lo más actual y crudo de los accidentes automovilísticos, asesinatos, ajustes de cuenta y suicidios, todos acompañados de títulos sensacionalistas y burlescos. Más aún, no puede faltar la imagen de una fémina con diminutas prendas, misma que engalana y de forma clara envía el mensaje que ya nuestros padres y abuelos concebían a manera de refrán: “el muerto al pozo y el vivo al gozo”; pequeña frase que renueva su sentido al leerse en la actualidad.

AUTOR DESCONOCIDO, “VANITAS CON UN ROSARIO” (SIGLO XIX)

AUTOR DESCONOCIDO, “VANITAS CON UN ROSARIO” (SIGLO XIX)

De igual manera, gracias a la presencia de tecnologías como la televisión e Internet, es posible consumir todo tipo de imágenes en la comodidad de nuestro hogar. Los canales de televisión abierta están poblados de programas en los que, de una u otra manera, ponen ante nuestros ojos secuencias mortíferas que hacen de la muerte algo más para el consumo. Noticieros, novelas, caricaturas, reality shows; todos tienen su dosis de explotación necrófila corporal, cognitiva, emocional y simbólica. El caso de la televisión pagada es similar, con el plus de acceder a programaciones extranjeras, tanto o más descarnadas que las nacionales.

En el caso de Internet, estamos ante una fuente inagotable de sucesiones mortales que provienen de todos lados cual esquizofrenia del entretenimiento. Hay videos que, como lo menciona Douglas Kellner, muestran “[…] casos de asesinatos, ataques terroristas, escándalos sexuales de personajes de la política y el estrellato, así como la violencia de la vida cotidiana”[1]. La muerte acecha en todo momento, no sólo por el envoltorio orgánico, frágil y finito que es el cuerpo humano, sino por la misma profusión de los contenidos necrófilos del ciberespacio. De igual manera, dichos contenidos, como lo reafirma Kellner, “[…] han estado conformando de forma decisiva la trayectoria de las sociedad y cultura actuales”[2].

El que podamos encontrar estas imágenes de forma habitual es causa y efecto de la producción de nuevas formas de ver y de sentir, así como diversos fenómenos de orden simbólico, tales como los que enlista Gérard Imbert: trivialización de la violencia, espectacularización del dolor, domesticación de la muerte y estetización del horror.[3] Es así como un análisis de estas mutaciones en la forma de percibir el horror, el dolor y la muerte se vuelve imprescindible, un análisis que nos permita un acercamiento a la filigrana de este fenómeno que, por su naturaleza tan amplia y compleja, necesita abordar sus distintas modalidades.

Una de esas manifestaciones la podemos encontrar en los llamados videos snuff. La palabra snuff es una modificación del inglés sniff que define la acción de inhalar fuertemente a través de las fosas nasales. De tal manera que snuff hace referencia al consumo de tabaco en polvo por medio de inhalaciones.[4] No obstante, no sólo se inhala tabaco, ya que se tiene registro que algunas tribus de Brasil, Colombia y Perú ya consumían pulverizaciones de plantas y cortezas con propiedades alucinógenas.[5] Al respecto, habría que considerar que la palabra snuff, complementa su sentido a través de la palabra enteógeno, cuya etimología viene del griego ἔνθεος (éntheos) que se interpreta como “entusiasmo”, “creatividad” o “exaltación del ánimo”, así como también hace referencia al “dios que todos llevamos dentro”, y γένος (génos), nacimiento-origen y engendrar-producir. Por lo tanto, si relacionamos el significado de enteógeno con snuff, estamos haciendo alusión al acto de, literalmente, “inhalar” la vida del sujeto por medio de su ejecución, llevando al ejecutante a apropiarse de su esencia divina y despertar al dios que él y todos llevamos dentro.[6]

El snuff se ha abordado desde diferentes campos, principalmente los de la literatura[7] y la cinematografía.[8] En cuanto a las definiciones teóricas del snuff, una de las primeras que nombramos la proponen Eithne Johnson y Eric Schaefer[9] que consideran el snuff como aquellas películas pornográficas que culminan en la mutilación y asesinato de la mujer, aunque los autores consideran importante mencionar que existen modificaciones del término, aclarando que el contenido sexual no es necesario para la definición de lo snuff. Por su parte, Boaz Hagin[10] afirma que a estos asesinatos frente a la cámara les subyace un mercado en el cual estos vídeos se distribuyen con la finalidad de proveer entretenimiento y obtener ganancias económicas mediante la venta de dicho material. Por último, Julien Petley[11] se suma a los autores anteriores al plantear que el snuff no sólo trata de vídeos de muertes reales que son previamente montados y que hoy en día circulan sin censura a través de Internet, sino que sus orígenes pueden rastrearse en los inicios de la fotografía (1830-1840), con los retratos de cuerpos para estudios post-mortem, así como registros fotográficos de la Primera y Segunda Guerra Mundial.

Ahora bien, si se toman en cuenta los registros fotográficos de principios del siglo XIX, no se puede obviar la iconografía en la que se materializaban escenas atroces, tales como “La decapitación de San Juan Bautista” (Caravaggio, 1608), “La masacre de los inocentes” (Peter Paul Rubens, 1611-1612) o “Partes anatómicas” (Francisco de Goya, 1818), por mencionar sólo algunas. Estas obras retratan asesinatos, degollaciones, masacres y cuerpos desmembrados que claramente dejan ver que las representaciones de la muerte ya poblaban el ambiente, en este caso, el ambiente artístico desde los siglos XVI y XVII (y, probablemente, desde antes).

Sin embargo, el que estas imágenes existan desde siglos atrás no nos diría mucho si lo que se quiere es comprender las secuelas que se producen a nivel simbólico a causa de la proliferación de aquellos contenidos que muestran lo frágil del cuerpo y lo espectacular de la muerte del ser humano a manos de sus semejantes. Tal vez uno de los principales inconvenientes con los que la sociedad se topa es el de discernir qué es real y qué es ficticio. De cierta forma, se pone en juego la definición de simulacro que ha elaborado Jean Baudrillard, al poner de relieve que “[…] la simulación no corresponde a un territorio, a una referencia, a una sustancia, sino que es la generación por los modelos de algo real sin origen ni realidad: lo hiperreal”.[12]

Esa hiperrealidad de la que habla Baudrillard, eso que es más real que lo real, ciertamente sí tiene un origen y ese origen se encuentra en lo divino. Uno puede acudir a Platón para definir eso que es de un orden superior y que, a su vez, dicta el orden de la realidad. El mito de la caverna es la metáfora en que los hombres, en su ignorancia, perciben imágenes como reales, sin embargo, la realidad se encuentra más allá, y es solamente accesible por medio de la razón, la característica más divina del hombre.

CARAVAGGIO, “LA DECAPITACIÓN DE SAN JUAN BAUTISTA”, (1608)

CARAVAGGIO, “LA DECAPITACIÓN DE SAN JUAN BAUTISTA”, (1608)

Entonces, ¿cómo poder distinguir lo real de lo ficticio? Ciertos contenidos que se presentan de forma habitual llegan a ser considerados como reales, pero ¿qué pasa con esos mismos territorios que existen pero que son ignorados dada la impresión y el malestar que nos causan? Es bajo estas cuestiones que se busca pensar cuál es el eje rector que estructura estas nuevas formas de percibir, teniendo como lentes de lectura las ideas del bio y el necro-poder. A continuación, se presentan tres crónicas, denominadas crónicas snuff, en las que se describen situaciones e historias que, por su lenguaje tan explícito y monstruoso, dificultan la posibilidad de enunciarlas como falsas o verídicas.

 

Crónica 1. Primero controla tu mente… luego destruye tu cuerpo (Videodrome, David Cronenberg, 1983)

El desarrollo de la tecnología nos ha provisto de diversas formas de mantenernos al tanto de lo que pasa en el mundo, tal es el caso de medios de comunicación como la radiodifusión, la televisión y el Internet. Cada uno de estos desarrollos tecnológicos, situándolos en la época en la que fueron presentados en sociedad, ha introducido una serie de modificaciones tanto a nivel individual como colectivo.

En el caso particular de la televisión, Raymond Wiliams considera que la invención de ésta se sitúa entre un determinismo tecnológico (la influencia directa de la tecnología en la sociedad) y la tecnología sintomática (necesidades sociales que se traducían en desarrollos tecnológicos). Es decir, la televisión es producto de una serie de causas y efectos que en última instancia se poblaría de contenidos ofrecidos y demandados por las personas: noticias, deportes, musicales, todo tipo de entretenimiento que cada vez tomaría más color y variedad.[13] La televisión pasó de transmitir acontecimientos que sucedieron o suceden al momento, a cubrir las necesidades y exigencias de su público televidente.

Eso es lo que pretende esta empresa televisiva, “[…] mostrar a los televidentes algo que nunca antes hayan visto, pero que siempre habían buscado”.[14] Si esto afecta a las personas de manera que se produzca una desensibilización a contenidos violentos o incluso a la misma violencia que se muestra en la realidad, no es algo importante, ya que, como parte de un negocio, Max Renn, presidente de este canal, nunca se preguntó si esto era correcto o no; ellos sólo querían sobrevivir y superar a la competencia. Para perdurar, ellos ofrecen algo que no se consigue en otra parte.

En un mundo en el que las personas viven en constante estimulación sensorial y cognitiva, transmitir secuencias en las que se presenta tortura, mutilación y hasta asesinatos, se vuelve una forma innovadora de ganar público, de aumentar el rating y, por ende, percibir más ganancias monetarias. No es que Renn sea una persona desalmada y emparentada con un animal irracional, lo único que él está haciendo es “ofrecer un desahogo ante las fantasías y frustraciones” de los sujetos que se postran ante el televisor. Para Renn, “la pantalla de la TV es la retina del ojo de la mente”, entiéndase, que la TV es la que observa y no observa otra cosa que los deseos del público; en pocas palabras, al cliente lo que pida; y si el cliente pide violencia, sangre y muerte, entonces la TV recibe el mensaje y transmite el contenido.

Las palabras de la mente que está detrás de todo este teatro sanguinolento (pues Renn sólo es una pieza más en este juego televisivo) parecen las de alguien que ha perdido la cordura, no obstante, sus ideales describen con terrorífica precisión la situación del mercado televisivo actual. En sus palabras, declara que: “[…] la batalla por la mente se librará en la arena de la TV. Lo que aparezca en la pantalla emergerá como una experiencia nueva para quien lo vea […] la TV es la realidad […] y la realidad es menos que la televisión”.

ESCENA DE VIDEODROME (1983)

ESCENA DE VIDEODROME (1983)

La realidad supera la ficción y la ficción dicta el progreso de la sociedad. Sin embargo, las consecuencias que se pueden generar al observar repetidamente imágenes de asesinatos, suplicios, mutilaciones y agresiones llegan a fundirse con el órgano cerebral y afectan de tal forma que el cuerpo comienza a resentirlo de forma irremediable. Las visiones de la pantalla se convierten en una “alucinación total”.

Los dueños del negocio de la televisión sólo ofrecen lo que el público les demanda y si a los televidentes les produce placer observar secuencias de tortura y asesinato, eso es lo que se les proporciona, porque en última instancia está en juego la supervivencia no sólo de un programa o una cadena televisora, sino también la supervivencia de una forma de hacer ver la realidad. Barry Convex, el verdadero autor de todo este espectáculo resume su objetivo en unas cuantas palabras: “[…] estamos entrando en una era salvaje […] y hay que ser duros, directos y fuertes si queremos sobrevivir”. Al mostrar todo tipo de imágenes que supuran violencia y terror, no se muestra otra cosa que el inicio de la vida. “La muerte no es el final […] viva la nueva carne”.

 

Crónica 2. Él asesinó por amor

Matar por amor. Cuando se ama a alguien, se está dispuesto a proteger su vida, así sea sacrificando la propia o la de alguien más. Sin lugar a duda, una persona estaría dispuesta a matar para sobrevivir, o, en su defecto, para hacer vivir. En el caso de este joven,[15] su sacrificio fue tal que acabó con su propia familia para salvaguardar la vida de su ser más amado.

¿Cómo es posible que alguien pueda asesinar a su madre, a su hermana y su hermano, para que su padre pudiera vivir en paz? Desde pequeño, Pierre fue testigo de los engaños y abusos que su padre sufría a manos de su propia esposa. La señora calumniaba a su esposo, le hacía creer a todas las personas del pueblo que era víctima de golpes, de falta de alimento, sustento y amor. Todo era mentira y casi todo el pueblo lo sabía. Sin embargo, las artimañas de la mujer siempre funcionaban para hacer quedar a su cónyuge como el malo de la historia.

CLAUDE HÉBERT INTERPRETANDO A PIERRE RIVIÈRE

CLAUDE HÉBERT INTERPRETANDO A PIERRE RIVIÈRE

Esta familia estaba quebrada, separada no sólo por los afectos sino por la distancia, puesto que desde cierto tiempo la madre vivía con su hijo menor Jules y su hija Victoire, mientras que el señor estaba acompañado por su único e incondicional apoyo: su hijo Pierre. A pesar de la distancia, no había ni un día de descanso para el pobre señor. Apenas salía hacia el trabajo, la madre de Pierre ya se encontraba hurtando los muebles, vendiendo el ganado o los frutos de la cosecha del huerto familiar. El padre de familia pretendía terminar con este abuso de la forma más pacífica y sin agredir a su esposa, sin embargo, cada vez que lo intentaba, la mujer le pagaba de forma desalmada.

Un día como cualquier otro, Pierre escuchó cómo su madre y su hermana, entre risas, orquestaban la siguiente jugada. El joven sabía que esto tenía que terminar de una forma u otra. Pasaron varios días para que Pierre planeara cómo defender a su padre y darle la tranquilidad que necesitaba, pues después de tantos disgustos su salud comenzaba a deteriorarse. Es así como Pierre concluyó que debía matar a su madre por todo lo que le hacía a su padre. También debía matar a su hermana porque ella, además de apreciar a su madre, era cómplice de los maltratos hacia su padre. Su hermano también debía morir, aunque Pierre no lo hubiera querido así, pero era evidente el amor que tenía por su madre y eso lo convertía en enemigo suyo y de su padre.

Pierre dispuso los elementos que necesitaba, y, llegado el día, cometió el asesinato. Las autoridades dieron cuenta de aquella escena increíblemente sangrienta y, para mayor fidelidad, es necesario reproducir íntegramente el reporte médico:

“Una mujer que, según nos dijeron, responde al nombre de Victoire Brion, esposa del mencionado Rivière, yace boca arriba, los pies apoyados en el hogar y algo inclinados, con la mano derecha descansando a su lado, con los dedos apretados, y la izquierda cruzando su pecho… una gran cantidad de sangre se extiende alrededor de su cabeza; la parte derecha del cuello, la anterior y el rostro están tan cortadas, que las vértebras cervicales están totalmente separadas del tronco; la piel y los músculos del costado izquierdo retienen aún la cabeza; el parietal derecho está destrozado; el golpe se prolonga hasta la cúspide del cráneo y con tal profundidad que la pulpa cerebral está dividida en su mayor parte; el rostro presenta señales de varios golpes más, de tal violencia que los huesos y los músculos forman una papilla. Como la mujer estaba en estado, a petición de la autoridad, procedimos a la autopsia del cadáver; después de hacer una incisión y abrir el útero, encontramos un feto femenino, que había llegado a unos seis meses y medio de gestación. Abierto el estómago, presentaba un estado de vacuidad total. No proseguimos nuestra investigación ya que la causa de la muerte era positiva dado que, como ya dijimos, la cabeza estaba prácticamente separada del tronco; como las yugulares y las arterias carótidas habían sido cortadas, la muerte debió ser instantánea.

»A un extremo del cadáver que acabamos de describir, se encuentra un niño de siete a ocho años, que, según nos dijeron se llama Jules Rivière; está en el suelo, boca abajo, todavía cubierto con sus vestidos, con la cabeza yaciente en medio de un inmenso charco de sangre; pueden observarse en las dos caras lateral y posterior anchas y profundas incisiones que han penetrado muy adentro del cerebro en diversas direcciones, así como numerosos golpes probablemente dirigidos al cerebelo, ya que la bóveda del cráneo era fácil de separar; también presenta un golpe en la nuca y, sin perjudicar las vértebras cervicales, recibió muchos otros golpes en la espalda que atravesaron la camisa y demás ropa… la causa de la muerte era también positiva, puesto que el cerebro y el cerebelo estaban totalmente destrozados, y las arterias que los recorren estaban asimismo divididas.

»En medio de la casa y muy cerca del cadáver que acabamos de describir, yace una chica de unos dieciocho años, caída de espaldas al suelo, únicamente calzada con sus medias, su labor está todavía a su izquierda, sus vestidos están en completo desorden, la cabeza descubierta, sus pelos presentan señales de haber sido estirados, y hay bastantes de ellos a sus pies, tiene los brazos casi cruzados sobre su pecho; el pañuelo y la toca han sido arrancados, lo que pone en evidencia que la víctima presentó cierta resistencia al criminal. En la parte derecha del cuello, pueden observarse dos amplias y profundas incisiones: la primera, inferior, no sólo cortó la piel y los músculos, sino incluso la arteria carótida; la segunda vértebra cervical está totalmente separada. Encima de esta primera incisión, hay varias otras en la misma dirección, que, aunque profundas, fueron detenidas por la rama ascendente de la mandíbula inferior; el rostro está surcado en todos los sentidos de anchas y profundas heridas y la mandíbula inferior está casi separada hacia la sínfisis de la barbilla; la mandíbula superior está también separada por un golpe que, apuntando más arriba de las órbitas entró prácticamente en el cerebro; una incisión oblicua de derecha a izquierda separó por completo las fosas nasales. Después de estas observaciones, creemos que las diversas heridas, mortales en su mayor parte, hacen inútil la autopsia del cadáver.”[16]

Después de haber cometido este acto, Pierre fue buscado por las autoridades en todos los lugares y pueblos cercanos. Cuando fue aprehendido pretendió hacerse pasar por un loco, por alguien que había perdido la percepción de la realidad, sin embargo, terminó por redactar una declaración en la cual ponía de manifiesto la lógica tan precisa de su delito que para él no era otra que la búsqueda de justicia. Pierre mató por amor a su padre.

 

Crónica 3. El caso imposible

La muerte acecha en todo momento y todas las personas están en riesgo de perecer de las formas más sorpresivas, pero no ella.[17] Daniela estaba en busca de oportunidades mediante las cuales pudiera proveer mejores condiciones de vida tanto para sus hijos como para su madre, sin embargo, nunca pasó por su cabeza que lo que parecía una buena oferta de trabajo la llevaría a experimentar un infierno que se extendería por más de siete años.

Daniela asistía a una reunión en la que recibiría información sobre un trabajo cercano a su hogar. Ella, junto con otras mujeres, era transportada en una camioneta, pasó poco tiempo cuando el auto se “averió”, en ese momento salió de las orillas del camino un grupo de hombres armados que obligó a las mujeres a abordar otro vehículo, ése era el principio de una historia terrible. Después de varias horas de camino, de haber librado tres cruces internacionales y de constantes amenazas de muerte, fueron entregadas cual paquetes en distintos puntos de una ciudad desconocida. Ya recluida en un bar, durante dos semanas, Daniela fue obligada a prostituirse varias veces por día. Como si eso no fuera suficiente, dadas las quejas de los clientes por las pocas habilidades sexuales de la joven, se le castigaba con brutales golpizas.

Ésa era solamente su iniciación, puesto que después fue trasladada a otro lugar. Después de un largo viaje, Daniela llegó a una casa, que, si bien parecía inofensiva y hasta lujosa por fuera, por dentro era totalmente lo contrario. Fue llevada a un sótano, en donde pudo observar lo que le esperaba. Varias mujeres se encontraban en ese reducido espacio, algunas con evidentes marcas de violencia; algunas otras no se distinguían si estaban dormidas o habían perdido el conocimiento, dado que descansaban sobre amplios charcos de sangre que impregnaban el aire de un sabor metálico. Como lo explica Daniela, en estos casos “[…] no hay rescate, ellos quieren que tu familia piense que estás muerta para que no te busquen. No te guardan, te ponen a trabajar, te sacan a la calle, a los bares […] parece que eres una mujer libre, pero no lo eres”. Daniela fue llevada a un table dance para comenzar a trabajar.

El trato para con las chicas era todavía más sanguinario que el que sufría antes de llegar a ese lugar. Si no se desempeñaba bien en el tubo o con los clientes era motivo suficiente para que le quemaran las piernas, le privaran de alimento o le propinaran golpizas que la hacían desmayar. Los clientes a los que atendía eran claramente extranjeros, rubios, altos, hablaban en otro idioma y, sobre todo, pagaban considerables sumas de dinero no sólo para mantener relaciones sexuales, sino para permitirse torturar a sus adquisiciones. Estos hombres “[…] se excitaban más con el sufrimiento ajeno que con el acto sexual”. Daniela estaba perdida en el tiempo, no se le permitía tener contacto con ningún medio de comunicación y si sus captores escuchaban que preguntaba a los clientes qué día era el castigo eran más golpes y nada de comida.

En este lugar conoció a Toñito, un niño de unos doce años que también prestaba servicios sexuales, se hicieron buenos amigos y, cuando se daba la oportunidad, juntos fantaseaban con su libertad. Tiempo después, el joven Toñito comenzó a presentar problemas de salud, algo que los captores no se podían permitir. Fue entonces que tomaron a Daniela y al joven, los llevaron a un paraje solitario, le entregaron una pistola a Daniela y le ordenaron matar a Toñito. A ella le fue imposible. Intercambiaron los papeles y ahora era Toñito al que le entregaron el arma de fuego, Toñito no disparó. Entonces, colgaron a Toñito, comenzaron a martirizarlo de forma inhumana y le decían a Daniela: “¿Por qué le hiciste eso, si dices que lo quieres? Mira lo que nos obligas a hacerle”. El suplicio llegó a su fin con el tiro de gracia. Golpearon a Daniela y la llevaron de vuelta a su prisión.

Después de tanto tiempo, su cuerpo y rostro comenzaron a evidenciar las marcas de todo el castigo que había acumulado durante años. Ya no servía para la prostitución, ahora tenía un nuevo rol: entregar droga y alertar sobre la presencia de la policía o el ejército, incluso le implantaron un chip para localizarla y matarla si es que se le ocurría la grandiosa idea de acudir con las autoridades. Daniela fue testigo de cómo desaparecían los cuerpos de las chicas que eran asesinadas, se convertían en alimento para un león que estos criminales tenían como mascota. La amenaza de morir es permanente para las sobrevivientes.

Esta historia se podría extender mucho más, puesto que su situación no era muy diferente hasta que pudo escapar. Daniela únicamente menciona que “alguien se jugó la vida” y la ayudó a escapar en la cajuela de su auto. Esa persona aún vive en las zonas que controla dicha organización, así que no da detalles. “Si cuento más, van a matar a esa persona y no me lo voy a perdonar”.

 

Conclusiones

Lo real y lo ficticio son dos caras de la misma moneda. No se trata de que esto sea menos real que aquello, pues pensar de esta forma nos mantiene en una posición en la que seguimos buscando qué es lo que está dentro y lo que está afuera, aun cuando todo forma parte del mismo entramado. El que nos estemos matando los unos a los otros no es otra cosa que lo que Foucault ya había develado, ese conflicto del que todos somos parte. La guerra de razas es el fundamento y motor para pensar en la muerte del otro, siendo que esa muerte que no es la nuestra, nos hace pensar que nuestra vida está a salvo. Es por eso por lo que Foucault menciona que el racismo establece “[…] el corte entre lo que debe vivir y lo que debe morir”.[18] Para preservar la vida es necesario acabar con aquella vida que no cumple con los requisitos necesarios para ser conservada. “La muerte del otro hace la vida más sana”.[19]

No obstante, tomando en cuenta que el hacer vivir y dejar morir es parte de una estrategia en la cual se dispone un cierto sentido, el pensar esta estrategia desde la vida ya no es suficiente, se necesita abordar con la misma seriedad el campo de la muerte. Es Achille Mbembe quien realiza el ajuste de tuerca en relación con lo propuesto por Foucault, dada su consideración de que “[…] la noción de biopoder es insuficiente para reflexionar las formas contemporáneas de sumisión de la vida al poder de la muerte”.[20]

Siguiendo a Mbembe, Marina Grzinic afirma que el mundo se presenta ante nosotros “[…] en todas sus dimensiones de anormalidad, monstruosidad, explotación, expropiación” y que esta “[…] anormalidad está normalizada y presentada de forma tal que el poder y el significado de este contenido extremo se vuelve vacío, obsoleto”.[21] De igual manera, resulta útil retomar lo que Giorgio Agamben aborda en la última de sus entregas de la serie Homo Sacer,[22] cuando retoma de Aristóteles la naturaleza de la relación entre el esclavo y su amo, en donde se determina que un esclavo no tiene mayor obra que la que puede producir con su cuerpo. Dicha obra del cuerpo del esclavo no es más que el seguir los mandatos de su amo, ésa es la única que podrá realizar.

ILYA REPIN, “IVÁN EL TERRIBLE Y SU HIJO. DETALLE” (1885)

ILYA REPIN, “IVÁN EL TERRIBLE Y SU HIJO. DETALLE” (1885)

Es así como la obra del ejecutado en los vídeos snuff no es otra que la de ser asesinado; el reducto a nuda vida es evidente. El victimario se apropia de la esencia del sujeto que tiene bajo su poder, a la víctima le es imposible ser algo diferente al lienzo en el que son marcadas las directrices del necro-poder. La imagen que representa esta acción es el territorio físico que se posee; un corte, una punzada, un golpe, metaforiza la aplicación de la ley del soberano sobre la población, que en este caso es sólo un desdichado sujeto. La decapitación o el tiro de gracia son el epítome del poder, la dominación total. Guía y referencia del biopoder: hacer vivir y dejar morir. Terminar con la vida del sujeto, pone a salvo mi vida, y, al menos por un momento, me coloca como aquél que manda sobre la vida de los demás. Es de esta forma que nos podemos acercar a una lectura, desde la bio y necropolítica, de aquellos contenidos snuff, ya sean cinematográficos, literarios y hasta experimentados en la vida cotidiana.

El constante contacto con estas narrativas explícitas de violencia, mutilación y muerte nos sitúa en un plano en el que podemos matar o ser asesinados, no solamente de forma puramente orgánica o física, sino desde lo subjetivo. La calumnia, la desacreditación, la minimización y la humillación son algunas de las formas en las cuales se puede anular a un sujeto. En una realidad que está pensada a partir desde el liberalismo y el capitalismo, lo importante es defender nuestro territorio, perdurar en el mundo, poco importa la vida de los demás.

Para finalizar, es importante retomar el problema de diferenciar entre lo real y lo ficticio en la violencia y la muerte. Por un lado, hay una clara influencia de los medios de comunicación que se han encargado de normalizar la muerte como fenómeno social y banalizar la violencia al presentarla como cotidiana. En los contenidos televisivos, los flujos de información en la red, los periódicos impresos; hay un sentido que claramente se distribuye a través de todo este entramado que en última instancia es una demanda de los sujetos. Por otro lado, y al parecer más determinante, se encuentra la apatía que muestran las personas por reconocer y denunciar la crisis que marca a la sociedad actual y que los mismos individuos se han encargado de alimentar y reproducir. Así como se inició retomando una frase de uso popular, hay una acorde para el final y que da a entender la forma en la que las personas perciben la muerte: “preferible que lloren en tu casa, a que lloren en la mía”. Una oración muy simple y que muchos habrán escuchado, pero cuya potencia y significado describen perfectamente lo que en la sociedad mexicana se vive diariamente. Cualquiera puede morir, lo importante es que no seamos ni yo ni mis allegados.

Por último, unas palabras de Susan Sontag se prestan para la reflexión, para pensar qué es lo que nos sucede como sociedad y que, en última instancia, denuncian la indiferencia y la pasividad con la que actuamos ante la muerte como consecuencia del orden bio/necropolítico en el que vivimos.

“Alguien que se siente sorprendido por la depravación presente, alguien que continuamente se siente desilusionado (incluso incrédulo), cuando se le presenta de frente la evidencia de lo que los humanos son capaces de infligir en formas horribles y crueles sobre los mismos humanos, no ha alcanzado la adultez moral ni psicológica… Después de cierta edad, ninguno tiene el derecho a esta clase de inocencia, de superficialidad, de este grado de ignorancia, de amnesia”.[23]

 

Bibliografía

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  2. Johnson, E., & Schaefer, E., “Soft core/hard gore: Snuff as a crisis in meaning”, Journal of Film and Video, 1993, 40-59.
  3. Mbembe, A., Necropolítica y Sobre el gobierno privado indirecto, Melusina, Barcelona, 2011.
  4. Schultes, R. E. & Hofmann, A., Plantas de los dioses: las fuerzas mágicas de las plantas alucinógenas, Fondo de Cultura Económica, México, 2000.
  5. Sontag, Susan, Regarding the pain of others, Picador, New York, 2003.

Recuperado de: https://monoskop.org/images/a/a6/Sontag_Susan_2003_Regarding_the_Pain_of_Others.pdf

  1. Williams, R., Televisión: tecnología y forma cultural, Paidós, Buenos Aires, 2011.

 

Notas

[1] Kellner, Media culture and the triumph of the spectacle, ed. cit., p. 23.

[2] Ibíd., p. 24.

[3] Imbert, Violencia y representación: nuevos modos de ver y de sentir, ed. cit.

[4] De acuerdo al Cambridge Dictionary (http://dictionary.cambridge.org/us/dictionary/english-spanish/snuff), snuff como verbo, hace referencia a la acción de “apagar una flama, especialmente la de una vela, al cubrirla con algo”.

[5] Schultes et al., Plantas de los dioses: las fuerzas mágicas de las plantas alucinógenas, ed. cit.

[6] Godlaski, The God within, ed. cit.

[7] Desde la literatura, Ed Sanders utiliza el término “películas snuff”, para referirse a las supuestas grabaciones de los asesinatos perpetrados por Charles Manson, grabaciones que realizaba la misma familia Manson. Ed Sanders, (1971). The Family. The Story of Charles Manson’s Dune Buggy Attack Battalion. Igualmente, la obra de Chuck Pahlahniuk, titulada Snuff (2008) tiene como trama central a una actriz de la industria porno, quien pretende terminar su carrera con un video en el que tendrá relaciones sexuales con seiscientos hombres.

[8] La filmografía que aborda el tema del snuff es extensa, aunque se recuerda principalmente el filme Snuff, de Michael Findlay, estrenado en 1975, así como el clásico de David Crononberg, Videodrome de 1983. Por último, y con una temática más cercana a la postura ante el fenómeno snuff, se encuentra el filme español de 1996, Tesis, de Alejandro Amenábar.

[9] Johnson et al., Soft core/Hard gore: Snuff as a crisis in meaning, ed. cit.

[10] Hagin, Killed because of lousy ratings: The Hollywood history of snuff, ed. cit.

[11] Petley, The way to digital death, ed. cit.

[12] Baudrillard, Cultura y simulacro, ed. cit., p 5.

[13] Williams, Televisión: tecnología y forma cultural, ed. cit.

[14] A partir de aquí, las partes entre comillas refieren a diálogos extraídos del filme Videodrome.

[15] Foucault, Yo, Pierre Rivière. Habiendo degollado a mi madre, a mí hermana y a mí hermano, ed. cit.

[16] Ibíd., pp. 27-29.

[17] Este caso fue documentado gracias a una entrevista realizada por Oscar Balderas de VICE News, cuyo artículo es titulado: Sobrevivir lo imposible: mis 7 años como esclava sexual de los Zetas y Cártel del Golfo, 2016.

[18] Foucault, Defender la sociedad, ed. cit., p. 230.

[19] Ibíd., p. 231.

[20] Mbembe, Necropolítica y Sobre el gobierno privado indirecto, ed. cit., p. 75.

[21] Grzinic, Biopolitics and Necropolitics in relation to the Lcanian four discourses, ed. cit., p. 4.

[22] Agamben, Homo Sacer IV, 2. The use of bodies, ed. cit.

[23] Sontag, Regarding the pain of others, ed. cit., p. 89.

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