Prosopopeya Viral

 

Trad. Frida Sánchez Garrido

Ahora soy yo, la verdad de la cosa viral que habla… en fin, lo que causa, a mi manera, numerosos daños y les hace hablar.[i] La propagación inexorable de mi nocividad divide sus células en crisis científicas y políticas. Se agitan sobre sus escritorios viendo la evolución de las curvas de la epidemia. Soy el malandro que maltrata sus estrategias, el que satura sus canales de propaganda. Enloquezco a las brújulas tanto de sus actos, como de su interpretación. Esto, ¿les sorprende, los aturde, les causa ansiedad? Gradación legítima:  decidí atacar a su omnipotente contador y gerente con los que hacen gárgaras: me convierto en el Gran Hacker frente al Eterno, al declarar que, ahora, el mundo será virológico. Observe, me van a decir… ya lo eras antes, metafóricamente, cuando penalizan informaciones o videos virales. Pero, en esos tiempos de contaminación, giré, muté, pasé al real de sus cuerpos y del cuerpo social abrumando su economía psíquica y bursátil. Esto va a ser mi epopeya. Es una mise en abîme (puesta en abismo)[ii] generalizada que les propongo, pues este contagio es redoblado y activado por la contaminación viral de la información (infox/ fake news) que descontrola los regímenes de lo verdadero y de lo falso. Sí, también es una verdadera infodemía.

 

Su presidente marcialmente declaró: “Estamos en guerra” [iii]  pero finge ignorar que soy yo el virus quien es una ruse de guerre (artimaña) [iv] por los engaños que he fomentado en la evaluación de mi virulencia. Les inyecto órdenes paradójicas, les inoculo una doble coacción entre la angustia sanitaria (la categoría de los difuntos) y el peligro de las quiebras, del desempleo, de la recesión (crónica anunciada de muerte de las empresas).  Arruino todas las previsiones e incluso, fríamente, doy muerte a quien quiera matarme.

 

¡Oh! Sólo tengo la estatura de un pequeño parásito, confinado en la dimensión de unos cuantos nanómetros, pero quien se ha convertido, como relámpago, en el amo del mundo.  Vuestro Discurso de Amo, a la Lacan, me parece irrisorio, viendo el poder de mi dominación. Mi infinita pequeñez estrangula la expansión de lo infinitamente grande, hace temblar a todos esos Grandes del planeta, tomados por la garganta, vacilan sobre las decisiones a tomar.  Incluso La Pérfida Albión (en la persona del Príncipe Carlos, heredero de la Corona) está amenazada por la perniciosa radiación del Corona que podría reemplazar la corona de espinas de Cristo, en esos tiempos de memoria de su crucifixión. Sí, mi intervención en el mundo es peor que un escenario de ciencia ficción y si la postmodernidad ha logrado fomentar dudas sobre la realidad de un gran relato, se va a acordar de la real mordedura que mi relato viral propaga.

 

Sobre todo, no piensen que soy inculto. También tengo mi caldo de cultivo y sé, lo que, según Hegel, podemos llamar la ruse de la raison (astucia de la razón) “el hecho de que deje actuar a las pasiones, de modo que sea solamente el medio por el que al lograr la existencia experimenta pérdidas y sufre daños”.  Y si, paradójicamente, como un virus, encarnaba, en esos tiempos de experimentación, ese virus de la raison (virus de la razón), esa astucia del Espíritu en suspenso,[v] haciendo reflexionar sobre la grandilocuencia de sus civilizaciones. Sin embargo, Heidegger había sonado la alarma hablando del “olvido del ser, de la angustia, del ser para la muerte”. Como su gran maestro, Jacques Lacan, no era tan crédulo y se preguntaba (en uno de sus seminarios que atentamente leí y releí y del cual les dejo buscar su localización) acerca de mis rivales en malignidad, las bacterias, haciendo una seria hipótesis sobre el goce de la infección. Pero ese filósofo y ese psicoanalista no creían realmente pues esos profetas del pensamiento seguramente no habían considerado este contagio generalizado. Platón que, desde entonces, se preguntaba cómo podíamos tener una Idea de la mugre, tiene que estar revolcándose en su tumba: y sí, es mi desarrollo óntico u ontológico, ya ni sé, mi esencia parasitaria y mi existencia de equívoco (curioso sesgo filosófico) que les hará, tal vez, ahora, mutar, en todas sus formas de concebir la vida sobre nuestro planeta.

 

En estos tiempos de confinamiento y de interdicción de reuniones, los empujo a los confines de su finitud. No es un medio decir, pero hago todo para regalarles ciertas verdades feroces que freudianamente pueden negar o lacanianamente forcluir.  ¡Ah! Quisieron retractarse sobre la muerte en su sociedad del managment de almas, y vaya, vean lo que pasa cuando yo decido truncar, abreviar, confiscar sus rituales y tocar lo más íntimo de sus creencias: ya no permito a los padres asistir al nacimiento de los hijos, los privo de sus ritos funerarios, vuelvo la muerte anónima, les impido acompañar a sus muertos, se quedan sin adiós y sin abrazos, en el dolor de una pérdida compartida. ¡Se mueren como perros! Se pueden preguntar ¿qué haría Antígona, en comparación con las leyes de la ciudad, si su hermano hubiera muerto de Covid-19?

 

Pero, sepan que yo no soy un enviado de Dios o de Satán, aunque algunos me digan “maldito virus” e incluso si el problema del mal descanse, vertiginosamente, valiéndose de mí contaminación. A decir verdad, soy su agente, incluido en esta cuestión, sin realmente entender algo. Aún así, me permito darles esta recomendación de buenas prácticas, en la más vil de las bajezas de mi implacable autoridad: vaya, sería incluso más viral agregar una culpabilidad impregnada de discursos judeo-cristianos, como si un castigo (Dios sabe por qué) se hubiera impuesto sobre nuestras ciudades. No, tampoco pretendo (sería una doble pena) inocularles el virus de la culpa. Dejo, a cada una y uno de ustedes, el cuidado de subjetivar las secuelas de una prueba así.

 

No estoy sin saber, que como fieles lacanianos, se hacen gárgaras de “real” y esperan que el goce de la infección vire al cifrado de su saber. El descifrado de códigos biológicos para un posible tratamiento o de una probable vacuna todavía están pendientes de cifrado, a pesar del poder de sus computadoras. Es ahí en donde me esperan a la vuelta. Sé que ahí está su supervivencia. Pero esperen un poco. Los dejo tramar, durante un poco más de tiempo, antes de que me quiten mi mortal “plus -de- gozar”. Y después, paradójicamente, si hubiera una extinción de la humanidad, por pandemia, yo perdería, también, la razón de mi existir, la búsqueda incesante de depredación infecciosa. Tengo que ser un mal necesario para la perpetuación de la vida. Y quiero que eso perdure. Entonces, siempre pueden esperar…

 

Bibliografía

  1. Lacan, Jacques, “La cosa freudiana, o sentido del retorno a Freud en psicoanálisis”, en Escritos, t.I, Siglo XXI Editores, 2º reimp, México, 2013, pp. 379-410.
  2. Lacan, Jacques, sesión del 23 de abril de 1974, en “Les non dupes errent 1973-1974”, seminario inédito, en la biblioteca de L’École Lacanienne de Psychanalyseb
    http://ecole-lacanienne.net/wp-content/uploads/2016/04/1974.04.23.pdf  Consultado el 1 de mayo de 2020.

 

Notas
[i] N. de E., “et vous fait plutôt causer” también se puede traducir por: los hace causar.  Juega con la palabracause, y “causer “que quiere decir conversar.
[ii] N. de E. mise en abîme , literalmente puesta en abismo. Retórica de la imagen. Del griego abyssos. A-:no + Byssos: fondo, profundidad. Suele usarse también el término el francés mise en abîme
Para designar a “la puesta en abismo”.
En la representación indefinida de acciones secundarias dentro de los límites de una acción primaria. Las acciones secundarias son siempre análogas a las acciones primarias. Un ejemplo común es de de los personajes de una narración que comienza a narrar otra historia dentro de la cual puede aparecer un nuevo personaje narrador.
Existen tres tipos principales de puesta en abismo:
*La primera consiste en una imagen o una idea que   se representa a sí misma y por lo tanto sus reproducciones continúan, en teoría, hasta el infinito. Es similar al efecto de poner un espejo frente a otro espejo. Se utiliza para dar una idea de profundidad sin fin.
*La segunda forma se utiliza para despertar la conciencia del autor o del espectador. Ocurre cuando se hace referencia al proceso de creación (el pintor que pinta un cuadro de sí mismo pintando) o del proceso de consumo (el lector que lee una historia sobre alguien que lee una historia). Despierta la conciencia del pintor ante su trabajo y la del espectador frente a la obra. El ejemplo perfecto es el cuadro de Diego Velázquez Las Meninas.
*La tercera forma de puesta en abismo revela el principio creador u origen de la imagen: el porqué existe la imagen dentro de su contexto.
Retórica de la imagen: fue André Gide quien introdujo este término en el lenguaje de la crítica literaria, en su libro Los Falsos Monederos. En su uso actual, ‘mise en abyme es una metáfora para una situación en la cual una imagen refiere a otra, y así hasta el infinito. Algunos ejemplos son, una historia dentro de una historia (como una obra de teatro representada en una obra de teatro), una serie de espejos que uno refleja al otro, un escudo de armas donde en el centro del mismo aparece el mismo escudo de armas.
En todo caso, el uso de esta metáfora parece estar relacionado con una concepción del lenguaje como una combinatorio de signos sin referentes, donde cada expresión remite siempre a la totalidad de las expresiones y nunca a una dimensión extra lingüística. Es básicamente el síntoma de una dificultad de nombrar en el dominio de la teoría lo que en práctica no supone dificultad alguna.
Mise en Abyme es esencialmente la negación de la tesis que afirma que para que haya interpretación tiene que haber algo que no se puede interpretar, que la interpretación no es infinita, en algún momento se detiene en el núcleo duro de la realidad que se presente en forma inmediata. El inestable equilibrio que el viejo Kant quiso preservar entre aquello que es dado y aquello que es construido.
Mise en abyme’ más que una respuesta me parece ser el síntoma de una carencia, una soluciónn cómoda a un problema difícil, una muletilla que nos evita pensar.
En algunos casos, se supone que ‘mise en abyme’ indica un procedimiento de reflexividad, pero esto no es cierto. Se trata más bien de un procedimiento circular, que justamente inhibe la posibilidad de una reflexión, en el sentido de un pensamiento sobre las categorías que organizan el pensamiento. La reflexión siempre conlleva una relación asimétrica, pero la circularidad es perfectamente simétrica y, por lo tanto, en la mayor parte de los casos, banal. No hay novedad, como la hay en la reflexión, sino mera repetición.
[iii] N. de E., El presidente de Francia Emmanuel Macron en varias ocasiones públicas ha dicho a propósito de la pandemia: “estamos en guerra”.
[iv]  N. de E., Ruse de guerre, literalmente una estratagema de guerra o astucia de guerra.
[v] N. de E., En souffrance en espera, en suspenso, pero también en sufrimiento.