FOTOGRAFÍA DE NSEY BENAJAH
Resumen
Mientras el interés en torno a las sustancias psicoactivas va en aumento, también lo hace el número de usuarios, surgiendo nuevas formas y propósitos de uso. En el caso particular del uso de psicoactivos con fines terapéuticos, se conjugan varios elementos que generan problemas emergentes en la búsqueda por aliviar o paliar diversos padecimientos; estos problemas pueden servir para definir algunas de las características de una ética de las drogas.
Palabras clave: drogas, ética, terapias, psicodélicos, consumo, neochamanismo.
Abstract
While interest in psychoactive substances is increasing, so does the number of users, emerging new forms and purposes of use. In the particular case of the use of psychoactive drugs for therapeutic purposes several elements are combined that generate emerging problems in the search to soothe various ailments, these problems can help to define some of the characteristics of a drug ethic.
Keywords: drugs, ethic, therapy, psychedelics, consumption, neoshamanism.
La problemática en torno a las sustancias psicoactivas o drogas, es un tema cada vez más abordado desde diferentes disciplinas y lugares en el mundo. Este tema tratado bajo un enfoque filosófico, ha derivado en la necesidad de crear una filosofía de las drogas, que está en actual formación.
En el camino hacia la formación de esta filosofía de las drogas, los cuestionamientos éticos en torno al uso de las sustancias son una parte fundamental. A través de una serie de problemas concretos, se expondrán cuáles son algunas de las condiciones generales en las que se encuentran los administradores contemporáneos de sustancias con fines terapéuticos o de sanación fuera de los ámbitos clínicos y hospitalarios, con especial énfasis en las sustancias clasificadas como psicodélicos, mezcalina, LSD, psilocibina, ayahuasca, MDMA, DMT y 5-MeO-DM y cómo podrían ser analizados desde una ética de las drogas, así como las características que podría tener esta ética.
Convenciones internacionales
Un punto de partida para hablar de la ética de la drogas, son los tratados de fiscalización internacional de drogas conformados por la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961, el Convenio sobre Sustancias Sicotrópicas de 1971 y la Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas de 1988, que representan un parteaguas en el enfoque que se dará a las drogas a nivel mundial, ya que dan el marco normativo de la cooperación internacional para perseguir las actividades relacionadas con el tráfico de drogas, y dan una justificación para la persecución de las personas que producen, distribuyen, venden, administran y usan ciertas sustancias.
Especial importancia tiene el preámbulo de la Convención Única de 1961 donde de forma textual menciona “Las partes, Preocupadas por la salud física y moral de la humanidad”.[1] Esta afirmación muestra de forma explícita una de las intenciones de todo el aparato normativo, de forma que se puede entender que uno de los objetivos de estas convenciones es la imposición de un sistema moral sobre gran parte de la población mundial que pretende despojar a las personas de la libertad para decidir qué sustancias pueden y qué sustancias no pueden usar, así como determinar qué es saludable y qué no lo es.
Ejemplos de leyes que intentaron prohibir el uso de drogas existen en diferentes partes del mundo, por ejemplo: la prohibición de uso de peyote en la Nueva España en el siglo XII o la prohibición de venta y consumo de opio en China decretada en 1829; pero los tratados internacionales representan una diferencia, por sus alcances y objetivos a nivel mundial, de erradicar el uso de ciertas sustancias e imponer sanciones a quienes participen de alguna forma en su producción, comercio o uso, y porque dan una clasificación a las sustancias con el único criterio de utilidad médico-terapéutica.
Consecuencias del prohibicionismo de las sustancias psicoactivas
A más de seis décadas de firmada la primera convención única las consecuencias del prohibicionismo de drogas están documentadas a detalle como un fracaso total en su objetivo de erradicar las drogas ilegales, por el contrario, cada año se producen en mayor cantidad y más personas las usan. Quienes viven en los países productores de drogas padecen consecuencias especialmente dramáticas, como la criminalización de los usos tradicionales, ya que varias de las sustancias controladas forman parte medular en la cosmovisión de diferentes grupos humanos. El sistema prohibicionista de drogas también es la justificación con la que se han impuesto estados de guerra civil en diferentes países dejando cientos de miles de asesinatos, violaciones, secuestros y desplazamientos forzados.
En el afán de explicar y justificar la guerra contra las drogas se han implementado campañas en medios de comunicación, que consisten en culpar de todas estas consecuencias a los usuarios y pequeños vendedores de drogas, igualmente usando los medios de comunicación masiva se emprenden campañas para remarcar y exagerar únicamente los efectos negativos del uso de drogas.
Adicionalmente, el régimen de prohibición de drogas limita la investigación en todos los ámbitos impidiendo que se conozcan aún gran parte de los efectos tanto positivos como negativos de estas sustancias.
Administración de las sustancias psicoactivas
Las condiciones económicas y sociales a nivel mundial han provocado una crisis de salud en la que destaca: una epidemia de enfermedades mentales, el limitado acceso a tratamientos clínicos, el marco legal de prohibición y una menor credibilidad de la medicina; esto ha llevado a muchas personas a buscar alternativas fuera de los ámbitos clínicos y hospitalarios, siendo la administración de sustancias, y en especial de psicodélicos una de las soluciones más socorridas. Quien elige esta alternativa debe navegar por un campo donde conviven todo tipo de personas que suministran sustancias, como pueden ser neochamanes, facilitadores o dealers, estás prácticas, bien guiadas y con la información suficiente pueden dar resultados positivos pero no están libres de riesgos, y en las condiciones actuales en que se administran, han provocado situaciones límite como abusos sexuales, agresiones físicas e incluso la muerte.
Una de las causas del aumento de problemas, derivados del uso de psicoactivos con fines terapéuticos, es la tendencia por parte de los administradores a exacerbar los efectos positivos y omitir o menospreciar los posibles efectos negativos, especialmente en las sustancias catalogadas como psicodélicos: como la mescalina en el peyote, la psilocibina en los hongos psilocibios, el LSD, las salvinorinas presentes en la salvia divinorum, el MDMA, la ayahuasca y el 5-MeO-DMT producido por el sapo Incilius alvarius, a las que se les atribuye muchas veces la capacidad de un elíxir mágico que tan solo por consumirlos se curará cualquier tipo de padecimiento.
A pesar de la gran cantidad de textos, videos y foros en internet, donde se puede consultar información confiable sobre estas sustancias, también abunda la información sesgada o con datos no comprobados, incluso sugerencias de uso, que pueden implicar grandes daños a la salud.
Es importante señalar que existe un riesgo intrínseco al uso de cada sustancia derivado de los efectos que producen en el organismo y un riesgo añadido por las condiciones en que se usan. Siendo que en general las sustancias psicodélicas tienen un riesgo intrínseco comparativamente menor que el alcohol o muchos de los medicamentos que se prescriben de forma habitual, el aumento en el reporte de lesiones o muertes usando sustancias que son relativamente seguras es un claro signo de alerta.
En los problemas de la administración de sustancias también podemos añadir problemáticas ambientales derivadas de la mayor demanda de estas sustancias, muchas de ellas de origen natural o semisintético, y provenientes de especies en un alto riesgo de extinción, ejemplo de ello es la depredación sobre hongos que contienen psilocibina, que han desaparecido de diversas áreas a causa de la sobreexplotación y degradación de sus áreas naturales; en situación similar se encuentra el peyote, las plantas banisteriopsis caapi y psychotria viridis componentes de la ayahuasca y las condiciones carentes de bienestar animal en que se extrae del sapo incilius alvarius el compuesto 5-MeO-DM.
En medio de la crisis climática otro punto a reflexionar es la cantidad de recursos que se destinan a producir ciertas sustancias, ejemplo de esto es el gasto energético en la producción de marihuana en Estados Unidos cuya estimación es de al menos el 1% para la producción eléctrica de este país.[2]
Reducción de riesgos y daños, manuales y guías de buenas prácticas
Existen diferentes esfuerzos que están atendiendo desde hace algunos años estas problemáticas en el uso de drogas: desde universidades, centros de investigación, organizaciones de la sociedad civil y comunidades indígenas, por ejemplo desde finales del siglo pasado se ha desarrollado el enfoque de reducción de riesgos y daños que consiste en estrategias encaminadas a difundir información y proporcionar materiales para que los usuarios de sustancias puedan decidir sobre qué sustancias usar, identifiquen adulteraciones y calculen dosis de la manera más segura posible. En Latinoamérica diferentes organizaciones, con el enfoque de reducción de riesgos y daños, llevan algunos años trabajando, en especial en México y Colombia.
Otras agrupaciones como la fundación Consciencia VIVA, la fundación ICEERS y la Plataforma para la Defensa de la Ayahuasca han elaborado diferentes manuales de buenas prácticas donde se dan pautas mínimas para las personas que organizan las sesiones, de forma que puedan ser más seguras, y puntos para que una persona que está interesada en usar psicodélicos de forma terapéutica pueda discernir entre un facilitador o un neochamán que está bien capacitado y uno que no.
Este conjunto de acciones ayuda a entender que no basta la buena intención de quien proporciona el psicoactivo, se debe tener una serie de conocimientos y de formación antes de administrar estás sustancias, este conocimiento tiene que estar bien fundamentado en cuestiones científicas y técnicas, por ejemplo, se tiene que conocer aspectos de salud general de la persona, con anterioridad al uso, así como saber cuáles son las contraindicaciones y qué personas no pueden usarlas.
Igualmente se debe tener un conocimiento muy claro sobre la duración, efectos, y saber actuar en caso de emergencia. También es necesario que la persona que administra conozca elementos de lo que se ha llamado integración, que son las medidas para que una persona pueda llevar esta experiencia hacia la vida diaria de forma positiva.
Consideraciones para una ética de las drogas
Sin duda los esfuerzos que se están llevando a cabo desde los diferentes frentes han realizado un avance para solucionar los problemas emergentes de las nuevas formas de uso; a estos esfuerzos se puede añadir una perspectiva ética sobre las drogas con el fin de analizarlo desde una visión más amplia, esta ética de las drogas tendría algunas pautas metodológicas más no unas pautas normativas, siendo herramientas que podemos usar para abordar los usos existentes y los usos que seguramente irán surgiendo en el futuro, además nos puede permitir desmontar la lógica prohibicionista sin caer en nuevos dogmatismos.
Una ética de la duda, dudar de eso que se nos presenta como absolutamente verdadero, bueno, libre de riesgos; la duda como elemento presente en nuestras propias afirmaciones y formas de actuar, no como indecisión si no como posibilidad de cambio.
Una ética práctica en el sentido que recurra a todos los elementos científicos, tecnológicos, estadísticos, históricos, pero también incluir el conocimiento de las comunidades de uso tradicional, las comunidades terapéuticas, la comunidad psiconáutica para tratar los problemas emergentes que surgen en las dinámicas de uso, administración y producción de sustancias.
Una ética del autocuidado y del cuidado del otro que busque la responsabilidad individual y colectiva en las diferentes formas de usar psicoactivos y sus consecuencias con uno mismo, con otras personas y el medio ambiente.
Una ética que permita a usuarios, facilitadores, productores, dealers, neochamenes y chamanes hacer una discusión amplia y colectiva para decidir qué prácticas serán aceptables y cuáles no. Sin duda las experiencias con psicoactivos pueden trastocar nuestra concepción moral y son una poderosa herramienta que ofrece un amplio abanico de efectos, pero no necesariamente nos hace más virtuosos o reflexivos en nuestra vida diaria ya que para esto es necesario un compromiso constante.
Bibliografía
- Escohotado, Antonio, Historia general de las drogas, Espasa-Calpe, Madrid, 1998.
- Mills, Evan, “The carbon footprint of indoor Cannabis production”, en Energy Policy, Volumen 46, julio 2012.
- Convención única de 1961 sobre estupefacientes, enmendada por el protocolo de 1972, Naciones Unidas, 1972. Consultado en: https://www.un.org/es/conferences/drug/newyork1961
Notas
[1] Convención única de 1961 sobre estupefacientes, enmendada por el protocolo de 1972, Naciones Unidas, 1972, ed. cit., p. 8.
[2] Mills, Evan, “The carbon footprint of indoor Cannabis production”, en Energy Policy, Volumen 46, julio 2012, ed. cit., p. 58.
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