El determinismo tecnológico representacional. Parte 1

Resumen

En este artículo proponemos una traducción de la tesis de McLuhan sobre cómo la tecnología configura la subjetividad (la “psique”) al lenguaje de la Hipótesis de los Sistemas Centrales de Conocimiento, presentando tres versiones de lo que llamamos Determinismo Tecnológico Representacional (DTR). En este sentido, el DTR sugiere que la tecnología al menos facilita la construcción de conceptos que son inconmensurables con los recursos representacionales innatos. La importancia de esta traducción radica en la posibilidad de pasar de la especulación filosófica basada en la mediología mcluhaniana a un enfoque científico sobre el impacto de las tecnologías en la configuración de la subjetividad.

Palabras clave: sistemas, McLuhan sistemas centrales, cambio conceptual, determinismo tecnológico, sistemas centrales cognitivos.

 

Abstract

In this paper, we propose a translation of McLuhan’s thesis on how technology shapes subjectivity (the “psyche”) into the language of the Core Knowledge Systems Hypothesis, presenting three versions of what we call Representational Technological Determinism (RTD). In this sense, the RTD suggests that technology at least facilitates the construction of concepts that are incongruent with innate representational resources. The importance of this translation lies in the possibility of moving from philosophical speculation based on McLuhanian mediology to a scientific approach to the impact of technologies on the configuration of subjectivity.

Keywords: systems, McLuhan, technological determinism, conceptual change, core knowledge systems, core cognitive systems.

 

Los sistemas centrales de conocimiento y determinismo tecnológico

 

La filosofía suele ser una especulación situada en la frontera exterior de la ciencia, pero sugiere programas de investigación científica bajo la condición de que dicha especulación pueda ser operacionalizable mediante su traducción a preguntas que puedan ser objeto de investigación empírica cuantitativa. La mediología de Marshall McLuhan sustenta una hipótesis sobre el origen de nuestros conceptos en analogía parcial con la tradición filosófica transcendental representada por Kant y Husserl. Esta tradición postula que los conceptos se formulan constreñidos por “formas de la conciencia” que los hacen posibles a partir del input sensorial. Esto es un antecedente de la teoría representacional de la mente, la cual sostiene que los procesos y los estados cognitivos, como las ideas, las impresiones, los perceptos, los pensamientos o los conceptos, están formados por la ocurrencia, transformación y almacenamiento de “representaciones”. En las teorías representacionalistas de la mente, las “representaciones” son entendidas como símbolos mentales con propiedades semánticas, es decir, símbolos que, en virtud de su contenido o referencia y/o condiciones de satisfacción, tienen significado para el individuo que las posee.[1]

 

En particular McLuhan propone un “determinismo tecnológico” al postular que es un “condicionamiento psicológico” de origen tecnológico el que determina la manera en la que pensamos y valoramos.[2] Sin embargo, el determinismo tecnológico de McLuhan y el influido por él se mantienen en el ámbito de la especulación filosófica. No obstante, la tesis de McLuhan puede relacionarse fácilmente con las tesis representacionalistas de la mente. En este trabajo, nos proponemos explorar cómo la mediología mcluhiana podría relacionarse de manera más precisa con una de las teorías representacionalistas de la mente propuesta desde la psicología cognitiva del desarrollo, a saber, con la hipótesis de los Sistemas Centrales de Conocimiento. Para ello, proponemos una posible manera de operacionalizar la mediología mcluhiana en dos pasos. En primer lugar, identificando tres niveles diferentes de compromiso epistemológico del determinismo tecnológico: uno débil, uno moderado y uno fuerte. En segundo lugar, traduciendo estos tres niveles a lo que hemos denominado “determinismo tecnológico representacional”. De esta manera, nuestro objetivo principal no sólo es caracterizar el determinismo tecnológico representacional como una traducción plausible de la mediología mcluhiana al lenguaje de la hipótesis de los Sistemas Centrales de Conocimiento, sino presentarlo como una alternativa viable además de operacionalizable.

 

El objetivo final de la serie de 3 textos que estaremos presentado es bosquejar un modelo de análisis para casos concretos de acuerdo con el determinismo tecnológico representacional. En los dos trabajos posteriores al presente exploraremos el caso particular de los números naturales y su relación con la alfabetización. Es decir, dada la diferencia resaltada por McLuhan entre el lenguaje puramente oral y el lenguaje alfabético,[3] intentaremos explicar que, si el uso del lenguaje alfabético facilita o favorece el proceso de aprendizaje de los números naturales, entonces, este hecho sustentaría una versión débil de la tesis determinista de la mediología mcluhaniana, la cual consistiría en sostener que la tecnología – en este caso el lenguaje alfabético – facilita o acelera la aparición de ciertos conceptos en este caso los números naturales –. Traducida esta propuesta al determinismo tecnológico representacional, sostendremos que el alfabeto facilita o acelera la construcción de ciertos conceptos inconmensurables con los recursos representacionales innatos.

 

Es importante destacar que el hecho de que aboguemos por una versión débil de la mediología de McLuhan y del determinismo tecnológico representacional que se desprende de su traducción al lenguaje de la hipótesis de los Sistemas Centrales de Conocimiento no significa que defendamos una versión simplista o empobrecida de la teoría, ya que el principal rasgo distintivo de esta versión es que conlleva un mayor grado de dificultad para ser refutada.

 

Sistemas centrales: ¿Estructuras de la experiencia?

 

Entre las diferentes teorías representacionalistas de la mente, algunas de ellas distinguen las representaciones por el tipo de procesamiento que involucran. Por ejemplo, la teoría modular de Jerry Fodor[4] distingue aquellas representaciones procesadas por analizadores de entrada modulares de aquellas procesadas por procesos centrales. Bajo esta perspectiva, los primeros procesos entregan representaciones perceptivas y los segundos representaciones conceptuales.[5] Otras teorías representacionalistas de la mente distinguen a las representaciones por el vínculo causal que tienen con su referente. Por ejemplo, se ha defendido que las representaciones perceptivas están conectadas con las entidades del mundo que representan gracias a la información recibida por los órganos sensoriales; mientras que las representaciones conceptuales necesitan procesos inferenciales o sociales para estar causalmente conectada con las representaciones a las que se refieren.[6] En años recientes, desde la psicología del desarrollo se ha propuesto una teoría representacional de la mente distinta. Desde hace cuarenta años un cuerpo considerable de experimentos sugiere que contamos con recursos representacionales innatos “intermedios” a los que se les ha denominado Sistemas Centrales de Conocimiento o Sistemas Centrales Cognitivos (Core Knowledge Systems, o Core Cognitive Systems, utilizaremos la nomenclatura CKS de aquí en adelante). [7] Nosotros seguiremos está vertiente de las teorías representacionalistas de la mente.

 

Los CKS son parte de la solución al problema de la complejidad computacional de la cognición y de la explicación del origen de los conceptos. Partiendo de una teoría computacional de la mente, podemos pensar al problema de la complejidad computacional como un problema de subdeterminación, donde un estímulo puede ser procesado de múltiples y distintas maneras de modo consistente con los datos que proporciona. Si esto es el caso, ¿por qué los humanos y otros animales solemos procesar diversos estímulos de manera semejante? Desde las teorías representacionalistas el problema consiste en dar una explicación de por qué solemos representar consistente y espontáneamente los datos de la misma manera si una infinidad de otras representaciones, i.e., de símbolos mentales, es coherente con los mismos. La propuesta de la hipótesis de los Sistemas Centrales de Conocimiento son las representaciones de medio nivel, pues en virtud de ellas se descarta una infinidad de cómputos consistentes con los datos que ofrece el estímulo.

 

Por ejemplo, la “complementación amodal” es un fenómeno presente en infantes con muy poca experiencia de vida, e incluso animales, que es parte de uno de los Sistemas Centrales de Conocimiento. La complementación amodal se refiere a la representación de objetos que se encuentran parcialmente ocultos y que no son percibidos directamente a través de los sentidos.[8] Los estudios sugieren que los bebés asumen que detrás de un objeto parcialmente oculto, no hay un espacio que divida el objeto en dos partes separadas. En otras palabras, la evidencia apunta a que los bebés representan mentalmente aquellas partes del objeto que no están directamente estimuladas sensorialmente y que se comportan con los objetos como si percibieran sus partes obstruidas. Este fenómeno les permite ”ahorrarse” el procesamiento y el tiempo que involucraría representarlo también como si el estímulo estuviera dividido.

 

  1. ¿Qué representan los CKS?

Además de apelar a los mecanismos perceptivos innatos, la hipótesis de los CKS postula primitivos representacionales que guían nuestro razonamiento, inferencias y construcción de conceptos[9] sobre el entorno.[10] Particularmente se postula seis Sistemas de Conocimiento distintos que guían nuestras representaciones sobre dominios específicos diferentes: un sistema central de objetos, otro de agentes, otro sobre el espacio en el que nos movemos, otro para magnitudes, otro para representar formas, i.e. la longitud y ángulo de los estímulos, y otro para representar las interacciones sociales.[11] Por ejemplo, mientras el sistema de agentes se aplica para representar las acciones de las personas y animales, el sistema de objetos se aplica para representar el comportamiento de los objetos físicos.[12] Ambos sistemas le permiten al usuario solucionar el problema de la complejidad computacional en el sentido de que le proporcionan información sobre el comportamiento del estímulo de acuerdo a como se le represente. Si el estímulo es representado como un agente, entonces el usuario no se sorprenderá cuando este se mueva por sí solo. Pero si es representado como un objeto, sólo esperará que se mueva cuando tiene contacto con otro.

 

  1. CKS: ni perceptuales ni conceptuales

La hipótesis de los CKS es atractiva y controvertida en parte debido a su postulación de representaciones de nivel medio. La idea principal de esta afirmación es que estas representaciones comparten algunas de las propiedades de las representaciones conceptuales y otras de las representaciones perceptivas. La hipótesis de los CKS afirma que cada uno de esos seis sistemas comparte con los sistemas perceptivos la característica de ser recursos representacionales innatos, filogenéticamente antiguos, así como la de proporcionarnos contenidos no proposicionales para representar el aquí y el ahora. Además, lo mismo que los sistemas perceptivos, los CKS también operan a lo largo de la vida. Sin embargo, a pesar de compartir con los sistemas perceptivos estas características, los CKS se diferencian de la percepción porque, aunque los mecanismos perceptivos los apoyan entregándoles insumos, los CKS tienen contenido conceptualmente “rico”. Esto quiere decir que, contrastando con las representaciones perceptivas, la hipótesis propone que las representaciones entregadas por los CKS no pueden reducirse a primitivos sensomotores, ni expresarse a en vocabulario espaciotemporal.[13] Además, se afirma que las representaciones de los CKS también son ”integradas”, es decir, que son accesibles a la conciencia y dirigen la acción voluntaria, así como que sus representaciones interactúan en procesos inferenciales centrales.[14]

 

Dado que los mecanismos con los que se construyen las representaciones de los CKS se sitúan entre el procesamiento perceptivo de bajo nivel y el que adjudica categorías, se les llama mecanismos de nivel medio, y puede caracterizarse a sus representaciones también como de nivel medio. Por ejemplo, mientras las percepciones pueden entregarnos representaciones concretas sobre cualquier estímulo como su color, su contorno o su textura, los CKS nos entregan representaciones abstractas, pero sobre un dominio específico, nos “dicen” si el estímulo es un objeto, o bien un agente, o nos dicen cuál es su magnitud.[15]

 

Al proponer un mecanismo representacional innato de medio nivel, la hipótesis de CKS cuestiona la suposición compartida entre las teorías filosóficas empíricas que el estado inicial humano únicamente está limitado por primitivos perceptivos o sensomotores.[16] Esto no significa que se proponga que necesariamente estos mecanismos funcionen desde su primer encuentro con el estímulo, sino que pueden surgir espontáneamente en el desarrollo del individuo. Por ejemplo, es difícil investigar si humanos recién nacidos representan un estímulo de acuerdo con el Sistema de Objetos, pero la misma investigación realizada con pollos recién salidos del cascarón lo sugiere.

 

Si estos mecanismos nos proporcionan ciertas organizaciones formales de los estímulos —en objetos o bien en agentes, por ejemplo— desde nuestro nacimiento y, a veces, desde el primer encuentro con los estímulos, entonces la hipótesis de CKS contrasta con las teorías empiristas de la construcción de conceptos tanto en la historia humana, como en el desarrollo de los individuos. En este sentido sería una hipótesis que, como señala Carey,[17] se opondría a propuestas tan diversas en la psicología como las de Piaget,[18] de la filosofía de tradición analítica como la de Quine;[19] y también vale la pena señalar que se opone a tesis de la filosofía continental como las Heidegger[20] o Foucault.[21]

 

  1. Características de CKS: estructurados, antiguos y limitados

De acuerdo con la hipótesis de los Sistemas Centrales de Conocimiento, cada uno de estos sistemas está estructurado por principios que sirven para individuar las entidades en su dominio y que a su vez están conformados por constreñimientos —i.e. condiciones de satisfacción de esos principios—. Tanto los constreñimientos como los principios se han abducido de distintos experimentos en culturas occidentalizadas y no occidentalizadas. Nótese que los dominios agrupan a contenidos mentales estructurados de acuerdo con una forma determinada, digamos objeto o agente, por ejemplo, y con ello se aproximan a la idea filosofía trascendentalista de “las formas de la experiencia” o de las “estructuras de la subjetividad”.

 

—Los experimentos sugieren que tales representaciones— “formas de la subjetividad” —no dependen del idioma ni la escolaridad de los individuos que las construyen.[22] Dado que los sistemas se han inducido de experimentos no sólo con adultos, sino con infantes sin experiencia visual (y algunos con animales), y con animales, la sugerencia es que son innatos, persistentes en el desarrollo humano y que (al menos algunos) tienen una historia evolutiva antigua.[23]

 

Otra característica importante de estos sistemas es que son muy limitados. Esto quiere decir que no interactúan con otros sistemas para representar las entidades que caen bajo su dominio y más bien compiten por la atención del usuario con otros sistemas. En el siguiente texto explicaremos y ejemplificaremos más detalladamente este límite al hablar de la representación de magnitudes, pero por ahora lo que queremos subrayar es que cuando un usuario utiliza uno de los seis sistemas —en ciertas condiciones—, deja de utilizar los demás. Por ejemplo, si el usuario representa a un estímulo como un agente, deja de representarlo como un objeto, lo que explicamos a continuación.

 

  1. Competencia entre sistemas

Consideremos el CKS de Objetos. Para simplificar la discusión abordemos sus principios sin especificar cada uno de los constreñimientos que los constituyen. Diferentes experimentos que investigan las bases de la individuación de objetos y la identidad numérica, utilizando distintos paradigmas, convergen en que los humanos (y algunos animales) esperan que los objetos se comporten satisfaciendo los principios de cohesión, continuidad, contacto y solidez.[24] Esto significa que se tiene la expectativa de que los objetos se mantengan conectados como un todo mientras se mueven, que se trasladen por caminos espacio temporalmente continuos, y que lo hagan juntos sólo si están conectados.[25] Además, se ha mostrado que cuando un estímulo no satisface alguno de estos principios se introduce una duda fugaz sobre si satisface el resto, sugiriendo que están interconectados en un sistema.[26]

 

Por su parte, el Sistema de Agentes representa estímulos que sólo satisfacen algunos principios del Sistema de Objetos. Un agente es un tipo especial de objeto, pues también se mueve en caminos espacial y temporalmente continuos y es sólido. También se mueve por contacto con otros objetos. Sin embargo, los agentes son estímulos a los que les atribuimos percepción y preferencias para poder explicar sus acciones.[27] Cuando representamos a agentes, ignoramos que estos violan constreñimientos del principio de contacto que gobiernan a los objetos, pues los agentes, en contraste con los objetos, tienen autopropulsión. Otra característica que los distingue de las representaciones de objetos es que los agentes actúan sobre objetos perceptivamente accesibles a ellos, y pueden provocar el movimiento de otros objetos a distancia, como cuando un agente llama a otro cuando y el otro responde. Por ejemplo, un animal huyendo de otro es representado como un agente porque se le percibe moviéndose sin que sea tocado por otro estímulo, y porque se detecta que el animal actúa por percibir a otro estímulo (el otro animal). Pero también se representaría del mismo modo a un estímulo que careciera de los atributos visuales característicos de los animales. Además, los agentes se mueven como si persiguieran un propósito y pretendieran conseguirlo de manera eficiente.[28] El Sistema de Agentes también funciona sobre cierta información perceptiva, pero puede ignorar otra que —prima facie— parece crucial para representar agentes, como si el estímulo tiene ojos o forma de animal o humano.[29]

 

Al menos en algunos contextos, lo que cuenta para decidir si la representación es de un agente no es este tipo de información perceptiva, sino si el objeto satisface los principios del Sistema de Agentes.[30] Por ejemplo, desde los estudios clásicos de Friz Heider y Marianne Simmel[31] diferentes experimentos indican que cuando los infantes y adultos perciben figuras geométricas con la capacidad de moverse por sí solas y en una aparente interacción social (e.g., persiguiéndose), las representan como agentes, aunque las figuras carezcan de rostros y solo sean sólidos monocromáticos.[32]

 

  1. La estructura de la experiencia

Al igual que con la representación de objetos o con la representación del dominio del resto de los CKS, la representación de agentes no depende de la educación, idioma, o sexo del infante, sino de si el estímulo satisface algunos principios cuando es percibido en el contexto de alguna tarea (esto no implica, como veremos en la sección 4 y en el texto que le sigue a este, que las representaciones no puedan ser “transcendidas”).[33] Dado que las representaciones de estos dominios son universales, innatas y persistentes en el desarrollo, y puesto que guían nuestros razonamientos y decisiones sobre esos dominios, podríamos decir, al menos en este sentido, que esas representaciones —lo mismo que las representaciones de un nivel superior, las cognitivas — estructuran nuestra experiencia. Los CKS son lo que —en un razonamiento semejante al kantiano— constriñen y posibilitan el modo en que experimentamos las entidades o acciones del modo en que lo hacemos.[34]  La hipótesis de los CKS —y tal es su pretensión— no es sólo una conjetura sobre las reacciones de infantes, animales o adultos ante ciertos estímulos o tareas; es una hipótesis sobre la estructura de la experiencia entendiendo por esta el modo, los patrones, en que pensamos, computamos y experimentamos el mundo.

 

Explicar cada uno de los CKS rebasa los límites propositivos de este texto, pero los CKS de objetos y agentes ejemplifican el tipo de representación “formal” que nos entregan. A continuación, con el objetivo de traducir entre sí la teoría mcluhaniana de medios y la de tesis de los Sistemas Centrales de Conocimiento, nos haremos ciertas concesiones respecto al uso de los términos y premisas de ambas. Presentaremos las dos teorías sin abordar los supuestos con los que operan. Uno de nuestros objetivos en el presente texto es establecer algunas relaciones entre ambas con el fin de sugerir cuáles podrían explorarse más profundamente.

 

El cambio conceptual

 

Cualquier teoría que sostenga que algunos recursos representacionales son innatos y universales enfrenta el problema de explicar por qué las culturas e individuos podemos tener y adquirir conceptos diferentes. En la filosofía de la ciencia y en la psicología del desarrollo han surgido diferentes propuestas al respecto. En ambas tradiciones se puede distinguir al menos dos tipos de hipótesis, las continuistas y las discontinuistas.

 

Para quienes defienden hipótesis continuistas, los nuevos conceptos son o construcciones sobre conceptos viejos o bien revisiones de estos. Por ejemplo, en el contexto de la filosofía de la ciencia, Popper[35] —al menos en una interpretación de su propuesta— dio una versión continuista del progreso de la ciencia. Para Popper el progreso científico es consecuencia de la búsqueda de consistencia de las teorías científicas con los fenómenos que pretenden explicar o predecir. De acuerdo con Popper cuando las teorías no logran describir con éxito el mundo o cuando sus predicciones no se cumplen, son desechadas y reemplazadas por otras. Aparentemente esta propuesta no “suena” continuista, pero, aunque Popper no define el progreso como el desarrollo de una sola teoría, su explicación podría considerarse continuista porque asume que las nuevas conjeturas e hipótesis que sustituyen a las que fueron desechadas comparten al menos parcialmente el dominio (el referente) y el lenguaje con ellas. Es decir, hay un vínculo fuerte —lenguaje y dominio— entre una teoría y otra.

 

En contraste, los discontinuistas defienden que las nuevas teorías o conceptos pueden ser ‘inconmensurables’ con las anteriores. Desde muy diferentes metodologías y marcos teóricos, Thomas Kuhn,[36] Michell Foucault,[37] Paul Feyerabend[38] y Philip Kitcher,[39] argumentaron que dos programas de investigación sucesivos podrían ser tan diferentes que ni siquiera serían traducibles entre sí.  En filosofía de las ciencias se les llama radicalmente inconmensurables a dos teorías que ‘no tienen primitivos en común, y ‘localmente inconmensurables’ a dos teorías que, aunque compartan algunos primitivos, su traducción resultaría ser problemática por no compartir el sentido de sus términos —aunque compartieran referencia—.[40]

 

En la psicología del desarrollo también han surgido diferentes propuestas que explican la adquisición de nuevos conceptos. Igual que en la historia y filosofía de la ciencia, las teorías continuistas defienden que todos los conceptos con los que contamos son derivables de recursos innatos, como los Sistemas Centrales. Lo que se argumenta es que los humanos estamos dotados innatamente con recursos cognitivos con los que podemos construir cualquier concepto. Dado que para esta perspectiva desde el nacimiento contamos con los recursos representacionales para pensar todo lo que nos es posible pensar, se defiende que cualquier forma de aprendizaje consiste en aceptar hipótesis previamente formuladas. Y puesto que no podemos tener hipótesis de algo que no podamos representar (i.e., pensar), entonces se concluye que cualquier aprendizaje implica la representación previa de lo que aprendemos.[41]

 

Los discontinuistas, por otro lado, sostienen que a veces construimos conceptos que trascienden a nuestros sistemas innatos, en el sentido no sólo de poder superar su poder representacional, sino de ser inconmensurables con ellos. Esta aseveración parece contradictoria pero el acento discontinuista consiste en resolver esta aparente contradicción. Veamos.

 

Determinismo tecnológico

 

De acuerdo con el Determinismo Tecnológico (DT, de aquí en adelante) el entorno tecnológico proporciona las condiciones de posibilidad de la experiencia. Por ‘condiciones de posibilidad de la experiencia’ se entiende la manera en que experimentamos la realidad, la estructura de nuestra experiencia fenoménica, es decir, los patrones de nuestras relaciones con los otros, con uno mismo, y con los objetos.[42] Aquí interpretaremos el DT como afirmando que el entorno tecnológico condiciona lo que en el primer apartado denominamos la estructura de la experiencia, aquello que guía nuestros razonamientos y valoraciones. Consideremos la teoría de medios de McLuhan para ilustrar el RT.

 

Para McLuhan las condiciones de uso del medio tecnológico imponen restricciones y condiciones tanto al comportamiento del usuario como a su experiencia.[43] Por ejemplo, de acuerdo con McLuhan, el alfabeto es la primera tecnología de ‘mecanización’ ya que tiene el patrón de la fragmentación de cualquier proceso y la colocación de los fragmentos en una serie – que es lo caracteriza a la escritura alfabética empezando por la segmentación del habla en letras palabras y oraciones –, lo que generaría una experiencia analítica, fragmentada, secuencial, continua y uniforme que alcanza su expresión máxima en tipografía alfabética y la línea industrial de montaje.[44] La tesis de que la alfabetización es un producto de la acción humana que influye en la cognición configurándola, estructurándola, no es exclusiva de McLuhan y los teóricos de la diferencia entre oralidad y la escritura a los que él hace referencia, como Walter Ong y Eric Havelock. Desde hace más de 40 años, la psicología conductual ha tratado de demostrar esta idea y, más recientemente, se han llevado a cabo estudios electrofisiológicos y de las imágenes estructurales para respaldarla. (Falk Huetting y Ramesh Mishra[45] ofrecen una revisión crítica de esta literatura.). McLuhan postula la existencia de formas o estructuras de la conciencia a las que tomadas en conjunto él llama la “psique” , y considera que son las estructuras o formas tecnológicas las que en el uso “habitual”[46] de los medios particulares generan el respectivo “condicionamiento psicológico”[47] o “entrenamiento”[48]  en patrones o “formas psíquicas”[49] que operan como “formas cognitivas”,[50] que difieren según el tipo o forma de tecnología. [51] Como defiende que las formas que constituyen la “psique” cambian con la tecnología, McLuhan tiene una teoría discontinuista de la formación de conceptos; podríamos decir que sostiene que lo que se puede pensar depende de la forma tecnológica, que nuestra estructura cognitiva es correlativa con la estructura tecnológica.

 

McLuhan distingue entre diferentes “épocas mediáticas” o entornos tecnológicos de la humanidad: el oral, el mecánico y el eléctrico.[52] Su tesis es DT porque, de acuerdo con él, cada entorno impone diferentes estructuras de la experiencia a quienes viven en él.  McLuhan da una amplia gama de ejemplos que dan la plausibilidad a esta tesis y es fácil que uno mismo construya ejemplos propios, correspondiendo a medios que McLuhan mismo no consideró y también a medios que no existían cuando él desarrolló su teoría, como las computadoras portátiles, el teléfono inteligente o las redes sociales.

 

El DT de McLuhan podría interpretarse de manera débil, moderada o fuerte. En su lectura débil, afirma que los medios tecnológicos aceleran la adquisición de cierto tipo de experiencia, o la enriquecen. En su versión moderada, argumenta que algunos entornos tecnológicos posibilitan ciertos tipos o estructuras de la experiencia que no podrían tener lugar sin ellos. En su versión fuerte, el DT sostiene que sólo los cambios de entornos tecnológicos podrían explicar el surgimiento de nuevos tipos o formas de la experiencia. La versión fuerte se distingue de la moderada en que no acepta que algún tipo de experiencia nueva podría tener lugar si no es debido a un cambio de entorno tecnológico. En esta sección queremos proponer que al menos la versión débil de DT podría ser consistentes con una hipótesis general y discontinuista de CKS. Defender una versión débil de DT implica defender una versión más resistente de la tesis, ya que la propuesta permanece intacta incluso si se descubre que algunas culturas o individuos pueden construir ciertos conceptos sin la presencia de la tecnología con la que se les relacionaría.

 

El cambio conceptual y determinismo tecnológico representacional

 

¿Cómo podría traducirse el DT débil al lenguaje de CKS? Si interpretamos el DT como afirmando que los entornos tecnológicos determinan la forma o estructura de lo que podemos pensar o experimentar, y que algunas de esas experiencias no son traducibles a otras experiencias que surgen en entornos tecnológicos diferentes, entonces en los términos de CKS querría decir que algunos entornos tecnológicos facilitan o aceleran la construcción de representaciones distintas a las construidas con nuestros recursos representacionales innatos, y/o a las representaciones construidas en entornos tecnológicos diferentes. En el siguiente texto ejemplificaremos esta aseveración y la explicaremos. En el presente texto abundaremos sobre la combinación de la hipótesis del DT con la hipótesis de los Sistemas Centrales de Conocimiento. Lo que sugerimos a continuación es que tal combinación da lugar a lo que llamamos Determinismo Tecnológico Representacional. Asumiendo la tesis de los Sistemas Centrales en una versión discontinuista, esto significa que las representaciones determinadas tecnológicamente no sólo serían enriquecimientos o revisiones de representaciones anteriores; más bien serían representaciones inconmensurables con algunas de las representaciones surgidas en otros entornos tecnológicos.

 

La combinación del DT con los CKS  en su versión discontinuista sugeriría el siguiente argumento sobre el cambio conceptual: si diferentes individuos y/o diferentes culturas tienen acceso a distintos entornos tecnológicos, y si —al menos algunos— entornos tecnológicos posibilitan y/o facilitan y/o aceleran la construcción de representaciones inconmensurables a las que entregan los recursos representacionales innatos y/o a las construcciones que posibilitaron otros entornos tecnológicos, entonces se sigue que distintos individuos y diferentes culturas con diferentes entornos tecnológicos pueden construir representaciones inconmensurables con las representaciones construidas con los recursos representacionales innatos o con los recursos posibilitados por otros entornos.

 

Es importante subrayar que dada la diferencia entre las versiones de DT fuerte, moderada o débil definidas en la sección anterior, este argumento no significa que necesariamente el cambio conceptual requiera un cambio tecnológico. Llamamos a esta hipótesis Determinismo Tecnológico Representacional (DTR) por considerar que el cambio determinado por los entornos tecnológicos se da en el nivel de las representaciones de los individuos, es decir, en sus símbolos mentales. Igual que con las distintas versiones de DT, es posible distinguir las versiones de DTR fuerte, moderada o débil para diferenciar si es indispensable el cambio tecnológico para provocar el cambio en todas y cada una de las construcciones de representaciones inconmensurables, o bien si sólo en algunas de ellas, o sí más bien facilitan o aceleran la construcción de nuevos conceptos inconmensurables a los anteriores que podrían o no construirse en otros entornos tecnológicos.

 

El argumento DTR no es trivial por cuatro razones. En primer lugar, i) se distingue de algunas versiones empíricas del desarrollo y constructivistas de la historia de la ciencia, pues reconoce que existen algunos recursos representacionales innatos, persistentes en el desarrollo y universales en las culturas que son conceptualmente más ricos que los mecanismos perceptivos —i.e., los CKS, que proporcionan la capacidad de representar objetos, agentes, interacciones sociales, espacios de navegación, etc. como teniendo características específicas. Pero también, ii) se distingue de las teorías cognitivas continuistas al afirmar que factores no constitutivos al individuo podrían posibilitar, facilitar o acelerar la construcción de conceptos inconmensurables con los recursos representacionales innatos. En tercer lugar, iii) el DTR es diferente de las hipótesis discontinuistas de los Sistemas Centrales al acentuar que los entornos tecnológicos deben considerarse en una explicación sobre cómo logramos trascender las representaciones de nuestro repertorio conceptual innato —independientemente de si defiende que la influencia tecnológica es indispensable o si sólo facilita/acelera su construcción. Finalmente, iv) DTR es diferente a DT por explicar la influencia del entorno tecnológico en las representaciones del individuo y en cómo puede facilitar o posibilitar la construcción de conceptos considerando los recursos representacionales innatos de medio nivel. En otras palabras, cambiamos la idea de la “psique” de McLuhan o de la “subjetividad”, en la versión kantiana o husserliana, al concepto de “representación”, ampliamente utilizado en la ciencia cognitiva y la psicología del desarrollo. Debe notarse que no se trata de un mero cambio de palabras porque en la teoría representacional de la mente existe un amplio cuerpo de experimentos basados en el concepto de representación, lo que no existe ni en la tradición kantiano husserliana ni en la mcluhaniana, que es lo que abordaremos ya en el texto siguiente.

 

Bajo la perspectiva del DTR, los cambios históricos que no involucren cambios tecnológicos y/o la búsqueda de consistencia entre las teorías con la evidencia empírica podría explicar la construcción de ciertos conceptos, pero no serían suficientes para provocar la construcción de conceptos inconmensurables con los entregados por nuestros primitivos innatos.

 

En este texto, intentamos traducir la teoría del Determinismo Tecnológico de McLuhan al lenguaje de la hipótesis de los Sistemas Centrales de Conocimiento. Como resultado, desarrollamos una nueva versión de esta teoría que denominamos Determinismo Tecnológico Representacional. Esta nueva versión de determinismo tecnológico también se presenta en tres niveles: fuerte, moderado y débil. Nuestra propuesta avanza en la exploración filosófica de las relaciones entre la tecnología y su influencia en la configuración de la subjetividad, debido a que la planteamos en términos que son susceptibles de analizarse conceptualmente por las ciencias cognitivas, y porque es susceptible a evaluarse cuantitativamente y compararse con otras teorías mediante distintos diseños experimentales. Además, consideramos que nuestra propuesta contribuye a las teorías representacionalistas de la mente al incorporar una variable que no se ha considerado usualmente en esa tradición: el papel de la tecnología o el entorno tecnológico como insumo para construir representaciones.

 

Hasta este punto, la afirmación del Determinismo Tecnológico Representacional (DTR) sigue siendo bastante general. Aceptar que la tecnología puede proporcionar el soporte necesario para acelerar la construcción de conceptos o incluso para crear nuevos conceptos que no son comparables con los anteriores, no explica por sí solo cómo se produce el cambio conceptual. Por otro lado, diferentes teorías discontinuistas de los Sistemas Centrales de Conocimiento describen los tipos de mecanismos y procesos de aprendizaje que subyacen en casos específicos de cambio conceptual. En este sentido, el desafío para el DTR consistiría en integrarse en alguna de estas explicaciones o bien ofrecer una explicación alternativa. En el próximo texto, abordaremos la primera posibilidad explorando la construcción del concepto de número natural.

 

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  15. Kuhn, Thomas S. The Structure of Scientific Revolutions. Chicago: University of Chicago Press, 1962.
  16. Luo, Yuo, & Johnson, Susan, “Recognizing the role of perception in action at 6 months”, Developmental Science, 11(1), 2008, 142-149.
  17. McLuhan, Marshall, The Gutenberg Galaxy: The Making of Typographic Man. Toronto: University of Toronto Press, 1962.
  18. McLuhan, Marshall, Understanding Media: The Extensions of Man, The MIT Press, Cambridge, 1964/1994
  19. Nanay, Bence, “The importance of amodal completion in everyday perception”, i-Perception, 9(4), 1-16. 2018, doi: 10.1177/2041669518793747
  20. Oberheim, Eric, & Hoyningen-Huene, Paul, “The incommensurability of scientific theories”, en Edward N. Zalta (Ed.), The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Fall 2018 Edition). Retrieved from https://plato.stanford.edu/archives/fall2018/entries/incommensurability/
  21. Piaget, Jean, “The development of object concept,” en Jean Piaget & Margaret Cook (Trans.), The Construction of Reality in the Child, New York: Basic Books. Pp. 3-96.
  22. Pitt, David, “Mental Representation”, The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Fall 2022 Edition), Edward N. Zalta & Uri Nodelman (eds.), URL <https://plato.stanford.edu/archives/fall2022/entries/mental-representation/>.
  23. Popper, Karl, “La ciencia: conjeturas y refutaciones” en Karl Popper, Conjeturas y refutaciones (pp. 3-50). Buenos Aires: Paidós. 1983.
  24. Quine, W. V. O. “Natural kinds”. In S. P. Schwartz (Ed.), Naming, Necessity and Natural Kinds . Ithaca, NY: Cornell University Press, Pp. 89-108, 1977.
  25. Spelke, Elizabeth S, “Core knowledge” The American Psychologist, 55, 1233-1243. 2000.
  26. Spelke, Elizabeth S, “What makes us smart? Core knowledge and natural language” , en Dedre Gentner & Susan Goldin-Meadow (Eds.), Language in Mind: Advances in the Study of Language and Thought (pp. 277-311). Cambridge: MIT Press. 2003.
  27. Spelke, Elizabeth S. “Core Knowledge, Language, and Number.” Language Learning and Development 13, no. 2, 2017, 147-170. doi: 10.1080/15475441.2016.1263572..
  28. Woodward, Amada, “Infants selectively encode the goal object of an actor’s reach” . Cognition, 69 (1998) 1-34.

Notas

[1] Véase, David Pitt “Mental Representation”, ed. cit., p. 1.
[2] Véase Marshall McLuhan sobre la “transformación psíquica de la vida interior” en Understanding Media, p. 300.
[3] Véase McLuhan, Ibidem, capítulos 8 y 9, sobre el habla y la palabra escrita, respectivamente. A efecto de ilustrar la diferencia digamos aquí que los dialectos chinos son todos lenguajes puramente orales, a pesar de la escritura china común ya que esta no tiene absolutamente ninguna relación con ellos, como ocurre entre el conjunto de símbolos internacionales que indican aeropuertos, trenes, estacionamientos, sanitarios para hombres o mujeres, primeros auxilios, etc., sin relación alguna con ningún lenguaje de los viajeros. Por el contrario, la palabra escrita (es decir, alfabética) es justamente la palabra oral. El símbolo internacional para avión no tiene nada que ver con la palabra avión, pero la grafía avión es exactamente la escritura de la voz avión.
[4] Jerry Fodor, The Modularity of Mind. ed. cit.
[5] Véase, Susan Carey,  Origins of Concepts, ed. cit., p. 9
[6] Idem.
[7] Véase, Susan Carey, Ibidem, p. 10. y Spelke “Core Knowledge”, ed. cit., p. 1233.
[8] Véase, Bence Nanay, “The importance of amodal completion in everyday perception”, ed. cit., pp. 1, 5.
[9] Véase, Susan Carey, Origins of Concepts, ed. cit., p. 7.
[10] La hipótesis de CKS es empírica y, por lo tanto, derrotable. Apela a experimentos de la psicología del desarrollo, la psicología cognitiva y de la psicología de la percepción. Además, se les ha investigado desde una perspectiva comparativa y neural con la cognición animal. La hipótesis de CKS es muy controvertida por no aceptar la caracterización empirista del estado inicial, pero incluso aceptando los Sistemas Centrales de Conocimiento hay controversia sobre su caracterización, mecanismos y dominios.
[11] En el desarrollo de la hipótesis se han ido postulando más. No hay consenso sobre cuáles y a veces, Elizabeth Spelke y Susan Carey, sus principales expositoras, los llaman de modo distinto.  Pero de acuerdo con su función y dominio puede decirse que hay consenso sobre los mencionados.
[12] Véase, Susan Carey y Elizabeth Spelke,Science and Core Knowledge”, ed. cit., p. 517.
[13] Véase, Susan Carey, Origins of Concepts, ed. cit., p. 186.
[14] Ibidem. p. 67.
[15] Véase Spelke, “Core Knowledge”, Op. cit. pp. 1233, 1240.
[16] Susan Carey, Op. cit., p. 67.
[17]  Ibidem, p. 6
[18] Jean Piaget, “The develpment of object concept”, ed. cit.
[19] Véase, Willard Van Orman Quine, Natural kinds, ed. cit.
[20] Véase, Martin Heidegger “Die Zeit des Welbildes” ed. cit.
[21] Michel Foucault, Las Palabras y las Cosas, ed. cit.
[22] Véase Julián Jara-Ettinger y Steven Piantodosi, “Verbal Counting and the Timing of Number Acquisition in an Indigenous Amazonian Group.” ed. cit. p. 2.
[23] Susan Carey, Op. cit., p. 68.
[24] Véase recuentos en Susan Carey, Op. cit., pp. 67-117. Eric Cheries, “Cohesion as a Constraint on Object Persistence in Infancy, ed. cit., p. 427-428. Elizabeth Spelke ”Core Knowledge”, Op. cit., pp. 1233-1235.
[25] Nuevamente, el lector familiarizado con la teoría kantiana en La crítica de la razón pura reconocerá aquí alguna relación con las formas puras de la sensibilidad, de Kant, las cuales también son estructuras o formas de la subjetividad.
[26] Véase Erick Cheries, Op. cit., p. 430.
[27] Véase, por ejemplo, Yuyan Lou y Susan Johnson, “Recognizing the role of perception in action at 6 months” ed. cit.
[28] Véase, György Gergerly, “Taking the Intentional Stance at 12 Months of Age,” ed. cit, y Amanda Woodward, ”Infants selectively encode the goal object of an actor’s reach” ed. cit. Este asunto es central porque en la tradicion de la filosofía de la subjetividad en su versión transcendental, por ejemplo, Husserl considera “formas de la conciencia” que atribuyen intencionalidad a “animales” o bien a “humanos”. Se trataría des “formas de la experiencia” que están más allá – o más acá, si se prefiere – de que los “contenidos de la conciencia” (de la “experiencia”) correspondientes, tenga ojos o cara.
[29] Véase, Susan Carey, Op. cit., p. 183.
[30] En términos kantiano husserlianos, las “formas de la experiencia”, “de la subjetividad” o “de la conciencia” correspondientes. Nótese cómo estamos subrayando momentos centrales de la traducción de los conceptos de la filosofía transcendental de la subjetividad a una de las vertientes de la teoría empírica representacionalista de la mente.
[31] Véase, Heider Fritz y Marianne Simmel “An Experimental Study of Apparent Behavior”, ed. cit.
[32] También puede defenderse que los humanos contamos con dos sistemas que nos ayudan a detectar agentes en caso de ambigüedad, uno perceptivo, y otro de los CKS. Dado que la detección de agentes es muy importante para los animales que la poseemos, la evolución posiblemente construyó dos sistemas redundantes. Véase, Susan Carey, Op. cit., pp. 170-172, 187.
[33] Cuando un estímulo satisface los constreñimientos de dos o más sistemas, el que sea representado como satisfaciendo uno en vez de otro depende de la tarea que el infante deba realizar utilizando la información del estímulo.
[34] Véase, Alberto Carrillo, “McLuhan y las estructuras de la experiencia el caso del alfabeto y el espacio euclidiano”, ed. cit., p. 29.
[35]  Véase, Karl Popper, “La ciencia: conjeturas y refutaciones” en Conjeturas y Refutaciones, ed. cit.
[36]  Véase, The Structure of Scientific Revolutions, ed. cit.
[37]  Véase,  Michel Foucault, Las Palabras y las cosas. ed. cit.
[38]  Véase, Paul Feyerabend, “Explanation, reduction, empiricism”, ed. cit.
[39]  Véase “Implications of Incommensurability”, ed. cit.
[40]  Susan Carey ofrece un resumen de la discusión sobre inconmensurabilidad local en Op. cit. pp. 367-371.
[41]  Véase Elizabeth Spelke, ”What make us smart?”, Op. cit. p. 306
[42]  Cfr. Alberto Carrillo op., cit., p. 28; y Marshall McLuhan The Gutenberg Galaxy, ed., cit., p. 267, y Marshall McLuhan, Understanding Media, ed., cit., p. 7.
[43] Véase, Alberto Carrillo, Op. cit., p. 24.
[44]  Ibidem. pp. 17, 36.
[45] Véase, Falk Huettig  & Ramesh Mishra, R. K,” How literacy acquisition affects the illiterate mind” ed. cit.
[46] Véase, Understanding Media. Op. cit., p. 137.
[47] Ibidem. p. 136.
[48] Ibidem. pp. 137, 230.
[49] Ibidem. p. 85
[50] Idem.
[51] Aquí no podemos abordar la rica y compleja ilustración de esta que es la tesis central del texto Understanding Media pero podemos señalar que según McLuhan sin la uniformidad, homogeneidad y repetitividad de toda tecnología mecánica, empezando por el alfabeto, seríamos incapaces de hablar en prosa, de manera “unitónica” y seguiríamos empleando todos los recursos “dramáticos” del habla puramente oral. Véase Understanding Media, p. 178, 206 y 77-8. El mismo condicionamiento psicológico en la uniformidad y la continuidad sería lo que llevó al tiempo lineal y al espacio euclidiano, que son totalmente distintos del tiempo cíclico y del espacio irregular y discontinuo míticos.
[52] Idem.