Esbozos para una Fenomenología del cuerpo en Edmund Husserl

Denis Sarazhin, Wind, 2014.

Resumen

La conceptualización del cuerpo se encuentra presente en las ciencias naturales, sociales y humanas. Abordar tal tema implica una diversa gama de teorías que se bifurcan según sea la finalidad del uso del concepto, sea comprendido desde su anatomía u origen de expresión artística. El objetivo del presente trabajo es exponer de manera sucinta y clara los puntos clave del concepto del cuerpo en la tradición occidental de la Filosofía que apuntan a un estudio de la fenomenología del cuerpo como propuesta a la conceptualización general del cuerpo para las disciplinas involucradas que hacen uso del mismo y ofrecer un sustento para la comprensión de este.

Palabras clave: cuerpo, fenomenología, mundo-de-vida, cuerpo físico, cuerpo vivo, percepción.

 

Abstract

The conceptualization of the body is present in the natural, social, and human sciences. Addressing such a subject implies a diverse range of theories that branch off depending on the purpose of the use of the concept, whether it is understood from its anatomy or origin of artistic expression. The objective of the present work is to expose in a succinct and clear way the key points of the concept of the body in the western tradition of Philosophy that point to a study of the phenomenology of the body as a proposal for the general conceptualization of the body for the disciplines. involved that make use of it and offer support for its understanding.

Keywords: Body, Phenomenology, lebenswelt, physical body, living body, perception.

 

 

El presente trabajo se encuentra dividido en dos partes; la primera es un recorrido histórico breve de algunas propuestas del concepto del cuerpo que apoyarán a dar énfasis a la entrada de la fenomenología husserliana a desglosar el concepto. La segunda es el desarrollo del concepto desde la fenomenología de Husserl. Se ha dado énfasis a remitirnos a este autor porque es con él que se esboza el cuerpo como concepto fundamental en la fenomenología y que más tarde, puntualmente en la fenomenología francesa se encargarán de pulir, no obstante, para fines del escrito no abordaremos este punto aquí.

 

Breve recorrido histórico del concepto de cuerpo en la tradición filosófica occidental

 

Antigua Grecia

 

En la antigua Grecia el somatikós, que deriva de soma, se comprendía como el cuerpo en relación con los órganos y elementos separados como las extremidades que lo conforman.[1] Esto sugería que el soma era lo contrario al alma y únicamente dirigido a las propiedades fisiológicas, apuntando a una construcción biológica, es decir, a términos orgánicos y su posibilidad de cadáver. La consolidación de la Polis, llevó consigo una nueva concepción del cuerpo, aquellos fuertes y estéticamente proporcionados según el canon de Policleto eran dignificados donde se gestaban almas heroicas.[2] Con Sócrates —Platón se cimienta la relación del alma con la vida de cada ser humano, es decir, el alma comienza a ser un principio que define al ser humano, pues no bastaban los cuerpos bellos físicamente sino también aquellos en los que radicaba el virtuosismo, la ἀρετή, según Aristóteles, que no es otra cosa que el aspecto fundamental de la virtud para alcanzar la excelencia, acompañada de las facultades de sentir, de vivir o actuar según a la prudencia y mesura, es decir, la frónesis, Φρόνησις.[3],[4] Estas aportaciones encontradas en La República de Platón, La Política de Anima y Ética a Nicómaco de Aristóteles, apuntan en primera instancia a una formación del buen ciudadano. No obstante, las consideraciones de lo bueno en cuánto a acciones y actitudes, configuran aspectos que ya no son propios de lo que se consideraba somático, sino a la edificación exterior e interior de lo humano.

 

En Platón, el alma preexiste al cuerpo y esto permite la reminiscencia en consecuencia, afirma una inmortalidad del alma[5] otorgándole tres virtudes; templanza, fortaleza y sabiduría. Por ello, la antropología platónica dualista sugiere que el humano es su alma y está a su vez se consolida de forma tripartita: 1) el alma racional propia de la razón y encontrada en la cabeza, 2) el alma irascible propia de la voluntad y encontrada en el corazón, y finalmente, 3) el alma concupiscible[6], propia del deseo y las pasiones encontrada en el hígado.[7]  Aristóteles por su parte en principio se inclinó por este dualismo antropológico platónico, no obstante dará cuenta de la constitución de los organismos mediante la teoría del hilemorfismo, materia y forma para la entidad de todo ser material.[8] De esta manera recurre a la terminología de cuerpo — alma, de esta manera “[…] la forma sustancial de un organismo es la psique o alma, el cuerpo es la materia vida e informada por la psique”.[9] Es decir, Aristóteles concibe al ser humano como materia y forma, siendo el cuerpo su materia y el alma su forma.[10]

 

Edad Premoderna 

 

La Edad premoderna o Edad Media, término acuñado en el siglo XV por Flavio Biondo para referirse a “tiempos medios” y que se usaría para desacreditar a esta época durante siglos posteriores[11] por el aparente estancamiento del conocimiento al dirigirse en su mayoría a ideas y creencias religiosas en consecuencia, las investigaciones filosóficas estaban implicadas casi en su totalidad del elemento religioso. Hablar del cuerpo en este periodo histórico era complicado para los intelectuales, el cuerpo como el abominable vestido del alma según el papa Gregorio Magno[12] incentivó la limitación de la conceptualización de este. Durante la Edad premoderna la noción de ser humano racional se compone de una dualidad constituida de un cuerpo material, creado y mortal y de un alma inmaterial e inmortal. Ambos (cuerpo y alma) no pueden ser separados pues a su vez construyen el exterior (cuerpo) y el interior (alma) del ser humano racional. El discurso cristiano sobre el cuerpo inerva un doble movimiento entre el ennoblecimiento y el desprecio del cuerpo, pues la creencia de la prevalencia del alma apuntaba con mayor afinidad a las teorías teológicas.[13]

 

No obstante, con las traducciones de Platón y Aristóteles principalmente, se estructuró la idea del cuerpo en relación con el cristianismo. La visión del cuerpo que no fijo las bases únicamente en una corriente del dogma cristiano, la desarrolló con mayor afinidad Santo Tomás, pues profundizando el pensamiento de Aristóteles relacionó la razón con el cristianismo. Sobre esto dirá siguiendo la Metafísica de Aristóteles que, “así como a la razón de hombre pertenece el tener alma y cuerpo, así también el concepto de hombre pertenece el tener esta alma y este cuerpo”[14] Esta racionalidad será la diferencias especifica en la definición de animal racional haciendo énfasis en la diferencia del cuerpo animal y el cuerpo del animal humano. Siendo este último dotado de subjetividad y no de instintos que puede aspirar a crear mundo, fuera de las limitaciones de lo que conocemos como hábitat, sino un mundo cultural.[15]

 

El papel del cuerpo femenino se encontraba por debajo de la importancia que se le daba al hablar del cuerpo masculino, el aspecto corporal de la mujer implicaba connotaciones hasta demoniacas en la sociedad en parte por las Confesiones de San Agustín que remitía la separación de la razón y el espíritu adjudicado al hombre y el cuerpo y carne adjudicado a la mujer.[16] No obstante, el cuerpo en San Agustín no figura como materialidad despreciable, afirma que el hombre consta de cuerpo y alma. Ambos al cuidado del hombre, el cuerpo por el alimento y consideraciones externas y el alma alimentada por los pensamientos y sus teorías.[17]

Santo Tomás apartándose de estos señalamientos, refuta el argumento de los dos niveles expuestos por San Agustín. Para Aquino el alma y el cuerpo, así como el hombre, al igual que la mujer fueron creados al mismo tiempo, de tal manera que ambos mantienen una igualdad y en consecuencia ambos casos la sede del alma divina.[18]

 

Edad Moderna y Renacimiento

 

La caída del imperio Bizantino en el siglo XV marcó históricamente el fin de la época premoderna, la toma de Constantinopla o la llegada a América marcaron un nuevo rumbo de la era intelectual, social y cultural.  El Renacimiento enfocado a un movimiento cultural que surge en la Edad Moderna en Italia marcó significativamente el salto del Medioevo a la modernidad, apuntando a la razón como nuevo centro de la humanidad. En consecuencia, la reivindicación al cuerpo fue casi evidente en materia social, política y artística principalmente. Las aportaciones de Giordano Bruno versan en una visión nueva del pensamiento científico que se tenía hasta entonces, particularmente las ideas del Universo y la constitución del ser humano. Sobre esta ultima el seguidor de Santo Domingo apunta a una tripartición del ser humano a saber; 1) el pensamiento como la parte superior del ser humano e indicio de la divinidad que existe en él, 2) el alma como elemento individualizado del ser humano y la que une al pensamiento y al cuerpo, y 3) el cuerpo formado por la materia. El alma según Giordano está en el pensamiento o intelecto, el cuerpo sólo es un instrumento.[19] Estas aseveraciones modificaron la visión del cuerpo y la constitución del ser humano sustentada en el intelecto, desplazando la visión teocéntrica.

 

Los ecos de la filosofía de Giordano Bruno están presentes en las primeras nociones del cuerpo que apunta Descartes. Aunque no es fiel seguidor del napolitano, toma la relación que ya se apuntaba desde la antigüedad sobre el cuerpo y el arma. Los señalamientos de Descartes al cuerpo parecían contrarios a su dualismo, pues en principio, le adjudicó al cuerpo un valor mecanicista cuyo funcionamiento parten no del alma, sino de los estímulos exteriores.[20] Esta idea del cuerpo fue aceptada principalmente en el ámbito médico y biológico, aunque la finalidad no era la teoría médica la aceptación radica en la especificación que hace Descartes de los sentidos, afirmando que estos nos engañan, aunque hay cosas de las cuáles razonablemente no pueden ponerse en duda por ejemplo que estoy sentada en mi silla, escribiendo estás líneas con una taza de café.[21]

 

La forma que encontró Descartes de afinar lo que recibimos externamente por los sentidos sin que el engaño sea constante fue transformarlos en una cosa, es decir, adjudicando un lugar específico de encuentro donde la vista ve, el oído, oye, el tacto toca, etc. Este lugar se lo otorgó a la glándula pineal para constatar la sede de unión del cuerpo y el alma.[22] El dualismo cartesiano fundado principalmente en el método científico se deja entrever con mayor agudeza en tres obras fundamentales del autor; Las reglas para la dirección del espíritu, El tratado del hombre y finalmente se consolida en Las meditaciones metafísicas. En esta, expone la existencia de tres sustancias y el asentimiento del dualismo mente – cuerpo.[23] Las tres sustancias figuran importantes en el desarrollo de la constitución del ser humano y la participación del cuerpo en el mismo, las tres sustancias serán; 1) la res cogitans o cosa pensante, como sustancia inmaterial,[24] 2) la res extensa relacionada con el cuerpo,[25] y 3) la sustancia infinita y necesaria la cual le adjudica a Dios.[26]

 

En consecuencia, el postulado de Descartes separaba la conciencia del cuerpo y esto dio pauta a las teorías que se oponían a estas sentencias, dando paso a los empiristas ingleses encabezados por David Hume, John Locke y Berkeley. Afirmando el cuerpo que siente y es necesario tal sentir para la ejecución del conocer, así para los empiristas, las cosas materiales sólo tendrán sentido si se perciben por un ser cognoscente, con esto se sostiene la idea del conocimiento sensible, consecuencia de la experiencia y la sensibilidad corporal.[27] En contraposición a las ideas cartesianas, el dualismo psicofísico de Leibniz apuntaría a que la mente y el cuerpo son diferentes de la misma sustancia y no existe tal dualismo[28], dado que los fenómenos mentales corresponden a hechos mentales y los físicos a los físicos, es decir, funcionan de manera independiente.[29] Esto implica que según el paralelismo psicofísico para cada hecho o fenómeno mental hay siempre uno físico, pero no ocurre de la misma manera a la inversa, es decir, no para todo hecho físico habrá un correlato mental. Tampoco uno es causa de otro, sino que hay una correlación entre ambos.[30]

 

El problema de mente —cuerpo, fue tema de discusión en los intelectuales con el propósito de esclarecer y dar solución a la cuestión. El intento kantiano de resolver la problemática replanteaba lo esencial en el pensamiento cartesiano sobre la conciencia y la experiencia como aspectos básicos de la constitución del ser humano, aunque deja de lado que el cogito cartesiano no suministra conocimiento alguno, pero sí funge como condición de posibilidad de toda experiencia.[31] De tal manera las intuiciones sensibles del cuerpo ofrecen un aporte para el conocimiento fenoménico según el cuerpo en la filosofía de Kant.[32]

 

Época Contemporánea

 

Paul Ricoeur llamó “maestros de la sospecha” a Marx, Nietzsche y Freud para referirse a las sospechas teóricas en el terreno antropológico pues desarrollan una crítica del sujeto que era entendida en el pensamiento anterior a estos autores, puntualmente que surgen con el cogito cartesiano.[33] Cuestionan los fundamentos de la tradición occidental, específicamente aquellos de la modernidad filosófica e interceden por reconocer que el sujeto es la consecuencia de acontecimientos que lo rebasan como ser individual y no de un sujeto fundador o constituyente de sí mismo, en consecuencia el ser humano deja de ser el núcleo del pensamiento, la conciencia pierde su condición superior y el antropocentrismo se ve disuelto para comenzar una reestructuración de la idea del ser humano racional.[34]  Esta idea trajo consigo un problema nuevo, el de la conciencia[35], tal incógnita apunta a una contraposición en el campo fenomenológico. Disciplina que también se encarga de dar una postura frente a la noción de cuerpo desde una postura en relación con la conciencia para la constitución del mundo que se habita.[36] “La corriente fenomenológica introduce tres principios para la constitución de la actual antropología filosófica, a saber; 1) la superación de la idea sustancialista de la realidad del cuerpo, que domina en el dualismo clásico y moderno 2) la afirmación de la conciencia corporal como subjetividad autentica y su papel esencial en la estructura del mundo humano, y 3) la posibilidad de una comprensión ontológica del ser del hombre por su condición encarnada”.[37]

 

Propuesta fenomenológica del cuerpo

 

El problema del ser humano (o del hombre)

 

Los antecedentes sobre el cuerpo expuestos hasta ahora ofrecen un camino breve pero certero para conocer el supuesto fenomenológico del cuerpo y brindar una solución al problema del ser del hombre o del ser humano unida a una reflexión ontológica – antropológica que inaugura la fenomenología Husserliana. El breve recorrido devela una interrogante sobre el problema del cuerpo desde varias interpretaciones de este, apuntando principalmente la visión espiritualista por un lado y la materialista por otro. La espiritualista siendo dualista, define al ser humano como un compuesto de cuerpo y alma.[38] Por otro lado, la materialista siendo monista, precisa al ser humano como un organismo biológico.[39] La fenomenología toma partido sin seguir estrictamente el camino dualista o monista, aunque los postulados del cuerpo trazados apoyan de manera indirecta la propuesta fenomenológica, al trazar caminos que vislumbren un mejor acercamiento a la noción del cuerpo y en consecuencia, el ser del humano.

 

Dicho problema recae en cómo se concibe la totalidad del ser humano racional, el ser necesario para darse en su completitud humana. Sin embargo, se acuña a la fenomenología en tanto a la forma general de cómo se constituye el ser humano en el mundo.[40] Por ello, el problema del ser del humano o del hombre parece referido a una antropología más que a una fenomenología. La fenomenología aspira a ser ciencia rigurosa (strege Wissenschaft), debe ser crítica y por tanto no puede asumir ningún juicio sin cerciorarse de la validez de estos, por lo que considera fundamental la liberación de prejuicios que puedan viciar el conocimiento.[41] Esto incluye la comprensión del ser humano y su relación con el mundo que habita. Tal comprensión es dirigida a la revisión minuciosa del papel del cuerpo en tanto a parte de la comprensión del ser humano.

 

El cuerpo del ser humano racional en Husserl

 

En ideas I, Husserl expone el problema del cuerpo y la conciencia, aunque el énfasis se dirige a una propuesta de la fenomenología pura, la problemática de la conciencia llevará al autor a preguntarse sobre el papel del cuerpo en relación o no con lo que llama conciencia.[42] Este cuestionamiento consecuencia de dar cuenta que el correlato del humano con el mundo que habita no es únicamente relación física, según la fenomenología, sino consciente y subjetiva, el sujeto humano y el mundo están vinculados entre sí, según Husserl, no se comprende uno sin el otro.[43] Por otro lado en Ideas I, el enfoque se dirige a una comprensión del mundo de manera general, es decir, no meramente el mundo humano porque pone entre paréntesis al ser humano de experiencias, sentires, cultural y subjetivo. Es en su obra posterior en la que resolverá estas interrogantes para concretar el mundo y sentido humano, tomando como base el cuerpo.[44]

 

No obstante, el problema del cuerpo en Husserl se da cuándo se debe otorgar un lugar a la conciencia, abriendo una interrogante sobre la posibilidad de la conciencia sin un cuerpo o la posibilidad de un cuerpo sin conciencia.[45] La problemática se afina con mayor intensidad cuándo se comienza a hablar de conciencia subjetiva, pues se afirma que la conciencia debe ser en conjunto con un sujeto y a su vez, es necesario definir cómo es tal sujeto y qué respuesta se da a la primera interrogante. El problema podría parecer a simple vista un juego de palabras. Sin embargo, la cuestión lleva consigo una serie de implicaciones que traen consigo más cuestionamientos. Por ejemplo, actualmente sobre este cuestionamiento ha tomado partido las ciencias naturales.

 

Concebir el cuerpo enfermo y postrado en una cama sin un acto referente a la conciencia, puede repercutir en que el cuerpo sea sólo cosa material y no sea tratado como sujeto o ser humano racional o viceversa. Husserl, por su parte, no se entromete en cuestionamientos de tal índole, pero da cuenta de que existe una brecha que debe sustentar para cimentar la teoría fenomenológica, y aunque él menciona en repetidas ocasiones que es un trabajo no terminado, hasta el último día de su vida, darle posicionamiento al cuerpo frente a la conciencia, es tarea que iniciará en el segundo tomo de Ideas.

 

La constitución del cuerpo subjetivo en Husserl

 

Por ello, Husserl ahonda con mayor énfasis el tema del cuerpo en su obra posterior  Ideas II en el cuál desarrolla los Aistheta en relación con el cuerpo estésico, en el cual se refiere a “Aisthetha” como cosas materiales tales en su estructura estética.[46] Del cuerpo, Husserl se referirá a este como el medio de toda percepción y a su vez la aprehensión perceptiva apoya a la estructura de las cosas reales, por tanto toda cosa que aparece tiene una referencia en orientación al cuerpo.[47] Esta orientación se logra gracias a lo sensible por medio de los sentidos, sin embargo, hay que tener cautela al conocer la postura sobre el cuerpo en Husserl, pues si bien le da un enfoque importante a la percepción sensible del cuerpo, no cae en aspectos que sostenían los empiristas de conocer todo por medio de lo sensible. Esta connotación se deja entrever desde los primeros trabajos del autor, siguiendo la escuela de su maestro Brentano expone la diferencia entre los objetos (objetkt) físicos y psíquicos. Los físicos son aquellas cosas tangibles, como el escritorio o la taza, los psíquicos son aquellos que conocemos sin necesidad de tener una referencia física de ellos, por ejemplo, el amor, la justicia, la paz.

 

Esta distinción es pertinente para conocer el papel de la percepción y el cuerpo subjetivo en Husserl. Sobre la percepción el autor dirá que es la unidad de operación[48] que posibilita la interacción con lo externo y lo subjetivo, acto que aporta a la constitución original del objeto[49] y por tanto toda la percepción está caracterizada por la intención de aprehender su objeto por medio de la corporeidad.[50] Husserl expone la explicación de un cuerpo vivo que no será completamente espíritu, ni naturaleza sino unidad de ambas. Así, tendrá una dirección dual; 1) cuerpo físico (Körper) y 2) cuerpo vivo (Leib) como creador de cultura y valores[51]. Sobre este último refiere al cuerpo con relación al espacio en el que se encuentra, es decir, las diferentes formas en que un objeto se puede presentar en relación con mi cuerpo y el espacio[52] es decir, el escorzo.

 

Sin embargo, nuestro autor puntualiza que este modo diferente del darse de los objetos no es un cambio de la realidad y expone un ejemplo breve, pero conciso sobre la alteración de los sentidos cuándo ingerimos algo que apoye a tal alteración. En este caso las percepciones y mi cuerpo tendrán otra presentación del objeto, pero no por ello, podemos decir que en ese momento el objeto es realmente como se percibe, es decir, si lo que he ingerido altera mi sentido visual y los rojos los veo amarillos, no por ello podemos decir que la realidad se ha convertido en amarilla, al menos no en el mundo universal, pero sí en el subjetivo.[53] Por ello, las vivencias sensibles son aquellas percepciones de las cosas, donde es incluido también el cuerpo con componentes de sensaciones diversas que aparecen en relación al cuerpo propio. Por otro lado, las sensaciones corporales pertenecen al movimiento que se localizan en el cuerpo. Los sentimientos sensibles, se encuentran inmiscuidos de igual manera en ambos, pues permiten la conexión psíquica de las vivencias.[54]

 

Más adelante, el autor enfatiza con mayor rigurosidad el papel del cuerpo humano y la percepción, afirmando que el cuerpo nos da la posibilidad de percibir los objetos en sus distintos modos de aparición (o escorzos) y a la par tomamos conciencia de nosotros mismos en tanto seres humanos y de la percepción de los objetos mediante el cuerpo.[55] Por ello, desde las primeras sentencias al cuerpo, Husserl hablará de este como el medio y unidad para la constitución del mundo que se habita y a su vez determinará que el cuerpo vivo o el cuerpo propio es una estructura tripartita y es menester conocerla para describir al ser humano y en consecuencia hablar de la antropología fenomenológica que deja entrever Husserl en sus escritos. A saber, esta tripartición consta del cuerpo, la psique y el espíritu.[56] No obstante, para finalidades de este trabajo, no se detallarán las últimas dos. El cuerpo en la fenomenología es concepto clave para conocer los cimientos de esta, pues Husserl, según Marc Richir, redescubre la naturaleza del cuerpo vivo y del cuerpo físico para darle lugar a la constitución del ser humano como sujeto subjetivo en el mundo.[57]

 

En consecuencia el estudio fenomenológico reconoce que la experiencia pertenece a mi entorno y eso significa que en ese entorno también está mi cuerpo.[58] A su vez el reconocimiento de estos supuestos, permite el reconocimiento de cuerpos ajenos que permiten la convivencia en el mismo entorno desde diferentes escorzos de las presentaciones de los objetos en el mundo que apoyan a la configuración del mundo subjetivo de cada cuerpo ajeno, incluido el propio.[59] De tal manera, las aproximaciones expuestas en el escrito, muestran un recorrido del papel del cuerpo dentro de la tradición filosófica occidental y consigo la pertinencia de enfatizar la importancia del mismo en las teorías expuestas desde la Grecia Antigua.

 

La fenomenología se ha encargado de darle afinidad al concepto de manera unificadora, el concepto del cuerpo desde la vía fenomenológica apoya los estudios comparados para traspasar la comprensión de este en disciplinas que hacen uso de este, por ejemplo, la biología, la medicina o el arte. Estas disciplinas tienen como uno de sus fundamentos primeros el cuerpo en relación con la complejidad que en sí mismas conllevan en su estudio, es decir, afinar y apuntar a los estudios comparados del cuerpo desde la fenomenología con una disciplina como las mencionadas anteriormente, abogan y aproximan una idea del cuerpo con mayor forma para las finalidades de uso en cualquiera de las disciplinas mencionadas.

 

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Notas

[1] José Arlés Gómez Arévalo, Asseneth Sastre Cifuentes, En torno al concepto de cuerpo desde algunos pensadores occidentales. ed., cit., p. 121.
[2] Idem.
[3] Aristóteles, Ética a Nicómaco, ed., cit.
[4] Héctor Salinas, Miquel Amorós, El cuerpo en la Filosofía: las etapas del discurso filosófico sobre el cuerpo en occidente, ed., cit., p. 258-280.
[5] Platón, Fedro, 245a – 249d.
[6] Platón, Fedro, 246a – 254e.
[7] Guillermo Serés, Historia del alma, ed., cit., s/p.
[8] Aristóteles, Metafísica. Libro VII. p. 238.
[9] José Arlés Gómez Arévalo, Asseneth Sastre Cifuentes, op. cit., p. 122.
[10] Aristóteles, De anima, L. II c. I 412ª, 414b.
[11] Julio Valdeón Baruque, La valoración histórica de la edad media: … ed., cit., pp. 311-329.
[12] Jacques Le Goff, Nicolas Truong, Una historia del cuerpo en la Edad Media, ed., cit., pp. 20-30
[13] Alain Corbin, Jean Courtine, et., al., Historia del cuerpo, Vol. I., ed., cit., p. 28.
[14] Santo Tomás de Aquino. Suma de Teología I. 4ta edición. BAC. Madrid. 2001. P. 349.
[15] Villamil Pinera Miguel A. Fenomenología del cuerpo humano. Cuadernos de filosofía latinoamericana. Vol. 26, N°. 92. Pp. 7- 26. Bogotá. 2005. P. 10-11.
[16] Le Goff Jacques, Truong Nicolas. Op. cit., Pp. 34 – 48.
[17] San Agustín. De la Vida Feliz. Trad. Ángel Herrera Bienes. Ed. Aguilar. Madrid. 1974. Pp. 19 – 22.
[18] Jacques Le Goff, Nicolas Truong, Op. cit., P. 25.
[19] Ángel Serrano, “Mensaje de Giordano Bruno al mundo de nuestros días”, ed., cit., recuperado a partir de https://www.revistas.unam.mx/index.php/archipielago/article/view/24323 México. 2011.
[20] Teresa M. Aguilar, Descartes y el cuerpo – máquina, ed., cit., p. 756.
[21] René Descartes, Meditaciones Metafísicas, Obras Escogidas, ed., cit., pp.18 – 207.
[22] Teresa M. Aguilar Op. cit., pp.761 – 762.
[23] Jorge Manuel Carreón Perea, Las tres sustancias en las meditaciones metafísicas, ed., cit. Recuperado en https://reflexionesmarginales.com/blog/2021/07/28/las-tres-sustancias-en-las-meditaciones-metafisicas/ México. 2021
[24] René Descartes, Meditaciones metafísicas, ed., cit., pp. 14 – 18.
[25] Ibidem., pp. 54 – 68.
[26] Ibidem., pp. 26 – 40.
[27] José Arlés Gómez Arévalo, Asseneth Sastre Cifuentes,. Op., cit., p. 126.
[28] M. Restrepo Hoyos Lemos, et., al., “Revisión crítica del concepto “psicosomático” a la luz del dualismo mente – cuerpo…”, ed., cit., p. 139.
[29] G. W. Leibniz, Escritos filosóficos, ed., cit., pp. 481 – 485.
[30] Ismael Martínez Liébana, Mente y cuerpo: esbozo de análisis fenomenológico.Op., cit., p. 347.
[31] Pedro A. Viñuela Villa, Cuerpo, conciencia y voluntad en Nietzsche, op., cit., p.164
[32] JC. Castro Hernández, ¿Una filosofía del cuerpo en Kant?: … op., cit., p. 174.
[33] Francesc Torralba, Los maestros de la sospecha, ed., cit., p. 5
[34] Ibidem., pp. 5 – 10
[35] Paul Ricoeur, Hermenéutica y psicoanálisis, ed., cit., p. 5.
[36] Jorge Sullivan Ferrada, Sobre la noción de cuerpo en Maurice Merleau– Ponty, ed., cit., p. 164.
[37] José Arlés Gómez Arévalo, Asseneth Sastre Cifuentes, Op., cit., p. 127.
[38] Miguel A. Villamil Pinera, op., cit., p. 8.
[39] Ídem
[40] Rubén Sánchez Muñoz, El problema del hombre en la fenomenología de Husserl, dd., cit., p. 291.
[41] Ibidem., p. 293.
[42] Rubén Sánchez Muñoz, Jorge Medina Delgadillo, Op. cit., p. 11.
[43] Pintos Peñaranda Ma Luz, Fenomenología del cuerpo como expresión e interpretación, ed., cit., p. 131.
[44] Rubén Sánchez Muñoz, Jorge Medina Delgadillo, Op. cit., pp.15– 16.
[45] Ibidem., pp. 11– 12.
[46] Edmund Husserl, Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica, ed., cit., p. 87
[47] Ibidem., p. 88.
[48] Ibidem., p. 90.
[49] Edmund Husserl, Lecciones de fenomenología de la conciencia interna del tiempo, ed., cit., p. 62
[50] Edmund Husserl, Investigaciones Lógicas II, ed., cit., p. 481
[51] Rubén Sánchez Muñoz y Jorge Medina Delgadillo. Op. cit., p. 16.
[52] Edmund Husserl, Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica, ed., cit., p. 94.
[53] Ibidem., p. 94 –96.
[54] Edmund Husserl, Problemas fundamentales de la fenomenología, ed., cit., p. 122.
[55] Edmund Husserl, Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica, ed., cit., pp. 20 – 21
[56] Rubén Sánchez Muñoz, Jorge Medina Delgadillo, Op. cit., p. 16.
[57] Marc Richir, Naturaleza, cuerpo y espacio en fenomenología, ed., cit., pp. 770– 772.
[58] Edmund Husserl, Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica, ed., cit., p. 94, y p. 113.
[59] Ibidem., pp. 80 – 84