Educación y metafísica: una lectura deconstructiva de la “Didáctica Magna” de Comenio

Didactica Magna, editada en 1657 en Opera Didactica Omnia

Resumen: El objetivo del siguiente texto es hacer una lectura deconstructiva de la Didáctica magna del educador Juan Amos Comenio recuperando lo expuesto por Derrida en sus obras de juventud publicadas en 1967 al leer el Curso de lingüística general de Saussure, y, La pizarra mágica de Freud, con la finalidad de identificar algunas características de la educación metafísica que promueve Comenio.

Palabras clave: educación, metafísica, deconstrucción, sujeto trascendental, logocentrismo, Didáctica magna.

 

Abstract: The objective of the following text is to make a deconstructive reading of the Great Didactics of the educator John Amos Comenius, recovering what Derrida exposed in his early works published in 1967, when reading Saussure’s General Linguistics Course, and Freud’s Magic Blackboard, with the purpose of identifying some characteristics of the metaphysical education that Comenius promotes.

Keywords: Education, metaphysics, deconstruction, transcendental subject, logocentrism, Great Didactics.

 

 

¿Qué otras cadenas se pueden crear entre deconstrucción, psicoanálisis y educación? Si nos atenemos a la obra de Jacques Derrida, encontramos que, en sus textos que se publican en 1967 se encuentran referencias a Sigmund Freud. Tal es el caso de del artículo publicado en La escritura y la diferencia con el nombre de “Freud y la escena de la escritura”.

De acuerdo con la entrevista de Henri Ronse publicada en Posiciones, cuyo texto, se puede decir que se articula con  De la Gramatología, ya sea que algunos de sus artículos sean una apertura a este libro, o bien, La escritura y la diferencia se inserta dentro de Gramatología: “en cualquier caso, esos dos ‘volúmenes’ se inscriben uno en el centro del otro, lo que significa, estará de acuerdo, una extraña geometría, de la que estos textos son sin duda contemporáneos”.[1]

Lo que sugiere que Freud mantiene una relación con Derrida al momento de hablar de la apertura gramatológica, como también lo son Saussure o Husserl. Además de ello, La voz y el fenómeno podría aparecer como una larga nota al pie de estos dos textos, lo que indica que, también podríamos hablar de una crítica al logocentrismo gracias a ciertos aportes freudianos.

Desde este punto, vamos a hacer una lectura deconstructiva de la Didáctica magna de Comenio, vamos a recuperar lo expuesto por Derrida al leer el Curso de lingüística general de Saussure, y, a su vez, leer a Freud para tratar de identificar algunas características de la educación metafísica que promueve occidente y de la cual participa Juan Amos Comenio.

 

La formación del sujeto trascendental

Didáctica magna ocupa un lugar central en la teoría pedagógica, pues sus grandes aportes, entre otros, radican en pensar a quien se educa, defender la educación en las mujeres y su ya conocido proyecto: pansofía. Esta gran obra nos muestra las ideas de Juan Amós Comenio, un personaje preocupado por otro tipo de enseñanza, más adecuada para el que la recibe y de acuerdo con su madurez, en ella se reflexiona sobre la formación del Hombre y los métodos para alcanzar este fin.

En esta ocasión, nos atrevemos a sugerir una lectura distinta de su obra, optando no por un análisis terminable de ella, sino más bien, para volver a abrir el texto y pensarlo nuevamente. Tomamos a Comenio porque sugiere la formación del hombre cristiano que bien representa los ideales bajo los cuales se ha construido la identidad del sujeto en Occidente.

Didáctica Magna, publicada en 1657, recupera la formación del sujeto en cuanto a la creación de una identidad cuya teleología está por fuera de la vida terrenal. Apela al conocimiento de sí mismo (que cabe decir, es el gran proyecto educativo de occidente, si pensamos que toda filosofía debe culminar en una pedagogía), pero para fines teológicos y, además de ello, recurre a significados trascendentales para su justificación, propio de la época y de la fe que Comenio profesa. De acuerdo con él, la criatura Hombre, hecha a imagen y semejanza de un trascendental “debe estar destinada a un fin superior al de todas las demás criaturas; a saber, que unida a Dios, cúmulo de toda perfección, gloria y bienaventuranza, goce con Él eternamente de la gloria y beatitud absolutas”.[2]  La educación, en ese sentido, no es otra cosa, sino, una preparación para la eternidad. El hombre no hallará en este mundo como saciar sus placeres: “no hemos de permanecer aquí, sino que hemos de ser llevados a otra parte”.[3]

Si pensamos al yo en Comenio, éste está presentado como incorruptible en cuanto está en el cielo, es una identidad a la cual nada le afecta: “la plenitud absoluta de todas las cosas”.[4]  Sumado a ello, el tiempo en Comenio o, mejor dicho, la idea de tiempo que él continúa es precisamente el que trabaja Saussure, es decir, lineal donde un instante sucede a otro, como lo es el pensamiento de la voz: un significante fónico sucede a otro.

De acuerdo con el pedagogo, sucede de ese modo en el hombre mismo y en su educación, pues éste debe guiarse por el orden natural: “si investigamos a nosotros mismos llegamos a observar que todo se desarrolla en nosotros de manera tan gradual que un antecedente cualquiera despoja el camino al siguiente”,[5]  quizá el mismo gesto nos recuerde a Jean Piaget y nos haga reflexionar sobre los presupuestos bajo los cuales trabajamos y seguimos reproduciendo, después de todo y como ya hemos dicho, la metafísica opera de manera atómica.

Ahora bien, la reducción del significante ante el significado podemos encontrarlo en el papel que Comenio le asigna al cuerpo y a la vida terrenal, es decir, asegurar el sentido último, ser una propedéutica para alcanzar la plenitud absoluta donde nada nos turba: “esta vida exterior es sólo preparación de la eterna, con el fin, sin duda, de que el alma prepare, mediante el auxilio del cuerpo, todo cuanto le es preciso para la otra vida. En cuanto esto se realiza, marchamos de este mundo, porque lo que en él hagamos después no tiene ya finalidad alguna.[6]

Esto no es azaroso, únicamente en reforzamiento del mismo gesto que procede de antiguo y que podemos ubicar en el Fedón. Si esto no sucede así, el que el significante asegure el significado, no es por su relación arbitraria, sino más bien, “culpa de los hombres, aunque con permiso de Dios”.[7]  Asegurando de ese modo que el significante sirva al sentido, a un querer-decir, pues para ello fue creado.

Siguiendo con nuestra lectura de la Didáctica magna encontramos en ella la apelación al binarismo jerárquico cuando Comenio recurre a la dualidad del mundo para establecer su método de educación cristiana: “dejando ver a través de las cosas visibles la invisible solidez, bella y dulcera oculta en el abismo de la eternidad, ofreciéndole verla, tocarla y gustarla”,[8]  tal cual nuevamente nos lleva hasta Platón y su la alegoría de la Caverna o la idea de belleza, la única idea encarnada que nos permite contemplar los absolutos.

Ese apreciar las cosas mismas coloca a Comenio en la metafísica de la presencia, tradición a la cual pertenece, Platón, Saussure y el yo trascendental de la fenomenología donde se apela a la fundamentación racional para llevar a cabo el proyecto cartesiano de reformar la filosofía y con ella las ciencias mismas que, por cierto, y aludiendo a Husserl, están en crisis.

Dicha racionalidad está en Comenio cuando habla de un dirigirse a Dios y dice que el Hombre: “Está colocado entre las criaturas visibles para que sea: I. Criatura racional, II. Criatura señora de las criaturas, III. Criatura a imagen y deleite de su creador. Y de tal manera que están estos tres miembros entrelazados que no puede admitirse entre ellos separación alguna, porque en ellos se asienta la base de la vida presente y futura”.[9]

¿Qué tanto se puede asegurar la base racional de la fundamentación del conocimiento del mundo si prescindimos de un centro? “En realidad, de verdad puede ostentarse la denominación de animal racional si se conocen las causas de todas las cosas”,[10] dice Comenio. Pero ¿hasta dónde es posible ese proyecto? Hasta qué punto se puede decir que “los requisitos genuinos del hombre son los que siguen: I. Que sea conocedor de todas las cosas. II. Dueño de ellas y de sí mismo. III. Encaminarse él y todas las cosas hacia Dios, origen de todo. Lo que puede expresarse en estas solas tres palabras de todos conocidas: I. ERUDICIÓN. II. VIRTUD O COSTUMBRES HONESTAS. III. RELIGIÓN O PIEDAD”.[11]

Si tan sólo nos atrevemos a dudar de la relación supuestamente natural entre el significado y el significante, de la racionalidad del Hombre, y de su proyecto: Conócete a ti mismo, se cae el fundamente ético y su trascendencia a Dios, así como el origen y el sentido. Se trata en Comenio de esencias, pensamiento onto-teológico. Puede que cuando apelemos a una racionalidad del sujeto nuestro fundamente sea el Génesis.

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El logos y el sujeto en Saussure

Es ya conocida la lectura de Derrida sobre el Curso de lingüística general de Saussure. En este texto se sugiere una idea de sujeto, en concreto, la idea clásica del sujeto de la metafísica. Si nos detenemos en la naturaleza del signo lingüístico y recordamos un poco, Saussure nos dice que el mencionado signo está compuesto de dos caras un significante y un significado, pero también que la imagen acústica es una “huella psíquica”.[12] ¿no acaso la idea de huella psíquica sugiere la destrucción del sentido?, lo estudiaremos más adelante con Freud.

El modelo ya conocido de signo como: Signo= Significado/significante. Nos da qué pensar y dio mucho qué pensar a Jacques Derrida. Por eso mismo en Posiciones advierte que la phoné es lo más cercano a la conciencia, además de que al decir que una de las características del signo es la arbitrariedad se sugiere la no dependencia del significante, asegurando de ese modo el significado en sí mismo. Para decirlo con otras palabras, esto funda una idea de sujeto que sabe lo dice, lo que hace y lo que habla, incluso, hasta controla la escritura: el sujeto logocéntrico y el binarismo metafísico, mismo que se funda en el Fedón de Platón donde el alma mantiene primacía sobre el cuerpo, así como el Significado sobre el significante.

Por tanto, el modelo de signo propuesto en el Curso, a pesar de su pretensión de positividad se encuentra anclado en la tradición de la metafísica donde se apuesta a un significado trascendental y se asegura una identidad intacta, la identidad del sujeto que coincide con Comenio, un sujeto Amo. La lengua y no el lenguaje, la semiología y la lingüística participarían de ese modo en la justificación de un supuesto que, como piedra angular, sostiene la teoría.

Que la lengua asegure ideas, que sea una estructura con lógica propia, que lo  propio de ella sea el ser hablada hace de Saussure participe de la metafísica de la presencia donde la conciencia como presencia se manifiesta de manera formidable en la voz: “La voz es la consciencia misma”,[13] esa que permite el conocimiento de sí.

El sujeto sin duda se advierte, un sujeto de consciencia, que sabe lo hace, lo que dice y que es capaz de comunicar a otro sus pensamientos mediante la voz o la escritura subordinada a la fonología y así lo expresa Saussure en su idea de escritura fonológica: “Una escritura fonológica debe procurar representar con un signo cada elemento de la cadena hablada”[14] y el mismo modelo fónico podemos encontrarlo en la introducción, capítulo tres §2: Lugar de la lengua en los hechos del lenguaje. Ese detalle tan fino que logra ver Derrida es el que debería ocuparnos.

Tradicionalmente el lenguaje es concebido como algo natural y esencial, un medio neutro y trasparente de la representación de la <<realidad>>. Esto supone la existencia de un eslabón natural entre las esferas de la <<palabra>> y de la <<cosa>>. Actos, sujetos y experiencias son simplemente reflejados por las palabras, el lenguaje es una especie de espejo que revela el interior de los sujetos, reproduciendo sus pensamientos y sus sentimientos y retrata sus conductas y relaciones, que se sirven del lenguaje para sólo para objetivarse y transmitirse.[15]

Dista mucho esta ilusión de ser cierta, más bien, ella le quita lo político al lenguaje y a las relaciones entre sujetos. En ello estriba el giro lingüístico. En pensar al lenguaje y sus implicaciones, entre ellas la creación del sujeto de la consciencia, el que fundamenta el proyecto de conocerse a sí mismo.

 

Psique y la Gramatología

En el texto “Freud y la escena de la escritura” se planea desde el inicio la lectura que Derrida hace del psicoanalista. En nuestro caso, queremos plantear una relación entre deconstrucción, psicoanálisis y educación, pero atendiendo a la crítica que se hace desde el pensar a la escritura en relación con la idea de Hombre trabajada desde Platón como racional, es decir, logocéntrico y, a su vez, recuperada por Comenio.

Si estudiamos la teoría gramatológica de Jacques Derrida damos cuenta de que en la historia de occidente la escritura ocupa un lugar satelital con relación a la voz, tal y como ya hemos dicho en el caso de Saussure. El discurso de la   metafísica se conforma gracias a la represión de ella y lo podemos leer en Derrida en La voz   y el fenómeno, Posiciones, De la gramatología o La escritura y la diferencia: “la represión de la escritura como lo que amenaza la presencia y el dominio de la ausencia”.[16]

Así como los filósofo de la sospecha: Marx, Nietzsche y Freud enseñan que el capitalismo tuvo un origen y necesariamente tiende a una superación por la clase oprimida, que hubo una moral y lo habrá después del cristianismo, que habría que revindicar el papel del cuerpo como aquella materia que permite el surgimiento de ideas, que habría que matar al Hombre y que el lenguaje junto con la moral y el sufrimiento se originan por la relación con la cultura, también Freud va a enseñar que el sujeto es más bien extraño en su propia casa y que otras instancias tienen un dominio sobre quien se pretendía amo. En el mismo gesto Jacques Derrida propone el logofonocentrismo como un momento finito en la historia occidental: “El logofonocentrismo no es un error filosófico o histórico en el que se habría precipitado accidentalmente, patológicamente la historia de la filosofía, o incluso del mundo, sino un movimiento y una estructura necesarias y necesariamente finitas”.[17]

Lo mismo encontramos en Gramatología, no es casual lo ya dicho por Derrida en Posiciones respecto a la geometría de esos textos donde suceden injertos y recortes textuales. Y a todo esto, ¿Cuál sería la relación de Freud a la hora de pensar a la escritura? ¿Cómo sugiere ello una crítica al ego cogito occidental? De acuerdo con Derrida, Freud pone en duda la certeza sobre la escritura: “el gesto que esboza Freud irrumpe esa seguridad, y abre un tipo nuevo de cuestión acerca de la metaforicidad, la escritura y el espaciamiento en general”.[18]

Siguiendo esa misma lineal, Derrida llega a pensar a la estructura psíquica como una máquina de escribir lo que hace caer en consideración que “si no hay maquina ni texto sin origen psíquico, no hay tampoco, nada psíquico sin texto”.[19]  De  ese modo psique es escritura. ¿Cuáles serían sus implicaciones no tanto para la teoría analítica, sino al momento de pensar al sujeto? ¿Cómo ello viene a ser una crítica a la idea de sujeto ya esbozada como racional, virtuoso y dueño de las cosas como sugiere la Didáctica magna?

Lo dice Jean-Luc Nancy 51 años después de publicado el texto de Derrida: “lo que está en juego en la <<estructura>> en general es la vacuidad y/o la inexistencia –la imposibilidad- de un lugar central o soberano, de un significado primero y último”.[20]  Este atentado a lo que hemos denominado metafísica de la presencia, atentado de un centro, de un origen   se hace notar en Derrida cuando menciona: “Hay que pensar la vida como huella antes de determinar el ser como presencia”.[21]

La vida como huella está lejos de ser la vida como conciencia del mundo como en Husserl, no remite a un origen ni a una escatología. Más bien, “reconocer la diferencia en el origen”[22] sugiere una cadena interminable de huellas donde el origen y el dolor están aplazados, no por ello se piense que el aplazamiento del origen la llegada futura de este, sino “decir de ella [la diferencia] que es originaria es al mismo tiempo borrar el mito de un origen presente. Por eso hay que entender <<originario>> bajo tachadura, si no fuera así se derivaría la diferencia de un origen pleno. Es el no-origen lo que es originario”,[23] el libre juego de la différance.

Decíamos pues que, nos interesa cómo el pensamiento freudiano permite seguir reflexionando sobre la gramatología. Derrida menciona el descubrimiento de Freud: “la irreductibilidad del <<retardamiento>>: éste es, sin duda, el descubrimiento del Freud”.[24] Ya hemos dicho líneas atrás las implicaciones de la no-llegada del origen, lo dice ahora Nancy: “sólo un origen perdido, olvidado, reprimido, sólo un origen sin origen puede originar –engendrar, crear, suscitar- una originalidad cualquiera: de una singularidad (<<sujeto>>) individual o colectiva, la de una propiedad o una autenticidad”.[25]

Se trata de ese modo de identidades inéditas. El lenguaje no capturado por la lógica de la razón, lenguaje no domesticado, sino el darse del mismo. El no-origen nos lleva a establecer un vínculo entre estos dos pensamientos no sólo en cuanto al no-método, pues como bien sabemos, el proceder de cada uno se reinventa, cada caso una manera singular de proceder, juego de significantes.

En la misma sintonía entre deconstrucción y la reflexión que hace Derrida de Freud, Rosaura Martínez se pregunta ¿qué pasa cuando el aparato psíquico se   lee desde la escritura? Si bien veíamos que en Saussure es una estructura de dos caras donde el significante depende del significado a tal grado de sugerir un trascendental, no sucede de ese modo si pensamos a la psique como una máquina escritural.

La huella psíquica abre camino para pensar la iterabilidad y la alterabilidad. La   Nota sobre la pizarra mágica nos dice que “nuestro aparato anímico […] es ilimitadamente receptivo para percepciones siempre nuevas, y además les procura huellas mnémicas duraderas -aunque no inalterables-”.[26] La alterabilidad también la encontramos en Derrida ligada a la herencia y al archivo.

En este caso, si pensamos a la identidad desde esta cita, diríamos que todo proyecto de identidad como espacio cerrado, inalterable, donde el mundo es como es para mí, se derrumba, poco a nada queda de la identidad que el significante supuestamente asegura gracias a su papel secundario. Si las huellas se alteran la constitución del sujeto, el sentido y la imagen acústica se ven alterados, lo que entendíamos por formación de la identidad nos arroja al juego y al tiempo, el no- origen da lugar a inéditos. El significante se libera de su atadura metafísica.

El retardamiento que Derrida lee en Freud nos sugiere la invención del inédito, pero también un trabajo sobre ello: “la différance es también la producción”.[27] Una nueva historia, como lo es la deconstrucción, aunque Derrida asegure en Memorias para Paul de Man que no sabe contar historias, una nueva lectura de la tradición o una lectura otra de la historia del sujeto. “La alterabilidad de la huella mnémica no apunta exclusivamente a la apertura a la modificación, sino también a un fenómeno clínico al que Freud llama retardamiento (Nachträglichkeit)”,[28] es decir, a una lectura nunca igual de la transcripción en palabra derridianas.

A diferencia del Hombre de Comenio donde la solución de la vida está asegurada por la Toda-potencia, es decir, Dios y donde la modificación de la vida y de la psique es necesariamente ética-teológica; en el Freud derridiano, las modificaciones de las huellas mnémicas se da, entre otras cosas, por la angustia del por-venir, pues, al prescindir de un reino celestial la estructura identitaria se modifica, se altera, ¿qué más angustiante que saber que el sentido se ha perdido y lo que queda es la  responsabilidad de cada uno consigo mismo? ¿Qué más angustiante, sino que, el Hombre sepa que es extranjero en su propia morada o que este mundo deje de ser un propedéutico para otra vida y comience a ser la vida misma?

“El porvenir sólo puede anticiparse bajo la forma de peligro absoluto. Rompe absolutamente con la normalidad constituida y, por lo tanto, no puede anunciarse, presentarse, sino bajo el aspecto de monstruosidad”.[29] ¿De dónde ahora que el Hombre sea dueño de todas las cosas si hemos prescindido de un trascendental?

¿Dónde fundamentar su racionalidad si lo pensamos desde un no-origen? Comenio prepara para un lugar sin tiempo como lo hizo Platón, sin embargo, lo propio es el tiempo, lugar de la angustia, del tiempo por-venir, de la sorpresa y del otro. El problema no es que el otro no estuviera ahí para mantenerme incorruptible, sino que el otro está y me modifica. Todo mi yo se juega en la relación con el otro. Todo otro pone en peligro el proyecto de identidad de Comenio.

Ahora bien, en Posiciones Derrida da cuenta de que una de las características del sujeto occidental es que este sea participe del logocentrismo y del fonocentrismo, sobre todo éste último puede encontrarse en el pensamiento más elaborado del siglo XX, la filosofía de Martin Heidegger. “Hay cierto fonologismo heideggeriano, un privilegio no crítico que se le concede, como en todo occidente, a la voz, a una determinada ‘sustancia de expresión’. […] La admirable meditación  mediante la cual Heidegger repite el origen o la esencia de la verdad no pone jamás en cuestión el vínculo con el logos y el fonema”.[30]

Digamos entonces que el fonocentrismo y el logocentrismo, ambos ya advertidos y reconocidos también en Saussure, contaminan campos como la estética, la ética, la epistemología, las ciencias humanas; a su vez, vemos este mismo gesto metafísico en Comenio, es decir, en la pedagogía.

Continuemos con Comenio y veamos qué nos dice de las lenguas, únicamente para reforzar esta idea de cierto vínculo entre la pedagogía y la sustancia fónica: “Las lenguas se aprenden, no como parte de la erudición o sabiduría, sino como instrumento para aumentar la erudición y comunicarla a otros”[31] y del mismo modo cuando escribe: “No deben aprenderse los vocablos separadamente de las cosas, ya que éstas ni existen ni se entienden solas. […] Esta consideración fue la que nos movió a escribir la PUERTA DE LAS LENGUAS, en la cual las palabras que forman las frases expresan también la estructura de las cosas con feliz acierto (según se afirma)”.[32]

¿No es demasiado evidente el supuesto de que las lenguas expresan las ideas (fenómeno psíquico), puesto que la erudición en Comenio va ligada al conocimiento de las cosas, es decir, a la racionalidad que pretende encaminarse al significado trascendental mediante el recto vivir? ¿No ya en la segunda cita se da por supuesto el vínculo natural entre las palabras y las cosas o para decirlo en otras palabras, del lenguaje como expresión de la realidad?

No exhortamos aquí a dejar de leer a Comenio, sino todo lo contrario, queremos que el lector acuda al dato empírico y compruebe lo que hemos puesto ante él. Leer nuevamente la Didáctica manga como aquel bello título de Derrida: Cada vez única. Si la idea de lengua en Comenio pertenece la metafísica, ¿qué podemos decir del Hombre racional?

Como hemos visto, el posicionamiento de Comenio se apoya en la erudición del Hombre, por su parte, Freud va a apuntalar esa idea en Una dificultad del psicoanálisis. Allí nos dice que el yo se ve amenazado por las pulsiones sexuales y este las reprime como respuesta a esa amenaza, además que el narcisismo de la humanidad ha sido herido por sus ideas.

Da cuenta en ese texto de tres grandes golpes hacia el narcisismo de la humanidad:

  1. El paso del geocentrismo al heliocentrismo. “La posición central de la Tierra era para él una garantía de su papel dominante en el universo y le parecía que armonizaba bien con su inclinación a sentirse amo de este mundo”.[33] Exactamente ese sentimiento expresado por Freud podemos encontrarlo en el capítulo IV de la Didáctica magna cuando se cita al Génesis.
  2. El hombre no procede de una divinidad, sino es parte del reino animal. “En el curso de su desarrollo cultural, el hombre se erigió en el amo de sus semejantes animales”.[34] Aquí queremos hacer notar que, si bien se piensa que en los últimos años de su vida Jacques Derrida reflexiona sobre el carnocentrismo y el animal en occidente, podemos encontrar gestos que sugieren que esta idea ya rondaba en él desde La escritura y la diferencia, baste con leerse el texto sobre Freud para notar la distinción entre hombre y animal o viviente y no- Él mismo dice en El animal que estoy siguiendo que ha abordado esa cuestión en los filósofos en los que se detuvo. Esa idea de Freud podemos encontrarla también en Derrida cuando deconstruya a Heidegger, dándonos de ese modo otra característica de la identidad del sujeto occidental: “preguntarse en qué modo el hombre ha sido separado del no hombre y el animal de lo humano supone en una época caracterizada por la gestión integral (y tecnológica) de la vida biológica, una tarea ineludible”.[35] Pues bien, para el filósofo alemán el hombre muere mientras el animal perece, el rango ontológico entre uno y otro es notorio, pues se piensa que el animal (viviente) “no puede experimentar la muerte como muerte, pero tampoco puede hablar (ni preguntar por el Ser)”.[36] El pensamiento del Hombre como imagen de una divinidad sin duda están en Comenio, la Didáctica magna es una preparación para el retorno: “ser imagen de Dios es representar vivamente el prototipo de su perfección”.[37]
  3. Por último, Freud nos dice que “el yo no es el amo en su propia casa”.[38] De ese modo entonces, el modelo de signo lingüístico de Saussure queda puesto en duda y el proyecto de Comenio de formar un Hombre como Amo, dueño de las demás criaturas y de sí mismo queda puesto en duda.

Si bien Comenio y Freud apelan al mandato socrático de conocimiento de sí mismo, Freud está lejos de Comenio al a apelar a una Toda-potencia cuyo sentido de conocimiento de sí sería la elevación hacia ella.

 

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Conclusión

Hemos realizado una lectura deconstructiva de la obra Didáctica magna y con ello, tratamos de demostrar la vinculación del proyecto educativo de Comenio con aquello denunciado por Jacques Derrida como la metafísica de la presencia, cuyo otro nombre podría ser el logocentrismo. Hemos visto como Comenio, al pensar a la educación como una preparación para otra vida, coincide con el Fedón de Platón y con el Curso de lingüística general de Saussure y propicia un sustento filosófico-educativo basado en una pedagogía Teo-escatológica.

También, hemos demostrado como el proyecto con el que se abre la Didáctica Magna: “conócete a ti mismo” es puesto en duda gracias a la lectura derridiana de La pizarra mágica de Freud. Pues, dicho proyecto, promueve una identidad plena y que se baste a sí misma.

Hoy día, consideramos que lejos de aventurarnos precozmente a realizar propuestas de intervención educativa, la razón de nuestra disciplina también estriba en pensar su propio canon, en interrogarlo sentarlo a que hable de sus propias represiones, pues han sido ellas las que han labrado los cimientos de lo hoy llamamos pedagogía.

Para finalizar solamente quisiéramos agregar que no proponemos aquí una lectura terminada del gran Juan Amos Comenio y su Didáctica Magna, sirvan estas líneas únicamente para revivir el debate sobre el canon de nuestro campo de conocimientos, para seguir interrogando a nuestra tradición y para ser seguir dialogando con los textos que han fundado los proyectos actuales de educación.  Quédese como un debate que comienza, pues, consideramos necesario inventar las categorías y reflexiones necesarias que nos permitan tejer un puente entre la educación y la metafísica, pues ello ha construido nuestros los cimientos de nuestra disciplina.

 

 

Bibliografía

  1. Comenio, Juan Amos, Didáctica magna, Porrúa, México, 2014.
  2. Derrida, Jacques, De la gramatología, Siglo XXI, México, 2017.
  3. Derrida, Jacques, La escritura y la diferencia, Anthropos, Barcelona, 1989.
  4. Derrida, Jacques, Posiciones, Pre-textos, Valencia, 2014.
  5. De Saussure, Ferdinand, Curso de lingüística general, Alianza, Buenos Aires, 1989.
  6. Dreher Heuser, Ester María, “En el rastro de la filosofía de la diferencia”, en Carlos Skliar y Graciela Frigerio, comp. Huellas de Derrida. Ensayos pedagógicos no solicitados, Del Estante, Buenos Aires, 2006, pp. 33-50.
  7. Freud, Sigmund, Obras completas Vol. XVII, Amorrortu, Buenos Aires, 1992.
  8. Freud, Sigmund, Obras completas Vol. XIX, Amorrortu, Buenos Aires, 1992.
  9. Martínez Ruiz, Rosaura, Freud y Derrida: escritura y psique, Siglo XXI, México, 2013.
  10. Nancy, Jean-Luc, “Doble inmersión en los abismos”, en Revista Intempestivas, s/n, Núm. 7, abril-septiembre. Morelia, 2018. pp. 14-26.
  11. Yébenes, Zenia, Breve introducción al pensamiento de Derrida, Universidad Autónoma Metropolitana, México, 2008.

 

 Notas

[1] Jacques Derrida. Posiciones, ed. cit, p. 19.
[2] Juan Amós Comenio, Didáctica magna. ed. cit, p. 3
[3]. Ibid. p. 6.
[4] Ídem.
[5] Ibid. p. 7.
[6] Ídem.
[7] Ídem.
[8] Ibid. p. 8.
[9] Ibid. p. 10.
[10] Ibid. p. 11.
[1] Ídem.
[12] Ferdinand de Saussure, Curso de lingüística general, ed. cit., p. 88.
[13] J. Derrida, op. cit., p. 41.
[14] F. Saussure, op. cit., p. 51.
[15] Ester María Dreher Heuser, “En el rastro de la filosofía de la diferencia”, ed. cit., p. 37.
[16]. J. Derrida, La escritura y la diferencia, ed. cit., p. 272.
[17] Ídem.
[18] Ibid., p. 275.
[19] Ídem.
[20] Jean-Luc Nancy, “Doble inmersión en los abismos”, ed. cit, p. 20.
[21] J. Derrida, La escritura y la diferencia, ed. cit., p. 280.
[22] Ídem
[23] Idem
[24] Ibid. p. 281.
[25] J.L. Nancy, op. cit., pp. 22-23.
[26] Sigmund Freud, Obras completas Vol. XIX, ed. cit., p. 244.
[27] J. Derrida, Posiciones, p. 24.
[28] Rosaura Martínez Ruiz, Freud y Derrida: escritura y psique, ed. cit., p. 32.
[29] J. Derrida, De la gramatología. ed. cit, p. 10.
[30] J. Derrida, Posiciones. ed. cit, pp. 26-27.
[31] J. A. Comenio. op. cit, p. 158.
[32] Ibid. pp. 158-159.
[33] S. Freud, Obras completas Vol. XVII. ed. cit, p. 132.
[34] Idem.
[35] Zenia Yébenes, Breve introducción al pensamiento de Derrida. ed. cit, p. 136.
[36] Ibíd. p. 137.
[37] J. A. Comenio, op. cit, p. 11.
[38] S. Freud, Obras completas Vol. XVII. ed. cit., p. 135.