Editorial #79

La crítica de arte en México

Reflexiones a partir de sus dinámicas de circulación y consumo

 

El presente Dossier es resultado del Coloquio “La crítica de arte en México. Dinámicas de producción, circulación y consumo” que se llevó a cabo del 27 al 29 de abril de 2022, bajo la dirección de María Andrea Giovine Yáñez y Fernando Ibarra Chávez. Nos resultó importante promover esta actividad académica debido a la necesidad de reflexionar acerca de la crítica de arte desde sus particularidades textuales y de enunciación, pero también como una actividad social en la que participan varios actores para su producción. No solo es necesario que exista la obra y la labor crítica; en efecto, para completar el circuito comunicativo de la crítica de arte es menester contar con un medio de difusión y un público receptor. De modo que, a otros trabajos dedicados a la crítica de arte que se ocupan de analizar su lugar en la historia del arte o que se concentran en sus agentes, nos pareció importante sumar un foro que se centrara en aspectos de su enunciación y recepción con atención específica en sus canales de circulación y en cómo estos han cambiado con el tiempo.

 

Al momento de abrir la discusión más allá de la textualidad, nos encontramos con un mundo muy complejo de relaciones sociales y editoriales que a lo largo de la historia del arte de nuestro país han condicionado la producción de crítica. En cuanto al público lector, sabemos que no se trata únicamente de lectores a secas, sino que tradicionalmente ha habido medios impresos (revistas o periódicos, fundamentalmente) que han promovido cierto tipo de crítica, desde la que tiende a la información, los datos duros, la descripción formal y la historiografía hasta la que intenta interpretar la obra de arte a través de la mediación del lenguaje literario, y estos discursos, que en mayor o menor medida han procurado servir de brújula en el mapa de las apuestas estéticas de una época, en algunos momentos han generado una reacción contestataria entre los lectores. Además, la crítica no solo se ha limitado a la exploración de obras específicas, sino que se ha interesado por reflexionar sobre la génesis y el desarrollo de movimientos artísticos, por evaluar propuestas individuales o de grupo, por analizar exposiciones fomentadas por el Estado o coleccionistas privados. Por otra parte, la figura de ciertos críticos de arte profesionales es digna materia de estudio para profundizar en el análisis y evolución de las ideas estéticas en un momento y lugar determinados a partir de una disciplina que pone en relación directa el lenguaje plástico con el verbal.

 

¿Se puede definir qué función ha tenido la crítica de arte en la cultura mexicana y quiénes se han dedicado a esta actividad? En realidad, no es posible pensar en una respuesta unívoca y simplificada porque parece que cada generación tiene sus propias obras de arte y, por lo tanto, sus propios críticos; de modo que, hasta los años 30 del siglo XX, la crítica la llevaban a cabo quienes tenían una formación académica más o menos sólida, en particular, abogados, médicos, arquitectos, periodistas, literatos y los artistas mismos, pero con el fortalecimiento de la institución universitaria, la formación de centros de investigación en arte, la consolidación de espacios museísticos y, sobre todo, los intercambios culturales entre la intelectualidad mexicana y el resto del mundo, la actividad crítica se ha mantenido en constante movimiento para tener un acercamiento pertinente a los cambios que han sufrido las apuestas estéticas a lo largo de las décadas. El origen disciplinar y la trayectoria personal del crítico de arte también se dejan ver en su estilo, en su concepción de la crítica y en los canales empleados para enunciarla, todo lo cual es un fenómeno digno de análisis al ver un amplio arco temático, estilístico y temporal de la crítica de arte en nuestro país.

 

En cualquier caso, los críticos han tenido siempre una función mediadora (semiótica, social y culturalmente) entre las artes y el público, pero también entre las obras y los artistas, e incluso entre las tendencias artísticas y las instituciones culturales. La libertad de expresión y de prensa ha sido fundamental para que esta actividad intelectual se mantenga vigente, toda vez que nuestra nación se ha esforzado por permitir que los artistas actúen con la guía de su pensamiento particular, no a partir de presupuestos ideológicos homogéneos. Esto ha propiciado una rica variedad de manifestaciones artísticas que naturalmente exige también una diversidad de aproximaciones críticas.

 

Plantear las siguientes reflexiones en el marco de una revista que se caracteriza por su filiación con la filosofía y con otros temas afines a esta disciplina resulta pertinente, pues en la crítica de arte se conjugan varias inquietudes de orden filosófico. La relación entre la crítica de arte y la filosofía es compleja y multifacética. Ambas disciplinas comparten una conexión profunda, ya que la apreciación y el análisis del arte a menudo involucran cuestionamientos filosóficos fundamentales sobre la naturaleza de la belleza, el significado, la representación y la interpretación. Por otra parte, la filosofía también se ocupa de la ontología del arte, es decir, la naturaleza de lo que es considerado arte, lo cual es el quehacer de la crítica de arte. Preguntas como “¿qué es el arte?”, “¿cómo definimos una obra de arte?” y “¿por qué ciertos objetos y prácticas culturales producen un efecto estético?” son cuestiones ontológicas que a menudo se abordan tanto en la filosofía como en la crítica de arte. La estética es una rama de la filosofía que se ocupa de la naturaleza de la belleza y la apreciación estética. La crítica de arte, al evaluar la calidad estética de una obra, a menudo se basa en conceptos estéticos que tienen raíces en la filosofía.

 

El presente Dossier está compuesto por investigaciones que dan cuenta de la complejidad de aristas que deben considerarse para llevar a cabo un estudio sistemático de las condiciones que han permitido la generación de crítica de arte, mismas que se mantuvieron más o menos estable durante el siglo XIX y el siglo XX. Sin embargo, nos ha parecido muy conveniente incluir también algunas reflexiones en torno al arte contemporáneo y a las nuevas modalidades de difusión de la crítica que pueden prescindir de la hoja impresa y dan cuenta de nuevas dinámicas en la generación y consumo de la crítica.

 

Nuestro mundo ha cambiado de formas inimaginables. Esto lo podemos afirmar todos los que nacimos antes de 1980 porque fuimos la última generación que terminó sus estudios universitarios prescindiendo de las ventajas que ofrece una computadora. A partir de la entrada del siglo XXI nuestra realidad ya no es la misma, pues eso que llamamos “realidad” y “verdad” cayeron en un absoluto relativismo a partir de las posibilidades de interacción humana que derivaron de aquella otra “realidad”, la virtual, donde podemos tener experiencias en mundos que no existen, con entidades que no necesariamente son humanas, aunque lo parecen, y donde es posible que se desarrollen simulacros de aquella realidad consuetudinaria que requería de materia y no de pixeles para existir.

 

La virtualidad ha permitido que tengamos libros sin páginas de papel, que podamos interactuar verbalmente con dispositivos electrónicos que no tienen oídos ni voz como los nuestros y, sobre todo, nos ha expuesto a millones de imágenes que no fueron creadas en su totalidad ni por seres humanos ni con las herramientas habituales como un lápiz o un pincel. El arte en general no ha sido indiferente a estos cambios, de modo que hemos pasado de una obra pictórica o escultórica realizada con el apoyo de la tecnología a obras realizadas en su totalidad con herramientas digitales que solo pueden ser vistas a través de dispositivos inteligentes. Si una imagen bi o tridimensional se puede contemplar únicamente dentro de un entorno virtual, ¿existe realmente o no?

 

La necesidad expresiva del ser humano y su inclinación hacia el arte también se han visto fuertemente modificados con la llegada y la popularización de entornos virtuales. Su aplicación puede ser tan simple como visitar un museo de manera virtual hasta crear obra con altos valores estéticos o conceptuales en un entorno que no es el físico.

 

Sabemos que el mundo seguirá cambiando. Todavía no tenemos certezas acerca de la influencia que tendrán las nuevas tecnologías —sobre todo, la inteligencia artificial— en el arte y en las modalidades de su crítica. Ante estas novedades, los textos que constituyen este Dossier tienen el objetivo de ser una suerte de pausa reflexiva, a la cual se podrían sumar muchos temas más, donde hemos dado cabida a estudios sobre crítica de arte del pasado, pero manteniendo el interés en las innovaciones de la crítica que se ha llevado a cabo en los últimos años, ya en entornos digitales. Mientras se siga produciendo arte, seguirá habiendo crítica.

 

María Andrea Giovine

Fernando Ibarra

Editores invitados