La voz abierta

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La voz abierta

2.

Cartografías de la construcción de la identidad masculina.

Reclusorio Oriente. 2015[1] 

Diario

Saber de que estamos hechos de un cúmulo de palabras que se labran con mucho dolor. Dolor reflejado en el pasado en donde ese elemento del tiempo es el único estado al cual podemos regresar cuando estamos enfermos de nostalgia.

Lunes 23 de febrero. Comencé un nuevo día gracias a Dios, pagué mi lista con el custodio, hice la fajina, calenté agua para bañarme, fui por rancho para desayunar, lo cociné con una cebolla, un chile habanero y un peso de aceite, lavé mi ropa y fui a pagar la colgada. Siendo casi las diez de la mañana me fui a trabajar, a vender y revender en el kilómetro para sacar para mis gastos personales y para el cantón, no falta el relajo, el Naranjo, el Chuky, la Lagartija y el Ascuas, todos somos del barrio, mi barrio Santa Martha y San Miguel Teotongo, Iztapalapa, la pura pandilla, siempre o nos buscamos o nos encontramos para echar la plática; con el primer dinero que saqué corrí a buscar al Gato, al que canta con su guitarra, vive en el dormitorio seis bis, quiero que le cante a mi mamá las mañanitas, hoy gracias a Dios es su cumpleaños, le marqué y la felicité, le cantamos las mañanitas y le mande muchos abrazos y besos, le dije que la amaba mucho, le dije – gracias por estar conmigo en estos momentos tan desagradables – y se puso a llorar, me dijo – gracias hijo, no te preocupes échale muchas ganas y pórtate bien, cuídate, luego te voy a ver-, conversamos un poco, me contó que las cosas por el barrio andan feas, que al vecino de enfrente le dieron nueve metidones con una navaja, a otro, le dispararon siete balazos por la espalda cuando iba en su moto y solo uno le alcanzo a dar en la espalda, mandé a saludar a toda mi familia y me puse a llorar, nos despedimos, me dirigí a la iglesia para darle gracias a Dios por todo, saliendo me tope con el Chuky y nos fuimos a las barras a hacer un poco de ejercicio y luego vimos el partido de futbol en el campo, el Chuky me dijo – vamos a hacer un licuado- y en eso saco de la bolsa de mi pantalón unos billetes y dos tipos nos quisieron robar pero no contaban que no nos íbamos a dejar, nos peleamos con ellos, llegaron los custodios y nos empezaron a pegar tanto que me abrieron el labio de un botazo, los custodios solo agarraron a uno de los que nos robó y el otro se escapo corriendo, me tuvieron que dar tres puntadas por adentro del labio, al Chuky y a mí nos bajaron al módulo de conductas especiales por riña a pesar de que nosotros éramos la parte afectada, duramos diez días apandados.

Martes 24 de febrero. Me levanté y me tuve que rifar el físico con un tipo que me quería traer de bajada, nos dimos y se calmo, comimos poco rancho, ese día nos contamos y éramos 30.

Miércoles 25 de febrero. Llegaron tres más castigados y ellos tuvieron que hacer la fajina del cantón, estábamos encerrados sin que nos entrara la luz del día, comíamos rancho y todos nos bañamos en la noche que llegó el agua.

Jueves 26 de febrero. Otro día igual pero llegaron otros dos y ya éramos 35, ya no cabíamos, dos tuvieron que dormir parados.

Viernes 27 de febrero. Llegaron otros tres y también durmieron parados, en la noche me querían quitar mi lugar y me tuve que pelear, esa noche cinco durmieron parados porque ya éramos treinta y ocho.

Sábado 28 de febrero. Llego uno más y ya éramos 39, todo era lo mismo, poca comida, mucho calor, tuvieron que dormir 33 acomodados y seis parados, otra vez me tuve que pelear por mi lugar para dormir, por ser el más chico todos creían que me iba a dejar, tenía la mano hinchada, la verdad estaba muy cansado pero no aflojé, después de eso todos ya le medían conmigo.

Domingo 1 de marzo. Ahora sí me dieron de comer bien y un mejor lugar para dormir.

Lunes 2 de marzo. Por último llegó uno más y ya éramos cuarenta, siete dormían parados, sin comer, sin agua, lo bueno es que los cuarenta alcanzábamos a bañarnos con agua fría, en los cantones de a lado había de quince a treinta personas, nosotros no podíamos ni movernos.

Martes 3 de marzo. Todos queríamos que ya fuera miércoles para que veinticinco de los cuarenta subiéramos a consejo y nos dieran nuestra sanción.

Miércoles 4 de marzo. Veinticuatro personas subieron al consejo menos yo, me mandaron llamar a las 5:00 am para llevarme a diligencia al Reclusorio Preventivo Sur porque después de dos años que llevó en el Reclusorio Preventivo Oriente las autoridades se dieron cuenta que desde el 2011 no me presenté más a firmar, estuve todo el día en los juzgados, me dieron la misma sentencia, regresé al Reclusorio Preventivo Oriente a las 00:30 y dormí al fin en mi cantón.

Jueves 5 de marzo. Me paré tarde, salí a pasar lista, hablé por teléfono con mi familia, siento que pasó mucho tiempo, fui a cortarme el pelo, me bañé y fui a buscar trabajo al kilómetro, conseguí ser mesero en las mesas de la explanada durante la visita, me encontré a Cintia una amiga de la secundaria que vino a ver a su novio, otro chavo de mi barrio, anduve todo el día cargando bolsas y atendiendo las mesas, gracias a Dios saqué lo de mí lista y lo de mis gastos personales, me compré un pan, una canela, unas tostadas, cené y me recosté a descansar, fin del día.

[1] Fragmento del Diario de un Interno del Reclusorio Oriente. Taller la voz abierta. Impartido por Marialy Soto Becerril.

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