Notas filosóficas sobre el uso de los dispositivos digitales en el ámbito de la educación en tiempos de COVID-19

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Resumen

En el presente texto realizaré un análisis entorno al COVID-19 y sus implicaciones en el ámbito educativo. El objetivo es discutir sobre las transformaciones acontecidas a partir de la implementación de la educación virtual como medida de seguridad ante la pandemia. Se intentan advertir las dificultades y los retos que representa el uso de los dispositivos digitales en el ámbito de la educación, para dar cuenta de los espacios de posibilidad que inaugura la crisis del COVID-19 en la transformación de los paradigmas educativos.

Palabras clave: COVID-19, filosofía, educación, dispositivos digitales, internet, accesibilidad.

 

Abstract 

In this text I will carry out an analysis around COVID-19 and its implications in the educational field. The objective is to discuss the changes that have occurred since the implementation of virtual education as a security measure against the pandemic. An attempt is made to notice the difficulties and challenges that the use of digital devices represents in the field of education, to account for the spaces of possibility that the crisis of COVID-19 inaugurates in the transformation of educational paradigms.

Keywords: COVID-19, philosophy, education, digital devices, internet, acessibilty.

 

La sociedad actual vive un aluvión desmedido respecto a las nuevas tecnologías y dispositivos digitales que se vuelven en el hoy por hoy “indispensables” para vivir, sobre todo en época de pandemias, como a la que actualmente hacemos frente. El COVID-19 y los dispositivos digitales han acaparado el reflector. Por doquiera que se vea tropieza uno con estos dos elementos, ambos en constante desarrollo y avance. Pero qué ha develado la pandemia mundial del coronavirus, además de nuestra ineficiencia al tratar de detener su avance, ha develado la pobreza que subyace en el ámbito educativo, ha hecho patente que lejos estamos de la tan ambicionada y lejana innovación tecnológica dentro de la educación pública mexicana, y de paso, ha despertado de su sueño dogmático a millones de usuarios, quienes las más de las veces se piensan como avezados en materia tecnológica, y al final descubren que no son más que sombras que tropiezan en ese mundo virtual que es el internet cuando se encuentran fuera de las redes sociodigitales habituales.

El fenómeno del COVID-19 tiene alcances aún inimaginables. No es cosa de casualidad que surjan, cada vez más, estudios respecto a las proyecciones y las transformaciones realizadas desde la aparición del virus en la lejana China hasta su alarmante llegada a tierras mexicanas, las inquietudes más recurrentes hacen referencia al ámbito económico y/o de salud. No obstante, aquí abordaremos su impacto en la dimensión educativa ligada a aspectos y recursos tecnológicos. Nos encontramos con el auge del COVID-19, los países buscan con desesperación disminuir la curva de contagios. Sin embargo, pareciera que algunos países lo logran con más éxito que otros. En México, a partir del 18 de marzo se suspendieron actividades en las escuelas de educación básica, el anuncio se realizó de manera oficial a través de la Secretaría de Educación Pública (SEP), no pasaría mucho tiempo, para que a través de diversos comunicados una a una, diferentes instituciones de educación anunciaran la suspensión de actividades presenciales en sus distintos planteles. Rápidamente se comenzó a hablar de clases y cursos bajo la modalidad virtual.

En la premura y la ambición por implementar clases virtuales en los distintos niveles educativos, pareciera que las instituciones olvidaron que México es un país diverso y complejo, con múltiples caras, y realidades socioeconómicas que no pueden ser veladas ni ignoradas cuando de inclusión y educación se trata. Habría que decir que hoy en día problemáticas como la brecha digital, que se creían en gran medida superadas, reavivaron el debate respecto al acceso a los dispositivos digitales y a una señal de internet estable y propio.

Y aun si dejamos de lado la problemática que representa la brecha digital, nos encontramos que el problema se da no tanto por el acceso a los medios digitales y estas nuevas tecnologías siempre crecientes, sino por el uso que de ellas se hace, pues tal y como refiere Inés Dussel en su obra Aprender y enseñar en la cultura digital, “[…] la brecha digital se está desplazando del acceso a los usos, y la nueva frontera se está definiendo por la capacidad de los usuarios de realizar operaciones complejas, moverse en distintas plataformas y aprovechar al máximo las posibilidades que ofrece la cultura digital”.[1]

Estudios respecto al fenómeno digital y la educación no son algo nuevo. Se desea hacer hincapié en que aun cuando este fenómeno se ha venido expandiendo a una velocidad inimaginable en todo el mundo, y México no es la excepción, pues los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) revelan que en México más de 47.4 millones de personas de entre 6 años de edad y más navega en Internet[2], aún nos falta mucho por saber y hacer respecto a la revolución digital, sobre todo en el ámbito educativo.

Era algo casi inevitable, dada la rapidez con la que se propagó el fenómeno del COVID-19, que éste llegara adentrarse en la educación y se incrustara dentro de la discusión actual respecto a las posibilidades de una educación virtual basada en modelos educativos a distancia como medida de protección ante la pandemia. No obstante, su estudio y análisis es algo que aún se encuentra en desarrollo, puesto que los datos que hasta el momento se tienen son diversos. Existe una multiplicidad de dictámenes al respecto, estudiantes, docentes y expertos en la materia, no juzgan ni conciben igual las mutaciones acontecidas en el panorama educativo a partir de la implementación de cursos virtuales, y es que aunque la sociedad contemporánea se caracteriza por un uso extenso en Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), se ha hecho patente que gran parte de los profesores y estudiantes no cuentan con los conocimientos básicos para fungir con sus respectivos papeles en entornos virtuales.

La escuela como institución se ve afectada por el COVID-19, la implementación de las nuevas tecnologías se vuelve una demanda para las instituciones educativas que deben poner en marcha estrategias y planes de acción para su uso dentro de los programas correspondientes a las diversas asignaturas que no podrán, por el momento, ser realizadas de manera presencial. Pero antes de continuar comencemos por consentir que las nuevas tecnologías tienen:

“[…] lógicas y modos de configurar el conocimiento muy diferente a los de la escuela. Las primeras funcionan en base a la personalización, la seducción y el involucramiento personal y emocional, y suelen ser muy veloces y con una interacción inmediata. La escuela, en cambio, es una institución basada en el conocimiento disciplinar, más estructurada, menos exploratoria y con tiempos y espacios determinados de antemano, más lentos y menos porosos”.[3]

Surgen entonces una nueva cuestión, y ésta tiene que ver con el uso de los dispositivos digitales entre los educandos, que habituados están a su uso prolongado, pero dentro de un uso lúdico y de entretenimiento. Pues ubicándonos dentro del panorama nacional hay que señalar que en México una de la principal actividad realizada en Internet, reportadas por la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI), está vinculada al acceso a redes sociodigitales (85%). Un dato interesante y fundamental, que no se desea dejar de lado, es que el 74 % de los cibernautas mexicanos tiene menos de 35 años de edad. Los usuarios que frecuenta y hace uso de Internet, sirviéndose de los dispositivos digitales son, en su gran mayoría, jóvenes.

He ahí la importancia y pertinencia del problema a tratar, el cual se coloca en la línea de análisis sobre el uso que se hace de los dispositivos digitales dentro del campo del saber ante la crisis actual que nos lleva a salvaguardarnos detrás de una pantalla. Se busca atender a problemáticas concretas que a través de una indagación se han ido delineando como problemas importantes de la sociedad actual en el horizonte educativo. Pues se comienza a considerar la contingencia del COVID-19 como una de las más acuciantes de las últimas décadas. Hay cambios en las formas por las cuales se ha de propagar el conocimiento y reina la incertidumbre respecto al éxito que habrán de producir las nuevas formas de encuentro con el saber mismo.

El fenómeno digital, su avance y continua implementación en los más variados ámbitos de la vida no es, como ya se ha mencionado, un tema nuevo, ha sido percibido y estudiado por diversos pensadores. Uno de ellos es el pedagogo Marc Prensky, fundador y director ejecutivo de Games2Train compañía de aprendizaje basada en el juego, es además fundador de “The Digital Multiplier” organización dedicada a aminorar la brecha digital que subyace en la enseñanza y en el aprendizaje en todo el mundo. Marc Prensky ha acuñado los conceptos; “nativo digital” para referirse a las nuevas generaciones de jóvenes que han crecido con la tecnología, e “inmigrante digital” para todos aquellos que han nacido antes del auge tecnológico y que han tenido que integrarse a este nuevo fenómeno que ha revolucionado los diversos ámbitos de la vida y que tiene repercusiones en la esfera educativa con problemas ligados al saber. Las formas en las que se desarrollan las relaciones sociales, laborales y muchas otras más, han sido afectadas directamente por estas nuevas vías, tecnológicamente hablando, de información, inauguradas en las últimas décadas del siglo XX, que se encuentran en constante crecimiento y que representan una compleja metamorfosis social.

Marc Prensky define al “nativo digital” como aquel, o aquellos que: “[…] han nacido y se han formado utilizando la particular ‘lengua digital’ de juegos por ordenador, vídeo e internet”.[4] Mientras que opta por definir al “inmigrante digital” como aquel individuo que nació antes de la gran oleada de lo digital y que se ha visto en la urgencia de adentrarse a estas nuevas tecnologías porque debe no sólo “mantenerse al día”, sino que acuciado por la rápida implementación con la que se han adherido al panorama social, sobre todo en tiempos de pandemia, ha intentado aprenderlas con celeridad. Habría que añadir, respecto al inmigrante digital, que: “[…] al igual que cualquier inmigrante, aprendemos —cada uno a su ritmo— a adaptarnos al entorno y al ambiente, pero conservando siempre una cierta conexión (a la que ‘denomino’ acento) con el pasado”.[5]

Si algo distingue al “nativo digital” de su antecesor es, sobre todo, su afición por las multitareas y procesos paralelos. Y si bien esta configuración del “nativo digital”, para seguir con Prensky, es por muchos valorada como una nueva habilidad, incluyendo al mismo Prensky quien ve en ella nuevos horizontes y grandes posibilidades, habría que decir que desde la perspectiva de diversos pensadores, entre ellos el filósofo coreano Byung-Chul Han: “La técnica de administración del tiempo y la atención multitasking no significa un progreso para la civilización”.[6] Para Han, el multitasking viene dado por una especie de hiperactividad descontrolada donde la capacidad contemplativa como puente a un pensamiento complejo se ha perdido o al menos va en detrimento de todo pensar complexo como lo es el pensamiento filosófico y artístico.

Bienvenidos a la era de la información en tiempos de pandemia. Es en verdad difícil para los jóvenes de hoy en día apartarse de sus dispositivos móviles; Teléfono celular, Tablet, Laptop, etcétera. No hay tarea que los “nativos digitales” no busquen, descarguen, investiguen y obtengan de la red. El libro físico ha quedado desplazado, éste es un estorbo para ellos, ahora los estudiantes son capaces de cargar una biblioteca entera en esos pequeños y ultramodernos dispositivos, para los cuales pareciera todos los días hay una aplicación nueva o renovada y más veloz que la anterior.

La cuestión a tratar es el uso que se les da a los dispositivos digitales dentro del contexto educativo de la sociedad contemporánea que se enfrenta al COVID-19, teniendo presente que teorizar respecto a cómo debería ser, dictándole normas externamente no tiene sentido, y es que en todo caso se tendrá que tomar en cuenta lo que se está haciendo justo ahora, aun cuando lo que ocurre no sea lo ideal. Por un lado, la posición y lógica de múltiples instituciones educativas, al menos a nivel nacional, es la siguiente. Observan que el fenómeno del COVID-19 se desarrolla a nivel global con gran rapidez y se incrusta dentro de las más diversas y variadas dinámicas sociales que han tenido que modificar por su causa, se percatan de que tecnológicamente hablando debemos ponernos al día, debemos seguir de cerca los avances de la epidemia sin detener la vida educativa de los estudiantes, y por ello recurren con urgencia a “instar”, por decir lo menos, a los enseñantes de todo el país a la implementación de aulas virtuales. No obstante, con estas acciones que parecieran por demás apresuradas y poco planeadas, se ha llegado a incurrir en abusos y absurdos, en primer lugar, porque se parte de la idea errónea de que los docentes, muchos de ellos inmigrantes digitales, cuentan con los conocimientos necesarios para diseñar cursos virtuales de un día para otro y que son capaces de desplazarse por múltiples plataformas digitales con libertad y soltura.

Acciones de este tipo y semejantes no han de solucionar el problema al que se enfrenta la educación en México, porque lejos de ayudar a eliminar o paliar el problema ya existente del coronavirus, inaugura nuevos rostros y caras a la marginación y desigualdad educativa. Por ello se cree que lo más prudente sería plantear y pensar desde otros parámetros las problemáticas que conllevan el uso de los dispositivos digitales. Pareciera que las técnicas educativas intentan abrirse al fenómeno digital y han creado programas de estudio que buscan introducir los avances tecnológicos y las nuevas formas a través de las cuales se obtiene, difunde y genera el saber, no obstante, recordemos que: “En el momento en que se cierra, estatiza, se absolutiza un conocimiento, la realidad se nos desaparece, oculta; sólo quedan construcciones mentales, quizá maravillosas y congruentes, pero poco reales”.[7] Por ello, la necesidad de no sólo dictaminar, sino investigar, desarrollar y crear de manera constante proyectos que integren metodologías que más allá de establecer problemas y soluciones, marque pautas gracias a las cuales puedan las comunidades implicadas versar sobre las distintas problemáticas que se tienen y trabajar en las soluciones necesarias.

He ahí la necesidad de inscribir el estudio de la sociedad contemporánea dentro de los horizontes de la trasformación y mutación del saber, del poder y el hacer ante el COVID-19, que hace necesario indagar sobre las implicaciones, tanto teóricas como prácticas de la revolución digital dentro del ámbito educativo, pues:

“La tecnología deslocaliza los saberes modificando tanto el estatuto cognitivo como institucional de las condiciones del saber, y conduciendo a un fuerte emborronamiento de las fronteras entre razón e imaginación, saber e información, naturaleza y artificio, arte y ciencia, saber experto y experiencia profana… la revolución tecnológica introduce en nuestras sociedades no es pues tanto una cantidad inusitada de nuevas máquinas sino un nuevo modo de relación entre los procesos simbólicos”.[8]

El “nativo digital” aboga por la velocidad, apoya a una re-configuración del saber. Las nuevas generaciones buscan acceder al conocimiento de manera veloz y diferente. El “nativo digital” es el sujeto del “futuro” donde lo volátil es la moneda de cambio. La pregunta aquí es: ¿hasta dónde los docentes pueden abrirse a la inmanente realidad del avance digital e implementar nuevas prácticas pedagógicas? Las nuevas tecnologías digitales se perfilan como el presente y el futuro de la humanidad. Vivimos en la cultura hipervisual en la que ya no sólo se habla de teléfonos inteligentes (Smartphone), sino de ciudades inteligente (Smartcitys), el lenguaje y parámetros que sigue la sociedad contemporánea responde a las lógicas y las formas de configuración de los sistemas digitales, eso mucho antes de la aparición del COVID-19, es por ello que la crisis puede ser una excelente oportunidad para redefinir los parámetros de la educación tradicional, puede ser el momento perfecto para que los docentes se atrevan a aprender con los estudiantes y generar así un espacio para gestar habilidades de pensamiento crítico, donde a partir de la resolución de problemas docentes y alumnos, nativos e inmigrantes digitales, rompan con las estructuras clásicas de verticalidad con las que una generación educa a la otra. Se abre, entonces, el panorama para comenzar a construir una educación horizontal, tal y como lo postulan las pedagogías críticas del siglo XXI. Para que educandos y educadores caminen de la mano en la edificación de nuevos espacios, para la construcción de nuevos estudiantes y docentes, donde ambos se guíen de manera mutua en el transitar por el mundo virtual.

Nos hace falta, si no re-hacer, sí re-pensar y re-dirigir las estructuras educativas y sociales en las que se dan las actuales relaciones en un mundo tecnológicamente avanzado. El mundo y los diversos ámbitos que conforman la vida social del hombre no pueden ser entendidos si se les estudia separadamente, debemos en todo caso adentrarnos a ellos y examinar la contradicción en sus relaciones, teniendo claro que, tal y como señalaba el pedagogo Paulo Freire: “[…] en la posmodernidad progresista, en cuanto clima histórico pleno de optimismo crítico, no hay espacio para optimismos ingenuos ni para pesimismos deprimentes”.[9] He ahí la importancia de re-pensar la educación con los denominados “nativos digitales” y los retos que implica la educación virtual en tiempos de pandemias.

Si en el contexto educativo actual se apuesta no sólo por el acercamiento a los avances tecnológicos como “solución” al cese de actividades en el ámbito educativo y se le presta más atención a la integración de las nuevas tecnologías desde un horizonte crítico que permita reflexionar sobre el contenido y la perspectiva que sigue la educación virtual como posible espacio de encuentro del cual surja un verdadero proceso de enseñanza-aprendizaje, se podrá reconocer que el uso de los dispositivos digitales en sí no son garante de nada, son un instrumento más como tantos otros con un sinfín de posibilidades que están latentes en potencia, pero que sólo se realizarán en acto en el sujeto, sólo a partir de ese reconocimiento los programas de estudio y el uso efectivo de las nuevas tecnologías podrán llegar a tener un uso positivo y de mayor alcance dentro del ámbito educativo, lo cual le permitiría a docentes y estudiantes un actuar crítico, reflexivo y responsable frente a la educación virtual, pero para ello es indispensable que se generen estrategias que permitan la integración de las nuevas tecnologías dentro de las aulas, ya sean virtuales o materiales.

Sólo así nos salvaguardaremos de las generaciones de educandos que se quedan en el dato, en lo dado, que es, en última instancia, sólo uno de los varios estadios a través de los cuales se debe pasar para poder llegar al proceso de reflexión y apropiación necesario para que se dé el conocimiento y se pueda dar un paso más en la, urgente y necesaria, transformación de la sociedad de la información a la sociedad del conocimiento. Los temas nimiamente vislumbrados y someramente bosquejados, que ya se mencionaban con anterioridad, buscaron desarrollarse para comprender y atender a los más diversos problemas dentro del panorama educativo actual que se encuentran ante el horizonte siempre cambiante de la sociedad contemporánea. Nos aventuramos a adentrarnos en problemáticas que emergen ante la actual contingencia del COVID-19 y que abrieron en la educación virtual múltiples problemas que acucian con gran urgencia ser tratados, re-explorados y sobre todo proyectados más allá de lo presente. La educación virtual puede ser aquí el gran puente unificador que no solamente une e integra, sino que crea caminos y proyecciones hacia el futuro.

 

Bibliografía

  1. Dussel, Inés. VI Foro latinoamericano de Educación; Educación y nuevas tecnologías: los desafíos pedagógicos ante el mundo digital, Aprender y enseñar en la cultura digital, Santillana, Buenos Aires, 2011.
  1. Freire, Paulo. Política y educación, Siglo XXI, México, 2009.
  2. Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), Módulo sobre Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los Hogares (MODUTIH), 2014, disponible en (http://www3.Inegi.org.mx/sistemas/saladeprensa), consultado el 10 de abril de 2017.
  3. González Vega, Fernando. “Hacia la comprensión de la técnica” en Revista de Investigación y Docencia en Educación Técnica, CIDET, Vol. I, N°2, pág. 49.
  4. Han, Byung-Chul. La sociedad del cansancio, Herder, Barcelona, 2013.
  5. Prensky, Marc. “Nativos e inmigrantes digitales”, Edita: Distribuidora SEK, S.A., Impresión: Albatros, S, L. 2010.

 

Notas

[1]Inés Dussel, VI Foro latinoamericano de Educación; Educación y nuevas tecnologías: los desafíos pedagógicos ante el mundo digital, Aprender y enseñar en la cultura digital, Buenos Aires: Santillana, 2011, p. 12.
[2] Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), Módulo sobre Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los Hogares (MODUTIH), 2014, disponible en http://www3.Inegi.org.mx/sistemas/saladeprensa.
[3] Dussel. Op.cit., p. 13.
[4] Marc Prensky, Nativos e inmigrantes digitales, Ed. Distribuidora SEK, S.A., Impresión: Albatros, S, L. 2010, p. 5.
[5] Idem.
[6] Byung-Chul Han. La sociedad del cansancio, Trad. Arantzazu Saratxaga Arregui, Barcelona: Herder, 2013, p. 33.
[7] Fernando González Vega, “Hacia la comprensión de la técnica” en Revista de Investigación y Docencia en Educación Técnica, CIDET, Vol. I, N°2, p. 49.
[8] Ibidem, p. 2.
[9] Paulo Freire. Política y educación, México: Siglo XXI, 2009, p. 16.

 

 

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