Invitación de regresar a la teoría freudiana sobre una sexualidad polimorfa

Ryan Morphy, “Another kiss”, (2021)

 

Resumen

Este artículo tiene como fin reflexionar acerca de la construcción de la masculinidad heterosexual como una norma que reduce y reprime el especto de la sexualidad; sin embargo, su fracaso es el fundamento de la sintomatología neurotica. A su vez, se busca generar una critica a las políticas de exclusión a personas homosexuales en procesos de admisión a instituciones psicoanalíticas.

Palabras clave: psicoanálisis, sexualidad, homosexualidad, exclusión, institución, masculinidad.

 

Abstract

This article aims to reflect on the construction of heterosexual masculinity as a normativity that repress and reduces the spectrum that sexuality can be; however, its failure is the basis of neurotic symptomatology. At the same time, this text also seeks to generate a criticism of the exclusion policies for homosexual people in admission processes to psychoanalytic institutions.

Keywords: psychoanalysis, sexuality, homosexuality, exclusion, institution, masculinity.

 

Invito[1] a regresar a la ironía con la que Freud criticaba la sexualidad normal en Tres ensayos de una teoría sexual.[2] Parto de una pregunta aparentemente simple.

 

¿Qué es un beso?

 

Freud describe el conflicto pulsional como una batalla que se libra en el cuerpo. La funcionalidad anatómica se ve alterada en el momento en las pulsiones sexuales toman el órgano para sus fines. Los labios ya no están a merced de la alimentación. Eros ha ganado terreno, pero a su vez lo atrofia. Tal como el ojo cuando deja de ver en la ceguera histérica; el ojo se sintomatiza.

 

Un beso es una alteración. Una forma sintomática de encontrarse con otro.

 

En el texto antes mencionado, Freud recorre cada práctica sexual dando cuenta que no tenemos nada de natural. Podemos inferir que la reproducción se dejó hace ya mucho tiempo atrás. Es muy sabido, las pulsiones no son instintos. La sexualidad de los neuróticos, dice Freud, es sintomática. Podemos preguntarnos entonces ¿existe una sexualidad normal? Apelar a cierto ideal moral solo traería más problemas. Recordemos cómo el yo en sus fantasías hace del castigo una vía para satisfacer las pulsiones.[3] Usar el castigo como una vía para ir en contra de la norma, la ley, la imposición. Imponme, castígame, átame, pégame. Vaya forma de burlarse del masoquista.[4]

 

Si el equívoco de la normalidad es lo que se repite, es preciso reiterar la pregunta ¿Cuáles son las condiciones universales de la sexualidad? Paradójicamente están dadas negativamente, por lo menos desde el pensamiento de Lacan; es decir, no hay relación sexual. No hay complementariedad entre los sexos, ni entre el sujeto y el Otro.

 

Pero ¿qué pasa cuando nos besamos? ¿hay relación? ¿hay encuentro?

 

Hay formas distintas de tener relaciones sexuales, todas singulares. Siguiendo a Hans Seattele[5] formas de entenderse, de jugar. Sin embargo, puede parecer que esta condición no se modifica a lo largo del tiempo, podemos preguntarnos ¿qué diferencias existen en esta actualidad? ¿cada generación tiene sus medios? Suponemos que una de las promesas fallidas del capitalismo es que no haya diferencia o división entre los cuerpos. Esta tesis llevaría a una pregunta ¿las condiciones de explotación y consumo del capitalismo han cambiado a lo largo de sus años? ¿será que la exigencia de producir, de trabajar, de explotarse, de consumirse no han cambiado? ¿qué es lo nuevo entonces?

 

Quizá podamos tomar como referencia general la tesis freudiana sobre la sexualidad infantil. La cual la define como perversa y polimorfa. Me pregunto ¿Cómo se va a acotando este arcoíris polimorfo a un único color? ¿Cuáles son los mecanismos que causan este proceso?

 

Butler,[6] siguiendo los postulados de Freud señala que la heterosexualidad se impone como la forma de expresión de la sexualidad por medio del Edipo. Es decir, el polimorfismo sexual se reduce en cuanto se edipiza, se moldea bajo este triangulo; papá, mamá e hijo… para la hija parece que aún no hay respuesta.

 

Si la sexualidad está definida bajo lo masculino, me gustaría ir a contracorriente de la tradición psicoanalítica y preguntar ¿qué es un hombre? Regreso a Butler nuevamente, cito:

 

En cuanto que mujeres, son consideradas propiedad del hombre, es el hombre el que ostenta el poder sobre sus vidas y sus muertes. No hay ninguna razón natural que justifique esta estructura fatal e injusta de dominación y terror: forma parte de convertirse en género en los términos de la norma dominante. Convertirse en hombre desde esta perspectiva, consiste en ejercer el poder sobre la vida y la muerte de las mujeres; matar es la prerrogativa del hombre al que se le ha asignado un determinado tipo de masculinidad.[7]

 

Nos damos cuenta que la pregunta por la masculinidad necesariamente se entrelaza con lo femenino; es una pregunta por esta relación de ejercicio del poder. Entonces, es preciso reconocer la interdependencia que existe. De lo contrario sería negar nuevamente a la mujer como sujeto, su vida y su agencia sobre ella.

 

Cuestionarse ser hombre puede implicar también buscar prácticas sin violencia, es más, hasta diría que es necesario encontrar múltiples, polimorfas vías para no ejercerla. Reitero mi ignorancia sobre cómo se tenga que hacer, hasta podría decir que continuamente me equivoco, pienso que se debe a que no existe una respuesta que lo abarque todo. Nos toca hacer el ejercicio de inventar prácticas para cada contexto. Sí, ejercicio, porque la masculinidad no radica en el ser; ser hombre es una imagen que rápidamente se quiebra en diferentes maneras de relacionarse con otres. Hace poco alguien me preguntaba: “¿cómo le pido a mi novia que me ayude con mi mudanza?, no quiero abusar de su tiempo”.

 

Si ser hombre radica en formas diversas de entablar relaciones, podemos preguntar ¿en qué radica la heterosexual de un hombre? ¿Qué hace que un hombre tenga este modo tan particular de ejercer su sexualidad?

 

La obvia respuesta que quién está leyendo es que coge con mujeres. Bueno, Paul Preciado tiene una propuesta diferente, para desplegarla puedo partir de una pregunta muy al estilo Preciado:

 

¿Cuántos de ustedes, hombres, han usado su próstata en búsqueda de placer?

 

¿Qué riesgo implica este juego?

 

Siguiendo a Preciado la heterosexualidad consiste en haber cancelado la posibilidad de usar el ano como un órgano sexual, es decir, se basa en la castración anal. Cito:

 

“El problema no es el sexo anal, sino la civilización del hombre-castrado-de-ano”.[8]

 

Es decir, “¿Cuáles son los mecanismos de control y represión que aseguran que la heterosexualidad (como ritual coreografía corporal y sus rígidas instituciones de relación y filiación) siga apareciendo como la única sexualidad normal?”[9]

 

Recuerdo las miradas cuando tome de la mano a un hombre en el metro. Recuerdo la vergüenza que tuve, el miedo. Esas miradas me colocaban en una silla de acusado. Había cometido una falta. Pero ¿cuál?

 

En 1921 Ernest Jones le pide consejo tanto a Otto Rank como a Freud para tomar la decisión de admitir o rechazar a un candidato para formarse en psicoanálisis, la respuesta de Freud es la siguiente:

 

“Nosotros no queremos excluir esas personas porque nosotros no condenamos su persecución legal, nosotros creemos que la decisión en esos casos debería ser reservada de acuerdo a la examinación de otras cualidades de su persona”.[10]

 

Les recuerdo que la homosexualidad estuvo penada en Inglaterra hasta 1967 y que Ernest Jones fue presidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional de 1920 a 1924 y de 1932 a 1949.

 

Lamentablemente, Jones no tomó la indicación de Freud y siguió su creencia en que la homosexualidad es una patología que se genera en estadios tempranos del desarrollo, porque no se ha resuelto el complejo de Edipo. Por lo tanto, las personas enfermas de homosexualidad estarían excluidas del psychoanalytic training.

 

¿Por qué Ernest Jones estipula que no pueden ser analistas?

 

Desde su perspectiva la homosexualidad podría conducir a conflictos transferenciales por haber tenido problemas en el Edipo. Pero detengámonos un momento, el problema no es la homosexualidad. El complejo es el del Edipo.

 

Freud en uno de los tantos consejos que da para llevar a cabo la técnica psicoanalítica dice los siguiente:

 

Ni por asomo el consejo de gozar de la vida sexualmente cumple un papel en la terapia analítica —aunque más no fuera, por el mero hecho de que proclamamos que en el enfermo se libra un obstinado conflicto entre la moción libidinosa y la represión sexual, entre la orientación sensual y la ascética; y ese conflicto no se cancela por más que se ayude a una de esas orientaciones para que triunfe sobre su contraria—. Y aun vemos que en el neurótico ha prevalecido el ascetismo, como consecuencia de lo cual, justamente, la aspiración sexual sofocada se abre paso en los síntomas.[11]

 

Es muy interesante cómo Freud describe que la represión que intenta dominar la sexualidad conduce a la producción de síntomas. Podemos agregar que la heteronorma no escapa de esta condición. La libido termina desbordando a la sofocación abriéndose paso. El ascetismo que se autoimpone el neurótico es un ideal fallido. Ahora bien, quienes practican el psicoanálisis ni por asomo aconsejarán sobre el quehacer de la vida sexual, no porque sea inadecuado o inmoral, sino porque el conflicto no se cancela por hacerlo. El psicoanálisis no es un proceso educativo. Esta indicación también implica que el trabajo analítico no tiene el fin de cancelar el síntoma, es decir, se lograría poco si se juzga a quienes hablan con franqueza sus fantasías o quehaceres.

 

Aun así, sabemos la reticencia de Freud en involucrar al psicoanálisis bajo dimensiones políticas; tal cómo le dice en cierto momento a Otto Gross: “Somos médicos y queremos seguir siéndolo”. Justo cuando Gross buscaba desquiciadamente hacer del psicoanálisis un medio para movimientos de liberación sexual, revolución y transformación social.

 

La utopía anal que invita imperativamente Preciado se basa en la colectivización del ano. Pero a su vez, se pregunta como una forma de advertencia “¿cómo evitar el marketing anal?”[12]

 

Es preciso reflexionar ¿nos libera aquella libertad que se nombra como un imperativo? Vuelvo a una de las preguntas iniciales ¿las condiciones de explotación y consumo del capitalismo han cambiado a lo largo de sus años? Sí, ha habido revoluciones, microrevoluciones y que han sido sumamente valiosas. Pero eso no quiere decir que estemos advertidos de sus imperativos y que sea necesario subvertirlos continuamente.

 

Bibliografía

  1. Butler, Judith, Deshacer el género, Paidós: España, 2019, p. 283.
  2. ___________, Sin miedo: Formas de resistencia a la violencia de hoy, Penguin Random House: Ciudad de México, 2021, pp. 45-46.
  3. Deleuze, Guattari, Presentación de Sacher-Masoch: Lo frío y lo cruel, Buenos Aires: Amorrortu, 2017, p. 124 a 137.
  4. Freud, Sigmund, Tres ensayos de teoría sexual. En obras completas, Buenos Aires: Amorrortu, 1905, pp. 109-225.
  5. _____________, 27°conferencia. La transferencia. En obras completas. Buenos Aires: Amorrortu, 1917 [1916-17]. 394.
  6. _____________, «Pegan a un niño». Contribución al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales. En obras completas. Buenos Aires: Amorrortu, 1919, pp. 173-200.
  7. _____________, El malestar en la cultura. En obras completas. Buenos Aires: Amorrortu, 1930 [1929], 128.
  8. Preciado, Beatriz, Terror anal, Editorial Melusina: España, 2009, p. 161.
  9. Twomey, D., British Psychoanalytic Attitudes Towards Homosexuality, Journal of Gay & Lesbian Psychotherapy, 2003, 7:1-2, 7-22, DOI: 10.1300/ J236v07n01_02 Traducción, Diego Safa Valenzuela.
  10. Saettele, H, Bordes del lenguaje. Discurso y lazo. Universidad Autónoma Metropolitana. Unidad Xochimilco. México, 2021, 22.

 

Notas
[1] El escrito fue presentado como una ponencia en el coloquio títulado: “Psicoanálisis y sexualidad: Revisiones,  para la formalización del texto.
[2] Freud, S., Tres ensayos de teoría sexual. En obras completas. Buenos Aires: Amorrortu, pp. 109-225.
[3] Freud describe un fenómeno clínico que se pone en acto en la transferencia, la fantasía de azote; es decir, como el analizante demanda el castigo con el fin de conseguir amor. Refiere a una forma de construir relaciones en el que se repite la confusión del maltrato como un gesto amoroso. Véase en: Freud, S. (1919). «Pegan a un niño». Contribución al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales. En obras completas. Buenos Aires: Amorrortu, p. 173 a 200.
[4] Deleuze hace una crítica brillante al trabajo teórico psicoanalítico sobre el masoquismo basándose en la vida y obra de Sacher-Masoch. Cuestiona la supuesta relación sadomasoquista preguntándose quién es que rige la escena violenta, Deleuze indica que el contrato que hace Sacher-Masoch con su esposa fue escrito y estipulado únicamente por el poeta; este dato curioso hace concluir a Deleuze que el masoquista usa las normas morales para burlarse de ellas. Véase en: Deleuze, G. (2017) Presentación de Sacher-Masoch: Lo frío y lo cruel. Buenos Aires: Amorrortu, p. 124 a 137. Es clara la veta freudiana de este planteamiento; en El malestar en la cultura, Freud describe cómo en el mandamiento “amarás a tu prójimo” subyace mociones pulsionales de consumir hasta llevar al prójimo a su destrucción, sin embargo, por temor al abandono y a la soledad; el sujeto invierte las mociones agresivas dirigiéndolas a sí mismo, haciendo del yo el objeto donde puede satisfacer las pulsionales que han sido previamente prohibidas. Con el fin de no renunciar a la satisfacción, el castigo que emplea la conciencia moral contra el yo se vuelve una vía para volcar la crueldad acotada por la cultura. El yo haciéndose castigar por la autoridad o el superyó logra eludir la prohibición. Véase en: Freud, S. (1930 [1929]). El malestar en la cultura. En obras completas. Buenos Aires: Amorrortu, p. 128.
[5] Saettele, H. (2021) Bordes del lenguaje. Discurso y lazo. Universidad Autónoma Metropolitana. Unidad Xochimilco. México, p. 22.
[6] Butler, J. (2019) Deshacer el género. Paidós: España, p. 283
[7] Butler, J. (2021) Sin miedo: Formas de resistencia a la violencia de hoy. Penguin Random House: Ciudad de México, p. 45-46.
[8] Preciado, B. (2009) Terror anal. Editorial Melusina: España, p. 161.
[9] Op. Cit.
[10] Twomey, D. (2003) British Psychoanalytic Attitudes Towards Homosexuality, Journal of Gay & Lesbian Psychotherapy, 7:1-2, 7-22, DOI: 10.1300/ J236v07n01_02
Traducción, Diego Safa Valenzuela.
[11] Freud, S. (1917 [1916-17]). 27°conferencia. La transferencia. En obras completas. Buenos Aires: Amorrortu, p. 394.
[12] Op. Cit., p. 163.

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