Ecophrónesis y cambio climático

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Título: “Ecophrónesis y cambio climático”. (El autor no posee los derechos de la ilustración)

 

 

 

Resumen

 

La crisis ecológica de nuestro tiempo nos invita a reconsiderar la forma en la que nos relacionamos con nuestro entorno natural. El cuidado y respeto al medio ambiente son indispensables para el buen vivir de todas las formas de vida, incluyendo nuestra especie. Por esta razón, el objetivo general de este escrito es explicar cómo a través de lo que podemos llamar ecophrónesis en aras al buen vivir humano y no humano, podemos cuidar y respetar nuestro entorno natural. Asimismo, a partir de los elementos filosóficos que conforman a la ecophrónesis se analizará el cambio climático como uno de los problemas ambientales más graves de nuestro tiempo.

 

Palabras clave: ecophrónesis, cambio climático, medio ambiente, cuidado, respeto, buen vivir.

 

 

Abstract

 

The ecological crisis of our time invites us to reconsider the way we relate to our natural environment. Care and respect for the environment are essential for the good living of all forms of life, including our species. For this reason, the general objective of this writing is to explain how through what we can call ecophronesis for the sake of human and non-human good living we can care for and respect our natural environment. Likewise, based on the philosophical elements that make up ecophronesis, climate change will be analyzed as one of the most serious environmental problems of our time.

 

Keywords: ecophronesis, climate change, environment, care, respect, good living.

 

 

Introducción

 

En los últimos tiempos hemos enfrentado diversas problemáticas ambientales que son, por un lado, producto de los procesos naturales, y por el otro, resultado de diversas actividades humanas. Ante este panorama, tanto la Ética Ambiental como la Bioética han extendido sus campos de interés para replantearnos la relación que tenemos con nuestro entorno natural y con los seres vivos dando lugar a una conciencia ecológica más profunda. Nos encontramos frente al agotamiento de los recursos naturales, propios para la existencia de la vida en el planeta; ante el desequilibrio de los ecosistemas, la extinción masiva de especies, erosión y desertificación, calentamiento global, entre otros problemas. Estas condiciones nos han llevado a plantear diversas soluciones como el desarrollo sostenible y las políticas comunes en los diferentes países. Evidenciar los problemas ecológicos no basta para generar un cambio de conducta respecto a los daños provocados. Es por este motivo que han surgido diversas posturas de ética ambiental para modificar la relación que tenemos con el medio ambiente.

 

Sin embargo, más allá de una pedagogía ecológica basada en algunos valores como “el respeto al medio ambiente, la cultura del reciclaje, la conservación de los recursos y de algunos materiales no renovables, la conservación de las especies en peligro de extinción, la sostenibilidad”[1], etc., no son suficientes para generar un modo de vida que transforme nuestros hábitos y nuestro carácter. Necesitamos educar nuestros deseos para que el cuidado y respeto a la naturaleza se transforme en la búsqueda de los medios necesarios para relacionarnos de manera responsable con el medio ambiente.

 

La ética de la virtud, específicamente bajo la guía de la phrónesis, nos puede conducir a elegir los medios adecuados, ordenados a un fin general (el vivir bien o buen vivir). Por tanto, la felicidad o buen vivir es el fin que se escoge por sí mismo y se caracteriza porque se vive excelentemente de acuerdo con la razón. Para vivir bien, en armonía con la naturaleza, se deben ejercitar las virtudes, tanto las morales como las intelectuales, específicamente (en este contexto), la prudencia. Por esta razón, los diversos problemas ambientales que vivimos dependen en gran medida, de nosotros, ya sea por haber provocado su aceleramiento o porque ahora asumimos la responsabilidad de revertirlos.

 

Pensar la phrónesis desde un ámbito ajeno al propuesto por el Estagirita, implica ciertos retos porque la ética que propone solo podría ser ejercitada en un contexto histórico determinado y bajo la esfera de lo humano. Sin embargo, partiendo de una “ecología humana[2] que defiende un tipo de humanismo que reconoce el valor inherente de los seres naturales”[3] se puede asumir la importancia que tiene el cuidado y el respeto a la naturaleza y, de esta forma, ampliar el concepto de la phrónesis para integrar un modo distinto de relacionarnos con nuestro entorno natural. A esta nueva conceptualización de la phrónesis, que incluye la reflexión en torno al cómo nos relacionamos con el medio ambiente, le llamaremos ecophrónesis.

 

 

Caracterización de la ecophrónesis

 

Antes de abordar esta nueva forma de prudencia es importante mencionar que ha habido en las últimas cuatro décadas una gran proliferación de estudios en torno a la ética de la virtud, siendo Tras la virtud (2013) de Alasdair MacIntyre la primera de ellas; en esta obra el autor aborda y recupera algunos de los conceptos centrales de la ética aristotélica: virtud, carácter, telos, naturaleza humana, tradición[4]… MacIntyre parte de la tradición aristotélica que incluye el pensamiento del Estagirita y también el de sus precursores y sucesores. En este sentido, “es central que el pasado no sea nunca algo simplemente rechazable, sino más bien que el presente sea inteligible como comentario y respuesta al pasado, en la cual el pasado, si es necesario y posible, se corrija y trascienda, pero de tal modo que se deje abierto el presente para que sea a su vez corregido y trascendido por algún futuro punto de vista más adecuado”[5].

 

A través de este estudio, el autor nos muestra que la pregunta sobre “¿qué tipo de persona voy a ser?” Es ineludible, además de que la respuesta se da en la práctica, en el día a día. Pero, bajo la perspectiva de la moral moderna, esta pregunta se reemplaza por otras: ¿qué tipo de reglas debo seguir?” Y “¿por qué debo obedecerlas?”[6]. Así, el pensar sobre la vida buena o el buen vivir del ser humano queda supeditado a la vida privada y no se plantea en el contexto público. Desde la visión aristotélica las virtudes encuentran su lugar, no en la vida del individuo, sino en la vida de la ciudad y el individuo solo es inteligible como zoon politikon[7] Partiendo de estas premisas, podemos traer a colación la ética de la virtud para replantearnos la pregunta esencial: ¿qué tipo de persona voy a ser?, pero no solo en relación con la comunidad humana, sino en relación con la comunidad biótica en general.

 

La ética de la virtud ha sido recuperada para analizar diversos campos de estudio “que incluyen la ética biomédica, estudios de comunicación, antropología cultural, educación, práctica profesional, psicología, geografía, ciencias de la gestión, teoría de planificación y ciencias políticas, pero no el ámbito de la práctica ecológica”[8]. Por tanto, este enfoque, también ha sido recuperado para replantearnos cuestiones ecológicas o ambientales, partiendo de una virtud clave en el pensamiento aristotélico: la phrónesis. En este contexto, resulta muy conveniente recuperar la pregunta central de la ética de la virtud: ¿qué tipo de persona voy a ser?, pero no solo en el ámbito de las relaciones humanas, sino en relación con el medio ambiente. El trabajo de Wei-Ning Xiang cobra relevancia porque intenta aplicar la phrónesis al contexto ecológico, en el cual debemos dirimir sobre la forma en la que tomamos decisiones éticas en relación con la práctica ecológica.

 

En suma, para llegar a ser plenamente una persona virtuosa es necesario estar motivada por la superación personal y el compromiso con la excelencia y dado que estas son disposiciones cultivadas durante mucho tiempo, no tienden a desaparecer inmediatamente. Las personas que practiquen la phrónesis con la finalidad de vivir bien o de alcanzar una vida plena será con el objetivo de actuar correctamente y evitar daños de cualquier tipo en un contexto social. Además, como es bien sabido, en la vida cotidiana nos enfrentamos con diversas problemáticas morales en las que se oponen muchas veces diversos intereses y “tomar las decisiones correctas exige la capacidad o habilidad para no solo encontrar el equilibrio que se adapte a cada circunstancia, sino también coordinar intereses, objetivos, principios y reglas”[9]. En estos términos, cualquier persona puede alcanzar la habilidad y la sabiduría del phrónimos a través de la práctica constante.

 

La ecophrónesis en el contexto de la práctica ecológica puede definirse como “la habilidad maestra por excelencia de la improvisación moral para tomar decisiones correctas y actuar correctamente en cualquier circunstancia dada de la práctica ecológica; motivado por el interés propio ilustrado de los seres humanos, se desarrolla a través de la práctica ecológica reflexiva”[10]. Este tipo de prudencia ecológica no solo se ocupa de los asuntos humanos, sino de la relación del ser humano con la naturaleza, de lo que se derivan algunas cuestiones sobre ¿cómo debería ser una relación armoniosa con la naturaleza? Y ¿cómo la lograríamos?.

 

De entrada, tendríamos que asumir el valor inherente de los organismos para poder extender el círculo de la consideración moral, ya que, como se ha mencionado, la ética aristotélica busca el bien y el florecimiento de los sujetos humanos. En términos de una prudencia ecológica habría que asumir el bien y el florecimiento[11] de otras formas de vida. Por tanto, la ecophrónesis “puede ser el punto de referencia para juzgar lo que es correcto elegir y las pautas para decidir cómo actuar correctamente en cualquier circunstancia dada la práctica ecológica”[12].

 

Lo relevante de este tipo de prudencia ecológica es tomar decisiones correctas para el bien o el florecimiento de la comunidad de seres y como dice Xiang: esto nos convertirá en mejores personas y podremos vivir vidas más alegres[13]. En síntesis, necesitamos una especie de prudencia ecológica que nos ayude a dirimir cómo vincularnos con nuestro entorno natural que cada vez está más deteriorado y además elegir las pautas para decidir correctamente en cualquier circunstancia dada la práctica ecológica y, de esta manera, recuperar ciertos saberes ancestrales basados en una relación simbiótica con la naturaleza, bajo un orden moral que combina a los seres humanos con el medio ambiente[14].

 

Asimismo, el ecophrónimos es la persona que podría tener la capacidad de pensar críticamente sobre una situación ambiental concreta y luego pensar prácticamente en lo que debe hacerse bajo las circunstancias dadas en él hic et nunc, a la luz de lo que ha sucedido antes y, añadiría, sobre lo que podría suceder. Además, para actuar correctamente habría que improvisar sobre el curso de acción, esto es, reflexionar sobre las diversas posibilidades que se tienen para dirimir un problema ambiental específico. Este tipo de prudencia ecológica busca, a través de la improvisación, el desarrollo de las estrategias correctas que se vincula directamente con lo que es bueno o correcto para la naturaleza. Por tanto, el que dirime en torno a un problema moral debe revisar su esquema de fines porque puede haber conflicto de valores. ¿Cómo podemos estar seguros de improvisar en el momento correcto y no incorrecto con la flexibilidad adecuada?.

 

Por tanto, en el ámbito de la praxis ecológica siempre podemos recurrir a las personas que tienen la sabiduría y la experiencia práctica en relación con el diseño, gestión y cuidado ambiental, desde luego, no limitándonos al conocimiento adquirido a través de la ciencia, sino también partiendo de los saberes de aquellos pueblos que han logrado una relación armoniosa con su entorno natural. En consecuencia, la ecophrónesis debe ser reflexiva y debe servir como un instrumento para emitir juicios prudentes y tomar acciones constructivas al tratar problemas socioecológicos[15]. Asimismo, debe proporcionar una forma que ayude a cerrar la brecha entre la teoría científica y la práctica ecológica.

 

Habiendo caracterizado a la ecophrónesis como una virtud esencial para relacionarnos éticamente con la naturaleza, es importante retomar algunos aspectos del pensamiento aristotélico que, dentro de la concepción de Xiang, han quedado relegados. El primer aspecto para considerar es la relación de las virtudes éticas o del carácter con la phrónesis, recordemos que la virtud puede definirse como el “hábito selectivo, consistente en una posición intermedia para nosotros, determinada por la razón y tal como lo determinaría el hombre prudente”[16]. Además, el ejercicio de las virtudes nos conduce al buen vivir o felicidad. El phrónimos es el que sabe, a través de la recta razón, cuándo hay que ser prudentes, por tanto, la prudencia implica cierta sabiduría o conocimiento.

 

Pero ¿cómo evitar equivocarnos cuando de acciones se trata? La práctica constante de las virtudes, en especial de la ecophrónesis, y su habituación es lo que a través del tiempo se podría adecuar a nuestro carácter, sin perder de vista la fragilidad del bien, como lo llama Martha Nussbaum.[17] La vida humana y nuestras acciones no son exactas, pero si vivimos ejercitándonos en la virtud y moderando nuestros deseos en relación con el medio ambiente y en orden al buen vivir podríamos tener una relación armoniosa con la naturaleza y evitar diversos problemas ecológicos.

 

La ecophrónesis, desde esta perspectiva, es una virtud que amplía el horizonte de la consideración moral. No solo se trata de establecer una sana convivencia entre seres humanos, sino con el medio ambiente en general. Por tanto, para ser ecophrónimos necesitamos de las virtudes morales o del carácter, además, la recta razón nos debe conducir para elegir correctamente en cada caso, sin olvidar que el fin al que deben conducirnos nuestras elecciones es el buen vivir. El buen vivir al que atañe la ecophrónesis es aquel que se circunscribe no solo al vivir bien del ser humano sino al de otras formas de vida. Además, este buen vivir implica las múltiples relaciones que tienen entre sí los seres vivos; vivimos es una comunidad biótica que se ve diferenciada por las diversas funciones biológicas de cada especie, pero que en conjunto permite el equilibrio de los ecosistemas.

 

La ecophrónesis, además de experiencia vivida, debe apelar a la búsqueda de los medios adecuados que configuren rectamente nuestras decisiones, pero no solo en el ámbito, ecológico o científico, sino en cualquier ámbito de nuestras vidas. Por esta razón, las virtudes del carácter bajo la guía de la ecophrónesis consolidarían, de cierta manera, el carácter que asuma que los otros seres vivos son valiosos en sí mismos. Las decisiones o elecciones que tome el ecophrónimos deben ser guiadas por el deseo recto, la elección de los medios adecuados en orden al buen vivir y la adecuación entre el deseo y la determinación racional.

 

Las acciones humanas, como se ha mencionado, no son infalibles y podemos identificar fácilmente el cúmulo de acciones viciosas en orden de lo individual, pero también en la esfera comunitaria. Si extendemos esta reflexión a la comunidad biótica podríamos identificar todos los problemas ambientales que han sido ocasionados a partir de nuestras actividades económicas, políticas y culturales. Por esta razón, vista la ecophrónesis como una guía para actuar virtuosamente en relación con nuestro entorno natural, nuestras acciones podrían apelar a la verdad práctica de la que habla Aristóteles porque nuestras elecciones serían moderadas (virtuosas) y guiadas por el deseo recto, es decir, nuestros deseos estarían ordenados al buen vivir de toda la comunidad biótica.

 

Pero, ¿cómo podemos llegar a ser ecophrónimos? La respuesta se ha dado en líneas anteriores, es decir, a partir de la práctica de acciones virtuosas que tengan como fin último el buen vivir de todos los seres vivos. Además, Aristóteles sostiene que, como vivimos en comunidad, necesitamos de amigos[18] que nos permitan potenciar el uso virtuoso de los bienes exteriores y su conservación[19]; así, podemos apelar a la experiencia y sabiduría de aquellos, a quienes llamamos ecophrónimos, es decir, aquellas personas que han intentado convivir armoniosamente con el medio ambiente. De esta forma, el concepto ético-político de Sumak Kawsay[20] cobra sentido porque no se trata solo de conceptualizar, de manera idílica, la convivencia armónica con la naturaleza, sino a partir de prácticas económicas y de consumo específicas[21]. Sirvan todos estos elementos para la caracterización de un tipo de prudencia ecológica o ecophrónesis que sea una guía o una alternativa bioética para relacionarnos de forma adecuada con otras formas de vida.

 

 

El buen vivir frente a la crisis ecológica

 

Vista la ecophronesis como una virtud intelectual que guía nuestras acciones en relación con otras formas de vida es importante retomar el fin último que nos permita vivir en armonía con otros organismos y con los diversos factores abióticos. De este modo, se ha dicho que la vida debe configurarse de acuerdo con un fin final que el Estagirita llama eudaimonía o felicidad, en otros términos, buen vivir o vivir bien. Los bienes exteriores como la riqueza, el placer y el honor ayudan a alcanzar la plenitud del ser humano, pero no debe perderse de vista que son solo medios para lograrlo. En el contexto de la práctica ecológica, el buen vivir solo se podría alcanzar a partir del ejercicio de las virtudes del carácter bajo la guía de la ecophrónesis, pero tendremos que especificar cuál es el contenido material del buen vivir en un contexto de crisis ecológica como el que enfrentamos.

 

En primer lugar, desde la tradición aristotélica, el vivir bien de un ser humano implica, además de “sentir y percibir el mundo; actuar modificar y realizar”[22]. El ser humano visto como animal [racional] político para poder vivir bien, no solo tiene que desplegar su racionalidad sin más, sino que a partir de la moderación de las emociones encuentre el justo medio para actuar virtuosamente frente a las circunstancias cambiantes del aquí y el ahora. La ecophrónesis es la virtud que nos ayuda a discernir y ponderar sobre los medios adecuados para ser virtuosos, por tanto, las virtudes deben ejercitarse en aras de un fin general, en este caso del buen vivir.

 

El contenido material de la felicidad o del buen vivir en un contexto de crisis ecológica, podría ampliarse para poder integrar, no solo la buena y justa convivencia entre seres humanos, sino también con otras formas de vida, dando lugar a la responsabilidad colectiva no solo de un ser humano a otro, sino de los seres humanos hacia su entorno natural. Por tanto, el buen vivir entendido como florecimiento o plenitud debe entenderse en dos dimensiones: a) el florecimiento humano que implica el desarrollo propio de su función o, dicho, en otros términos, el despliegue de la racionalidad y la moderación de las emociones y, b) el florecimiento de otras formas de vida implicaría como dice Lledó, el despliegue de sus posibilidades como organismo, en función de su medio físico y de su estructura biológica[23].

 

Bajo estas acotaciones, ahora sí podemos sostener una noción de buen vivir que no solo integre el vivir bien de los seres humanos, sino el de cualquier forma de vida, además, de las relaciones ecológicas que hay entre los organismos. De esta forma, el concepto ético-político Sumak Kawsay (buen vivir)[24] puede darle mayor contenido material al buen vivir al que aspire el ecophrónimos. Este concepto puede definirse como “aquella filosofía de vida de los indígenas basada en la búsqueda y el mantenimiento de la armonía con la comunidad y con los demás seres de la naturaleza, y que tiene tanto un plano de aspiración vital como otro de cotidianidad vital”[25]. Además, desde su etimología “Sumak puede traducirse como plenitud,[26] completo, realizado, belleza, excelencia. Y Kawsay como vida, existencia. Entonces, etimológicamente, podríamos decir que el Sumak Kawsay significa vida o existencia plena o plenitud de vida[27].

 

Esta forma de buen vivir, como una forma de vida en armonía con la naturaleza y otros seres humanos, representa la aspiración de muchos pueblos de América Latina (Abya Yala), desde mayas, quechuas, aymaras, guaraníes, etc. Así, esta propuesta ha impactado en el ámbito académico de la Economía Política del Desarrollo desde que se consagró en las Constituciones de Ecuador y Bolivia en el año 2008[28]. Básicamente, este concepto está permitiendo que se conforme una Economía Política basada en el buen vivir, como una propuesta alternativa al desarrollo.

 

Asimismo, hay por lo menos tres concepciones diferentes del Sumak Kawsay en Ecuador. La primera concepción es una variante del Socialismo del Siglo XX, conocido como Socialismo del Sumak Kawsay; la segunda de estas concepciones es como una “utopía por construir” en la que contribuyen indigenistas, campesinos, socialistas, ecologistas, feministas, pacifistas, sindicalistas, teólogos de la liberación, etc.; y la tercera concepción, le llaman genuina y es la que han difundido los intelectuales indigenistas ecuatorianos. Esta última concepción parte de lo que se conoce como cosmos vital en el que interactúan elementos materiales y espirituales. Dentro de este último hay tres esferas:

 

“La huerta (chacra) de la que se obtiene el sustento básico (yuka y otros alimentos, entre ellos la chicha de yuka); la selva (sacha) de la que se obtiene la carne de caza como complemento de la dieta y otros materiales; y el agua terrestre (yaku) de la que se obtiene el agua de uso doméstico y el pescado como complemento de la dieta. Para obtener del territorio los recursos necesarios para el Sumak Kawsay se requiere de un buen manejo de los suelos, del bosque y de las aguas…”[29].

 

Ahora bien, saber administrar y obtener los recursos necesarios para el buen vivir o Sumak Kawsay, el indígena [añadiría, cualquier persona] necesita tener fortaleza interior, conducta equilibrada, sabiduría, capacidad de comprensión, visión de futuro, perseverancia y compasión[30]. Este tipo de elementos se adquieren a través de un proceso de enseñanza-aprendizaje comunitario y si se poseen estas cualidades (fortaleza, equilibrio, sabiduría, comprensión, visión, perseverancia y compasión) se podrá interactuar con la huerta, con la selva y con las aguas para poder conseguir los recursos materiales necesarios para poder subsistir y que son imprescindibles para el Sumak Kawsay.

 

Este tipo de dinámica o de interacción de la comunidad humana con las comunidades bióticas y abióticas constituyen la armonía, el equilibrio y la plenitud de la vida. No hemos de olvidar que el Sumak Kawsay requiere de la existencia de armonía en el seno de cada hogar porque si no hay un buen vivir en cada casa, no lo puede haber en la comunidad. Dentro de los valores que se han mencionado, la solidaridad radica en ayudar a los que no tienen, en convidar, compartir la cacería y tratar de forma especial a los ancianos y viudas. La generosidad, que radica en compartir objetos materiales da prestigio a quien la práctica, además es obligatorio recibir porque rehusar la generosidad ocasiona conflictos. La reciprocidad, a diferencia de la generosidad, consiste en dar con la esperanza de recibir en algún futuro, lo que promueve el intercambio. El consejo y la escucha son dados por miembros respetados de la comunidad, normalmente los ancianos, que tienen la misión de guiar y corregir los comportamientos de los miembros de la comunidad para mantener el Sumak Kawsay o el buen vivir[31].

 

En consecuencia, ¿cómo podrá el ecophrónimos adquirir las virtudes que lo guíen al buen vivir? A través del ejercicio o de la habituación de las virtudes o cualidades necesarias para poder vivir bien en armonía con la comunidad humana y las comunidades bióticas y los factores abióticos. La filosofía del Sumak Kawsay sostiene que las cualidades del runa solo se podrán adquirir a través de un proceso de enseñanza-aprendizaje que no solo sean aplicadas en el área personal o individual, sino en función de la comunidad humana y natural. Por tanto, el buen vivir andino incluye el bien vivir de todos los organismos de la naturaleza y el equilibrio de los factores abióticos que posibilitan la vida en general. En este sentido, el ecophrónimos no puede existir solo en la vida individual, sino en la vida de la comunidad en la cual solo es inteligible como zoon politikón. Asimismo, el buen vivir andino es la columna vertebral del sistema comunitario y solo se puede vivir bien en coexistencia con otras formas de vida y con el equilibrio de los factores abióticos que permiten el florecimiento de todos los organismos.

 

Así, en un contexto de crisis ecológica, el buen vivir se pierde porque se han dejado de lado las cualidades o virtudes propias para poder vivir bien. Se parte de los deseos inmoderados de los individuos sin considerar que cada acto es recíproco (principio de reciprocidad), no sólo entre seres humanos, sino entre el ser humano y la naturaleza (principio de integralidad), además, todos los organismos orgánicos e inorgánicos somos parte de la totalidad compleja y equilibrada del mundo natural y estamos relacionados mutuamente (principio de relacionalidad). En síntesis, ningún organismo existe separado de su entorno natural, sino que coexistimos con otros organismos (principio de complementariedad). Sirvan estos elementos para pensar un tipo de fin último (buen vivir) al cual tiendan nuestras acciones virtuosas bajo la guía de la ecophrónesis para vivir bien en relación con el medio ambiente.

 

 

Deliberación del ecophrónimos frente al cambio climático

 

Ahora bien, si intentamos aplicar estos elementos teóricos a la vida práctica, en el aquí y en el ahora a problemas ambientales como lo es el cambio climático, tendremos que analizar en primer lugar, las causas del incremento de la temperatura global que está provocando diversos problemas socioambientales[32]. Así, la principal causa del aumento de la temperatura es el efecto invernadero que se produce cuando la atmósfera atrapa calor que se irradia desde la Tierra hacia el espacio. Debido a esta problemática ambiental se han visto afectados los diversos ecosistemas, se esperan precipitaciones cada vez mayores, sequías, olas de calor, los huracanes serán más intensos, el aumento, el nivel del mar y el probable deshielo del Ártico.

 

Si nuestra intención es evitar el deterioro ambiental, habría que enfocarnos en sus causas y no solo en sus consecuencias. Así, las causas del aumento de la temperatura global están relacionadas íntimamente con nuestras actividades industriales, lo que coloca al centro de discusión, la instrumentalización que hemos hecho del medio ambiente. Esto es, el medio ambiente es visto como fuente de recursos no solo para saciar nuestras necesidades primarias, sino también nuestras necesidades secundarias, aunado al incremento de la población humana. Durante mucho tiempo se pensó que los recursos producidos por el medio ambiente eran infinitos y hoy sabemos todo lo contrario, lo que nos ha llevado a replantear la forma en la cual debemos vincularnos con el medio ambiente.

 

Sin embargo, apelando a la ética de la virtud, como una de ética ontológica, que nos permita cuestionarnos ¿qué tipo de personas queremos ser en relación con el medio ambiente?, podríamos a partir de la ecophrónesis en orden al buen vivir, construir una relación de cuidado y respeto al medio ambiente en general, esto es, no habría necesidad de enfocarnos en las consecuencias de los problemas ambientales que vivimos, sino en sus causas, las cuales están centradas en nuestras decisiones. De este modo, podríamos asumir que los diversos daños ambientales ocasionados por nuestra especie se encuentran íntimamente ligados con la forma en la que concebimos nuestro entorno natural.

 

Así, podríamos cuestionarnos lo siguiente: ¿Cómo podríamos tomar decisiones basadas en la ecophrónesis teniendo en cuenta el buen vivir como fin último? En primer lugar, y a manera de ensayo, tendríamos que modificar los fines u objetivos que mueven nuestras motivaciones. Así, si el crecimiento económico ha sido uno de los principales objetivos para alcanzar el bienestar humano, podríamos intercambiarlo por un tipo buen vivir, basado en otras actividades económicas alternativas que permita el florecimiento humano y no humano con base en el respeto al libre despliegue de las funciones biológicas de los organismos y de los diversos procesos biogeoquímicos. El cuidado y respeto al medio ambiente se centra en nuestras decisiones, sobre todo en las motivaciones que nos mueven a elegir “x” o “y” ruta de acción.

 

En segundo lugar, al discernir sobre los medios y los fines de nuestras actividades industriales o, llamémosle económicas, habría que cuestionar la forma en la que podríamos actuar bajo la guía de la ecophrónesis, recordando que en ética no hay certezas, por tanto, la deliberación no busca la certeza, sino decisiones ecoprudentes, básicamente en situaciones de incertidumbre. Como se mencionó, los elementos de la deliberación son tres: 1) el deseo o motivación que nos mueva debe ser moralmente recto, 2) la elección de los medios que nos conduzcan al fin intencionado por el deseo debe ser correcto y 3) debe haber una determinación racional entre en el fin y el deseo.

 

Veamos en la siguiente tabla los elementos de la deliberación falsa en torno al cambio climático:

 

 

Tabla 1. Deliberación falsa del ecophrónimos

Elementos de la deliberación Interrogantes en la deliberación Deliberación falsa
  1. El deseo o motivación que nos mueva debe ser moralmente recto.
¿Cuál es la motivación que mueve todas nuestras actividades industriales o económicas que ocasionan el incremento de la temperatura global? Premisa Universaldeseo/fin

Deseo el incremento económico y el bienestar social de la población.

Premisa Universaldeseo/fin

Deseo el incremento económico y el bienestar social de la población.

  1. La elección de los medios que nos conduzcan al fin intencionado por el deseo debe ser correcto.
Premisa Menor

creencias/mediosCreo que a través de actividades industriales podríamos generar bienestar social y económico, aunque se generen daños ambientales (incremento de la temperatura global).
Premisa Menor

creencias/mediosCreo que a través de actividades industriales no necesariamente, se generará bienestar social y económico, además se generarán daños ambientales (incremento de la temperatura global).
  1. Determinación racional entre en el fin y el deseo.
Conclusión/acciónDesarrollo actividades industriales. Conclusión/acciónNo desarrollo actividades industriales.

 

 

En la tabla anterior, se muestra, a manera de ejemplo, cómo deliberamos con base en un tipo de deseo o fin último, entendido como bienestar social (humano) e incremento de la riqueza; las creencias o los medios están basadas en ese fin último, lo que nos indica que a través de este tipo de acciones o a través de las actividades industriales se generará el afanado bienestar social y el incremento de la riqueza; por lo tanto, la acción o conclusión concreta sería desarrollar este tipo de actividades. Sin embargo, dentro del mismo tipo de deliberación, las creencias o los medios señalados podrían no ser los indicados para lograr el deseo o el fin propuesto, así se podría asumir desde este mismo tipo de fin último (bienestar social e incremento de la riqueza) que no necesariamente se logrará a través de los medios o creencias indicadas (actividades industriales). Además, habría que señalar que el fin o deseo propuesto dentro de la deliberación falsa, desde la perspectiva aristotélica, fungiría más como un tipo de bien exterior, es decir, es innegable la búsqueda del bienestar social y la riqueza, pero serían, más bien, parte de los medios para alcanzar un tipo de fin último que integre el florecimiento humano y no humano. Veamos una propuesta de deliberación verdadera a partir del buen vivir como un tipo de fin último:

 

 

Tabla 2. Deliberación verdadera del ecophrónimos

Elementos de la deliberación Interrogantes en la deliberación Deliberación verdadera
  1. El deseo o motivación que nos mueva debe ser moralmente recto.
¿Cuál es la motivación que mueve todas nuestras actividades industriales o económicas que ocasionan el incremento de la temperatura global? Premisa Universaldeseo/fin

Deseo el buen vivir humano y no humano y el buen funcionamiento de los ciclos biogeoquímicos.

Premisa Universaldeseo/fin

Deseo el buen vivir humano y no humano y el buen funcionamiento de los ciclos biogeoquímicos.

  1. La elección de los medios que nos conduzcan al fin intencionado por el deseo debe ser correcto.
Premisa Menorcreencias/medios

Creo que a través de actividades económicas alternativas podríamos generar el buen vivir humano y no humano, además, se evitaría el aumento de la temperatura global.

Premisa Menorcreencias/medios

Creo que, a través de actividades económicas alternativas, no necesariamente, se generará el buen vivir humano y no humano, y el aumento de la temperatura global.

  1. Determinación racional entre en el fin y el deseo.
Conclusión

AcciónDesarrollo actividades económicas alternativas.
Conclusión

AcciónNo desarrollo actividades económicas alternativas

 

 

De acuerdo con la tabla anterior, para deliberar correctamente tendríamos que tomar en cuenta todos los factores ambientales en riesgo, tomando en consideración el florecimiento de todas las formas de vida. Así, el deseo o el fin de nuestras elecciones podría ser el cuidado y respeto al medio ambiente, pero este deseo/fin debe nacer de la autocomprensión y de la pregunta: ¿qué tipo de persona quiero ser en relación con el medio ambiente? No debemos olvidar que la deliberación del ecophrónimos está sujeta a las circunstancias cambiantes, a nuestras creencias/medios y no se trata de un método cuantitativo que a través del seguimiento de sus pasos nos permita tomar decisiones ecoprudentes e infalibles. Así, podemos tener en cuenta el buen vivir como una posibilidad de cuidado y respeto ambiental, pero esto tampoco indica que sea la única ruta de acción o que los medios o creencias propuestos (actividades económicas alternativas), a partir de este tipo de deliberación verdadera, eviten el daño ambiental o se ajuste al florecimiento humano y no humano. No olvidemos que en ética no hay certezas y, de acuerdo con el Estagirita, la phrónesis, en este caso la ecophrónesis, se ubica en la parte contingente de la vida humana, así que siempre existe la posibilidad de equivocarnos.

 

Por lo tanto, necesitamos partir de un fin “correcto o verdadero” que nos impulse a buscar el cuidado y respeto al medio ambiente. De tal manera que, es importante, en primer lugar, tener claro el objetivo de nuestras elecciones, si solo nos enfocamos en el incremento de la riqueza y en el bienestar humano, como resultado de este, desde la visión aristotélica, estamos tomando en cuenta los bienes exteriores como si fueran fines en sí mismos, pero son solo medios para alcanzar la vida buena. Requerimos de actividades económicas que nos permitan el buen vivir, pero podemos buscar actividades económicas alternativas que no dañen en demasía al medio ambiente y las preguntas clave serían: ¿qué actividades económicas podrían reemplazar a las actuales? ¿Es posible un tipo de buen vivir como el planteado dentro del sistema económico actual?.

 

 

Conclusiones

 

En las últimas décadas, se ha reflexionado sobre cómo podemos relacionarnos de manera respetuosa con la naturaleza; por tanto, han surgido diversas posturas de ética ambiental que proponen desde la consideración ética de los seres vivos hasta los factores abióticos que son indispensables para la existencia de la vida en el planeta. Lo cierto es que cada vez hay más conciencia ecológica o ya no dudamos en cambiar y mejorar la relación que tenemos con nuestro entorno natural. Por esta razón, la ética de la virtud, específicamente la phrónesis, es una postura ética que nos invita a la acción, a organizar nuestros deseos para poder actuar virtuosamente y así reformar nuestro carácter, esto con el fin de poder vivir bien en la comunidad humana a la que pertenecemos.

 

No obstante, es relevante ampliar el concepto de phrónesis que incluya la relación que tenemos con otras formas de vida. En este sentido, la phrónesis sería vista como un tipo de ecophrónesis en la medida que pensamos en el bien de los organismos y en el buen funcionamiento de los ecosistemas que habitamos. La ecophrónesis debe ser vista como una forma de prudencia ecológica que incluya no solo saberes biológicos y ecológicos, sino también los saberes tradicionales de ciertos pueblos que han sabido tejer una relación armoniosa con el medio ambiente. El ecophrónimos o, en especial, todos aquellos tomadores de decisiones en torno a cuestiones ambientales serán quienes, a través de su experiencia y sabiduría práctica, sepan vivir bien en la comunidad biótica a la que pertenecen. Para que esto se logre es necesario visualizar y distinguir los fines de los medios que nos llevan a la acción. Necesitamos apelar al buen vivir para poder así saber dirigir nuestros pasos y nuestras decisiones en el ámbito ambiental. No es suficiente, como dice Aristóteles, definir la virtud para ser virtuosos, necesitamos realizar acciones virtuosas bajo la guía de la ecophrónesis para poder alcanzar el buen vivir; el buen vivir que integre de manera simbiótica a todas las formas de vida.

 

Ante este panorama, el quehacer del ecophrónimos es muy importante frente a la crisis ecológica que vivimos, no basta teorizar y especular en torno a cómo podríamos vivir felices o en armonía con la naturaleza; me parece que a partir de la ecophrónesis se desprende una gama importante de posibilidades sobre cómo vivir bien. La realidad ecológica que enfrentamos requiere que hagamos cambios para mejorar nuestra relación con el medio ambiente; estos cambios no podrán llevarse a cabo si no reformamos nuestro carácter. “Podemos elaborar una concepción de un futuro deseable (buen vivir) y buscar en el pasado las respuestas para los problemas del presente y la visión de un futuro deseable”[33]. Sirvan todos estos elementos para retomar la pregunta esencial del pensamiento aristotélico: ¿qué tipo de persona voy a ser? Y añadiría, ¿qué tipo de persona voy a ser en relación con mi entorno natural?.

 

Sirva la caracterización de la ecophrónesis como una posible guía práctica que nos ayude a reformar el carácter y así, establecer una relación de reciprocidad con nuestro entorno natural. Si el medio ambiente provee lo necesario para que podamos vivir bien, las acciones mínimas que podemos realizar deben ser de cuidado y respeto, no necesariamente de no intervención, más bien, saber vivir en el mundo natural implica usar nuestros saberes, no solo para explotar, sino también para cuidar y respetar.

 

Finalmente, la presente propuesta es una alternativa bioética que cuestiona los fines y medios mediante los cuales tomamos decisiones en torno al medio ambiente. Habría que mencionar que, al momento de decidir sobre nuestras actividades económicas, muchas veces, no tomamos en cuenta las implicaciones que tendrán sobre los ecosistemas, pero si queremos ser ecophrónimos tendríamos que considerar todos los factores, no solo buscando el incremento de la riqueza, sino también, tomando en cuenta los posibles daños ambientales derivados de este tipo de fines. Así, si nos enfocamos a un tipo deliberación “verdadera” podríamos elegir rutas de acción que promuevan un tipo de economía alternativa que tome en cuenta el cuidado y respeto al medio ambiente, siempre teniendo en cuenta el buen vivir humano y no humano. Por último, esta propuesta bioética promueve un cambio en la forma de ser de las personas para poder construir una relación de respeto a nuestro entorno natural. ¡Vale más ponerse la meta de la excelencia y no lograrla, que la de la mediocridad y conseguirla!.

 

 

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  28. Xiang, Wei-Ning. “Ecophronesis: The ecological practical wisdom for and from ecological practice”, Landscape and Urban Planning, núm. 155, pp. 53-60.

 

 

Notas

 

  1. Luca Valera y Alfredo Marco. “Bioética, ética del medio ambiente y ecología humana: la prudencia como un medio de supervivencia para el ser humano”, ed. cit., p. 194.
  2. Ante las posibles críticas del “antropocentrismo” inherente al pensamiento de Aristóteles, cabe destacar que parto de la idea de Alfredo Marcos quien en su conferencia De la ética ambiental a la ecología humana. Un cambio necesario, propone una ética ambiental humanista y respetuosa con otros seres vivos y con la naturaleza en su conjunto.
  3. Alfredo Marcos, “La ética de la virtud más allá de las modas”, ed. cit.
  4. Alfredo Marcos. “La ética de la virtud más allá de las modas”, ed. cit.
  5. Alasdair MacIntyre, Tras la virtud, ed. cit., p. 185.
  6. Alasdair MacIntyre, Tras la virtud, ed. cit., p. 152.
  7. Alasdair MacIntyre, Tras la virtud, ed. cit., p. 190.
  8. Wei-Ning Xiang, “Ecophronesis: The ecological practical wisdom for and from ecological practice”, ed. cit., p. 15.
  9. Wei-Ning Xiang, “Ecophronesis: The ecological practical wisdom for and from ecological practice”, ed. cit., p. 17.
  10. Wei-Ning Xiang, “Ecophronesis: The ecological practical wisdom for and from ecological practice”, ed. cit., p. 19.
  11. Alasdair MacIntyre en Animales racionales y dependientes argumenta que cuando se habla del florecimiento de los delfines o de los gorilas o de los seres humanos, se utiliza el verbo florecer en un solo y único sentido. Nos dice que está claro que no florece igual el delfín que el gorila y el ser humano, “pero el concepto de florecimiento que se aplica a las diferentes especies animales y vegetales es exactamente el mismos; de la misma manera que se aplica el mismo concepto de necesidad. Lo que necesita una planta o un animal es lo que necesita para florecer qua miembro de su especie, y lo que necesita para florecer es desarrollar las facultades características que posee qua miembro de esa especie”.
  12. Wei-Ning Xiang, “Ecophronesis: The ecological practical wisdom for and from ecological practice”, ed. cit., p. 20.
  13. Sabemos que la expansión del círculo de la consideración moral nos remite a autores como Paul W. Taylor en Respect for nature: a theory of environmental ethics, y su propuesta biocéntrica, a Holmes Rolston III en “Ética ambiental: valores en el mundo natural y deberes para con él”, y su propuesta basada en los deberes hacia el mundo natural, a Aldo Leopold con La ética de la Tierra, ed. cit., a Arne Naess y la Ecología profunda en Ecology, Community and Lifestyle: Outline of an Ecosophy, ed. cit., y a Rachel Carson, en Primavera silenciosa, ed. cit.
  14. Wei-Ning Xiang, “Ecophronesis: The ecological practical wisdom for and from ecological practice”, ed. cit., pp. 53-60
  15. Wei-Ning Xiang, “Ecophronesis: The ecological practical wisdom for and from ecological practice”, ed. cit., p. 26.
  16. Aristóteles, Ética a Nicómaco, ed. cit., p. 38.
  17. Martha Nussbaum, Love’s Knowledge: Essays on Philosophy and Literature, ed cit. y “Non-Relative Virtues: an Aristotelian Approach”, ed. cit.
  18. La virtud más necesaria para la vida plena es la amistad (philia). Edward O. Wilson en su libro Biofilia sostiene que la biofilia es la tendencia a asociarse con otras formas de vida” (ed. cit., p. 138), lo cual representa la importancia que tiene la conservación de la naturaleza, no solo desde una perspectiva científica sino ética. Por tanto, es contrastante con la philia propuesta por Aristóteles, ya que ésta puede ampliarse hacia otras formas de vida. Por otro lado, J. Baird Callicott señala que “hoy día no existe un nombre para el naciente sentimiento que tiene por objeto a la biosfera per se y sus diversos subsistemas superorgánicos. Quizá podríamos llamarlo ‘biofilia’.
  19. Aristóteles, Ética a Nicómaco, ed. cit., pp. 15-17.
  20. María Hamlín, Aproximaciones al Buen Vivir, Sumak Kawsay, Sumaj qamaña, Ütz.’ K.’aslemal, Lekil kujlejal, Küme Felen, Yvy mará ́ey – La tierra sin Males-, Vida en Plenitud, Tinemi sujsul Yek, T’banil chuncla, ed. cit.
  21. Simbaña Floresmilo, “El Sumak Kawsay como proyecto político”, ed, cit., p. 248.
  22. Emilio Lledó, Memoria de la ética: una reflexión sobre los orígenes de la theoría moral en Aristóteles, ed. cit., p. 63.
  23. Emilio Lledó, Memoria de la ética: una reflexión sobre los orígenes de la theoría moral en Aristóteles, ed. cit., p. 63.
  24. Carlos Viteri. Sumak Kausai: una respuesta viable al desarrollo, ed. cit.
  25. Antonio Luis Hidalgo-Capitán, Alejandro Guillén y Javier Ávila, “El pensamiento indigenista ecuatoriano sobre Sumak Kawsay”, ed. cit., p. 29.
  26. Luis Macas, “Sumak Kawsay: la vida en plenitud”, ed. cit.
  27. Luis Maldonado, “El Sumak Kawsay / buen vivir / vivir bien: la experiencia de la República del Ecuador”, ed. cit., p. 199.
  28. Antonio Luis Hidalgo-Capitán, Alejandro Guillén y Javier Ávila, “El pensamiento indigenista ecuatoriano sobre Sumak Kawsay”, ed. cit., Constitución de la República del Ecuador, art.72-74.
  29. Antonio Luis Hidalgo-Capitán, Alejandro Guillén y Javier Ávila, “El pensamiento indigenista ecuatoriano sobre Sumak Kawsay”, ed. cit., p. 36.
  30. Antonio Luis Hidalgo-Capitán, Alejandro Guillén y Javier Ávila, “El pensamiento indigenista ecuatoriano sobre Sumak Kawsay”, ed. cit.
  31. Antonio Luis Hidalgo-Capitán, Alejandro Guillén y Javier Ávila, “El pensamiento indigenista ecuatoriano sobre Sumak Kawsay”, ed. cit.
  32. National Aeronautics and Space Administration, “Las causas del cambio climático”, ed. cit.
  33. Antonio Luis Hidalgo-Capitán, Alejandro Guillén y Javier Ávila, “El pensamiento indigenista ecuatoriano sobre Sumak Kawsay”, ed. cit., p. 66.