Resumen[1]
El impacto del COVID-19 en la política internacional ha sido profundo, sin embargo, esta influencia no se observa de manera tan frecuente respecto a las poblaciones y a los enfoques LGBT y Queer. En este sentido, este texto busca articular una serie de reflexiones para analizar aspectos provenientes de estas miradas a la luz de categorías propias de la disciplina de las Relaciones Internacionales, tales como: espacio, territorialidades, nacionalismo, poder, geopolítica y Derechos Humanos. Al final, nuestro propósito es buscar cómo ampliar la agenda de investigación en estos campos y demostrar las intersecciones de múltiples niveles y dimensiones -el virus, el sistema internacional, nuestros cuerpos, deseos y expresiones- de manera cotidiana.
Palabras clave: LBGT, queer, covid-19, geopolítica, identidad, sujeto.
Abstract
The COVID-19 virus has had a deep impact on international politics; however, this influence hasn’t been observed so often in relation to LGTB and Queer populations and approaches. For this reason, this article aims to articulate some reflections in order to analyze some aspects derived from these perspectives and relate them to categories originated from the discipline of International Relations, such as: space, territoriality, nationalism, power, geopolitics and Human Rights. At the end, our purpose is to broaden the research on this field and to demonstrate how several levels and dimensions -the virus, the international system, and our bodies, desires and expressions- may intersect in our daily life.
Keywords: LGBT, queer, covid-19, geopolitics, identity, subject.
Desde hace varias décadas, las Relaciones Internacionales han incorporado estudios que involucran al género como un elemento de análisis, enfatizando la importancia de la relación entre sexo, identidad y poder que permea en el sistema internacional. Aunque en sus inicios estos llamados provenían principalmente de autoras feministas, han evolucionado en pocas décadas hasta el actual arraigo de variables que desafían imaginarios hegemónicos. Es en ese sentido que los estudios LGBT y los enfoques Queer, han propiciado reflexiones interesantes en la disciplina y una serie de debates sobre los que vale la pena detenerse.
En varios imaginarios, hablar de este tipo de estudios nos remonta primordialmente al tema de derechos humanos de los colectivos no heterosexuales, ni cisgénero, ya que en torno a ello han ocurrido algunos eventos en la política global respecto a la politización de la sexualidad y, más particularmente, de lo LGBTQ. En este sentido, tomemos como ejemplo las críticas de algunos Estados hacia el gobierno ruso debido a las condiciones que enfrentan estos colectivos. Esto se debe a que las políticas internas o domésticas tienen repercusiones más allá de las fronteras y, también, porque las normas e influencias externas juegan un papel tan importante que han posicionado estos intereses en la política global.
Si bien esto es a todas luces importante, definitivamente no es lo único. Más allá de ser meramente un tema de agenda internacional, ambas corrientes toman en cuenta elementos de género y sexualidad para el análisis del comportamiento de Estados modernos,[2] sin dejar de lado el papel que tienen los actores no estatales.[3] Sumado a ello, estos estudios presentan abordajes novedosos en torno a cómo entendemos la geopolítica, la economía, la política exterior, la militarización o la soberanía, de modo que “[…] no son solamente una parte inherente de la política global, sino que también pueden influenciar la forma de pensar las Relaciones Internacionales”.[4] Sin embargo, también es importante decir que, aunque a simple vista pareciera que tanto los enfoques LGBT como los queer interseccionan en la forma de estudiar la realidad internacional, algunos autores postulan que este posible encuentro no está libre de una serie de tensiones, entre las que se encuentran principalmente la construcción política de los sujetos y la influencia hacia y desde el sistema internacional.
Actualmente, la coyuntura que vivimos ante la pandemia y su gran confinamiento, produce un espacio para repensar la política internacional bajo la mirada de ambas ópticas. Aprovechando las resignificaciones que el COVID-19 ha generado en cuanto a distintos componentes del sistema tales como derechos, normas, soberanía y seguridad, surge la pregunta de qué alternativas pueden ofrecer estos marcos analíticos mediante un mejor entendimiento de nuestros cuerpos y los órdenes políticos que nos regulan a nivel internacional.
Así, primeramente nos acercaremos a las principales características de ambas corrientes y escuelas desde una perspectiva general, para en un segundo momento transitar hacia el estudio que se puede hacer de las relaciones internacionales en cada una de ellas. Durante estos dos primeros apartados, buscaremos enfatizar los puntos de encuentro, así como las discrepancias más significativas entre estos dos enfoques. En tercer lugar, identificaremos algunas posibles aplicaciones en el sistema internacional actual, finalizando con una serie de conclusiones en las que buscamos motivar la incorporación de algunas herramientas teóricas de ambos enfoques, particularmente en la academia latinoamericana.
El sujeto desde lo LGBT y lo queer
Las perspectivas LGBT y queer parten del plano individual para comprender la realidad internacional, permitiéndonos repensar la construcción del mismo sujeto en todo este proceso por medio de categorías de análisis más allá de lo heteronormativo, lo homonormativo y lo binario. Sin embargo, son también los mismos sujetos de estudio quienes tienen un abordaje distinto. En el caso de los primeros, “tienden a enfocarse en las personas LGBT y/o el estudio de las normas y luchas en torno a los derechos humanos”,[5] mientras que en los segundos, hablamos de subjetividades que desestabilizan y transgreden los órdenes normativos.
Así, pues, en los estudios LGBT existe un acrónimo que, de manera paralela, aglutina e “insulariza” estos colectivos en categorías predeterminadas. Asimismo, produce sujetos mucho más definidos e identificables, casi de manera monolítica al interior de cada uno y presuponiendo una cierta agenda política de los mismos. Según algunos de los autores, el abordaje se produce de tal manera porque “[…] en la práctica, el derecho, la política y los Estados aparentemente necesitan categorías identificables para combatir la discriminación”.[6] Esto les sitúa más cerca del campo de estudios de la política identitaria, donde estas sexualidades son el punto de partida de una serie de demandas y de una búsqueda de derechos que se asocian a las condicionantes de salida.
Por su parte, los enfoques queer “[…] comúnmente rechazan limitarse a sí mismos hacia un objeto de referencia limitado”;[7] desde su misma denominación, se adhieren a un significante que no se ancla a un solo significado. En este sentido, vale la pena recordar cómo Butler[8] ha hecho alusión al desplazamiento mismo de las sexualidades y la imposibilidad de ser totalmente capturadas. En términos de esta autora, cuando hablamos de lo queer estamos frente a una “indecibilidad productiva”[9] y esto es lo que posibilita a dichos enfoques a mantenerse más cerca de un corte dinámico y fluido, con sujetos que se construyen de manera contingente a través de varios procesos.
Asimismo, tal como señalan Richter-Montpetit y Weber,[10] los estudios queer se preguntan cómo es que las subjetividades e identidades se han construido tradicionalmente en términos de oposición y exclusión, en vez de otras posibilidades. A diferencia de la política de identidad, en su sentido tradicional, y de los estudios LGBT en particular, considera que “[…] las señas de identidad no son prerrequisitos para la participación política”.[11]
Otra particularidad, esta vez más orientada al tema de los individuos y sus sexualidades, surge con el tema de la normatividad, ya que existen algunas críticas que apuntan a que la homonormatividad no desafía los supuestos de la heteronormatividad, y que inclusive en algunos casos les da un mayor soporte. Así, es posible imaginarse que mientras lo queer tiene un interés por la diferenciación, los enfoques LGBT han buscado “[…] la inclusión dentro de las formas existentes de representación”[12] Del lado contrario, una de las críticas que hacen los estudios LGBT a los enfoques queer es su inclinación sumamente académica que, si bien es enriquecedora, reduce las oportunidades reales de activismo social,[13] con prácticas metodológicas centradas más hacia los análisis de discurso que a una transformación social y a un análisis empírico de la realidad.[14]
Des-heterosexualizando las Relaciones Internacionales
Sumado a lo anterior, se presenta una situación por la cual los estudios LGBT permiten una mayor comunicación con los abordajes teóricos de las Relaciones Internacionales. En ese sentido, Velasco[15] demuestra que la adopción de políticas y normas que ocurre a favor de estos colectivos a nivel internacional, puede explicarse desde varios enfoques: i) desde el realismo, pensando la adopción de las mismas por miedo a perder ayuda externa o convertirse en acreedores de sanciones y ii) desde el neoinstitucionalismo, donde la interdependencia y las redes transnacionales entre actores estatales y no estatales produce la adopción de dichas normas[16]. Así, pues, el respeto a los derechos de los colectivos LGBT en la estructura internacional puede tener distintas interpretaciones, cuya gama incluye los factores clásicos de la disciplina: la interdependencia, la legitimidad de una norma o una matriz de incentivos o sanciones.
Del lado contrario, lo queer ofrece una lectura analítica por sí misma; más allá de su propia agenda de investigación, cuenta con sustentos teóricos y metodológicos particulares. Al enmarcarse —pero sin reducirse— a un enfoque postestructuralista, lo queer se nutre de la multiplicidad de significados y de amplias posibilidades de construcción de subjetividades. A partir de un constante cuestionamiento de las prácticas de normalización y regímenes de disciplinariedad, esta plataforma les permite cuestionar de entrada los binarios tradicionales en la disciplina: centro/periferia, público/privado, interno/externo, seguridad/amenaza, guerra/paz, así como lo normal/perverso.[17]
Esta primera división consecuentemente añade otras divergencias entre los estudios LGBT y los estudios queer. Por ejemplo, Cynthia Weber retoma de Barthes un tránsito de una lógica tradicional “esto/o” a una nueva lógica “y/o”, que “se constituye con la intención de apreciar las posibilidades (queer) cuando conceptos aparentemente diferentes […] se pueden leer como una cosa o la otra; pero también como las dos cosas al mismo tiempo”.[18] Además, en un plano metodológico se hace uso de técnicas más cercanas al posestructuralismo, como las genealogías y las figuraciones.
Estas discrepancias de carácter ontológico, epistémico y metodológico, no son las únicas que tienen cabida entre ambos enfoques. En una revisión de algunos estudios queer, Richter-Montpetit[19] enumera algunas temáticas que clarifican el abordaje de estos estudios. Por ejemplo, que la lógica (y/o) ha permitido entender que los colectivos no heterosexuales ni cisgénero en el sistema internacional son simultáneamente producidos e interpelados como normales (y/o) pervertidos. Sumado a ellos, hay casos de estudio que han recuperado la presencia de movimientos LGBT antisistémicos o que cuestionan las narrativas imperialistas sobre cómo han de expresarse las preferencias sexuales, dejando de lado algunas prácticas sexuales tradicionales que no se adecúan a los modelos occidentales.
En otro tipo de estudios, Rao[20] señala que mientras en algún punto la modernidad en los Estados coloniales y poscoloniales se constituía sobre un imaginario del hombre heterosexual, en la actualidad el respeto a los derechos LGBT y su inclusión constituye en algunos casos un “marcador de modernidad”, de modo que algunas de las élites en dichos Estados poscoloniales han producido una movilización estratégica para posicionarse junto a los países occidentales en el sistema internacional. Una situación similar queda reflejada en un artículo de Catherine Baker[21] sobre el espectáculo de Eurovisión y el papel que ha tenido para anclar el tema de la diversidad como parte de la narrativa de identidad europea, la cual tuvo como contraparte algunos efectos: el lobbying basado en el “pinkwashing” israelí, algunos episodios de islamofobia contra inmigrantes musulmanes y el debate en torno a la “soberanía moral” en Rusia. Sobre este último, habría que apuntar que el festival de la canción europea ha producido una reconfiguración de las relaciones entre Europa y Rusia, denunciándose como decadentes y bárbaros respectivamente.
El sistema internacional pandémico desde ambos enfoques
Los imaginarios y figuraciones globales son transformados en función de los discursos hegemónicos. Por ejemplo, se ha dislocado el objeto del deseo (“hombres que tienen sexo con hombres”) por el objeto del afecto (“homosexual”/”gay”), de modo que se ha transitado hacia una resignificación de enorme impacto, como la figura del “patriota gay” en algunos nacionalismos como el norteamericano[22]. Sin embargo, un punto de inflexión muy particular ocurrió a partir del discurso de Hillary Clinton en 2011, bajo el eslógan “gay rights are human rights”, haciendo de su protección un eje importante de la agenda internacional, con serias implicaciones que se han reflejado en lo que se ha denominado como la “geopolítica queer”.
Indiscutiblemente, esta geopolítica en torno a los derechos -o falta de protección- de los colectivos LGBT, ha permanecido durante la pandemia. En ese sentido, las leyes del gobierno húngaro de 2020 y 2021, las cuales impiden el registro de cambio de sexo o la prohibición de la “promoción” de la homosexualidad, así como las críticas de otros Estados que acompañaron ambas decisiones, son un claro ejemplo de ello. Al mismo tiempo, se han producido movilizaciones de sociedad civil y ONG’s que condenan las terapias de conversión y han servido para catapultar su prohibición, del mismo modo que tribunales y partidos políticos han insistido en legislaciones a favor de las infancias trans.
Esto último es importante, toda vez que evidencia la necesidad de ampliar los niveles de análisis más allá de lo intergubernamental y así observar cómo esta problemática globalizada ha tenido sus efectos en los cuerpos y vidas de estas personas. Por ejemplo, a raíz de las restricciones que comenzaron a socializarse en el sistema internacional, la policía ugandesa “detuvo a unos 20 jóvenes LGTB sin hogar acusándolos falsamente de infringir las restricciones de Covid-19”; por su parte, en Corea del Sur, estos colectivos se convirtieron en “[…] chivos expiatorios después de que algunos medios de comunicación relacionaran un brote con bares gays”.[23] Estos dos casos sirven para poner de manifiesto los múltiples estigmas en los que, si bien ya interseccionaban algunas opresiones, se ven acrecentadas por el eje que inauguró el virus.
Así, estos estudios se entienden desde las acciones sociales y también desde una perspectiva materialista, ya que los marcadores sociales terminan obstaculizando las oportunidades económicas y/o de recuperación, particularmente en colectivos como los trans, intersexuales y no binarios. Del lado contrario, también es cierto que aquello que el Fondo Monetario Internacional ha denominado como “el gran confinamiento”, ha servido para que algunas comunidades LGBT capitalizaran las redes, prácticas de cuidado y bases de apoyo, que se habían estado articulando en algunos barrios desde las décadas de los setentas y ochentas, cuando la principal amenaza a su salud provenía del VIH/Sida.[24]
Ahora bien, la pandemia también ha supuesto alteraciones que han trastocado nuestras formas de relacionarnos, entre nosotros y con el espacio. En ese sentido, cuando hablamos de Relaciones Internacionales casi de manera ineludible partimos de las variables geográficas para nuestros análisis, pero estas demarcaciones siempre han sido vividas de manera distinta por los colectivos LGBT, quienes históricamente han desarrollado estrategias de territorialidad para construir espacios seguros. A este respecto, Gabby Unipan[25] advierte sobre la desaparición de espacios físicos LGBT —bares y clubes, principalmente— como efecto del gran confinamiento y el robustecimiento de un espacio inmaterial en dichas comunidades.[26] Esto acarrea sus propios efectos en la capacidad de movilizaciones transnacionales a través del fortalecimiento de una red de comunicación global, ya sea que se articulen de manera más transitoria —como TikTok o Twitter—, o de manera más constante —como Reddit o Discord—.
Cambiando un poco el enfoque e integrando el tema del ejercicio de poder y los dispositivos en las distintas corporalidades, vale la pena detenerse en algunos aspectos. Desde enfoques que también entran en el campo biopolítico, sobresale el tema de los registros para conseguir una vacuna. A este respecto, en Canadá, personas no binarias denunciaron la forma en que los documentos oficiales no se reconocían ni las diferencias entre sexo y género ni tampoco se brindaban opciones apropiadas para muchos de los casos,[27] mientras que en Indonesia se ha requisitado una carta de identidad electrónica para tener acceso a la vacuna, algo que es casi imposible para las waria o mujeres trans.[28] Siguiendo esta línea, podríamos avecinar que los certificados digitales o pasaportes Covid, como los que se han comenzado a utilizar en algunos Estados europeos e incluso dentro de las mismas ciudades, podrían tener consecuencias similares.
Otro caso muy particular y reciente versa sobre lo que el gobierno chino ha denominado como una “crisis de masculinidad” y que, en palabras de alguno de sus portavoces, “amenaza la supervivencia y el desarrollo de China”.[29] A partir de enero de 2021, el ministerio de educación de dicho Estado ha propuesto incluir planes orientados hacia la cultivación de masculinidad, a través de un mayor entrenamiento físico y la contratación de maestros. A diferencia de Corea del Sur que ha utilizado el K-Pop como parte de lo que algunos han denominado su poder blando, el gobierno chino afirma que la imagen e influencia de las celebridades del país contribuye a que los hombres no quieran ser “héroes del ejército”.[30] Esta situación contribuye a la proyección del imaginario del hombre chino, heterosexual y cisgénero, que se suma a políticas públicas de décadas anteriores, mismas que han generado una desproporción demográfica en cuanto al número de hombres y mujeres en el país asiático. Sin embargo, va más allá de una cuestión sexual pues busca desasociar las emociones y la delicadeza como elementos de la masculinidad china.
En el caso de los enfoques queer, por supuesto que es importante observar las relaciones de poder sobre la sexualidad, el cuestionamiento de lo normativo y la normalización, así como las pretensiones de identidades universales. No obstante, también pudiéramos pensar de manera análoga algunas de las herramientas utilizadas, como por ejemplo, pasar de una lógica binaria a una lógica pluralista, del mismo modo que transitar de una lógica “esto/o” a una lógica “y/o”. En ese sentido, el virus del Covid-19 y sus efectos materiales han producido cuerpos que, hasta tener el resultado de una PCR, se catalogarían como sanos (y/o) enfermos; que a falta de una prueba o de ciertas condiciones físicas, pueden ser sintomáticos (y/o) asintomáticos; que dependiendo del esquema de vacunación y las dosis pueden ser registrados como vacunados (y/o) no vacunados; que al mismo tiempo son portadores peligrosos (y/o) no peligrosos. Sin embargo, utilizar solamente una de las herramientas y hacer caso omiso del interés de estos enfoques por el sexo, el género y la identidad, nos llevaría a una posición postestructuralista y no necesariamente queer.[31]
Factores vinculados a la sexualidad han sido trascendentales para un mejor entendimiento del sistema internacional y de la política exterior de los Estados; sus movilizaciones y las narrativas en torno a la universalidad de ciertas identidades, géneros y comportamientos, todos estos deben ser analizados, identificando la participación de distintos actores, instituciones y espacios de por medio, estos temas no son solamente cuestiones de objetos y sujetos de estudio, sino que conllevan nuevas perspectivas analíticas para la disciplina de las Relaciones Internacionales.
Es importante apuntar que todavía son escasos los trabajos que se han suscitado en idioma español al respecto. En ese sentido, nos suscribimos a la pregunta de Díaz Calderón: “¿Qué resultados, quizá inesperados, se obtienen al cambiar las trayectorias occidentales de producción de figuraciones […] por caminos propios de América Latina?”.[32] Seguramente los estudios del Sur y algunas herramientas desde posiciones decoloniales sirvan para incrementar las intersecciones y así contar con más posibilidades, como algunas sexualidades ancestrales y/o no eurocéntricas.
Bibliografía
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- Rao, Rahul, Third World Protest: Between Home and the World. Oxford: Oxford University, 2010
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- Richter-Montpetit, Melanie, “Everything You Always Wanted to Know about Sex (in IR) But were Afraid to Ask: The ‘Queer Turn’ in International Relations”, en Millenium: Journal of International Studies, 46 (2), pp. 220-240, 2018
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- Velasco, Kristopher, “Growing Queer Divide: The Divergence between Transnational Advocacy Networks and Foreign Aid in Diffusing LGBT Policies”, en International Studies Quarterly, 0, pp. 1-13, 2019
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- Weber, Cynthia, Queer International Relations: Sovereignity, Sexuality and the Will to Knowdledge. Estados Unidos: Oxford University Press, 2016
Notas
[1] El presente artículo tiene su origen en la ponencia “¿LGBT o Queer?: Una mirada al sistema internacional pandémico desde los enfoques no heterosexuales” presentada por los mismos autores el 23 de octubre de 2021 en el XXXIV Congreso AMEI.
[2] Cynthia Weber, Queer International Relations: Sovereignity, Sexuality and the Will to Knowdledge, ed. cit.
[3] Catherine Baker, “The ‘gay Olympics’? The Eurovision Song Contest and the politics of LGBT/European belonging”, ed. cit., pp. 97-121
[4] Manuel Lavinas Picq. & Markus Thiel (Eds.), Sexualities in World Politics: How LGBTQ claims shape International Relations, ed. cit., p. 2
[5] Melanie Richter-Montpetit, “Everything You Always Wanted to Know about Sex (in IR) But were Afraid to Ask: The ‘Queer Turn’ in International Relations”, ed. cit., p. 223.
[6] Waites y Kollmann, en Lavinas Picq y Thiel, Op. cit., p. 6.
[7] Melanie Richter-Montpetit, op. cit., p. 223.
[8] Judith Butler, Deshacer el género. ed. cit.
[9] Judith Butler, op. cit., p. 203.
[10] Melanie Richter-Montpetit y Cynthia Weber, “Queer international relations”, ed. cit., pp. 1-38.
[11] Judith Butler, Op. cit., p. 22.
[12] Manuel Lavinas Picq. & Markus Thiel, Op. cit., p. 9
[13] Manuel Lavinas Picq. & Markus Thiel, Op. cit.
[14] Esta crítica ha sido refutada por algunos autores. El caso más sobresaliente es el de Richter-Montpetit (op. cit.), quien afirma que si bien una gran cantidad de los enfoques queer se suscriben al postpositivismo, al posestructuralismo y al análisis de discurso, también hay algunas investigaciones que se no se limitan a estas posturas y métodos.
[15] Kristopher Velasco, “Growing Queer Divide: The Divergence between Transnational Advocacy Networks and Foreign Aid in Diffusing LGBT Policies”, ed. cit., pp. 1-13.
[16] Incluso podría dividirse esta segunda noción entre el neoliberalismo y el constructivismo. En el primer caso el rumbo viene marcado por un legado del idealismo al que se suman las características de interdependencia (económica, jurídica, política) y los incentivos de la cooperación. Por su parte, en el segundo caso se enfatiza la construcción social e intersubjetiva de las normas y la influencia que tienen en el comportamiento de los actores (en este caso, conviene revisar el clásico estudio del ‘ciclo vital de las normas’ de Martha Finnemore y Kathryn Sikkink, ed. cit.).
[17] Melanie Richter-Montpetit y Cynthia Weber, “Queer international relations”, op. cit., pp. 1-38.
[18] Julio César Díaz Calderón, “JuanGa/Aguilera: una figuración ‘queer’ del ‘homosexual’ en América Latina, ed. cit., p. 125.
[19] Melanie Richter-Montpetit, “Everything You Always Wanted to Know about Sex (in IR) But were Afraid to Ask: The ‘Queer Turn’ in International Relations”, Op. cit., pp. 220-240.
[20] Rahul Rao, Third World Protest: Between Home and the World. ed. cit.
[21] Catherine Baker, “The ‘gay Olympics’? The Eurovision Song Contest and the politics of LGBT/European belonging”, Op. cit., pp. 97-121.
[22] Véase Cynthia Weber, Queer International Relations: Sovereignity, Sexuality and the Will to Knowdledge. ed. cit.
[23] Graeme Reid. “Pandemia y personas LGTB: lucha integral contra la desigualdad”, ed. cit.
[24] Daniel Heiss Baldwin y Alex Bitterman, “How gay neighborhoods used the traumas of HIV to help American cities fight coronavirus”, ed. cit.
[25] Gabby Unipan, “Placemaking and Community-Building among Lesbian, Bisexual, and Queer (LBQ) Women and Non-Binary People during the Covid-19 Pandemic”, ed. cit.
[26] Es importante hacer notar que este tiene un efecto desigual acorde al factor generacional. En las entrevistas realizadas por la autora, las lesbianas de mayor edad valoran más los espacios materiales por la significación histórica que tienen estos espacios hacia ellas, particularmente por la masculinización del espacio público. Del lado contrario, las generaciones más jóvenes indican que las interacciones impersonales (que evitan una situación cara a cara), pueden crear conexiones más profundas.
[27] Rachel Bergen, “Vaccine consent form invalidating for non-binary and trans people, Manitoban says”, ed. cit.
[28] ICJ, “Indonesia: trans women face discrimination in access to Covid-19 vaccines”, ed. cit.
[29] 16. Wang, Zixu, Chen, Xin & Radnofsky, Caroline, “China proposes teaching masculinity to boys as state is alarmed by changing gender roles”. NBC News, 5 de mayo de 2021
[30] Kerry Allen, “China: la cruzada del gobierno para educar a los niños para que sean ‘más varoniles’”, ed. cit.
[31] En su texto, Cynthia Weber (op. cit.) plantea dos rechazos de su enfoque queer, en los que evita reducirlo a todo lo que sea no normativo y a desconectarlo del género, el cuerpo y las sexualidades, ya que habiendo pasado esos límites, insiste en que no habría grandes diferencias entre estos estudios y los enfoques postestructuralistas
[32] Julio César Díaz Calderón, “JuanGa/Aguilera: una figuración ‘queer’ del ‘homosexual’ en América Latina”, Op. cit., p. 129.
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