La censura en las redes sociales. De publicar a mandar mensajes

 

 

 

Resumen

 

The Economist señala que las redes sociales se acercan a su fin en tanto espacio de discusión política porque los usuarios están migrando al ámbito cerrado de los servicios (encriptados) de mensajería. En este trabajo se plantea que la causa de tal migración es la censura “progresista” en las redes sociales importantes que perdieron su valor original para la democracia porque dejaron de ser el máximo espacio para la libertad de expresión, en el que realmente cualquiera podía opinar lo que quisiera. Ahora, las opiniones conservadoras no tienen cabida en ellas porque “ofenden” a las minorías “progresistas” y sus “aliados” y son perseguidas como “discurso de odio”. Entonces, la migración a las mensajerías la efectúan los conservadores como autocensura. Aquí discutimos la diferencia estructural entre publicar (redes sociales originales, sin censura) y mandar mensajes encriptados como autocensura que no elimina la polarización política, sino que la potencia soterradamente.

 

Palabras clave: Redes sociales, migración a mensajería, publicar, libertad de expresión, discurso de odio, censura.

 

 

Abstract

 

The Economist says that social media are approaching their end as a space for political discussion because users are migrating to the closed sphere of (encrypted) messaging services. In this text it is proposed that the cause of such migration is the “progressive” censorship in important social networks that have lost their original value for democracy because they stopped being the maximum space for freedom of expression, in which anyone could really express his opinion. Now, conservative opinions have no place in them because they “offend” “progressive” minorities and their “allies” and, thus, are persecuted as “hate speech.” So, the migration to messaging is carried out by conservatives as self-censorship. Here we discuss the structural difference between publishing (original social networks, without censorship) and sending encrypted messages as self-censorship that does not eliminate political polarization but rather secretly enhances it.

 

Keywords: social media, migration to messaging, publishing, freedom of speech, hate speech, censorship.

 

 

En los últimos días, aparecieron en The Economist artículos que refieren al “final de las redes sociales”[1] y una idea central para tal final es la del abandono de las redes por muchos usuarios que se retiran de ellas a los servicios de mensajería digital, como WhatsApp o Messenger. Dichos artículos no se refieren ni en lo más mínimo a la orientación política de quien se retira de las redes sociales y nosotros creemos que hay evidencia para a) la hipótesis de que la retirada de las redes sociales se debe a la creciente censura políticamente sesgada que se instauró en ellas a partir de la suspensión de Donald Trump de Facebook y de Twitter, así como de otros usuarios catalogados como de extrema derecha. De ahí se sigue la hipótesis b) de que quien se ha retirado de las redes sociales son básicamente los conservadores. En este texto discutiremos la diferencia morfológica que posibilita la mencionada retirada de las redes sociales emprendida por la derecha y cómo tal retirada no significa ninguna reducción de la polarización política en Occidente atizada por las redes sociales.[2]

 

 

1. (La acción de) publicar (digitalmente)

 

Para entender qué significa la retirada de las redes sociales a los servicios de mensajería lo primero que hay que entender es la importancia capital de la diferencia mediática entre las redes sociales y la mensajería digital. Para ello el punto de partida es la definición de lo que es una red social.

 

 

1.1 Las plataformas asociales o privadas y la interactividad en ellas

 

Es necesario entender qué es una plataforma digital alojada en la WEB 2.0, tecnología que permite que el usuario de la plataforma pueda él mismo publicar contenidos digitales en la plataforma, ya sean estos textos, imágenes fijas o videos y audios, los cuales pueden ser vistos por otros participantes de la WEB 2.0. En las plataformas están todas las empresas que con un formato más o menos variable permiten que usuarios de todo tipo, individuales e institucionales o empresariales habiliten su “sitio WEB” respectivo en la plataforma dada pagando una cuota. La ventaja es, justamente que, sin pertenecer a la misma plataforma, sin pagar ninguna cuota, todos los usuarios de la red pueden tener acceso a los contenidos publicados en el sitio WEB hospedado en la plataforma del caso. Así, todos podemos ver las “páginas” o “sitios” de multitud de empresas o instituciones y también los blogs individuales de usuarios tales como periodistas, artistas, intelectuales, políticos, etc., quienes compran el servicio de alojamiento, es decir, pagan por él. El alojamiento en las plataformas WEB nunca es gratuito, no es libre. En ese sentido la WEB no es un “medio libre”.

 

Dado que existen muchas plataformas de alojamiento, quienes alojan sus sitios WEB en ellas pueden o no pertenecer a la misma plataforma, pero aun en el caso de que sus sitios pertenezcan a la misma plataforma, no tienen por qué saberlo ni ellos ni quien accede a sus sitios. En el caso de la ahora popular plataforma Substack que aloja a muchos periodistas, académicos e intelectuales de todo tipo, todo el mundo, incluidos ellos, saben que pertenecen a la misma plataforma, pero aun así no hay ninguna conexión entre sus sitios y solamente están todos ellos alojados en Substack, es decir, ni los propietarios de los sitios ni sus usuarios interactúan entre sitio y sitio. Todas estas plataformas, visibles – como Substack – o invisibles[3] no llevan a ninguna interacción entre quienes se hospedan en ellas, sus sitios siguen siendo singulares, sin conexión y por tanto sin interacción entre ellos, aunque para el usuario todos sean visibles en Substack. La interacción ocurre solo con los visitantes de los sitios, quienes no pagan ninguna cuota por el acceso a los sitios sino los visitan gratuitamente, y tampoco interactúan entre sí. Por ejemplo, ningún visitante de la página de una empresa automotriz paga por ver el sitio y tampoco sabe siquiera quienes pueden ser los otros visitantes de esta “página” o ni siquiera si existen. La misma estructura de interacción restringida puntualmente la encontramos en páginas como Amazon o la de la Comisión Federal de Electricidad. No hay ni interacción entre estas páginas o sitios ni tampoco entre sus usuarios.

 

Es el tipo de plataformas que no son redes sociales y en ellas cada propietario del sitio correspondiente y cada visitante de este solo pueden interactuar entre ambos, el dueño del sitio paga por el mismo para que los visitantes interactúen con él. La interactividad hecha posible por la tecnología WEB 2.0 es en el caso de estas plataformas puramente bidireccional, entre cada propietario de sitio separado de todos los demás sitios y sus propietarios y cada visitante del sitio igualmente separado de todos los demás visitantes del mismo sitio. La conexión y la interacción entre los dos polos singulares es solo bidireccional, es decir privada, y por ello no constituye ninguna red social; de hecho, se trata de interacciones esporádicas, como pagar la luz en online vez cada dos meses. Ni siquiera en el caso de la aplicación bancaria permanece uno conectado a ella permanentemente aun cuando la use uno con gran frecuencia. Una cierta excepción serían los departamentos de contabilidad de grandes instituciones o empresas con sus bancos, por ejemplo, de la UNAM con los bancos en los que tenga cuentas contratadas. En este caso la conexión bidireccional es casi permanente, pero sigue siendo bidireccional, es decir, privada. Incluso los bancos teniendo millones de “clientes digitales” mantienen las conexiones con cada uno separadas entre sí, privadas. Es decir, como quiera que se vea, estas plataformas no tienen nada de sociales por más conexiones e interacciones que mantengan. Son las plataformas asociales, para usos privados, a pesar de la interactividad con base en la WEB 2.0. La acción que las define no es publicar en sentido estricto, sino publicitar productos o servicios, según quedará claro abajo.

 

 

 

 

1.2 Las redes sociales y la interactividad en ellas

 

Las redes sociales son un tipo especial de plataformas en la WEB 2.0. También ellas ofrecen al usuario, ya sea individual o institucional o empresarial, la posibilidad de publicar contenidos digitales de texto, imagen, video y audio, pero a diferencia de las plataformas asociales, las plataformas de red social, digamos Facebook, X (antes Twitter), TikTok, Instagram, etc., son a) de uso libre, es decir gratuito, para cualquiera, es decir, en principio para todo el mundo y b) ofrecen a todos sus usuarios un formato en principio uniforme al que también – como en las plataformas asociales – se tiene un acceso mediante una cuenta personal que es el análogo a un sitio o página de plataforma privado donde el usuario puede publicar contenidos. Pero la diferencia fundamental es no solo que la cuenta – el análogo del “sitio” de la plataforma privada – es gratuita, sino que además en principio la cuenta de cada usuario es visible para todos los demás de la misma plataforma. Basta con saber su nombre de usuario para que si uno también tiene una cuenta en la red social del caso lo pueda encontrar – su cuenta, sitio o su página en la red social del caso – por dicho nombre de usuario. Así, uno puede encontrar la “página de Facebook” o “el Twitter” de cada usuario. Nótese la diferencia con las plataformas digitales privadas. En ellas uno encuentra simplemente el sitio o página de un usuario de la plataforma sin que uno sea usuario de la misma y además ese sitio privado es el sitio o página del usuario y en principio la empresa de plataforma que lo vende permanece invisible y es irrelevante para los visitantes que encuentran la página. La página es el blog del intelectual o de la empresa automotriz y el visitante no tiene ninguna referencia a la plataforma que lo aloja.

 

En la red social se sabe, entonces, necesariamente y desde el principio que el usuario es miembro de la red y que puede uno tener acceso a sus publicaciones e interactuar con ellas, supuesto que realmente las haga. Hay quien tiene una cuenta o página de la red social, pero nunca publica nada y solo observa lo que otros publican sin interactuar de ninguna manera con las publicaciones de los otros. Se trata de un caso excepcional, y se encuentra principalmente en gente que usa, digamos, Facebook o X para “informarse” y ya. Es, en cierto sentido, como prender el radio o la TV y ver lo que ahí “ocurre”. Lo normal es que el usuario de una red social publique él mismo contenido e interactúe con los contenidos que publican otros usuarios. A cada publicación hecha por un usuario los demás pueden reaccionar interactuando con él en la misma plataforma, compartiendo la publicación, haciendo un comentario a la misma o mostrando una “actitud”, que puede ir desde la aprobación enfática hasta el rechazo igualmente enfático, estableciéndose así una red de interacciones en la misma plataforma. Así, en la red social todos sus usuarios están interconectados y en especial los usuarios se dirigen a todos los usuarios de la red social del caso en la medida en la que publican algún contenido. El usuario de cualquier tipo (personal, empresarial o institucional) pública de manera abierta, indefinida, como lo hace quien publica un libro o un artículo en un periódico o habla o pone un anuncio en la radio o en la TV. De esa publicación, de ese hacer público un contenido idealmente para todos los afiliados a la red de que se trate, resultan interacciones con otros usuarios, pocas o muchas.[4]

 

En resumen, el uso de una red social es abierto a todo el mundo gratuitamente y los usuarios personales de la misma están todos conectados entre sí y con cada publicación que hace cada uno de ellos los demás pueden reaccionar interactuando con él en la misma plataforma en una red de interacciones recíprocas. Además, se tiene que la red social no es ningún sitio WEB, ni siquiera el sitio WEB de su propietario, digamos Elon Musk o Mark Zuckerberg o sus accionistas, pero si es una interconexión de las cuentas página de los usuarios que permite la interacción entre ellos y que parte de la acción de publicar un contenido.

 

 

1.3 La acción de publicar en una red social

 

El usuario estándar – personal, que es el que interesa aquí para el problema de la democracia y la libertad de expresión – de una red social es una persona cualquiera, común y corriente, pero en toda red social están los famosos influencers, las personalidades conocidas de una ciudad, de un país o del mundo, digamos Trump cuando publicaba todos los días en la madrugada en Twitter – antes de que este suspendiera su cuenta –. Pero los usuarios conocidos, las personalidades públicas, de la política, de los medios tradicionales, de la ciencia, la medicina, del arte o la cultura, etc., son un número ínfimo entre cientos o incluso miles de millones de usuarios de Facebook, X, TikTok, etc. La red social da la oportunidad única, nunca vista en la historia de la comunicación, de que cualquiera, un ciudadano común y corriente, públique, no importa cuantos otros usuarios de la red se den cuenta de que tal ciudadano publicó. Lo decisivo no es si el usuario es un desconocido o una personalidad, sino que generó un contenido para el público amplio o amplísimo e indefinido, abierto, de la red social del caso, independientemente de cuántos otros usuarios lo vean realmente a o cuantos les interese y reaccionen a dicho contenido.

Antes de la aparición de las plataformas de redes sociales, solamente la gente importante, con credenciales, con una presencia pública, por su habilidad o inteligencia, por su formación, etc., era la que tenía acceso a publicar algo en los medios tradicionales, la prensa diaria, el radio, la TV. Las mesas editoriales de dichos medios eran las que tenían la función de decidir qué y quién podía publicar, así, para “todos”, de manera indefinida para cualquiera que pudiera ver el periódico, encender el radio o la TV, es decir para “el público” del medio sin mayor cualificación de quién constituía tal público. Hay que recordar que la WEB 2.0 es deslocalizada tanto en el tiempo como en el espacio, así que a diferencia de la fecha de aparición del diario, de la hora del programa radiofónico o televisivo, y del lugar de emisión, es decir, de la localidad de la estación radiofónica o televisiva y el horario de la programación de las mismas, la WEB 2.0 está “todo el tiempo en todos lados”, de tal manera que los millones de usuarios comunes y corrientes de las redes sociales pueden publicar cuando quieran y desde donde quieran, con tal de que estén conectados la red a través de su dispositivo móvil, generalmente su “teléfono inteligente”.

 

 

1.4 La característica definitoria de la plataforma de red social

 

Según dijimos, el usuario estándar, el ciudadano desconocido cualquiera que tiene su cuenta en la red social, puede publicar de manera deslocalizada tanto temporal como espacialmente. Pero eso es un asunto meramente tecnológico que proviene del carácter delocalizado tanto de las ondas electromagnéticas que se usan para la WEB 2.0, como de la electricidad contenida en las baterías de su “dispositivo móvil”, y que es un asunto propio de toda la tecnología eléctrica porque la electricidad se puede usar cuando se quiera y donde se quiera siempre y cuando haya alimentaciones eléctricas al alcance. Lo que es específico, ya no de la electricidad ni de las ondas electromagnéticas, es el carácter de las redes sociales como una plataforma, es decir, como un “espacio” o “nicho” vacío para que el usuario estándar publique no solo cuando y desde donde quiera, sino, y esto es lo central de la red social en tanto plataforma, sobre lo que quiera, lo que quiera y como quiera. Es decir, las redes sociales en sentido estricto realizan la forma más completa de la libertad de expresión, dentro de los límites para la misma definidos en cada país, por ejemplo, la no difamación o la incitación a la violencia, que son parte de la decencia pública en tanto carácter cívico de la comunicación. Precisamente la sección 230[5] de la ley norteamericana[6] para la decencia de la comunicación, define, es decir, estatuye la estructura de las plataformas digitales[7] como empresas que ellas mismas no ofrecen ningún contenido sino solamente ofrecen un “lugar” digital público, es decir, en la WEB, para que los contenidos a ver en ese “lugar” sean aportados por los usuarios de las plataformas. Es decir, las plataformas digitales de la WEB 2.0, ya sea sociales o asociales, no son empresas de medios, no tienen ninguna programación, ni ninguna editorialización o gate keeping porque ellas no aportan los contenidos publicados en ellas, sino sus usuarios.[8] La analogía con esto puede ser la de la compañía eléctrica, la cual vende la electricidad completamente al margen de para qué la utilice el cliente que la compra. Lo mismo vale para la empresa automotriz, que vende carros y no es responsable de para qué o cómo los utilice el comprador, si provoca un accidente, ni siquiera si los usa para cometer un acto terrorista.

 

Por supuesto esto, la indiferencia frente al uso del medio vale también para la empresa que produce o vende clavos o martillos o armas de cualquier tipo. Ninguna aporta los usos que el comprador o usuario les da a tales medios y por lo tanto, no es responsable por ellos. La gran excepción es, precisamente, las compañías de medios de comunicación, cuyo negocio, y por tanto responsabilidad, son los contenidos de su programación y por eso editorializan y son responsables de contenidos indecentes, difamatorios, falaces o que inciten a la violencia, y pueden ser hechas responsables de las consecuencias que tales contenidos puedan tener. En el caso de las plataformas digitales, sociales o asociales, se tiene la gran novedad de que son los usuarios, no las empresas de plataforma quien aporta los contenidos, por ello las empresas no son responsables de los mismos, como sí lo son las de medios.

 

Dado que cualquiera puede tener una cuenta en las redes sociales, esto mismo, es decir, el que sean redes sociales, es lo que en principio define a estas las plataformas, las de redes sociales, como lugares de la plena libertad para aportar contenidos sin ningún control de las plataformas, es decir, son lugares de plena libertad de expresión – dentro de las restricciones de la ley criminal –. Legalmente, las plataformas no deben tener ningún control o, como ahora se dice, “moderación de contenido” de ningún tipo.[9] La plena libertad de expresión de cada usuario – dentro del marco legal general – es la característica definitoria de las plataformas de redes sociales, el usuario las puede usar para publicar lo que quiera, sobre lo que quiera y como quiera, además, según se indicó antes, de manera temporal y espacialmente deslocalizada. La simple deslocalización define a las plataformas asociales, la deslocalización y la libertad de expresión definen a las plataformas de redes sociales. La interacción en las primeras es privada, justamente cerrada y por ello asocial; la interacción en las segundas es pública, justamente, abierta y por ello social.

 

Conviene precisar que, en la red asocial, que “hospeda” a una entidad privada, sea personal o corporativa, el dueño del sitio también “publica” contenidos, pero en el marco de una actividad específica y en ese sentido no para un público amplio indefinido, sino para sectores definidos por algún interés específico permanente. Así, los sitios asociales ofrecen bienes y servicios a ciertos mercados limitados, por amplios que sean, por ejemplo, el mercado automotriz. En otras palabras, en sentido estricto, en los sitios privados de las plataformas asociales no se publica sino se hace la publicidad de algo para mercados definidos. Es una actividad esencialmente comercial o profesional la que se publicita en los sitios privados de dichas plataformas asociales. La acción definitoria en las plataformas asociales no es, pues publicar, en sentido estricto, sino publicitar algo – obviamente lo anterior es válido también para los usuarios no personales sino corporativos de las redes sociales –.

 

 

2. (La acción de) mandar mensajes (digitales)

 

La discusión anterior fue desarrollada en el marco de la definición legal – sección 230 del acta norteamericana de la decencia en las comunicaciones – que en la práctica ha quedado solo como un ideal porque desde muy pronto después de su aparición, aproximadamente ya en 2010, las plataformas de redes empezaron a introducir la censura en diferentes grados, alejándose de la figura legal ideal de lo que son las plataformas de redes sociales. Sin que fuera legalmente necesario, asumieron responsabilidades por lo que los usuarios publicaban en ellas. Obviamente, hay dos posibilidades para asumir tal responsabilidad. La una es que la empresa decida motu proprio asumir la responsabilidad. La otra es que lo haga por una presión exterior. En cualquiera de los dos casos el resultado es censura y, con ella, la desnaturalización de la plataforma según el espíritu de la sección 230 consistente en promover la libertad de expresión haciendo a los usuarios de las plataformas digitales responsables por lo que ellos publiquen y no a las plataformas. Para abordar esto tenemos que precisar algunos elementos para entender sin residuo alguno la relación existente en la práctica entre la libertad de expresión y las redes sociales.

 

 

2.1 El público y la libertad de expresión

 

Cuando uno en sentido estricto pública algo no tiene ningún destinatario definido para el contenido que publica, “el público” es una entidad vaga, indefinida, que abarca a todos los que pueden tener acceso a lo publicado, accedan a dicho contenido o no. En sentido restringido hay “el público de P”, donde P es una cierta publicación, pero en sentido amplio “el público”, moderno o contemporáneo, es la totalidad de los habitantes de una nación. Por supuesto, hay un “publico internacional”, pero esta ampliación, todavía más vaga e indefinida de quien tiene acceso a un contenido, no es pertinente en nuestro contexto limitado por el concepto democrático de la libertad de expresión, la cual jurídicamente solo tiene sentido en el marco de las constituciones nacionales. Ya Platón consideraba la democracia griega con su libertad de expresión como algo con sentido solamente para la polis singular en el máximo ideal de 5000 habitantes. En términos, pues, de un conjunto de personas que gozan todas de la libertad de manifestar sus opiniones y articular verbalmente sus sentimientos, el marco más amplio posible contemporáneamente es la ciudadanía nacional. Ahora bien, los usuarios de una red social transcienden con mucho a las ciudadanías nacionales, al tiempo que en realidad nunca comprenden a todos los ciudadanos de un país o nación moderna. Sin embargo, en términos prácticos, es la ciudadanía toda de un país la que podría interactuar en una red social en términos de la libertad de expresión del país correspondiente. Por eso, sin caer en contradicciones conceptuales, podemos hacer la simplificación analítica de considerar a los usuarios de Facebook o de cualquier otra red social en el marco nacional respectivo, que es donde tiene sentido la viva discusión actual de la relación entre las redes sociales y la libertad de expresión. Es decir, en este marco discursivo podemos igualar sin problemas conceptuales a la ciudadanía de un país con la totalidad de los habitantes de este, en tanto posibles usuarios de la red social para los que tiene sentido la pregunta o problema de la libertad de expresión en cada red social. Así pues, en términos de la libertad de expresión, publicar en el Facebook o en el X norteamericanos es publicar para los ciudadanos norteamericanos. Los EE – UU son, análogamente, la polis del caso, sin importar que no todos los ciudadanos de ese país tengan una cuenta en la red social. Los que no tienen dicha cuenta serían el análogo contemporáneo de los idiotas atenienses, es decir, de los ciudadanos que no participaban en los asuntos públicos asistiendo a las asambleas en el ágora, la plaza pública. Quien no tiene cuenta de Facebook o de X o de TikTok, etc., o bien teniéndola no la utiliza, es en términos de la libertad de expresión en cada red social, el equivalente al idiota ateniense. No es, entonces, de extrañar que las personas más activas en las redes funcionando como la “plaza pública” contemporánea, es decir, el e-ágora, tengan cuentas o páginas personales en todas redes sociales más importantes. Tal es el caso, por ejemplo, de los periodistas o de los faranduleros, aunque sea por razones diferentes.

 

 

2.2 De las redes sociales ideales, libres, a la realidad de las redes con censura

 

Queda claro, pues, que la cuestión de la relación entre la libertad de expresión y las redes sociales descasa en el hecho de que en las redes sociales se puede publicar; cada uno, todos los usuarios, ya sean ciudadanos desconocidos o personalidades, todos pueden publicar siempre que así lo decidan. Esa tríada, a) libertad de expresión, b) las redes sociales, c) la acción de publicar está implícita en redacción de la sección 230 del acta norteamericana para la decencia en las comunicaciones. Sin embargo, por razones políticas en la práctica y violando la primera enmienda constitucional norteamericana, en las redes sociales se ha instaurado la censura, contradiciendo la mencionada sección 230. La censura apareció clara y abiertamente, a los ojos de todos, y de manera sorprendente, primero con la suspensión y luego con la cancelación de las cuentas de Twitter y Facebook de del entonces presidente D. Trump el 6 de enero de 2021.[10] El asunto no fue menor. Si las redes sociales Facebook y la entonces Twitter, simples empresas privadas, cancelaron al hombre representante del Estado de la nación más poderosa del mundo, privándolo de la posibilidad de expresarse en ellas, qué podrían esperar todos los demás usuarios de dichas redes. Obviamente, lo mismo bajo ciertas circunstancias, la cancelación, pero sin el asombro que produjo aquella cancelación magna. Sin embargo, la censura en las redes sociales venía de atrás, del fenómeno en ascenso de a) las “cancelaciones” – online y offline – por opiniones consideradas como “ofensivas” – “racistas”, “sexistas”, “misóginas”, homófobas”, etc., todas ellas consideradas “dañinas” –, y b) los “espacios seguros” como ámbitos en los que no es posible expresar nada que los grupos “progresistas”, ya sean estos de las “minorías” o de sus “aliados”, consideren una “ofensa” que lastime su sensibilidad.

 

Ya en la primavera y el verano de 2020 hubo otro muy destacado episodio de censura, ocurrido todavía bajo el gobierno de D. Trump, a partir de la gran efervescencia de los activistas BLM (Black Lives Matter) por la muerte del delincuente negro G. Floyd en Minneapolis el 25 de mayo de ese año.[11] Se trató una gran campaña corporativa para que Facebook endureciera la censura que venía ejerciendo por lo menos desde 2014 o 15, básicamente contra los conservadores, edulcorada con el nombre de “moderación de contenidos”. Se trató de un boicot publicitario en el que al principio participaron unas 250 empresas y al final alrededor 750, que incluían a corporaciones de gran importancia, como VW o Pfizer.[12] Las empresas participantes exigían que Facebook censurara con mayor energía el “discurso de odio” de la derecha o los conservadores, conceptualizados como racistas o supremacistas blancos. En el marco de esa discusión cabía todavía la idea de “discurso de odio” en general, al margen de la orientación política de los contenidos publicados, pero en el curso del evento se planteó abiertamente que el “discurso de odio” de la derecha era “más perjudicial”[13] que el de las “minorías”, ya que estás por ser grupos históricamente “oprimidos”, serían “más vulnerables”.[14] De esta manera se acentuó el sesgo “progresista” de la censura y se consolidó la tendencia ya de larga data de los “progresistas” a cuestionar abiertamente la libertad de expresión en nombre del, supuestamente indispensable, cambio social, como lo hizo Marcuse sin ningún escrúpulo.[15] La idea, por supuesto, como la expresa Marcuse de manera totalmente explícita, es que los progresistas son superiores moralmente y por eso tienen derecho a acallar a quienes no piensan como ellos, incluso violentamente (usando la “violencia revolucionaria” como “violencia practicada por los oprimidos”.[16]

 

Regresando de Marcuse como antecedente de la “corrección política”, la cual define qué y cómo se debe decir algo y con eso es ya censura, a la posición del progresismo woke decididamente en favor de la censura explícita y sistemática en todos los ámbitos, tenemos que en contra del espíritu de la sección 230 del acta para la decencia de la comunicación, las plataformas de redes sociales ejercen censura sistemática. Ya sea motu proprio o presionadas, las plataformas de redes sociales se han “alineado”[17] a la censura “progresista” que se presenta como “moderación de contenido”. Sin ser empresas de medios y por tanto sin ser responsables de lo que se publica en ellas, han establecido sus respectivas “normas comunitarias” que en realidad son las reglas o criterios básicos particulares, de cada red social, que usan para la operación de censores algorítmicos y humanos – como los 16 000 que contrató Facebook para librarse del boicot corporativo mencionado arriba –.

 

 

2.3 La revocación de la comunicación abierta en las pseudo redes sociales

 

La cancelación de la opinión conservadora en las redes sociales tuvo una expresión especialmente significativa con la cancelación ya no de un personaje o de un conjunto de individuos de derecha, sino con la cancelación de una red social entera, a saber, la red Parler. Antes de la cancelación del presidente Trump ya numerosos conservadores, cansados de la censura en las redes sociales progresistas o dominadas por los progresistas, como Twitter en esos días de 2021 y hasta antes de su compra por Elon Musk, habían migrado de ellas a la red social Parler, parecida a Twitter pero sin la censura de esta.[18] Sin embargo, alrededor de la cancelación de Trump, la plataforma Amazon Web Services, que era la empresa a la que Parler compraba su hospedaje en la WEB 2.0, canceló el espacio de esta red y a pesar del intento de continuar operando Parler no pudo hacerlo y quedó cancelada hasta la fecha aunque se planea su retorno próximo.[19]

 

El episodio de Parler unido a la cancelación de Trump y de muchos conservadores, debe ser tenido en cuenta porque es, sin más, censura en las redes sociales. Esta censura revoca el avance democrático que significaron las redes sociales como comunicación verdaderamente abierta gracias a su naturaleza tecnológica que permite que cualquier ciudadano publique sus opiniones haciéndolas realmente accesibles a toda la ciudadanía en la media en la que esta esté presente en cada red social en la que se publica la opinión en cuestión.[20] La censura complacientemente llamada “moderación de contenido” es exactamente la editorialización de la que la sección 230 del acta para la decencia en la comunicación releva explícitamente a las plataformas de redes sociales. La editorialización es justamente lo que, de acuerdo con dicha sección, una plataforma digital, sea asocial o social, no tiene que hacer. Ejerciendo la censura como “moderación de contenido” las empresas de redes sociales editorializan actuando como empresas de medios a pesar de que no lo son porque ellas no aportan los contenidos publicados en las mismas. Se hace lo que la sección 230 dice que no se tiene que hacer, con lo que las plataformas violan su definición como plataformas, no se comportan como tales y, mucho más serio aún, violan sin más la Primera Enmienda de la constitución norteamericana, ya que la “moderación de contenidos” abarca todo aquello que molesta o discrepa del credo DEI de los “progresistas” aunque sea meramente una opinión. Eso sin contar con que las plataformas alineadas con el “progresismo” censuran los insultos y ataques de los conservadores a los progresistas, pero no a la inversa. De hecho, hay una gran tolerancia para todo lo que expresen los progresistas, por ejemplo, a pesar de que las redes censuran los llamados a la violencia – esto en concordancia con las leyes nacionales – Facebook permitió expresamente los llamados a matar a Putin y a la violencia contra los rusos en las primeras semanas de la guerra de Ucrania.[21]

 

Lo cierto es que la “moderación de contenido” en las plataformas de redes sociales es censura, con lo que las redes sociales dejan de ser la instancia tecnológica (“medios abiertos”),[22] que posibilitó por primera vez la comunicación abierta en la que realmente todo individuo de una nación puede publicar su opinión y en la que, por tanto, se realiza plenamente la libertad de expresión al nivel ideal que alcanza a toda la ciudadanía nacional, no solo a aquellos muy selectos y muy pocos que podían publicar en los medios tradicionales. La censura eufemísticamente llamada “moderación de contenido” en las redes sociales es, además, políticamente sesgada contra los conservadores, los cuales son estilizados por sus oponentes progresistas a “extrema derecha”, “supremacistas blancos” y, en el caso más extremo a “(autoritarios) fascistas”. La excepción occidental a esta censura políticamente sesgada es la red X, antes Twitter, por lo que no debe de extrañar la feroz campaña “progresista”, “liberal”, contra Elon Musk, a quien una las acusaciones más exaltadas que se le hacen es, precisamente, la de haber despedido al cuerpo de censores del viejo Twitter.[23] En síntesis, la persecución permanente a la opinión conservadora porque a los progresistas les resulta “ofensiva” en los modos de racismo, clasismo, machismo, edadismo, body-normativismo, etc., revocó la comunicación abierta con su libertad de expresión y ha conducido a que las redes sociales hayan dejado de ser realmente redes sociales. Ciertamente, son redes con interacción, gratuitas para los usuarios, pero ya no son “medios abiertos”. Se les sigue diciendo redes sociales por inercia y, especialmente, por falta de claridad de que en realidad son solo pseudo redes, a lo más con la excepción de X. Ya no son “medios abiertos” a la opinión, aunque cualquiera siga pudiendo obtener una cuenta en ellas.

 

 

2.4 El paso a la censura basado en el patrón mental víctima / victimario

 

La censura como “moderación de contenido” con su consecuencia como cancelación digital del usuario de las redes, ya sea temporal o permanente, lo que en este último caso suele ser llamado deplatforming,[24] ha tenido una consecuencia que ha sido puesta en claro recientemente por dos notorios artículos de The Economist[25] mencionados al principio de este trabajo y en los que se trata el tema general de la retirada de usuarios de las redes sociales a los servicios de mensajería. Se trata de un tema central, de gran alcance para el problema de la estabilidad política de Occidente, por lo que su clarificación es de suma importancia. Antes de avanzar debemos señalar que tenemos un amplio trabajo que ha dado lugar ya a tres libros sobre redes sociales y que se suma a los teóricos que sostienen que las redes sociales están erosionando el orden social democrático liberal y haciendo imposible el acuerdo social. Se trata de una discusión muy amplia que no podemos repetir aquí, por lo que nos concentraremos en esbozar el problema.

 

 

 

El meollo del asunto está en que las redes sociales, justamente en su naturaleza de comunicación abierta, necesariamente tienen el efecto de generar una psique (McLuhan) pugnaz y no se trata en lo absoluto de un problema de contenido, sino de un problema estructural, de la arquitectura misma de la comunicación abierta como logro tecnológico de lo electro digital. Justamente hace unos cuantos días, un teórico muy conocido y relevante sobre el problema de las redes sociales en sus efectos deletéreos tanto sobre la salud mental de los adolescentes como sobre la democracia, el profesor Jonathan Haidt, se remitió a McLuhan[26] para postular que “el problema es el medio” y no su contenido. Por ello, la moderación de contenido no sirve para evitar la psique pugnaz que las redes sociales generan necesariamente – ni los problemas mentales de los adolescentes –. Esa es justamente nuestra tesis [27] desarrolla ya desde mediados de 2018 y con base en otro asunto que postulamos desde entonces y al que también llegó Haidt junto con su colega G. Lukianoff, saber el de la presencia del “patrón mental” víctima / victimario,[28] aunque Haidt y Lukianoff lo llaman “patrón opresor / víctima”,[29] en el orden inverso, asunto nominal irrelevante. No podemos discutir aquí el asunto nuevamente, solo diremos que la combinación de la apertura realmente democrática de las redes sociales con su funcionamiento “eléctrico”, “a la velocidad instantánea de la electricidad” (McLuhan), es decir, en tiempo real, ambas cosas sumadas al carácter altamente heterogéneo[30] de las sociedades occidentales llevan indefectiblemente a que se desarrolle la mentalidad pugnaz según la cual “víctimas” y “victimarios” se enfrentan en ellas incesantemente. Señalemos simplemente todavía que el tiempo real es el elemento condicionante para que los usuarios de la red, los estándares y los famosos, todos, desarrollen una actitud puramente reactiva agresiva, sobre lo cual hay literatura muy concluyente.[31] Por ello, si la pugnacidad que polariza a las sociedades occidentales, en particular a los EE – UU, es un problema, que claramente lo es, entonces dado que son las redes con su comunicación abierta las que inexorablemente generan dicha mentalidad, se concluye, como dice Haidt, que “el medio”, en este caso, las redes sociales, “es el problema”.[32] La situación es entonces realmente paradójica, mientras más perfectamente sea la redefinición tecnológica de la democracia con su libertad de expresión definida por la posibilidad general de la publicación, mayor será la pugnacidad social.[33]

 

El desarrollo del patrón víctima / victimario de la pugnacidad digital lleva a una hipersensibilidad social dominada por los que o son percibidos como “víctimas” o pueden presentarse como tales. Nadie quiere aparecer como victimario y adicionalmente a muchos les atrae presentarse como empáticos con las víctimas y convertirse en sus “aliados”, incluso por “sentimiento de culpa”.[34] Entonces, las “víctimas” y sus “aliados” tienen una ventaja en la contienda sentimental – online y offline – entre “víctimas” y “victimarios”. El resultado es justamente que no solo las grandes corporaciones abrazaron el código DEI, que las llevó, entre otras cosas, al boicot contra Facebook, sino que también las propias plataformas de redes sociales se “alinearon” (Robb) con las “víctimas”, no solo en la cuestión de los empleos preferentes y facilidades diseñadas para las “minorías” de “víctimas”, sino, al mismo tiempo y sobre todo, aplicando la censura de la “moderación de contenido”.

 

 

2.5 La retirada de las redes sociales a los servicios de mensajería

 

Hasta aquí hemos aducido elementos tanto fácticos como teóricos para sustentar nuestra tesis de que la retirada de las redes sociales a los servicios de mensajería tiene su causa en que los “progresistas”, “los liberales”, que son las “víctimas” y sus “aliados”, han logrado “alinear” a su credo DEI a una gran cantidad de instituciones y además ellos mismos, en su hipersensibilidad victimista o empática, son una parte muy importante de la población. Esa alineación de las redes sociales al credo DEI se sedimenta en la censura ejercida por las redes sociales, es decir, en la “moderación de contenido” que es aplicada sin chistar y de manera creciente a los conservadores. En las redes sociales el asalto DEI a los conservadores tiene como su resultado básico la censura – cancelación persecutoria, pasando por la “denuncia” (el famoso call-out) – de todo punto de vista o simple conducta conservadora. Siendo, así las cosas, es algo natural que los conservadores se autocensuren; de hecho, el trabajo de Haidt y Lukianoff ha hecho énfasis en mostrar el problema de la autocensura de los conservadores en el ámbito universitario, pero es evidente que se da en todas las instituciones “alineadas” al código DEI. Nadie quiere perder su sustento por expresar su opinión o aún por menos.[35]

 

En el caso del entorno digital, la autocensura ha consistido en abandonar sin más las pseudo redes sociales DEI, como Facebook, Instagram y la mayoría de ellas, o bien en retirarse de ellas a los servicios de mensajería, es decir, en dejar de lado la acción publicar para reducirse a la acción de mandar mensajes. En general no se suele prestar mucha atención a esta diferencia, de hecho, es común que se vea a WhatsApp como una red social cuando en realidad es un servicio de mensajería. La diferencia central no está en la deslocalización, ya que como ocurre con toda “tecnología eléctrica” (McLuhan) el uso de la e-mensajería también es deslocalizado temporal y espacialmente; eso lo comparte con las redes sociales. También comparte con ellas el que cualquiera puede instaurar una cuenta en un servicio de mensajería sin pagar nada por ello, es decir, son de acceso gratuito para todos. La diferencia está en que el contenido que se ponga en un servicio de mensajería en principio nunca es público. Siempre es un contenido dirigido a un receptor individual definido o bien a un grupo igualmente definido de receptores. Se trata de un “contacto” individual o de un “grupo de ellos”, por grande que sea. Ciertamente, se puede hacer viral un contenido mandado a un contacto exclusivamente, por ejemplo, si el contacto del caso lo publica en una red social, digamos, lo saca de WhatsApp para publicarlo en Twitter o, ahora, X. Pero entonces quien publica el contenido no es quien lo mandó como “mensaje”: él mando un mensaje, el otro publicó. Y no es un asunto del contenido, sino de la estructura, forma o arquitectura del medio. Para empezar la red social es abierta a nivel nacional – e incluso internacional –, una mensajería es, siempre, cerrada. Los mensajes, aunque sean dirigidos a un grupo muy grande, por ejemplo, todos los que laboran en una gran empresa, tienen un conjunto definido de receptores. Se trata de la diferencia entre la apertura del público y el carácter cerrado del grupo receptor de mensajes, es tan cerrado que en general se trata no de un grupo sino de un chat o buzón individual, aunque el usuario del servicio de mensajería suele tener toda una lista de contactos cada uno con su chat individual y también pertenecer a un cierto número de grupos con sus respectivos chats colectivos. Es una diferencia de estructura, de forma o arquitectura del medio o útil, que no tiene nada que ver con su contenido. El que una plataforma de red social incorpore también un servicio de mensajería, como ocurren con Facebook y su Messenger, no alteran nada de esto. Aquel que tiene su cuenta de Facebook o bien publica en este o bien manda mensajes cerrados en Messenger.

 

Precisamente la acción de mandar mensajes, es decir, de utilizar una plataforma de mensajería, es siempre una acción dirigida a un individuo o un grupo y como tal cerrada, por lo que cuando esta acción se convierte en la acción digital predominante o incluso única del usuario, este se ha retirado de las plataformas de redes sociales a las plataformas de mensajería renunciando con toda conciencia a la dimensión pública y en general esto ocurre porque ahí se censura. Por supuesto que hay quien se cansa de las redes sociales y su pugnacidad y prefiere entrar a la esfera privada puramente personal, pero si es cierto que como lo sostienen los artículos de The Economist hay una retirada de las plataformas de red social a las de mensajería, entonces este abandono de la dimensión pública es una retirada a la dimensión privada, de lo abierto a lo cerrado o privado de las plataformas de mensajería. Por ejemplo, se escoge a contactos de, digamos, Facebook para tenerlos como contactos de WhatsApp – que es una mensajería fuera de Facebook, sin vínculo operativo con él –, entonces es muy probable que el cansancio de la red social sea cansancio de la censura en ella, tal como para cuando cancelaron a Parler sus usuarios habían migrado a esta red social por cansancio con la censura “progresista” en X.

 

 

3. La migración entre redes y la retirada a las mensajerías

 

El resultado de la censura en las redes progresistas, es decir, las que han adoptado el ideario DEI y ejercen la censura partiendo de sus “reglas comunitarias”, se ubica entre la e-cancelación en la que consiste la así llamada deplatforming, por un lado y, por otro, la retirada de las plataformas de red social a las de mensajería. En este último caso el usuario que pasó, por ejemplo, de Facebook a WhatsApp, mantiene “correspondencia”, es decir, intercambia mensajes con contactos en chats individuales o bien en chats colectivos, es decir, interactúa privadamente con otros individuos o bien con grupos de ellos. En el caso en que se trata de una retirada a lo privado emprendida como la autocensura consistente en el abandono de la dimensión pública, el sujeto retirado a la acción de mensajería escoge cuidadosamente qué tema aborda y cómo lo hace con cada uno de sus destinatarios individuales o grupales. En vez de decir algo de cierta manera abiertamente, él puede escoger decir algo de cierta manera y dirigirlo como un mismo contenido o mensaje a contactos selectos, ya sean individuales colectivos, o bien puede ir variando el contenido según a quién lo mande, tal como ocurre en una conversación ya sea individual o en un grupo. En un extremo, esta selectividad genera un ambiente privado que es en cierto sentido un “ambiente seguro”, no porque en él no interactúe con gente que le disguste – aunque también puede ser así –, sino porque en tal “ambiente” el usuario de la mensajería puede decir lo que quiera porque está con la gente que piensa como él respecto de las cuestiones candentes. Claramente, la lista de sus contactos para la discusión de asuntos candentes puede desgranarse en k grupos de contactos – individuales o colectivos – para diferentes temas k tratados con cierta intensidad cada uno. Estos grupos de contactos son, entonces, cada uno, cámaras de resonancia más o menos amplias. Gente que respecto de k tópicos piensa como el usuario de la mensajería y con la que mutuamente tiende a confirmarse en sus opiniones.

 

En el caso simple ideal, digamos el de WhatsApp, la mensajería es una lista de contactos individuales, tal como una libreta de números telefónicos que se sostiene con motivos puramente pragmáticos, no ideológicos. Pero cuando se da una retirada de una plataforma de pseudo red social a una de mensajería como autocensura, en vez del caso simple, pragmático, se tiene una lista de contactos de carácter no pragmático, sino básicamente ideológico. Esos contactos, individuales o grupales, son una cámara de resonancia o un par de ellas. Para alguien que se retira de las plataformas de redes a las de mensajería, la acción de mandar mensajes no es pragmática, sino militante – aunque también tenga contactos pragmáticos –. Se intercambia mensajes con correligionarios más o menos cercanos sobre k temas candentes y dado que estos temas conscientemente ya no son tratados pública sino privadamente, se trata de una acción ideológica autocensurada. Como el contexto de estas acciones es el de cámaras de resonancia, hay un sesgo de confirmación en el tratamiento de cada uno de dichos k temas. En otras palabras, lo que formalmente aparece como mensajería es en realidad una discusión ideológica con sesgos perfectamente definidos que tiende a confirmar las opiniones discutidas, es decir, a la radicalización de las mismas, aunque en realidad debemos hablar de cámaras de resonancia débiles porque en general se trata más de contactos individuales que grupales, lo que lleva a que la interacción no necesariamente sea en tiempo real: el usuario puede tomarse su tiempo para contestar, es decir, puede ser flexivo, ya que trata con una persona o con unas pocas más al mismo tiempo, por lo que la presión del tiempo real hacia la interacción meramente reactiva desaparece. En otras palabras, el sesgo de confirmación está ahí – como siempre – pero es mucho más débil incluso que en una conversación cara a cara. La reflexividad que debilita el sesgo de confirmación está ahí también en el caso de que se dirija uno no a un individuo sino a todo un grupo, aunque, por el carácter grupal de la interacción, sí haya cierta presión a la contestación pronta, menos reflexiva.

 

Vale la pena añadir plausibilidad a la hipótesis de que la retirada a las redes es una respuesta natural a la censura intensificada ejercida en ellas. Es en este contexto que resulta interesante la propuesta de la censura concertada, extendida y uniforme. Un grupo de autores nos dice que

 

“(…) intentamos comprender qué pasa con los usuarios que son suspendidos de una plataforma social y se van a una alternativa. Nos concentramos en cuentas activas en Gab que fueron suspendidas en Twitter y Reddit. (…) [O]bservamos si había una diferencia medible en la actividad y la toxicidad de estas cuentas después de la suspensión. Encontramos que los usuarios que fueron expulsados en Twitter/Reddit exhiben un nivel incrementado de actividad y toxicidad en Gab, aunque la audiencia que alcanzaban quedara potencialmente disminuía.”[36]

 

Así pues, la expulsión de una plataforma y la migración que la sigue llevan a una radicalización de los afectados, lo cual parece natural porque al margen de cualquier otra consideración es claro que ya no pueden decir lo que quieren y como quieren, es decir, les cortan la libertad de expresión. Llamativamente, los autores concluyen, entonces, que es necesario extender la censura y con la misma intensidad a más plataformas al mismo tiempo, es decir, llevar la censura en Gab al nivel de Twitter / Reddit (en su momento): “En general, sostenemos que los esfuerzos de moderación deben ir más allá de asegurar la protección de los usuarios en una sola plataforma, tomando en cuenta el potencial efecto adverso [la radicalización] de expulsar usuarios de una plataforma más importante.” Nótese que el efecto de esta propuesta de censura extendida y uniforme como persecución por varias plataformas, idealmente por todas, fácilmente puede tener el resultado que venimos discutiendo y que consiste en la autocensura del usuario retirándose a plataformas de mensajería. De hecho, se notó la migración de usuarios de Twitter / Reddit a Parler, pero Parler misma fue cancelada, lo que es equivalente a que dichos usuarios migrantes hubieran sido cancelados tanto en Twitter y en Reddit como en Parler. Obviamente, la respuesta obvia ya no es migrar a otra plataforma de red social que carezca de censura o sea menos estricta porque con la censura extendida y uniforme tal plataforma ya no existe, sino retirarse a una plataforma de mensajería construyendo las cámaras de resonancia correspondientes con la protección del carácter encriptado de las mensajerías. La migración de una plataforma persecutoria a otra igualmente persecutoria no protege al usuario como si lo hace la retirada a una mensajería. Mantenerse en la esfera pública de las redes sigue siendo peligroso cuando esta está censurada. Lo único seguro es retirarse a la esfera privada de la mensajería. Concluimos que la retirada de los usuarios (de derecha o conservadores) a los servicios de mensajería es un indicador de la generalización de la censura en las redes, por eso The Economist habla del “fin de las redes sociales”. Claro que la compra de Twitter por Elon Musk y su conversión a X como plataforma sin censura han generado un cambio importante: hoy en día sí hay donde migrar, a saber, a X como una verdadera red social en el contexto de la comunicación abierta con libertad de expresión plena. Pero sabemos que la libertad de tal tipo de comunicación genera pugnacidad y es por tanto un peligro para la democracia porque la pugnacidad disminuye de manera acusada las posibilidades de acuerdo social. Pero lo que parece claro es que la censura no elimina la pugnacidad, más bien la disfraza, la hace menos visible, aunque se intensifique.

 

 

4. La comunicación abierta electro-digital y la pugnacidad

 

Como lo señalamos arriba, hemos desarrollado un amplio trabajo[37] para mostrar cómo las redes sociales generan pugnacidad social en Occidente con base en tres factores, a) la heterogeneidad (“diversidad”) de la población, b) el tiempo real y c) la democracia en general, la cual en el entorno electro-digital contemporáneo se especifica como la posibilidad de que los individuos de una nación tengan de manera gratuita una cuenta en las plataformas digitales y publiquen contenidos arbitrarios en esas redes de acceso libre. Esto último queda muy bien definido como la “comunicación (perfectamente) abierta” en la que 1) en tiempo real cualquier individuo usuario de una red social 2) publique contenidos desde donde quiera, cuando quiera y, además, 3) debido a la libertad de expresión democrática para cualquier individuo hecha posible tecnológicamente por las plataformas, el contenido publicado sea sobre lo que el individuo quiera, diciendo lo que quiera y de la manera que quiera en el marco legal general de los límites a la libertad de expresión, los cuales son válidos tanto para la opinión directa, de viva voz, como para la opinión medida por los medios de comunicación, sean estos offline u online.

 

Basándonos en McLuhan hemos mostrado ampliamente[38] cómo la tríada formada por a) una población heterogénea, b) las condiciones democráticas generales y c) las condiciones democráticas materializadas en el entorno electro-digital como las plataformas de redes sociales sin censura, conduce a que la inestabilidad política sea inevitable. El ágora digital se convierte en el espacio para la pugnacidad correlativo con el patrón mental víctima/victimario porque las ventajas y desventajas a las que inevitablemente dan lugar las heterogeneidades sociales (la “diversidad”) llevan a que en las redes sociales grupos de activistas se autovictimicen o promuevan como víctimas a grupos con alguna desventaja, por ejemplo, a lisiados o migrantes o individuos infértiles, para ya no hablar de las mujeres, los negros y otras minorías raciales o los grupos LGBT.[39] Los grupos señalados son estilizados digitalmente, es decir en viralizaciones en línea, a víctimas que demandan “equidad” restitutiva que se obtiene castigando a sus victimarios – básicamente los hombres blancos heterosexuales nativos – mediante “discriminación positiva”, es decir, simplemente excluyéndolos de muchas posibilidades, o también buscando legislar transferencias monetarias desde el ingreso fiscal a las “minorías” “históricamente oprimidas” a manera de “reparación”.[40] En el entorno comunicativo electro digital, constituido centralmente por las redes sociales, dichas “minorías” “víctimas” y sus “aliados” “empáticos” están en vigilancia y asalto continuos contra el “victimario” u “opresor”, es decir, el hombre blanco heterosexual nativo. Ese asalto se basa en la psique pugnaz de las minorías y sus aliados según el patrón mental víctima / victimario. Por supuesto que los “victimarios” también desarrollan una psique pugnaz, pero defensiva. El resultado es la “polarización política” que atraviesa Occidente, en particular los EE – UU.

 

Sin embargo, la ventaja social sentimental de las minorías oprimidas al aparecer como víctimas que suscitan compasión y simpatía, es la que ha llevado a que, partiendo de las universidades, una gran cantidad de individuos, corporaciones e instituciones se hayan “alineado”[41] con las “tribus” de “víctimas”, como “aliados” personales y corporativos de estas.[42] Ese poder social es el que se ha expresado en el desarrollo de la censura en las redes sociales y las ha llevado a ser pseudo redes sociales que mediante sus “reglas comunitarias” han cerrado a los conservadores la comunicación en tanto publicación. No sobra decir que en el proceso de cancelación y deplatforming los conservadores son estilizados a “extrema derecha” y “fascistas” – lo que quiere decir “racistas”, “machistas”, “homófobos”, etc. – de los que hay que “proteger a los usuarios de las redes sociales”. Por supuesto, para estos “victimarios”, “opresores”, lo que queda es la “indignación” y la “ira” que se traducen en persecución que lleva la cancelación online, el deplatforming, y a la cancelación offline. Es la dinámica sentimental “compasión e ira” (McLuhan) en que se estructura, inevitablemente – Haidt: “el medio es el problema” –, la mentalidad occidental, debido a que el tiempo real no deja espacio para la reflexión, sino solamente para cultivar patrones de “víctimas/victimarios” y los correspondientes “disparadores”.[43] Analíticamente, no se debe de hablar con la terminología simétrica de “polarización política”. La situación es asimétrica, las “víctimas” y sus “aliados” – los “progresistas” de todo tipo – persiguen y están en persecución y asalto permanentes contra los “victimarios” – los conservadores.

 

 

5. Conclusión. La pugnacidad soterrada pero más viva que nunca

 

Ahora bien, la censura en las redes, es decir, la “moderación de contenido” no tempera ni en lo más mínimo la pugnacidad de los “progresistas”. El progresivismo en las redes sociales tiene una dinámica maximalista[44] que no se satisface con nada, sino que siempre está a la búsqueda de nuevas y cada vez más sutiles “ofensas”, “opresiones” y “desigualdades” – por ejemplo la “normatividad de los cuerpos” o el “edadismo” –, llega hasta las “micro agresiones” y busca las “cancelaciones” más completas y vengativas que sea posible,[45] lo cual lleva a la generación inagotable de “víctimas” con sus correspondientes “victimarios” que deben “restituir” a las primeras. El patrón mental “víctima / victimario” es un horizonte inalcanzable para demandas inagotables. Por eso la democracia con base en la comunicación abierta y en la emotividad que genera, se acerca paulatinamente a su destrucción. Es la “paradoja de la democracia”. El patrón mencionado es in nuce la forma de la guerra civil. En términos de McLuhan las redes sociales hacen “obsoleta” la democracia liberal representativa y “recuperan” el ágora, la plaza pública como la muchedumbre vocinglera deslocalizada temporal y espacialmente. La pugnacidad está en principio el “ahora eterno” (McLuha) … Hasta que no termine en guerra civil.[46]

 

La anterior discusión tiene como su punto de partida la combinación de la heterogeneidad social que en el marco la comunicación electro-digital abierta se convierte en la “diversidad” de una variedad inagotable de “víctimas” y sus correspondientes “victimarios” envueltos todos en una psique pugnaz compartida. Pero hemos visto como en ese mismo proceso, el carácter asimétrico del patrón víctima / victimario lleva a que la comunicación abierta, que es la esencia conceptual de las redes sociales, sea revocada al ir siendo substituida poco a poco por la censura de la “moderación de contenido”. Esa censura que avanza por la fuerza social de la dupla emotiva “compasión / indignación (o ira)”,[47] correlativa con la dupla cognitivo moral “víctima / victimario”, cierra las redes tendencialmente. Dejan de ser la forma tecnológica de la comunicación abierta al eliminar la libertad de expresión y el resultado es la migración de los conservadores (los “victimarios”) a los servicios de mensajería. Es claro que si antes el resentimiento vengativo era de las “víctimas” con el apoyo de sus “aliados” “progresistas” – entre los que están la mayoría de las plataformas de redes mismas –, ahora el resentimiento se acumula del lado conservador. Los conservadores tienen una doble razón para el resentimiento. La primera es el asalto sistemático, automático y permanente al que los someten las “minorías” y sus “aliados”, y que convierte al hombre blanco heterosexual nativo es el enemigo público número uno en Occidente. Pero mientras las redes eran abiertas, los conservadores se podían defender en las mismas redes. Cuando las empresas de plataforma de redes les arrebataron la palabra, es decir, la posibilidad de publicar, se retiraron y se siguen retirando resentidos, y eso quiere decir radicalizados, a los servicios de mensajería. Nuestra hipótesis, pues, es que el que los “progresistas” campeen a sus anchas en las pseudo redes sociales, en realidad megáfonos de “los débiles y sufrientes” (McLuhan), no significa que la pugnacidad disminuya ni en lo más mínimo. El resentimiento vengativo de los “liberales” se expresa continuamente en las redes sociales – y de ahí salta a los mainstream media digitalizados –, mientras que al doble resentimiento de los conservadores se le ha quitado toda forma de expresión. La “corrección política” los persigue en todos los ámbitos institucionales y corporativos y hasta en los espacios públicos. El resultado es una bomba de tiempo. Los “liberales” y las “víctimas” no pueden cantar victoria. Los conservadores se hacen progresivamente más conservadores y resentidos. Por eso, hoy en día Trump aparece nuevamente enfilado a la victoria en las próximas elecciones presidenciales de los EE – UU. La polarización política puede ser menos visible en las redes, pero sigue ahí socialmente, carcomiendo a la democracia norteamericana.

 

Como simple señalamiento final diremos que al parecer las “redes sociales” chinas en realidad no son redes sociales, sino complejos y variados servicios de mensajería y publicidad, es decir, parece que en realidad no están en la dimensión ni de lo público ni de la publicación, sino que básicamente estarían en la dimensión privada. Ese solo hecho llevaría a que tales “redes sociales” no generen polarización política, lo cual se suma a la homogeneidad política de una sociedad colectivista de tradición confuciana. El colectivismo y la mensajería como actividad basada en el grupo – familia, empresa, barriada, etc. – entrarían en resonancia expresando y fortaleciendo la dimensión colectivista de la sociedad china, manteniendo de manera automática un grado de acuerdo social que llevaría a que la libertad de expresión sea un concepto irrelevante para la sociedad china. Occidente no puede entender el acuerdo social chimo más que desde su marco conceptual de libertad de expresión y censura, es decir, si no hay disenso, cree Occidente, es porque hay censura, pero en realidad parece que los chinos no publican, que no les interesa, sino que mandan mensajes. Son de grupo, parecen no generan contenidos para un “público” indefinido más que cuando publicitan. Se trata de un tema central de la diferencia de la “forma del medio” y la “matriz mediática” (McLuhan) que trataremos en otra ocasión.

 

 

Bibliografía y abreviaturas

 

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17. Gershberg, Zac & Illing, Sean, The Paradox of Democracy: Free Speech, Open Media and Perilous Persuasion (2022), London: University of Chicago Press.

18. Global News, “George Floyd death: Pelosi, Democrats kneel for 8 minutes 46 seconds to honour Floyd”, en YouTube, https://www.youtube.com/watch?v=rYPsDXywyjk, 08.06.2020. (Consultado el 02 de marzo del 2024)

19. Katz, Jonathan M., “Substack Has a Nazi Problem”, en The Atlantic, https://www.theatlantic.com/ideas/archive/2023/11/substack-extremism-nazi-white-supremacy-newsletters/676156/ , 28.11.2023. (Consultado el 02 de marzo del 2024)

20. Haidt, Jon, “Marshall McLuhan on Why Content Moderation is a Red Herring”, en After Babel, https://www.afterbabel.com/p/content-moderation-red-herring, 22.02.2024. (Consultado el 02 de marzo del 2024)

21. Haidt, Jon & Lukianoff, Greg, “What is the oppressor/victim mindset and how did it conquer the academy?” en After Babel, https://www.afterbabel.com/p/victim-oppressor-mindset, 21.12.2023. (Consultado el 02 de marzo del 2024)

22. Hostinger Tutoriales, “Los 10 mejores hosting en 2024”, en Hostinger Tutoriales, https://www.hostinger.mx/tutoriales/mejor-hosting?ppc_campaign=google_search_generic_hosting_all&bidkw=defaultkeyword&lo=9073959&gad_source=1&gclid=Cj0KCQiA5-uuBhDzARIsAAa21T8yF1dgzRDZ-y3hmA-Sqye7hPDFwnEBUJ25raRhi7QZgZJgzq1ojR0aAvqEEALw_wcB, 23.01.2024. (Consultado el 02 de marzo del 2024)

23. Jhaver Shagun, Boylston Christian, Yang Diyi and Bruckman Amy, “Evaluating the Effectiveness of Deplatforming as a Moderation Strategy on Twitter”, en Stanford Edu, https://www-cs.stanford.edu/~diyiy/docs/jhaver-2021-deplatforming.pdf, 2021. (Consultado el 02 de marzo del 2024)

24. Liptak, Adam, “Supreme Court Seems Wary of State Laws Regulating Social Media Platforms”, en The New York Times, https://www.nytimes.com/2024/02/26/us/politics/supreme-court-social-media-texas-florida.html?utm_campaign=atlantic-daily-newsletter&utm_source=newsletter&utm_medium=email&utm_content=20240226&lctg=6050eeed4953a53f149c58bb&utm_term=The%20Atlantic%20Daily, 26.02.2024. (Consultado el 02 de marzo del 2024)

25. UM = McLuhan, Marshall, Understanding Media. The Extensions of Man (1964), Cambridge: The MIT Press, 1994.

26. Morgan, Kathryn Pauly, “Intersecting Axes of Privilege, Domination, and Opression”, en Sdpride.org, https://sdpride.org/wp-content/uploads/2022/11/Intersecting-Axis-Wheel.jpg, 1996. (Consultado el 02 de marzo del 2024)

27. News, PennMAP, Published, “The Unintended Consequences of Deplatforming on the Spread of Harmufl content”, en CSS Lab, https://css.seas.upenn.edu/the-unintended-consequence-of-deplatforming-on-the-spread-of-harmful-content/, 01.11.2023. (Consultado el 02 de marzo del 2024)

BAF = Scola, Nancy, “Inside the Ad Boycott That Has Facebook on the Defensive”, en Politico, https://www.politico.com/news/magazine/2020/07/03/activists-advertising-boycott-facebook-348528, 07.03.2020. (Consultado el 02 de marzo del 2024)

28. Should tech platforms be liable for the content they carry?

https://www.economist.com/united-states/2023/02/16/should-tech-platforms-be-liable-for-the-content-they-carry

29. The Economist, “The end of the social network”, en The Economist, https://www.economist.com/leaders/2024/02/01/the-end-of-the-social-network, 01.02.2024. (Consultado el 02 de marzo del 2024)

30. The Economist, “As Facebook turns 20, politics is out; impersonal video feeds are in”, en The Economist, https://www.economist.com/briefing/2024/02/01/as-facebook-turns-20-politics-is-out-impersonal-video-feeds-are-in, 01.02.2024. (Consultado el 02 de marzo del 2024)

31. The Economist, “What is section 230?”, en The Economist, https://www.economist.com/the-economist-explains/2021/02/12/what-is-section-230, 12.02.2024. (Consultado el 02 de marzo del 2024)

32. The Economist,“Should tech platforms be liable for the content they carry?”, en The Economist, https://www.economist.com/united-states/2023/02/16/should-tech-platforms-be-liable-for-the-content-they-carry, 16.02.2023. (Consultado el 02 de marzo del 2024)

33. The Economist, “The far-right’s favoured social-media platform plots a comeback”, en The Economist, https://www.economist.com/united-states/2024/02/15/the-far-rights-favoured-social-media-platform-plots-a-comeback, 15.02.2024. (Consultado el 02 de marzo del 2024)

34. Robb, John, “Gleichschaltung”, en Global Guerrilla Report, Patreon blog, https://johnrobb.substack.com/p/gleichschaltung, 22.10.2022. (Consultado el 02 de marzo del 2024)

35. Robb, John, “(How to Ignite an) Online Moral War”, en Global Guerrilla Report, Patreon blog, https://www.patreon.com/posts/how-to-ignite-89370977, 16.09.2023. (Consultado el 02 de marzo del 2024)

36. Robb, John, “Triggers, Patterns, Tribes”, en Global Guerrilla Report, Patreon Blog, https://www.patreon.com/posts/38805502, 30.06.2020. (Consultado el 02 de marzo del 2024)

37. Vargas, Israel “How did American ‘wokeness’ jump from elite schools to everyday life?”, en The Economist, https://www.economist.com/briefing/2021/09/04/how-did-american-wokeness-jump-from-elite-schools-to-everyday-life, 04.09.2021. (Consultado el 02 de marzo del 2024)

 

 

Notas

 

  1. Véase: The Economist, “The end of the social network”, en The Economist, https://www.economist.com/leaders/2024/02/01/the-end-of-the-social-network, 01.02.2024. (Consultado el 02 de marzo del 2024) y The Economist, “As Facebook turns 20, politics is out; impersonal video feeds are in”, en The Economist, https://www.economist.com/briefing/2024/02/01/as-facebook-turns-20-politics-is-out-impersonal-video-feeds-are-in, 01.02.2024. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  2. Este es un tema que hemos trabajado ampliamente y sobre el cual tenemos dos libros y está por aparecer un tercero. Véase Carrillo Canán, Alberto J. L., J. L., McLuhan y la subjetividad mediática trascendental. Las redes sociales y la decadencia de Occidente (2020), Ciudad de México: Editores y Viceversa, UNAM, Reflexiones Marginales, Carrillo Canán, Alberto J. L. y Navarro, Mariano, Las redes sociales, las emociones y el futuro de la democracia. Perspectivas desde J. Haidt y M. McLuhan (2023), ), Ciudad de México: Editores y Viceversa, UNAM, Reflexiones Marginales y, finalmente, Carrillo Canán, Alberto J. L., La democracia, la heterogeneidad social y las redes sociales. La triada de la inestabilidad política de Occidente (2024, prox.) Ciudad de México: Editores y Viceversa, UNAM.
  3. Ver: Hostinger Tutoriales, “Los 10 mejores hosting en 2024”, en Hostinger Tutoriales, https://www.hostinger.mx/tutoriales/mejor-hosting?ppc_campaign=google_search_generic_hosting_all&bidkw=defaultkeyword&lo=9073959&gad_source=1&gclid=Cj0KCQiA5-uuBhDzARIsAAa21T8yF1dgzRDZ-y3hmA-Sqye7hPDFwnEBUJ25raRhi7QZgZJgzq1ojR0aAvqEEALw_wcB, 23.01.2024. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  4. Muchas empresas tienen su página en redes sociales, en especial empresas pequeñas como restaurantes o tiendas, pero no interacctúan entre sí. Se trata de usar la red social como plataforma asocial, solo les interesa la interaccion con su usuarios que puedan ser sus clientes. También se alojan en redes las empresas tradicionales de medios, por ejemplo, los periódicos suelen tener en las redes un “acceso” a sus propias páginas empresariales.
  5. Confrontese: The Economist, “What is section 230?”, en The Economist, https://www.economist.com/the-economist-explains/2021/02/12/what-is-section-230, 12.02.2024. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  6. Ver: Hostinger Tutoriales, “Los 10 mejores hosting en 2024”, en Hostinger Tutoriales, https://www.hostinger.mx/tutoriales/mejor-hosting?ppc_campaign=google_search_generic_hosting_all&bidkw=defaultkeyword&lo=9073959&gad_source=1&gclid=Cj0KCQiA5-uuBhDzARIsAAa21T8yF1dgzRDZ-y3hmA-Sqye7hPDFwnEBUJ25raRhi7QZgZJgzq1ojR0aAvqEEALw_wcB, 23.01.2024. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  7. Véase; The Economist, “Should tech platforms be liable for the content they carry?”, en The Economist, https://www.economist.com/united-states/2023/02/16/should-tech-platforms-be-liable-for-the-content-they-carry, 16.02.2023. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  8. Véase: “No provider or user of an interactive computer service shall be treated as the publisher or speaker of any information provided by another information content provider.2 (47 U.S.C. § 230(c)(1)). Explicación: “La sección 230 corporifica el principio de que todos debemos ser responsables por nuestras propias acciones y declaraciones en línea, pero generalmente no por las de otros. La ley evita la mayoría de las demandas civiles contra los usuarios o los servicios que se basan en lo que otros dicen. (…) Cuando ocurren declaraciones dañinas, es el que habla el que debe ser responsable, no el servicio que aloja las declaraciones. [. ] Las protecciones de la sección 230 no son absolutas. Ella no protege a las compañías que violan la ley criminal.” The Electronic Frontier Foundation, “Section 230” en The Electronic Frontier Foundation, https://www.eff.org/es/issues/cda230, (Consultado el 02 de marzo del 2024).
  9. Justamente eso es ahora una gran discusión que se resuelva como se resuelva tendrá consecuencias de gran calado. Véase Liptak, Adam, “Supreme Court Seems Wary of State Laws Regulating Social Media Platforms”, ed. cit.
  10. Associated Press, “Twitter y Facebook suspenden cuenta de Trump”, en Los Angeles Times, https://www.latimes.com/espanol/eeuu/articulo/2021-01-06/twitter-y-facebook-suspenden-cuenta-de-trump, 06.01.2021. (Consultado el 02 de marzo del 2024) y BBC News Mundo, “Twitter suspende a Trump permanentemente por el “riesgo de mayor incitación a la violencia””, en BBC News Mundo, https://www.bbc.com/mundo/55597855#:~:text=La%20decisión%20de%20Twitter%20se,realDonaldTrump%20y%20del%20contexto%20alrededor%22.&text=Ya%20otras%20redes%20sociales%20como,será%20reemplazado%20por%20Joe%20Biden, 08.01.2021. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  11. Ver: Collin, Liz & Chaix, Dr. JC, The Fall of Minneapolis, en https://www.thefallofminneapolis.com/#top, (Consultado el 02 de marzo del 2024).
  12. Scola, Nancy, “Inside the Ad Boycott That Has Facebook on the Defensive”, en Politico, https://www.politico.com/news/magazine/2020/07/03/activists-advertising-boycott-facebook-348528, 07.03.2020. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  13. Facebook: “Sabemos que el discurso de odio hacia los grupos subrepresentandos puede ser el más dañino (…)”, en Facebook to start policing anti-Black hate speech more aggressively than anti-White commets, documents show., en The Whasington Post, https://www.washingtonpost.com/technology/2020/12/03/facebook-hate-speech/. También “Facebook le da mayor prioridad a detectar y borrar insultos racistas y discurso de odio contra negros, musulmanes, judíos y la comunidad LGBTQ y gente de más de una raza que a declaraciones como ‘los hombres blancos son estúpidos’ y ‘los hombres son unos cerdos’. [. ] La compañía dijo el jueves que sus sistemas automáticos de de moderación están siendo reentrenados para concentrarse en el discurso de odio dirigido a grupos históricamente marginados y oprimidos, que ‘puede ser el más dañino’.” Ver: Guynn, Jessica, “Facebook ranks deleting anti-Black and ‘most harmful’ hate speech over comments about white people and men” en USA Today, https://www.usatoday.com/story/tech/2020/12/03/facebook-ranks-hate-speech-black-over-attacks-white-people-men/3813931001/, 03.12.2020. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  14. Idem.
  15. Ver: Baqués, Josep, “Marcuse y la tolerancia represiva: acerca de la libertad, de la democracia y de los derechos individuales”, en Global Strategy, https://global-strategy.org/marcuse-y-la-tolerancia-represiva-acerca-de-la-libertad-de-la-democracia-y-de-los-derechos-individuales/, 04.11.2023. (Consultado el 02 de marzo del 2024). Tambien ver Schlott, Rikki & Lukianoff, Greg, “How American Colleges Gave Birth to Cancel Culture”, en The Free Press For Free People, https://www.thefp.com/p/american-colleges-gave-birth-to-cancel-culture, 06.11.2023. (Consultado el 02 de marzo del 2024); y también consulatar Wolff, Robert Paul, Moore, Barrington Jr., and Marcuse, Herbert, “Repressive Tolerance (full text)”, en Herbert MarcusePublications 1960s, https://www.marcuse.org/herbert/publications/1960s/1965-repressive-tolerance-fulltext.html, Boston: Beacon Press, 1969), pp. 95-137, (Consultado el 02 de marzo del 2024)La idea es que la libertad de expresión es necesaria para el progreso, para clarificar el camino hacia él, pero eso supone que lo que se expresa sean ideas históricamente correctas, no “equivocadas”: la tolerancia propia de la libertad de expresión “(…) no puede ser indiscriminada e igual respecto de los contenidos expresados, ni en palabra ni en acción; no puede proteger palabras falsas ni acciones equivocadas que demuestran que contradicen y se contraponen a las posibilidades de la liberación.” Wolff, Robert Paul, Moore, Barrington Jr., and Marcuse, Herbert, “Repressive Tolerance (full text)”, ed. cit. El nombre del ensayo de Marcuse lo dice todo, la tolerancia debe ser represiva. De ahí se llega sin solución de continuidad a la “corrección política” y, en un paso adicional, a la “cancelación”. En cieto sentido ya está en Marcuse la “cámara de resonancia” digital, el grupo en el que solo se admite lo que el grupo considera correcto. Para hacerle justicia a Marcuse habrá que decir que él todavía piensa en términos de lo que McLuhan llamaria “lo mecánico”, es decir, con la mentalidad según la cual las cosas tienen su lugar y su momento, de tal manera que él todavía admite que en privado, en la academia, y sobre todo en la ciencia, se pueda tolerar que se diga de todo, “[p]ero la sociedad no puede dejar de discriminar donde la pacificación de la existencia, la libertad y la felicidad mismas están en juego: ahí ciertas cosas no pueden ser dichas, ciertas ideas no pueden ser expresadas, ciertas políticas no pueden ser propuestas, cierto comportamiento no puede ser permitido sin que se haga de la tolerancia un instrumento para la continuidad de la opresion.” Idem.Es claro que en la actualiadad, bajo lo que McLuhan llama “la implosion eléctrica”, la cual conlleva que el tiempo y el espacio sean “comprimidos”, se pierde la mentalidad para la cual cada cosa tiene su lugar y su momento y “todo está ligando con todo” en la “ahoridad” (McLuhan), de tal manera que el “progresismo” contemporáneo, o wokismo, no acepta que haya esfera alguna en la que pueda haber tolerancia, ni en la conversación privada, ni en la academia ni en la ciencia debe ser permitido que se haga o se diga ciertas cosas. De hecho ni se debe ni pensar ni sentir ciertas cosas, se debe pensar y sentir de cierta manera. Desde hace años ya hasta el humor y la ironía y no se diga el sarcasmo son censurados. Estamos en la éporca del woke totalitarismo de la intolerancia omniabarcante en la que se pretende controlar no solo como piensa la gente sino incluso como siente. Con el credo DEI (Diversity, Equity, Inclusion) el “progresismo” prescribe lo que se debe sentir repecto de todo: las mujeres, los gay, los obesos, los discapacitados, los diferentes grupos raciales, las diferencias de edad, etc.
  16. Véase: “(…) parece que la violencia que emana de la rebelión de las clases oprimidas rompió la continuidad histórica de la injusticia, la crueldad y el silencio por un breve momento, breve pero lo suficientemente disruptivo como para lograr un incremento en el alcance de la libertad y la justicia (…) – en una palabra: progreso civilizatorio.” Idem.
  17. Ver: Robb, John, “Gleichschaltung”, en Global Guerrilla Report, Patreon blog, https://johnrobb.substack.com/p/gleichschaltung, 22.10.2022. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  18. Véase: The Economist, “The far-right’s favoured social-media platform plots a comeback”, en The Economist, https://www.economist.com/united-states/2024/02/15/the-far-rights-favoured-social-media-platform-plots-a-comeback, 15.02.2024. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  19. Idem.
  20. Acabamos de usar la expresión “comunicación verdaderamente abierta”, que se basa en la idea de Gershbet e Illing respecto de la “comunicación abierta”, idea central para su libro The Paradox of Democracy: Free Speech, Open Media and Perilous Persuasion, ed., cit., y que está indisolublemente a la idea de los “medios abiertos”, justamente para la publicación – de acuerdo con la sección 230 del Acta para la decencia en las comunicaciones considerada arriba.
  21. El Mundo, “Facebook permitirá temporalmente publicaciones que llamen a la violencia contra los rusos y a la muerte de Putin” en El Mundo, https://www.elmundo.es/tecnologia/creadores/2022/03/10/622a7f27e4d4d899418b45cc.html, 10.03.2022. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  22. Ver: Gershberg, Zac & Illing, Sean, The Paradox of Democracy: Free Speech, Open Media and Perilous Persuasion, ed., cit.
  23. Para los progresistas, que se autonombran “liberales”, Elon Musk y su red X son un verdadero paño rojo que los enfurece. Para verlo basta con hacer una búsqueda en Google con la expresión “Musk y Twitter”. Junto con X otra plataforma libre de censura o con muy poca es la ya mencionada Substack y también la red social rusa Instagram. Es interesante leer las posiciones “progresistas” o “liberales” en favor de la censura como “moderación de contenido”. Véase: Katz, Jonathan M., “Substack Has a Nazi Problem”, en The Atlantic, https://www.theatlantic.com/ideas/archive/2023/11/substack-extremism-nazi-white-supremacy-newsletters/676156/, 28.11.2023. (Consultado el 02 de marzo del 2024), donde se acusa a la plataforma de ejecutar una moderación de contenido muy laxa con lo que crearía una “apertura para los nacionalistas blancos ansiosos de poder transmitir su mensaje”. Véase también Serwer, Adam, “Why Conservatives Invented a ‘Right to Post’”, en The Atlantic, https://www.theatlantic.com/ideas/archive/2022/12/legal-right-to-post-free-speech-social-media/672406/, 09.12.2022. (Consultado el 02 de marzo del 2024). El hecho es que en la llamada “polarización política” un aspecto de la misma es que los progresitas buscan abiertamente la censura – menos en el ataque a Israel – y los conservadores apoyan la libertad de expresión.
  24. Jhaver Shagun, Boylston Christian, Yang Diyi and Bruckman Amy, “Evaluating the Effectiveness of Deplatforming as a Moderation Strategy on Twitter”, en Stanford Edu, https://www-cs.stanford.edu/~diyiy/docs/jhaver-2021-deplatforming.pdf, 2021. (Consultado el 02 de marzo del 2024) y V.V. A.A., “Understanding the Effect of Deplatforming on Social Networks”, en ACM, https://discovery.ucl.ac.uk/id/eprint/10131747/1/deplatforming-websci2021.pdf, 21.06.2021. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  25. Ver: The Economist, “The end of the social network”, ed., cit., y The Economist, “As Facebook turns 20, politics is out; impersonal video feeds are in”, ed., cit.
  26. Haidt, Jon, “Marshall McLuhan on Why Content Moderation is a Red Herring”, en After Babel, https://www.afterbabel.com/p/content-moderation-red-herring, 22.02.2024. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  27. Vease: “No hay forma de controlar el efecto psíquico de un medio controlando su contenido.” Carrillo Canán, Alberto J. L., “El ‘discurso de odio’ en la comunicación contemporánea”, en Reflexiones Marginales, https://reflexionesmarginales.com/blog/2024/01/24/el-discurso-de-odio-en-la-comunicacion-contemporanea/, 24.01.2024. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  28. En el texto Carrillo Canán, Alberto J. L., “Los nuevos medios y la comunicación móvil”, en Reflexiones Marginales, https://reflexionesmarginales.com/blog/2018/06/02/los-nuevos-medios-y-la-comunicacion-movil/, 02.06.2018. (Consultado el 02 de marzo del 2024), abordamos por primera vez el asunto de que el entorno eléctro digital genera “el carácter comasivo de la tecnología eléctrica”, dirigido a las “víctimas”, y genera por respuesta una “simple reacción” con base en una “sobresibilización irreflexiva como detonador de acciones ractivas”. Estas, por supuesto, van dirigidas contra lo que ahora se llama “victimarios” u “opresores” y parten dela emotividad de la “indignación” y la “ira”.
  29. Véase: Haidt, Jon & Lukianoff, Greg, “What is the oppressor/victim mindset and how did it conquer the academy?” en After Babel, https://www.afterbabel.com/p/victim-oppressor-mindset, 21.12.2023. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  30. Ver: Carrillo Canán, Alberto J. L., “Los medios electro digitales, la indignación y la polarización política en Occidente”, en Reflexiones Marginales, https://reflexionesmarginales.com/blog/2023/05/29/los-medios-electro-digitales-la-indignacion-y-la-polarizacion-politica-en-occidente/, 29.05.2023. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  31. Véase: Robb, John, “(How to Ignite an) Online Moral War”, en Global Guerrilla Report, Patreon blog, https://www.patreon.com/posts/how-to-ignite-89370977, 16.09.2023. (Consultado el 02 de marzo del 2024). Y también ver: Brady, William J.; Willis, Julian A.; Jost, John T.; Tucker, Joshua A. & Van Bavel, Jay J., “Emotion shapes the diffusion of moralized content in social networks”, en PNAS, 114(28), 7313-7318, https://doi.org/10.1073/pnas.1618923114, 26.06.2017. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  32. Haidt, Jon, “Marshall McLuhan on Why Content Moderation is a Red Herring”, ed., cit.
  33. Asunto cuya esencia es captada muy bien por Gersherg e Illing en su libro The Paradox of Democracy: Free Speech, Open Media and Perilous Persuasion, ed., cit.
  34. Ya en 1964 McLuhan se refirió a la “epoca eléctrica” como “(…) engendrando un profundo e ilocalizable sentiiento de culpa que algunas veces se expresa en la actitud del compañero de viaje (…)” McLuhan, Marshall, Understanding Media. The Extensions of Man (1964), Cambridge: The MIT Press, 1994, es decir, del “aliado” de las víctimas. Sobre esto último véase, por ejemplo, el grupo de Facebook White People DOING Someting [Facebook, “White People. DOING Something”, en Facebook, https://www.facebook.com/groups/whitepeopledoingsomething, (Consultado el 02 de marzo del 2024)], pero lo más llamativo fueron los blancos arrodillandose frente a los negros para disculparse por “el privilegio de tener piel blanca”, en particular políticos demócratas del más alto nivel ver Global News, “George Floyd death: Pelosi, Democrats kneel for 8 minutes 46 seconds to honour Floyd”, en YouTube, https://www.youtube.com/watch?v=rYPsDXywyjk, 08.06.2020. (Consultado el 02 de marzo del 2024).
  35. Véase: Brown, Jennifer, “Kindness Yoga called out: Weakened by coronavirus, 9 studios close after Instagram campaign exposes rift over race”, en The Colorado Sun, https://coloradosun.com/2020/06/29/kindness-yoga-closure-during-black-lives-matter/, 29.06.2020. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  36. Para la misma idea de una censura extendida y uniforme véase UCP = News, PennMAP, Published, “The Unintended Consequences of Deplatforming on the Spread of Harmufl content”, en CSS Lab, https://css.seas.upenn.edu/the-unintended-consequence-of-deplatforming-on-the-spread-of-harmful-content/, 01.11.2023. (Consultado el 02 de marzo del 2024). Ahí leemos: “Una limitación de los estudios existentes sobre el deplatforming es que no consideran todas las plataformas existentes a las cuales los usuarios pueden migrar.” Y, también véase: V.V. A.A., “Understanding the Effect of Deplatforming on Social Networks”, ed. cit.
  37. Ver http://www.acarrillocanan.com/sitioweb/
  38. Carrillo Canán, Alberto J. L., “Los medios electro digitales, la indignación y la polarización política en Occidente” ed., cit.
  39. Véase: Duckworth, Sylvia, “Wheel-of-Power-Privilege”, en Sdpride.org, https://sdpride.org/wp-content/uploads/2022/11/Wheel-of-Power-Privilege-Sylvia-Duckworth.pdf, 11.2022. (Consultado el 02 de marzo del 2024) y Morgan, Kathryn Pauly, “Intersecting Axes of Privilege, Domination, and Opression”, en Sdpride.org, https://sdpride.org/wp-content/uploads/2022/11/Intersecting-Axis-Wheel.jpg, 1996. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  40. Véase: Fry, Wendy, Yee, Erica, Jetha, Rya, “, “California is the first state to tackle reparations for Black residents. What that really means”, en Call Matters https://calmatters.org/explainers/reparations-california/#:~:text=It%20also%20recommended%20the%20state,owed%20up%20to%20%241.2%20million, 29.06.2023. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  41. Ver: Robb, John, “Gleichschaltung”, en Global Guerrilla Report, Patreon blog, ed., cit.
  42. Véase: Vargas, Israel “How did American ‘wokeness’ jump from elite schools to everyday life?”, en The Economist, https://www.economist.com/briefing/2021/09/04/how-did-american-wokeness-jump-from-elite-schools-to-everyday-life, 04.09.2021. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  43. Robb, John, “Triggers, Patterns, Tribes”, en Global Guerrilla Report, Patreon Blog, https://www.patreon.com/posts/38805502, 30.06.2020. (Consultado el 02 de marzo del 2024)
  44. Ver: Carrillo Canán, Alberto J. L., “La ‘antipolítica’ (Naím) y las redes sociales (Schettino) o de por qué el liberalismo no tiene perspectiva”, en Reflexiones Marginales, https://reflexionesmarginales.com/blog/2022/01/26/la-antipolitica-naim-y-las-redes-sociales-schettino-o-de-por-que-el-liberalismo-no-tiene-perspectiva/, 26.01.2022. (Consultado el 02 de marzo del 2024). Y también ver: Robb, John, “Triggers, Patterns, Tribes”, ed. cit.
  45. Brown, Jennifer, “Kindness Yoga called out: Weakened by coronavirus, 9 studios close after Instagram campaign exposes rift over race”, ed., cit.
  46. Ver el epílogo a, Carrillo Canán, Alberto J. L., McLuhan y la subjetividad mediática trascendental. Las redes sociales y la decadencia de Occidente (2020), Ciudad de México: Editores y Viceversa, UNAM, Reflexiones Marginales.
  47. Carrillo Canán, Alberto J. L., “Atrapados entre la emotividad y el razonamiento estratégico. La virtuosidad digital y el vaciamiento de la democracia”, en Reflexiones Marginales, https://reflexionesmarginales.com/blog/2022/03/27/atrapados-entre-la-emotividad-y-el-razonamiento-estrategico-la-virtuosidad-digital-y-el-vaciamiento-de-la-democracia/, 27.03.2022. (Consultado el 02 de marzo del 2024)