La violencia desde “El primer hombre” de Albert Camus

Fotografía autoría propia: Arturo Rojas Alvarado

 

 

 

Resumen

 

El presente escrito desarrolla las similitudes entre la obra “El primer hombre” frente a otras obras de Camus respecto al tema de la violencia. Esto entendiendo que la primera es una novela con intenciones autobiográficas, por lo cual, se intenta revelar a partir de ella cómo la vivencia personal del autor es punto clave para una filosofía práctica. Para esto, se hace referencia a la oposición a la pena de muerte de parte de Camus (mayormente expuesto en sus “Reflexiones sobre la guillotina” de 1957); la polémica con Sartre como parte de esta oposición a la violencia; y la relevancia que da a la violencia explícita en “El primer hombre”.

 

Palabras clave: Albert Camus, violencia, filosofía, pena de muerte, ética, Jean-Paul Sartre.

 

 

Abstract

 

The present paper explores the similarities between Camus’ work “The First Man” and other works regarding the theme of violence. This is understood considering that the former is a novel with autobiographical intentions, aiming to reveal how the author’s personal experiences are a key point for a practical philosophy. To do so, reference is made to Camus’ opposition to the death penalty (mostly expressed in his “Reflections on the Guillotine” from 1957); the controversy with Sartre as part of this opposition to violence; and the significance given to explicit violence in “The First Man.”

 

Key words: Albert Camus, violence, philosophy, capital punishment, ethic, Jean-Paul Sartre.

 

 

En “El primer hombre”, Camus expone su autobiografía bajo el título de novela, con nombres ficticios, pero concordante con partes de la historia de su vida. Como toda obra con pretensiones autobiográficas, no relata un cúmulo de acontecimientos insignificantes para el propio autor, sino que pretende seleccionar cuestiones determinantes (o al menos relevantes) para su vida y, en casos como este, de lo que representa su obra[1].

 

De este modo, “El primer hombre” muestra rasgos importantes, como la desigualdad, la cercanía con los desvalidos, la fallida búsqueda extrínseca de sentido y así también la guerra y la violencia, las cuales se muestran de forma particularmente desgarradora y explícita en la novela.

 

Por esto, se aborda la interacción con la violencia como punto autobiográfico importante para el pateamiento de las ideas filosóficas de Albert Camus. Tema del cual obtuvo conclusiones interesantes, promulgando una fuerte oposición, considerando que el contexto en el que le tocó vivir al autor (1913-1960) estuvo consumido por dos guerras mundiales. En sus propias palabras: “Cada generación, sin duda, se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no lo rehará. Pero su tarea acaso sea más grande. Consiste en impedir que el mundo se deshaga”[2].

 

Según lo apuntado por Agudelo y Cante, Camus estuvo comprometido con principios de la no-violencia. Para ellos, aunque Camus no puede considerarse un activista de la acción política no-violenta, sí sostuvo posturas conforme a esta: “Fue un escritor comprometido, ideológicamente de izquierda y que sostuvo posturas políticas que, efectivamente, pueden interpretarse como acciones políticas no violentas, gracias a los principios y métodos que utilizó para defenderlas”[3].

 

El rompimiento con Sartre permite revelar parte de la actitud de Camus ante la violencia, y además, cierta inclinación práctica que se opone a sostener posturas teóricas por sí mismas (lo cual puede remitir también a una base desde su propia experiencia de vida). Esto último se encuentra en la inclinación de Camus de “(…) vivir en el presente y en el mundo sensorial”[4].

 

Camus critica fuertemente al historicismo en el pensamiento marxista y hegeliano, al parecerle fatalista y provocador de “intolerancia y estrechez de miras”.[5] Parece ser que, para Camus, los comunistas en su tiempo[6] eran violentos, y el comunismo era equivalente al asesinato.[7] Mientras que, para Sartre, la violencia sí era justificada para los fines de la izquierda:

 

“Tras la publicación de ¿Qué es la literatura? [Sartre] critica a Albert Camus por su rechazo de la violencia, ya que para él no se puede transformar un mundo violento y opresivo si no es con violencia, aunque esta se perpetúe, es así la violencia el único medio posible para acabar con ella misma”[8] [9].

Si bien Albert Camus no se consideraba un pacifista[10], sí repudiaba fuertemente la violencia, considerándola inevitable e injustificable[11] [12], respecto a lo cual se hará referencia posteriormente, visto desde su posición sobre la pena de muerte.

 

Si se sigue la interpretación de Sousa respecto a las “Reflexiones sobre la guillotina” de Camus, se llega también a una explicación de la posición camusiana contra la violencia fundada en esa preferencia por lo presente[13]. Esto se debe a que, según Sousa, dichas ideas se sustentan en una defensa de lo relativo frente a lo Absoluto.

 

Según esta posición sobre la pena de muerte, las resoluciones absolutistas buscan ir más allá del presente y toman decisiones irreversibles; así como los que pretenden una respuesta absoluta sobre el bien y el mal, las cuales resultan siendo injustificables[14].

 

Para Camus resulta imperante el resolver los intereses de su época, precisamente basándose en esta. La experiencia de su vida no es dejada de lado para ello, pues él mismo creció padeciendo un contexto difícil, y eso es lo que se pretende señalar aquí, una relación entre su temporalidad y su concepción sobre la violencia.

 

Sartre señalaba en el obituario de Camus: “Raramente, los caracteres de una obra y las condiciones del momento histórico han exigido con tanta claridad que un escritor viva”[15]. A pesar de las desavenencias, a pesar de que deja una obra incompleta que hay que tomar como completa, Sartre reconoce que Camus es un autor de su época, y que como tal responde (como una de las fuerzas principales) a lo que el contexto de esta exige[16].

 

En “El primer hombre”, Jacques (que corresponde al propio Camus, e inclusive en ocasiones, en lo apresurado de un borrador, escribía en primera persona refiriéndose a este), resulta siendo un personaje que parece pasivo, especialmente en su niñez. Si bien todos los personajes giran alrededor suyo, es sobre estos que se profundiza en el perfil psicológico, sobre Jacques se desarrolla como un sujeto que recibe estímulos exteriores, los cuales padece.

 

Sería normal suponer que dicha etapa de su vida viene a ser sumamente estimulante para su desarrollo futuro. Camus señala a los que le rodean como personas cuyos intereses se centran en lo inmediato, y en ese entorno se desenvuelve hasta que, años más tarde, toma conciencia. Difícilmente no se preguntase nunca qué habría sido de su vida, si no hubiese tenido la fortuna de tener las condiciones para su educación, e incluso puede que de ahí venga ese tono de indulgente al referirse a esas personas de su infancia.

 

Una escena interesante, a la cual dedica todo un capítulo, es la referente a “El gallinero y la gallina degollada”, escena en apariencia insignificante, tanto que resulta sospechosa. El sadismo en ciertos pasajes de la obra es explícito: mujeres violadas y cercenadas, con sus familiares asesinados. Ataques terroristas incesantes, violencia intrafamiliar, violencia en el ambiente escolar; un animal de granja degollado podría tomarse como menos grave.

 

Camus trata de señalar como “orgullo o vanidad” el impulso angustiante de ir al corral por la gallina que sería sacrificada para la navidad[17], pero se entiende este impulso como un intento de demostrarhombría” (a pesar del fuerte miedo) y esto lo hace bajo el influjo de sus familiares adultos.

 

Aquí se empieza a mostrar un rasgo importante en el pensamiento de Camus sobre la violencia: su supuesta naturalidad. La violencia se normaliza y se hace pasar por natural en la concepción de los sujetos, y por tanto como aceptable.

 

“—Seamos justos —añadía el viejo médico— (…) ellos habían cortado los cojones a los primeros berberiscos, que a su vez… y así uno se remonta al primer criminal, ¿sabe?, se llamaba Caín y desde entonces viene la guerra, los hombres son atroces, especialmente bajo un sol feroz”[18] [19].

 

Así justifica un hombre el asesinato de una mujer embarazada que fue encontrada “(…) con el vientre abierto y los senos cortados”[20]. El argumento que justifica la violencia es aquí llevado al absurdo.

 

Estas posiciones parecen ser análogas a las referentes a la pena de muerte en otras de sus obras. Camus busca también demostrar que la pena de muerte se ha estatuido como algo natural, necesario, cuando realmente es una convención injustificada y normalizada.

 

“En vez de decir que la pena de muerte es ante todo necesaria y que luego es conveniente no hablar de ella, hay que hablar, por el contrario, de lo que realmente es y luego decir si, tal como es, debe considerarse necesaria”[21].

 

Pero la violencia está tan normalizada que llega al punto de resultar indiferente para quien se ve envuelto en ella. Jacques sufrió por su madre, tanto cuando le relataron sobre la mujer masacrada, como cuando estuvieron a unos cuantos metros de un ataque terrorista[22].

 

Es de esta forma que se forja la concepción de violencia en Camus. Podría esperarse que este pensador postule la violencia como un mal extrínseco al ser humano, capaz de ser absuelto del orden social. Pero ni cree que el ser humano sea un animal social[23], ni tampoco (como ya se había señalado) que la violencia sea evitable.

 

Esta condición de la violencia, toma el aspecto del dilema planteado por Beccaria sobre la pena de muerte[24], postulándosele como injustificable, pero a la vez como inevitable para la propia naturaleza humana.

 

Existen otro personaje en “El primer hombre”, además de Jacques, que tiene una inclinación natural contra la violencia: su padre. En la novela se describe la única ocasión en que se le vio “fuera de sí”. En una descripción sumamente cruda, Camus escribe una escena donde dos militares son asesinados y descuartizados de forma ignominiosa. El padre descubre la escena y salta en ira:

 

“Cormery gritó, como en un arrebato de locura furiosa:

“—No, un hombre se contiene. Eso es un hombre, y si no… —Y después se calmó— Yo —agregó con voz sorda— soy pobre, salgo del orfanato, me ponen este uniforme, me arrastran a la guerra, pero me contengo”[25].

 

Camus agrega que de seguido reclama furiosamente: “—¡Raza inmunda! ¡Qué raza! Todos, todos… —Y entró en su tienda, pálido como un muerto”[26]. La indignación es natural, pero dentro del entorno donde se encuentra parece ser fuera de lo común, pues la violencia se encuentra normalizada.

 

Lo arrastran a la guerra. Se describe al individuo, sacado de su entorno, de una vida sencilla, lanzado a un ambiente de violencia desenfrenada. Es normal la indignación. Parece haber un poco de Camus en esa escena.

 

Un pasaje análogo en “El primer hombre” relata el miedo común de Jacques y su padre ante la ejecución de un delincuente:

 

“El padre de Jacques se levantó por la noche para asistir al castigo ejemplar de un crimen que, según la abuela, le indignaba. Pero nunca se supo lo que había pasado. Al parecer, la ejecución tuvo lugar sin incidentes. Pero el padre de Jacques volvió lívido, se acostó, se levantó para ir a vomitar varias veces, volvió a acostarse. Después nunca quiso hablar de lo que había visto”[27].

 

El hecho de que el crimen “le indignara” y que la ejecución “ocurriera sin incidentes”, significa que, ni en la gravedad del crimen ni lo accidental en la ejecución se encuentra el mal en la pena de muerte, es en lo sustancial, en lo que representa dicha pena dentro del orden social: la venganza y la prolongación de la violencia.

 

Este pasaje refiere a un suceso real, en “Reflexiones sobre la guillotina”, Camus relata el mismo incidente con todos sus pormenores, pero respecto a su propio padre. Y añade:

 

“Cuando la suprema justicia hace vomitar al hombre honrado al que supuestamente debe proteger, parece difícil sostener que cumple su función de introducir paz y orden en la sociedad. Revela, por el contrario, que no es menos indignante que el crimen, y que este nuevo homicidio, lejos de reparar la ofensa inferida al cuerpo social, añade una nueva mancha a la primera. Esto es tan cierto que nadie se atreve a hablar con franqueza de esta ceremonia”[28].

 

El que las personas se refieran con eufemismo respecto a la pena de muerte es otra particularidad de lo innoble de esta. En el mismo texto, Camus habla sobre un defensor de la abolición de la pena de muerte, el cual proclamaba que mientras esta no fuera abolida, debía ser pública, debía ser expuesta ante los otros y no realizarse en la oscuridad, para que el horror contra semejante acto siguiera presente entre las personas[29].

 

Tal vez por esa misma razón Camus es tan explícito en las escenas, por eso son tan sangrientas. Intenta presentar lo desgarradora que es la violencia. No es lo mismo decir “un hombre fue asesinado”, a decir:

 

“Había sido degollado, y en la boca, la tumefacción lívida era su sexo entero. Entonces vieron el cuerpo con las piernas abiertas, el pantalón de zuavo desgarrado y en mitad de la abertura, bajo el reflejo ahora indirecto de la luna, el charco cenagoso”[30].

 

Por eso Camus pregunta sobre la labor del escritor: “¿Quién podría esperarse de él soluciones redondas y hermosas moralejas? (…) ¿Qué escritor osaría entonces, con buena conciencia, erigirse en predicador de la virtud?”[31] Es así que su labor como escritor, su deber de predicar la verdad y la libertad, no le permite ser indiferente a su contexto, no puede ser atemporal.

 

La nostalgia de su juventud, de esa vida apartada y libre, no pudieron desprenderse del escritor, ni aunque tuviera que presenciar la crudeza del mundo. Aún más, no se quedó con los brazos cruzados, y parte de esa indignación proviene de haber estado junto a los mudos, quienes son invisibilizados y sufren sin que nadie se preocupe por ellos. Él les dio esa voz.

 

Es así que se plantea la importancia del compromiso en el pensamiento. El filósofo debe reflexionar sobre sus condiciones. No se puede recetar aquí a todo filósofo que tome determinada postura ante la situación de su tiempo, esto es una decisión a la cual cada uno debe llegar por su propia cuenta. Como promulga la famosa reflexión existencialista: se debe tener presente que siempre se decide, no hay forma de evadirlo, hasta quien elige no tomar parte en el asunto está tomando una postura, la responsabilidad parece irrenunciable.

 

“Nunca he podido renunciar a la luz, a la dicha de existir, a la vida libre en la que he crecido. Pero, aunque esta nostalgia explique muchos de mis errores y de mis culpas, debo decir que me ha ayudado a comprender mejor mi oficio y el que me ayuda todavía a mantenerme ciegamente junto a todos esos hombres silenciosos que solo pueden soportar en el mundo la vida que se les depara gracias al recuerdo o al retorno de breves y libres momentos de felicidad”[32].

 

 

Bibliografía

 

  1. Agudelo, Andrés, & Cante, Felipe, “Albert Camus: ¿un exponente de la acción política noviolenta?”, en Desafíos, Vol. 24, Núm. 2, julio-diciembre, Colombia, 2012, pp. 69-104. https://www.redalyc.org/pdf/3596/359633172004.pdf, Consultado el 05 de marzo de 2024.
  2. Camus, Albert, Crónicas (1944-1953), Alianza, Madrid, 2010.
  3. Camus, Albert, Reflexiones sobre la guillotina, 1957.https://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2015/01/doctrina39828.pdf. Consultado el 05 de marzo de 2024.
  4. Camus, Albert, El primer hombre, Tusquets, Madrid, 1994.
  5. Camus, Albert, El revés y el derecho. Discurso de Suecia, Alianza, Madrid, 2014.
  6. Camus, Albert, Jeanson, Francis, & Sartre, Jean-Paul, La polémica Sartre-Camus, Elaleph, 1999. https://mercaba.org/SANLUIS/ALiteratura/Literatura%20contempor%C3%A1nea/Sartre%20y%20CaCmus/La%20Polemica%20Sartre-Camus.pdf. Consultado el 05 de marzo de 2024.
  7. Lopez, Vicente, “La descolonización intelectual. Sartre y Camus ante el problema argelino”, en Siglo. Actas del V Congreso Internacional de Historia de Nuestro Tiempo, Logroño, 2016, pp. 301-314. https://publicaciones.unirioja.es/catalogo/online/Historia_nuestro_tiempo_5/pdf/112_LopezClemente.pdf. Consultado el 05 de marzo de 2024.
  8. Sousa, José, “Lo relativo contra lo Absoluto: Albert Camus y la pena de muerte”, en Tales: Revista de la Asociación de Alumnos de Postgrado de Filosofía, Núm. 2, Madrid, 2009, pp. 359-368. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=9067440. Consultado el 05 de marzo de 2024.

 

 

Notas

 

  1. Destacando, por ejemplo, “Poesía y verdad” de Goethe. Obra que siendo reconocida por su autor como autobiográfica, introduce la ficción o la “poesía” con la intención de hacer ver el conjunto como un camino trazado hacia una finalidad.
  2. Camus, Albert, Discurso en Suecia, ed. cit., p. 111.
  3. Agudelo, Andrés & Cante, Felipe, “Albert Camus: ¿un exponente de la acción política noviolenta?”, ed. cit., p. 71.
  4. López, Vicente, “La descolonización intelectual. Sartre y Camus ante el problema argelino”, ed. cit., p. 305.
  5. Ídem.
  6. “No se juzga la verdad de un pensamiento según se lo coloque a la derecha o a la izquierda, y aún menos de acuerdo a lo que la derecha y la izquierda pueden hacer de él. Si así fuese, Descartes sería stalinista y Peguy adoraría a Pinay. En fin, si la verdad me pareciera estar a la derecha, allí estaría yo”. Camus, Albert, Jeanson, Francis, & Sartre, Jean-Paul, La polémica Sartre-Camus, ed. cit., p. 42.
  7. López, Vicente, op. cit., pp. 304, 305.
  8. Podrían aplicarse a Sartre las palabras de Camus: “En esto me aparto de algunos de nuestro grandes ingenios, y dejaré de despreciar sus llamamientos al homicidio cuando ellos mismos sostengan los fusiles de la ejecución”. Camus, Albert, Crónicas (1944-1953), ed. cit., p. 108.
  9. López, Vicente, op. cit., p. 304.
  10. Camus declara: “No pienso que haya que responder a los golpes con una bendición”. Camus, Albert, Crónicas (1944-1953, ed. cit., p. 107.
  11. Beauvoir afirma en 1992: “Sartre se identifica con el comunismo y acepta la violencia del mismo, algo impensable para Camus”. López, Vicente, op. cit., p. 306.
  12. Camus, Albert, Crónicas (1944-1953), ed. cit., p. 107.
  13. Soussa, José, “Lo relativo contra lo Absoluto: Albert Camus y la pena de muerte”, ed. cit., p. 366.
  14. Ídem.
  15. Camus, Albert, Jeanson, Francis, & Sartre, Jean-Paul, op. cit., p. 162.
  16. Ibíd., p. 161
  17. Camus, Albert, El primer hombre, ed. cit., p. 195.
  18. Camus llama a los asesinos que se les reserva la pena de muerte “la raza de Caín”. Camus, Albert, Reflexiones sobre la guillotina, ed. cit., p. 15.
  19. Camus, Albert, El primer hombre, ed. cit., p. 164.
  20. Ídem.
  21. Camus, Albert, Reflexiones sobre la guillotina, ed. cit., p. 5.
  22. Camus, Albert, El primer hombre, ed. cit., p. 73.
  23. Camus, Albert, Reflexiones sobre la guillotina, ed. cit., p. 4.
  24. Se amenaza con la pena de muerte constantemente al pueblo para prevenir que cometan delitos que lo ameriten, como consecuencia descenderían los sentenciados, por lo que dicho descenso no podría causarse a sí mismo. Camus, Abert, ibíd., p. 16.
  25. Camus, Albert, El primer hombre, ed. cit., p. 65.
  26. Ídem.
  27. Ibíd., p. 77.
  28. Camus, Albert, Reflexiones sobre la guillotina, ed. cit., p. 2.
  29. Ibíd., p. 11.
  30. Camus, Albert, El primer hombre, ed. cit., p. 64.
  31. Camus, Albert, Discurso de Suecia, ed. cit., pp. 112, 113.
  32. Ibíd., p. 113.